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Red Internacional
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¿Qué se puede ver? Clarín y el periodismo de guerra tras la muerte de Kosteki y Santillán

Al cumplirse dos décadas de la masacre de Avellaneda recomendamos el documental "La crisis causó dos nuevas muertes" de Patricio Escobar.

Domingo 26 de junio de 2022 16:41

Veníamos del 2001 y las brasas ardientes de un país en llamas no cesaban. Seis meses después, con la mitad de la población bajo la pobreza y los problemas políticos, económicos y sociales que continuaban tuvieron un punto de inflexión. Ya nada sería igual después de aquel 26 de junio de 2002.

Multitudes reunidas, agolpadas y agobiadas. Rostros cansados, de desesperación y de hambre. Pero así y todo el semblante era de lucha, del “piquete y cacerola la lucha es una sola” a la pelea por la unidad entre ocupados y desocupados. Ese fue el clima en estado de ebullición que tuvo la Masacre de Avellaneda.

En este día de lucha, a 20 años de aquellos hechos, recomendamos el documental “La crisis causó dos nuevas muertes. El rol de los medios masivos de comunicación” de Patricio Escobar, integrante del colectivo Artocine.

Los responsables políticos de ayer, hoy son parte del gobierno del Frente de Todos

Días antes del crimen de Dario Santillan y Maximiliano Kosteki, los medios masivos de comunicación amplificaron las voces que venían desde la cúspide del Estado: se agitaba que se venía “la anarquía” y -¿por qué no?-, “la revolución”. El presidente peronista Eduardo Duhalde estaba detrás de la campaña de estigmatización. Pero una cosa es la campaña mediática y otra disparar balas de plomo contra los manifestantes.

El gobierno de Duhalde, el 26 de junio contaba entre su personal político con Anibal Fernandez como secretario general de la presidencia. Felipe Sola era gobernador de la provincia de Buenos Aires: uno es el actual Ministro de Seguridad y el otro fue Canciller de la Argentina hasta hace no mucho, bajo el gobierno peronista de Alberto Fernandez y Cristina Fernandez de Kirchner.

Además, de los que jalaron del gatillo están los servicios de inteligencia, también responsables políticos. Los “sótanos de la democracia” como los llamó Alberto Fernandez. Si, pero cuando hace falta vigilar a las organizaciones de trabajadores desocupados el propio gobierno no tiene problema en ensuciarse las manos en esas cloacas de “la democracia” contra los intereses de los trabajadores y el pueblo pobre.

Los responsables políticos de la masacre de Avellaneda organizaron al siguiente ejército contra la manifestación de los desocupados: la Policía Bonaerense, Federal, Prefectura y Gendarmería. Es decir toda la gorra al servicio del FMI.

Duhalde decidió encubrir a los asesinos materiales y abonar la teoría de la bonaerense de que los muertos fueron producto de una “interna entre piqueteros”.
Si. Ud., leyó muy bien. Entre las grandes trompadas que arroja este documental se denuncia a los responsables políticos que -increíblemente, hay que decirlo- hoy tienen un lugar en el actual gobierno peronista del Frente de Todos.

A la conquista de la unidad necesaria entre ocupados y desocupados

En el documental vemos que Luis D’Elia de la Federación por la Tierra y Vivienda le dió la espalda a la lucha privilegiando el diálogo con el gobierno Duhalde. D’Elia se hizo eco de la teoría del diario La Nación y en particular de Clarín, declarando que él pensaba que las organizaciones de desocupados acordaron con la policía una represión “de baja intensidad”. De esta manera entre la prensa y los dirigentes cooptados reversionaron penosamente la teoría de los dos demonios.

Tenemos que pelear por la unidad de ocupados y desocupados, la unidad necesaria para lograr la demanda de las 6 hs. de trabajo para repartirlas entre ocupados y desocupados sin afectar salarios y de esa manera liquidar la desocupación.

