Prohibió los equipos de alta tecnológica de Huawei, el conocido 5G, lo que significa un duro revés para el gigante chino y una victoria para Trump. La medida intensifica la batalla tecnológica entre China y Occidente.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Miércoles 15 de julio de 2020 23:11
El gobierno del Reino Unido anunció este martes la prohibición de equipos de infraestructura de alta tecnología para comunicaciones inalámbricas de gran velocidad de Huawei. El anuncio supone un golpe contra el mayor representante chino en Europa, pero también más en general contra China en la guerra comercial con epicentro en las patentes tecnológicas con Occidente. De la misma manera, representa una victoria para Trump que atraviesa una campaña difícil en busca de su reelección. Particularmente, la postura de Boris Johnson, alineado a EE.UU., marcará la relación del Reino Unido con China de aquí en más.
Johnson había dado luz verde en enero pasado para limitar la participación de Huawei en un 35% del mercado y excluirla de las partes más sensibles de la red 5G. Desde ese momento resistió una creciente presión política a nivel nacional para tomara una línea más dura contra Beijing. En mayo, EE.UU. impuso nuevas restricciones para interrumpir el acceso de Huawei a componentes de mayor complejidad. Además, otros países vienen poniendo serias restricciones a los capitales chinos en Europa.
Ahora, el gobierno británico prohibió a los proveedores de telefonía móvil del país comprarle nuevos equipos a Huawei 5G a partir del 31 de diciembre del 2020 y que el equipo existente ya instalado sea eliminado de las redes en 2027. Aunque la prohibición no se aplica a los celulares “smart” y otros productos de consumo de Huawei, o equipos que utilicen redes 2G, 3G y 4G, la postura marca que los países europeos están dispuestos a enfrentar a China.
Esta determinación se fortaleció desde que Beijing adoptó el mes pasado una ley para aumentar su control sobre Hong Kong, la ciudad semiautónoma y ex colonia británica hasta 1997. Recordemos además que Gran Bretaña permitirá que hasta 2,9 millones de hongkoneses obtengan la ciudadanía en Gran Bretaña, aumentando sanciones por la represión y extendiéndolas a funcionarios como la directora ejecutiva Carrie Lam.
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Los argumentos que están utilizando los gobiernos, es el posible espionaje del gobierno a través de la red 5G, algo que no está comprobado. También argumentan que dados los estrechos vínculos de Huawei con el gobierno chino, Beijing podría tener la capacidad de interrumpir las telecomunicaciones, con lo cual utilizan un argumento de “seguridad nacional”. Oliver Dowden, ministro del gobierno a cargo de telecomunicaciones, se dirigió el martes por la tarde a la Cámara de los Comunes (diputados) con las siguientes palabras: "Esta no ha sido una decisión fácil, pero es la correcta para las redes de telecomunicaciones del Reino Unido, para nuestra seguridad nacional y nuestra economía, tanto ahora como a largo plazo".
El presidente Trump, luego del anuncio británico, no pudo contener su verborragia apuntando a Huawei en conferencia de prensa en la Casa Blanca y manifestó que "Convencimos a muchos países, y lo hice yo mismo en mayor parte, para no usar Huawei, porque creemos que es un riesgo de seguridad nacional". Trump también anunció que emitiría una orden ejecutiva (decreto) formalizando una declaración del mes de mayo, de que EE.UU. trataría a Hong Kong de la misma forma que a China, en lugar de territorio “semiautónomo” e impondría los mismos aranceles a los productos que aplica a China. También promulgaría un proyecto de ley del Congreso para aplicar sanciones contra funcionarios chinos e instituciones que participen en la represión de Hong Kong, como a entidades financieras que hacen negocios con los partidos vinculados al Partido Comunista chino.
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La respuesta de China no se hizo esperar y estuvo a cargo de Liu Xiaoming, embajador en Gran Bretaña, que calificó la decisión de "decepcionante y errónea", y dijo que se había vuelto "cuestionable si el Reino Unido puede proporcionar un entorno comercial abierto, justo y no discriminatorio para las empresas de otros países", y remató con que “si quieren hacer de China un país hostil, tienes que soportar las consecuencias". Ante estas declaraciones, las empresas británicas ligadas a China esperan algún tipo de respuesta contra ellas. En particular los dos bancos con raíces coloniales británicos, HSBC y Standard Chartered, que obtienen dos tercios y la mitad de sus ganancias respectivamente, en China y Hong Kong.
