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Red Internacional
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Busto en la Rosada. Carlos Menem: la historia de entrega y decadencia que admira Milei

Neoliberalismo, precarización y entrega de bienes comunes. Tres claves para entender las medidas de gobierno que tomó el peronista Carlos Menem, el "mejor presidente de la historia" según Javier Milei.

Claudia Ferri

Claudia Ferri @clau.ferriok

Martes 14 de mayo 12:20

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El busto de Carlos Saúl Menem será colocado en el Salón de los Bustos de la Casa Rosada como gesto al que fuera, según Milei, el mejor presidente de la historia argentina. La ceremonía contará con la presencia de funcionarios y familiares.

Sin dudas habría que conocer la historia del gobierno de Menem por muchas cosas pero sobre todo para no repetirlas. Le gustaba pasear en Ferrari, bailar con Xuxa y Madonna, jugar al Golf con George Bush, recibir a los Stones en la Quinta de Olivos. Su imagen era la de un "rock star" similar al que busca Milei.

Descendiente de familia siria, Carlos Saúl Menem nació en Anillaco (La Rioja) en 1930. Desde allí inició su larga carrera política, primero en el plano provincial, para luego convertirse en una “figurita” de alcance nacional con su candidatura como presidente en 1989. Peronista desde muy joven, estudió Derecho en la Universidad de Córdoba y comenzó a ser conocido como abogado de presos políticos del gobierno de la “Libertadora”, el que derrocó a Perón en su segunda presidencia.

En 1956 fundaría la Juventud Peronista en su provincia natal y ya desde ese momento comenzó a tejer vínculos con la dirigencia sindical de la CGT convirtiéndose en su asesor legal. En noviembre de 1972 fue su debut mediático cuando formó parte de la comitiva que trajo devuelta a Perón del exilio madrileño (al menos por unos días). Medio año más tarde, en mayo de 1973, fue elegido gobernador de La Rioja en la lista que nacionalmente encabezaban Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima.

Para festejar Menem se armó un fiestón a puro asado, vino, música -y muchos periodistas- en San Antonio, un pueblito de 200 habitantes donde había nacido Facundo Quiroga, el histórico caudillo a quien buscaba imitar con sus discursos carismático, su corte de pelo y sus densas patillas. Con 41 años estaba dando un importante mensaje político. Ese día, ante la presencia de todo el arco político peronistas (sindicales, curas y representantes de montoneros) prometió la socialización de la economía y una reforma agraria para la provincia; pero en la práctica hizo todo lo contrario.

Como gobernador apoyó a Isabel en la ejecución del Operativo Independencia en Tucumán que fue en 1975 la antesala del genocidio. Incluso en una entrevista que le dio a la revista de la derecha Peronista El Caudillo decía “la participación de las FF.AA. es un hecho que no podía demorarse, además los compañeros de las fuerzas conjuntas y de seguridad están haciendo Patria con mayúscula”. Sí, esto también fue Carlos Menem.

Con la dictadura militar estuvo preso varios años en distintos lugares, el primero fue el buque 33 Orientales donde estuvo junto a otros peronistas de renombre como Antonio Cafiero, Jorge Taiana, Triaca padre y Lorenzo Miguel. Ahora ni Menem ni los muchachos la pasaron tan mal, de hecho se quejaron que les deban mucha comida en el almuerzo y la cena, y sin ejercicio, iban a engordar mucho. Lejos, lejísimo de la realidad de miles y miles que fueron secuestrados, torturados y desaparecidos en la misma época.

Con el regreso del gobierno constitucional, Menem volvió a la gobernación riojana. Ganó en 1983 y 1987 y al año siguiente se lanzaría a la candidatura presidencial bajo la bandera de la “renovación peronista”, un sello que pretendía darle nuevos aires al PJ, golpeado por el triunfo de Alfonsín y desprestigiado por Herminio “cajón quemado” Iglesias. En 1989 y 1995 ganó la presidencia y estuvo diez años en el poder.

“Menem lo hizo”

Sin duda uno de los spots más conocidos del amplio universo Youtube fue éste de 1999 que se hizo para ver la recepción de la gente a una década de gobierno. “El puede no haberlo hecho todo, pero que hizo mucho nadie puede negarlo” cantan en coro mientras se enumeran uno a uno los supuestos logros de Menem, mientras aparece sonriente en cámara, ya menos patilludo.

Y sí. Hizo un aporte importantísimo al Capitalismo. Había prometido salariazo y revolución productiva en su campaña de 1989 y terminó imponiendo un plan neoliberal bajo las órdenes del Banco Mundial y el FMI. No es que solo pasó en Argentina, fue un plan que se implementó a nivel internacional para eliminar muchísimas conquistas que el movimiento obrero había conseguido tras años y años de lucha.

Este plan se inició con la imposición violenta del neoliberalismo en la dictadura, continuó tomando forma con el gobierno de Alfonsín y con Menem se terminó de concretar con la Ley de Reforma del Estado sancionada un mes después de asumir. Se privatizaron más de 60 empresas estatales incluidas gas, electricidad y transporte que quedaron en manos extranjeras. Vale recordar la gran huelga de los trabajadores ferroviarios contra su plan privatizador que hubo entre los años 1990 y 1992.

