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Red Internacional
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Internacional. Brasil: silencio frente a la situación de inmigrantes y refugiados

A pesar del discurso oficial, de país de fronteras abiertas para recibir inmigrantes y refugiados, el gobierno brasilero permanece en silencio frente al drama migratorio en Europa.

Sábado 5 de septiembre de 2015

En cuatro años el número oficial de refugiados en el país pasó de casi 500 en 2010 a más de 8 mil en 2014 y ese número sigue en aumento. En estos números no están incluidos los haitianos que, en el mismo período, suman casi 40 mil los que ingresaron al país.

Solo en 2014 Brasil tuvo casi 26 mil pedidos de refugio, que en su mayoría ni siquiera fueron analizados. Del total de los pedidos aceptados, Siria es el país de origen de la mayoría de los refugiados, seguido por Colombia y países de África. Esto ubica a Brasil en este tema al frente de otros países, junto a Australia y Canadá, como uno de los destinos más solicitados en América Latina.

Durante la última década, la diplomacia brasilera hizo eje en el discurso de fortalecimiento de las relaciones Sur-Sur y entre los países en desarrollo. En el momento en que la Europa del capital cierra sus fronteras a decenas de miles que buscan abrigo en su territorio, lo mínimo que se podría esperar de un gobierno con discurso oficialista sería que pusiera a disposición los recursos necesarios para recibir a miles o decenas de miles de refugiados e inmigrantes.

El silencio del gobierno de Dilma muestra el alto grado de cinismo oficial. Fortalecer las relaciones entre los países no significa más que abrir nuevos mercados y oportunidades de negocios a los capitalistas brasileros. No está en los cálculos del gobierno petista hacer efectivo uno de los derechos humanos más elementales, como el de asilo y refugio.

Esta realidad puede verse en la situación, muchas veces precaria y humillante, de los haitianos que llegan a Brasil durante los últimos años. Usados como mano de obra barata precaria o semiesclava en las grandes obras del PAC o tratados como estorbos, son arrojados de estado en estado sin encontrar condiciones dignas de residencia para rehacer sus vidas.