El año comenzó con una intensa campaña electoral. Las estrategias, especulaciones y discursos de uno y otro lado. La crisis económica que se profundiza, y la posición de la izquierda.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Miércoles 9 de enero de 2019 22:34
Si algo dejaron en claro los primeros días del año, es que ni el oficialismo ni la oposición peronista perdieron un solo minuto en salir a hacer campaña electoral. En el camino hacia octubre (o el balotaje de noviembre), la tónica de la lucha por el poder estará marcada por la pelea por la agenda política y por los resultados de las distintas votaciones adelantadas en diferentes provincias del país.
Si de ellos depende, a lo largo de todos esos meses no habrá resolución alguna para los problemas de las grandes mayorías, que culminaron el 2018 sufriendo un golpe al salario con la inflación más alta desde 1991 (alrededor del 48 %), así como aumentos de la pobreza (al 33,6 %) y de la desocupación (9 % más 11,8 % de subocupación). Como broche maldito, el Gobierno despidió el año anunciando fuertes tarifazos en el transporte y otros servicios públicos, cuyo efecto comenzará a sentirse fuerte en las próximas semanas.
Este escenario representa un nuevo desafío para los laboratorios de marketing de Durán Barba y Marcos Peña. Si en 2015 pudieron ganar la presidencia desde la oposición explotando las debilidades del kirchnerismo y haciendo falsas promesas de campaña; y en 2017 ganaron impulsados por una economía que crecía y la alta imagen negativa del kirchnerismo; esta vez será distinto, ya que encararán las elecciones con una economía atravesada por una fuerte recesión y con un importante desgaste político por los fracasos acumulados del oficialismo.
En este marco, desde el comienzo del año han optado por salir a disputar fuerte la agenda política, apostando a un voto conservador entre quienes logren sortear la crisis y después de un duro 2018 se inclinen hacia un sentimiento de “orden”, de volver a la estabilidad. Bajo esta premisa, tres pilares fundamentales de su campaña serán la política de “mano dura”, la apuesta a un dólar controlado que ayude a crear la falsa ilusión de que lo peor de la crisis ya pasó, y la polarización para explotar el antikirchnerismo de buena parte la población.
Así es como desde diciembre y los primeros días de enero (mientras también especulan con la fecha de elecciones en la provincia de Buenos Aires), y bajo el “efecto Bolsonaro”, las pistolas Taser, la baja de la edad de imputabilidad, la deportación de extranjeros o la “Doctrina Chocobar” para legalizar el gatillo fácil, abundan en el discurso oficialista, que es acompañado generosamente por distintos medios de comunicación.
Esta demagogia derechista es elegida por el oficialismo dado que constituye un terreno más favorable para Cambiemos en las encuestas, y, de paso, siembran el terreno para seguir avanzando en la criminalización de la pobreza y la protesta frente a la crisis. Por supuesto que en este “relato M” quedan sin ser cuestionadas las propias fuerzas de seguridad, que son las organizadoras del gran delito, y tampoco se hace referencia alguna a la desigualdad social o a las consecuencias sociales de sus planes de ajuste.
Junto con esto, en el terreno económico apuestan a un dólar bajo (más cerca del piso que del techo de la banda de flotación) por medio de altas tasas de interés y contracción monetaria. El supuesto de fondo es que, en una elección que ya luce complicada, una nueva corrida cambiaria terminaría de liquidar toda chance para Cambiemos. La contracara, por supuesto, es una muy fuerte recesión económica. La actividad en 2019 caerá por segundo año consecutivo, y junto con ella el consumo, el poder de compra del salario y miles de puestos de trabajo.
Con los que hayan podido soportar la crisis, el macrismo apuesta entonces con un dólar controlado y una política de mano dura a un sentimiento de “orden” para mantener los votos propios y sumar otros votos antikirchneristas en el balotaje. El discurso contra la corrupción y otros ejes, seguramente completarán el repertorio de campaña.
En el medio, hay múltiples interrogantes, como la fuga de capitales en el marco de una situación económica internacional incierta y un Brasil que cambió el escenario sudamericano, o la irrupción de la lucha de clases, que podrían alterar los planes del laboratorio de Durán Barba. El 2020, con una crisis de deuda asomando, ya se considera en Cambiemos parte del largo plazo: antes hay que sobrevivir al 2019 y tratar de llegar con chances a las elecciones.
La estrategia de la oposición kirchnerista
Desde la oposición, el kirchnerismo tampoco ha perdido un solo día para hacer campaña electoral. En este caso, su estrategia consiste en hacer demagogia económica contra el ajuste; copiar la agenda de derecha de Patricia Bullrich; y llamar a formar un frente amplio que incluya a cualquier gobernador ajustador, burócrata sindical o legislador que le haya votado leyes a Macri.