¿Por qué a Huawei y el 5G?
Para los servicios de inteligencia británicos, como MI6 y vigilancia digital GCHQ, las compañías chinas como Huawei representan un riesgo real para la seguridad cibernética y nacional. Pero esta es una verdad a medias. En realidad, lo que temen los gobiernos y la burguesía del viejo mundo es que China, como en otras ocasiones, logre transferencia tecnológica siendo accionista mayoritario de empresas de capitales europeos. Algo que tienen en cuenta, es que China está en una lucha a capa y espada para conquistar autonomía tecnológica a partir de su plan “Made in China 2025” que apunta al desarrollo de la robótica y nanotecnología.
Además, Huawei es una empresa de tecnología de punta que monopoliza el mercado. Es proveedor líder de torres, mástiles y otros equipos vitales para construir las nuevas redes basadas en tecnología inalámbrica de quinta generación, conocida como 5G. En una economía digitalizada, las nuevas redes de 5G se consideran una infraestructura esencial para proporcionar velocidades en tiempo real para los flujos de capitales comerciales e industriales y finanzas y servicios complejos.
¿Una guerra fría o una guerra comercial?
La disputa comercial y geopolítica entre China, EE.UU. y Europa, se da en varias dimensiones que se superponen. Tal es la conquista por el dominio del ciberespacio, donde EE.UU. fue líder por su desarrollo en la década de 1990. China a partir del desarrollo del 5G, además de establecer un monopolio de la fabricación de equipos, establecería toda una nueva forma de alta velocidad de la información que permitiría manejar vehículos por internet. De esta manera, Trump busca realizar un difícil y costosísimo "desacople" de la interdependiente economía sino-estadounidense.
Por esto, publicó el martes una regla provisional que prohibirá a los contratistas del Pentágono y de la NASA usar tecnología de Huawei y otras compañías de telecomunicaciones chinas. Según la administración, se estima que la maniobra costará unos $ 12 mil millones de dólares. Lo mismo sucedió con empresas como China Telecom que la erradicaron del territorio, y se impidió que se coloque el Pacific Light Cable Network (que además involucra a Facebook y Google) para conectar Hong Kong con EE.UU. posibilitando un tráfico de gran velocidad de internet. Por este motivo la administración Trump quiere que la comisión apruebe sólo conexiones directas a Taiwán y Filipinas, socavando el esfuerzo de China para hacer de Hong Kong un centro clave de transferencia de datos.
El paso de Johnson tiene la intención de seguir adelante con los planes demorados durante mucho tiempo para un régimen de inversiones más cerrado, que permitiría bloquear el abanico de adquisiciones extranjeras de empresas británicas por motivos de seguridad nacional. Esta jugada es peligrosa para los detractores del liberalismo, ya que puede ahuyentar inversores y la entrada de divisas al país, además que otros países apliquen sobre capitales británicos las mismas reglas. La burguesía británica se queja por el Brexit, el Covid-19 y no está dispuesta a una pelea con China donde el enfrentamiento tendría graves consecuencias económicas. De hecho el costo de la decisión de Johson se calcula en 2 mil millones de libras.
Sin embargo la disputa es más compleja a nivel europeo, donde la experiencia británica muestra las dificultades de navegar entre Estados Unidos y China. La prohibición británica a Huawei ejercerá presión sobre otros países europeos. En Alemania, se insta a la canciller Angela Merkel a mantener a la compañía fuera de un un proyecto vinculado a la red 5G, pero está teniendo consecuencias económicas para los fabricantes de automóviles alemanes, para los que China es un mercado vital.
A fines de mayo, Xin Xinping revivió el viejo concepto concepto de “Guerra Fría” para caracterizar la disputa actual que fue retomado por toda la prensa para ilustrar el conflicto. Sin embargo como dice Claudia Cinatti “la disputa actual adquiere otra naturaleza” a la se diera entre EE.UU. y la URSS. La actual, más bien presenta reglas de mercado en un marco de interdependencia de las economías donde China es el principal acreedor de EEUU e incluso de varios países europeos. La situación actual podemos decir que no es entre dos regímenes distintos de propiedad (privada versus estatal), sino que es una guerra comercial entre el neoliberalismo “con características chinas” versus el occidental.
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.