No podemos olvidarnos de YPF tampoco. En 1992 se votó privatizar y fue practicamente regalada a capitales privados y extranjeros. Aunque, años más tarde, el kirchnerismo en el gobierno planteara como medida “progre” su parcial estatización, lo cierto es que pagaron una indemnización carísima que llegó a los 10 mil millones de dólares. Un dato que no debería pasar desapercibido es que la medida privatizadora había sido apoyada por la entonces legisladora provincial por Santa Cruz, Cristina Fernandez de Kirchner.

Pero volviendo a los años menemistas, se remataron todos los recursos dejando a más de 500.000 trabajadores sin empleo. El capital internacional dictaba las medidas y Menem como buen alumno las ponía en práctica.

Lo resume el libro Rebelde o precarizada de Nicolás del Caño diciendo que a los pocos días de asumir “se fueron imponiendo medidas precarizadoras. Algunas fueron decretos; otras, leyes sancionadas en el Congreso gracias a la mayoría de representantes peronistas”. Un año tras otro avanzó sobre nuestros derechos laborales.

En 1989 empezó autorizando el pago de vales en comida, siguió limitando el derecho a huelga, sancionó la Ley de Empleo que entre otras cosas permitía flexibilizar los contratos y volverlos temporales, estableció un sistema de pasantías estudiantiles. La cosa sigue y promocionó la ley Pymes que básicamente reducía indemnizaciones, permitía cambiar a piaccere del jefe el horario de trabajo, trabajar doce horas sin pagar horas extras, fraccionar vacaciones, etc. Los famosos “contratos basura” Sancionó la ley de ART y ya en 1998 hizo una nueva reforma laboral donde se perdieron más derechos aún. “Menem lo hizo” pero no solito, tuvo de su lado a las dirigencias sindicales que durante todo este tiempo avalaron la destrucción del empleo, dejando casi una generación entera sin trabajo.

Tercerizados, contratados, subocupados, trabajadores en blanco o en negro. Todas estas palabras ganan mucha fuerza en estos años dividiendo a la clase trabajadora en múltiples partes, debilitándola. Todo esto se convirtió en un problema estructural en Argentina. Hoy más del 70 % de los jóvenes trabajan bajo condiciones elevadas de precarización. Ningún gobierno cambió esto.

La salud y la educación fueron desmanteladas. Para darse una idea Ley Federal de Educación de 1993 -otra pedida pedida por el imperialismo- achicó el presupuesto, flexibilizó los contenidos, creció el sistema privado y se cerraron cursos y escuelas. Todo para pagar la odiosa e ilegal deuda externa.

La "fiesta menemista” terminó con la crisis del 2001, la recesión brutal del 2002 y la contención que hizo el Kirchnerismo para mantener el orden.

El gobierno de Menem también tiene en su prontuario haber indultado a todos los genocidas de la dictadura que no habían sido beneficiados por las Leyes de Obediencia debida y Punto Final, como Videla y Massera entre otros. Esto se daba como un intento de buscar la reconciliación de las fuerzas represivas con la sociedad, cosa que hasta hoy no pudo conseguir ningún gobierno. A la vez que desfinanció a las Fuerzas Armadas para subordinarlas políticamente, le dio más poder a los sectores pro imperialista (es decir pro Estados Unidos), a la medida de las demandas de las Naciones Unidas. Y ya que el Ejército había quedado desprestigiado, la Gendarmería Nacional se convirtió en su caballito de batalla para reprimir puebladas como el Santiagueñazo y levantamientos posteriores como los de Cultral-Có, Mosconi o Jujuy; rol que continúa en la actualidad. Esto también Menem lo hizo.

En el Senado, impune hasta el final

Luego de un intento frustrado de ser re re elegido presidente en 1999. Volvió a ser candidato en 2003 llegando al ballotage con Néstor Kirchner, del que terminó bajándose antes de que se realice. Pero Menem no desapareció del espectro político sino que fue electo Senador en 2005, cargo que mantenía al momento de su muerte, donde en los últimos meses actuó como un aliado estratégico del gobierno y de Cristina.

El último “regalito” que le hizo el establishment fue 2018 cuando fue absuelto de la causa de contrabando de armas a Ecuador y Croacia iniciada en 2005 que a su vez tuvo relación con la explosión en la fábrica militar de Río Tercero de 1995 que dejó siete muertos, 300 heridos y decenas de viviendas destruidas. Después de idas y vueltas, condenas y apelaciones que lo tenía como uno de sus responsables principales, los jueces lo absolvieron por que la causa se demoró mucho en encontrarlo culpable. Así de simple. Algo similar pasó con la causa AMIA donde fue absuelto como encubridor del atentado. Otra muestra más de que la Justicia no es la misma para ricos que para los pobres.

A los 90 años Menem murió impune el 14 de febrero de 2021. Dejó varios hijos políticos que con el tiempo se fueron reciclando para permanecer en el poder como Daniel Scioli, Sergio Massa, Mauricio Macri, Felipe Solá. El mismísimo presidente y podríamos seguir.

Querer homenajear a un presidente que avaló la entrega y la dependencia nacional es reivindicar la desigualdad social y sostener los privilegios para unos pocos.


Claudia Ferri

Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.

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