Sobre lo primero, quien no se cansa de hablar es el exministro Axel Kicillof, quien denuncia la política económica de Macri pero no se olvida nunca de repetir que de ninguna manera romperán con el FMI ni dejarán de pagar la deuda en caso de volver al Gobierno. Es decir que sus promesas de aumentos de salarios, reactivar el consumo o recuperar el empleo, no son más que falsas promesas de campaña. ¿O alguien piensa que de la mano del FMI vendrá algo bueno para las grandes mayorías? Ante cualquier duda, preguntar en Grecia.
Con la comodidad de ser oposición, por ahora el kirchnerismo disfruta del “cuanto peor, mejor”. Mientras más descontento haya con Macri, más sube su espacio en las encuestas. Este es uno de los motivos (entre otros) que los lleva a no querer enfrentar el ajuste. Por eso el 2019 comenzó con el dirigente de la CTA, Hugo Yasky, anunciando que este año había que “evitar los paros”. Las marchas de antorchas contra los tarifazos lo ratifican: denunciar sí, luchar en serio no.
En cuanto al segundo eje, durante los primeros días del año el kirchnerismo ha contestado la campaña de mano dura del macrismo enviando a todos los canales de televisión al ex carapintada y ex secretario de Seguridad de Cristina Kirchner, Sergio Berni. Si la represión, la criminalización y la xenofobia dan bien en las encuestas, nosotros también tenemos mucho de eso para ofrecer, piensan desde el Instituto Patria.
Por último, replicando la política de la Alianza de Fernando de la Rúa y Chacho Alvarez, que en los ´90 llamaban a aliarse con cualquiera para derrotar al menemismo y a Duhalde, y así nos llevaron a la crisis de 2001, desde el kirchnerismo le abren las puertas a todo el mundo para un frente electoral, señalando que el “único límite” es Macri. Cualquier ajustador cómplice de Macri durante todos estos años, es bienvenido. Del mismo modo, ya en 2018 habíamos visto cómo Cristina Kirchner llamó a unir "pañuelos verdes y celestes", dejando en claro su alianza con la Iglesia y que la lucha por el derecho al aborto otra vez no será prioridad para ella, al igual que durante los doce años de gobiernos kirchneristas.
Pequeño comentario merece el “peronismo racional”, ya que, por el momento, parecería no despegar en las encuestas. Sobre qué esperar de ellos, quizás alcance con mencionar que fueron los que le garantizaron las leyes en el Congreso a Macri durante todos estos años.
Nosotros, la izquierda
El PTS-Frente de Izquierda, al revés que todos ellos, mira con simpatía las acciones de lucha de los“Chalecos amarillos” en Francia, la huelga general en la India o la pelea contra la reforma laboral en Hungría. A diferencia de los kirchneristas y sus burócratas sindicales amigos que solo esperan las urnas, o el PT de Lula que dejó avanzar a Temer y a Bolsonaro sin luchar en serio en las calles, ellos y ellas sí muestran cómo se enfrentan los planes de la derecha. En el caso francés, lograron darle una primera derrota al presidente Macron y su Gobierno para ricos.
Por eso este jueves la izquierda se movilizará a la marcha de antorchas contra los tarifazos, pero exigiendo un verdadero plan de lucha serio si de verdad queremos derrotar los tarifazos y el plan de ajuste, y no solo hacer uso electoral como hacen los dirigentes sindicales kirchneristas.
A la vez, el PTS-Frente de Izquierda apuesta a todas las luchas contra los despidos, como en Siam (peleas que no harán más que multiplicarse por la recesión), y a impulsar coordinadoras uniendo lo que las burocracias dividen, es decir, al movimiento obrero con la “marea verde” de las mujeres que en 2018 ganó las calles, y con las luchas de la juventud.
Junto con eso, el Frente de Izquierda participará con fuerzas de la campaña electoral (como la que se avecina pronto en Neuquén), pero para plantear que solo con un programa para que la crisis la paguen los capitalistas podremos evitar una nueva catástrofe como la de 2001 a la cual nos llevan tanto el macrismo como el peronismo/kirchnerismo, ya que solo hay salida para las grandes mayorías rompiendo con el FMI y dejando de pagar la deuda, entre otras medidas fundamentales.
A cada paso de estas peleas, apostamos a confluir con miles de nuevos compañeros y compañeras en la construcción del PTS y en la apuesta de una herramienta indispensable frente a la crisis: un partido unificado de la izquierda, de los trabajadores y socialista. Estas y muchas otras discusiones, están teniendo lugar en este verano en los clubes obreros, donde nos preparamos para los próximas batallas de la crisis. Sumate.
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.