Tras un año de discusión, el borrador de la nueva constitución Chilena es mucho más moderado que las demandas de la rebelión que la parió. Así y todo la derecha se juega con todo a que se rechace en el referéndum de septiembre.
Lunes 4 de julio de 2022 22:29
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EFE/Alberto Valdés
El pasado 28 de junio se realizó el último plenario de la Convención Constituyente de Chile y este lunes se realizó la ceremonia oficial de cierre donde se presentó el borrador final que será sometido a un plebiscito el 4 de septiembre.
El gobierno de Gabriel Boric tiene una nueva prueba de fuego en esta elección y está profundamente preocupado porque muchas encuestas apuntan a que el texto será rechazado. Y aunque es difícil saber a ciencia cierta cuánto hay de verdad y cuánto de operación, la realidad es que vastos sectores de los trabajadores y el pueblo pobre chileno se sienten defraudados, no solo por el texto final sino por todo el proceso constituyente.
Es que el texto resultante es demasiado moderado para las enormes expectativas que condensaba la constituyente surgida de la Rebelión Popular de 2019, cuyas demandas requerían cambios estructurales históricos. Además la convención mantuvo la impunidad para los responsables de la brutal represión con la que el gobierno de Piñera respondió a la revuelta y se negó explícitamente a tratar un proyecto de norma que indultara a los presos políticos.
Apruebo y Rechazo
De cara al plebiscito de salida los grandes poderes económicos ya definieron posiciones. La derecha y algunos sectores empresariales ya están haciendo campaña por el rechazo. Representan al ala más directamente ligada al pinochetismo que quiere defender con uñas y dientes lo más que puedan la herencia de la dictadura. Por otro lado, una minoría de la burguesía chilena se juega a aprobar la constitución con la idea de moderar las expectativas de las masas y apuestan a la posibilidad de reformar la nueva constitución más adelante para recuperar algunas de las cuestiones que tuvieron que ceder.
Por su parte, el gobierno de Boric (Apruebo Dignidad) y sus aliados como el Frente Amplio y el Partido Comunista necesitan aprobar el nuevo texto constitucional. Su objetivo es modernizar el régimen político chileno para recomponer la gobernabilidad, pero sin tocar los pilares fundamentales de la estructura capitalista del país. Pero además de la traición a los presos políticos cada vez se ve más claro su doble discurso. Mientras hablan de plurinacionalidad y derechos sociales, reponen el estado de excepción en el Wallmapu y fortalecen la represión.
Los Movimientos Sociales Constituyentes y grupos que surgieron desde La Lista del Pueblo, se concentraron en la disputa institucional, entrando en una dinámica totalmente parlamentaria sin usar sus tribunas para convocar y organizar movilizaciones o acciones de lucha coordinada. Sus constituyentes, muchos de ellos con asambleas de base en las espaldas, no expresaron esa amplia base social que los votó y prefirieron jugar bajo las reglas del juego que impuso el régimen.
Dauno Tótoro, militante del Partido de los Trabajadores Revolucionarios de Chile y candidato a Constituyente dijo en declaraciones a La Izquierda Diario “Sabemos que muchos compañeros y compañeras votarán por el Apruebo para acabar con la Constitución de la dictadura. Y la lucha contra toda la herencia de Pinochet, incluyendo su Constitución, es una lucha que compartimos y de la que somos parte. Pero es necesario poner blanco sobre negro de qué se trata esta nueva Constitución.”
El borrador de nueva Constitución elimina varios enclaves autoritarios de la Constitución de Pinochet, reconociendo formalmente derechos negados, como derechos sexuales y reproductivos, derechos sindicales, reconocimiento constitucional de los pueblos originarios. Hay algunos aspectos más revulsivos para los grandes empresarios como el establecimiento del agua como bien incomerciable y la plurinacionalidad de Chile. Sin embargo, mantiene aspectos fundamentales de la institucionalidad republicana como el presidencialismo y un Congreso bicameral. Además se mantiene el dogma neoliberal del Banco Central autónomo y se rechazó la nacionalización de las empresas estratégicas como las mineras.
En cuanto a pensiones, el pleno rechazó el sistema de reparto y el nuevo sistema quedará así en manos del Congreso. Al respecto, asesores de varios bancos comerciales confían en que las odiadas AFP no dejarán de existir y esperan incluso que haya mayor libertad de elección.
En el fondo, el punto clave es que no toca los ejes de la acumulación capitalista en Chile. La propia Convención se alejó completamente de las necesidades obreras y populares y de las demandas de octubre, que se han profundizado con la pandemia y la recesión económica, ya que mientras se debatía el borrador de la nueva Constitución, los salarios se desplomaban producto de la inflación.
Tótoro agregó que “La nueva Constitución es un nuevo ropaje para vestir la explotación y la opresión del Chile capitalista y patriarcal. Por esto es que tenemos que confiar en el camino de la movilización, de la auto organización, con un programa que se proponga atacar la ganancia empresarial para resolver las necesidades de las grandes mayorías populares.”