Como cuenta Raúl Godoy, los ceramistas de Zanon repartieron las horas de trabajo en la fábrica recuperada y entraron a trabajar los movimientos de desocupados que se habían hermanado en la lucha por la defensa de Zanon bajo control de los trabajadores, hoy llamada FaSinPat: Fábrica Sin Patrones.

Este ejemplo muestra en pequeño lo que se puede hacer a lo grande, si los grandes sindicatos toman en sus manos la pelea por las 6hs de trabajo y se lo imponen a las principales multinacionales, se podrían crear un millón de puestos de trabajo genuino.

En tiempos de crisis es necesario que golpeemos juntos entre ocupados y desocupados. La unidad es una alianza necesaria, para que las luchas triunfen y el actual conflicto en el gremio del neumático es una gran oportunidad para ello, rodeando de solidaridad como forma de homenajear en la práctica a los caídos en la masacre de Avellaneda.

El rol de los medios masivos de comunicación

Los cómplices necesarios para la construcción del relato oficialista que tuvo su foco en la estigmatización de la protesta, “los violentos” y “la interna piquetera” tuvo un claro ocultamiento de las demandas de las organizaciones sociales. En la edición de Clarín del 27/06/2022, exactamente al día siguiente de la masacre de Avellaneda, leemos estas líneas de Julio Blanck, el responsable editor del diario y uno de los responsables políticos del título de la tapa “La crisis causó dos nuevas muertes”. En su columna el editor sentenció que “las organizaciones que necesitan esta represión y estas muertes para legitimar un discurso y una acción política donde los valores aún deteriorados de la democracia funcionan como obstáculo hacia un objetivo supuestamente revolucionario”.

En una entrevista realizada por este medio, Fernando Rosso le preguntó a Julio Blanck si recordaba un antecedente muy similar (¿casual?) cuando tras la muerte de Teresa Rodriguez, en la tapa de Clarín del 13 de abril de 1997 decía: “La crisis en Neuquén ya produjo una muerte”. Julio Blanck respondió que ese “fue el delito precedente”.

Video: Diálogos sobre la transición argentina

Ese es el periodismo de guerra no solo de Clarín, sino de toda la gran prensa que legitima el accionar del poder de fuego del Estado capitalista, construye consenso y (de)forma a la opinión pública, sencillamente porque la gran mayoría de la población no tiene voz, y cuando la tiene se la distorsiona, envilece o es mutilada.

Pero otro periodismo es posible y en ese marco el documental de Patricio Escobar nos resulta muy esclarecedor no sólo de los hechos de aquel 26 de junio de 2002 sino de la interpelación a seguir reclamando que los responsables políticos paguen por lo que hicieron.

En una entrevista a este medio, el realizador comentaba sobre las causas que lo llevaron a publicar “La crisis causó dos nuevas muertes” y decía que “con la historia de la Masacre de Avellaneda encontré la forma de poder contar y denunciar a los grandes medios de comunicación. Pudimos mostrar cómo es su mecanismo de negociar con la información que poseen, cómo desinforman y acomodan la realidad a sus propios intereses económicos. Utilizan la política para acumular ganancias [...] 20 años después, lamentablemente la película sigue vigente. No es ni la primera, ni la última vez, que los grandes medios de comunicación fogonean y encubren la violencia estatal. Aún hoy hay periodistas que ante la represión hablan de ’enfrentamiento’”.

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Una feroz represión que tuvo como saldo 160 detenidos, 33 heridos de bala y 2 muertos no podía no contar con el auxilio de la gran prensa burguesa de la Argentina.

A 20 años de la masacre de Avellaneda seguiremos peleando codo a codo entre ocupados y desocupados, mujeres, estudiantes y jóvenes para reclamar justicia por Maximiliano Kosteki y Dario Santillan.

Este documental es una invitación a pensar otro tipo de periodismo, de otra clase, uno que refleje que pasa en las barriadas obreras, en las empresas y los grandes conglomerados urbanos, en los campos donde cosecheros trabajan de sol a sol, que se oigan fuerte las voces que reclaman contra el gatillo fácil y los atropellos policiales, un periodismo militante como herramienta para transformar la realidad.


Daniel Lencina

Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.

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