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Red Internacional
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A un año. ¿Cómo es el gobierno de Rodrigo Chaves, el presidente neoliberal de Costa Rica?

Publicamos este análisis en profundidad publicado en La Izquierda Diario de Costa Rica sobre el primer año del gobierno de Rodrigo Chaves, la crisis política y económica que atraviesa el país y su relación con Estados Unidos.

Miércoles 19 de abril de 2023 22:16

El gobierno de Cháves, el presidente de Costa Rica se presenta como uno de autoridad y con grandes intensiones de ajuste, sin embargo, las condiciones de crisis hegemónica del proyecto neoliberal en el mundo, y en Costa Rica en específico, le ponen límites claros a su agenda; esto lo ha llevado a una suerte de táctica de "tanteo" a lo interno, y de alineación política con el imperialismo en lo externo.

Neoliberalismo en tiempos de crisis de hegemonía

En otros lugares hemos expuesto que Costa Rica pasa por una crisis orgánica, o sea una crisis del personal político para alcanzar mayorías estables, hegemónicas, como resultado del fracaso de grandes empresas políticas, en el caso de Costa Rica, por el fracaso del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos.

¿Por qué caracterizamos al TLC como un fracaso? No solo porque se haya elevado la precarización, por el avance del deterioro de los servicios públicos o porque haya un deterioro constante del salario y una reducción del poder de compra, etc. Todos esos elementos son consustanciales al proyecto neoliberal del libre comercio, mismos que eran conocidos desde antes del TLC y fueron suficientemente aclarados por los opositores al acuerdo comercial.

Más específicamente creemos que el TLC es un fracaso especialmente en lo que hace a la política estratégica de la burguesía costarricense. En el caso de Costa Rica a lo largo de los últimos 30 años, el modelo económico nacional ha mantenido como constante una dinámica de apertura comercial acelerada que el TLC remató, creando una dualidad económica entre los bienes y seres humanos que se logran acoplar a las cadenas globales de valor (sobretodo a través del acceso a mano de obra barata y a la explotación de grandes franjas de recursos naturales); y los que no logran integrarse a dichas cadenas. Esta ruptura atraviesa a las propias clases sociales, siendo la base económica más honda de la ruptura entre representantes y representados, al punto que la burguesía costarricense no puede resolver esta fractura por sus propios medios.

Pero además de lo anterior, la crisis de la economía en 2008 marcó un punto de caída en las tasas de ganancia que aún hoy en día no ha logrado recuperar sus números previos a la crisis, tendencia que se mantuvo durante la pandemia, lo cual no ha significado más que empobrecimiento para los asalariados. Es decir, Costa Rica se abrió completamente al mercado mundial justo en el momento en que el mercado mundial iba a entrar en una crisis económica de la que no se ha recuperado y de la cual no habrá pronta recuperación, sino que más bien el futuro económico y político es cada vez más inestable ante la profundización de guerras internacionales como la de Ucrania.

Esta caída es el punto de partida de la crisis de hegemonía que atraviesa hoy el imperialismo norteamericano. A partir del 2008, importantes derrotas políticas y militares como las de Afganistán, Irak y el más reciente conflicto de “guerra comercial” con China, que tiende a una carrera armamentista y a la profundización del conflicto, sirven como evidencia de la fatiga imperialista. El principal “socio” comercial y político de Costa Rica ya no es lo que era, ya no es el hegemón de la política neoliberal, misma que inicia con los golpes militares en Chile y Argentina, se profundiza con los duros golpes a la clase trabajadora en Inglaterra y Estados Unidos y con la caída de la URSS. El neoliberalismo que estuvo ligado siempre a la privatización de servicios públicos y al incremento de la precarización, fragmentación y atomización de la clase trabajadora.

La crisis de hegemonía del imperialismo norteamericano se refleja en una crisis de hegemonía de las burguesías nacionales en las regiones dependientes al imperialismo, como en el caso de Costa Rica, ya que la orientación política del imperialismo no es tan clara ni tan potente. Un ejemplo es cuando Oscar Arias, principal figura política del país y una ficha segura del imperialismo estadounidense, establece relaciones diplomáticas y económicas con China, en el mismo 2008.

Por ello, el problema de la ‘dualidad económica’ no es resuelto ni por la propia burguesía costarricense ni tampoco por su hegemón histórico, sino que más bien alientan esta ruptura.

Crisis de hegemonía en Costa Rica

La dualidad económica que mencionamos arriba, elemento común de análisis que mantenemos con varios intelectuales del país, puede aplicarse también a otros elementos de la realidad nacional, como a la estructura propia del Estado y sus instituciones, a las condiciones de explotación y maximización de ganancias por parte de importantes capitales transnacionales y por ello mismo afectar los intereses de miles de familias trabajadoras.

Por ejemplo, en el año 2015 el primer gobierno del PAC dio inició a un proceso de adhesión a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), lo que significaba seguir una serie de recomendaciones políticas para alinear al país con los intereses de la organización. Las recomendaciones incluyeron la aceleración del Proyecto de Ley de Empleo Público y la necesidad de una Reforma Fiscal que lidiara con el problema del déficit fiscal del país.

Como es muy sabido, se trataba de recargar sobre los salarios de la clase trabajadora, sobre la educación y la salud pública, sobre programas de investigación y acción social de distintos ministerios que garantizan acceso mínimo a espacios culturales y de recreación a las masas proletarias, una crisis económica cuyo principal causante era la desviación de capitales causada por la evasión fiscal de la burguesía costarricense. Pero no solo eso.
Estas reformas también afectan el entramado institucional, modificando muchas de las relaciones institucionales más o menos estables emanadas de la Constitución del 49.
La debilidad de la estrategia política de la burguesía costarricense de conjunto se traduce en una fragmentación política creciente en el parlamento, una serie de rupturas entre el personal político de la Corte, del Tribunal Supremo de Elecciones, etc.

Lo anterior aclara que todas las políticas que han emanado de organismos financieros internacionales, llámese la OCDE, el FMI, el Banco Mundial, etc. han tenido varias consecuencias. Por un lado un empeoramiento en todo el mundo del trabajo, del cual la Ley del Empleo Público es solo un ejemplo respecto de la reducción de masa salarial global que será pagada. Por otro lado, al fracturar a la sociedad en dos partes, una conectada a las cadenas de producción global y otras desconectadas, toda la política neoliberal ha hecho que diferentes partes del Estado empiecen a entrar en contradicción consigo mismas o con la propia sociedad.

Incluso desde el punto de vista de los derechos políticos, las grandes exigencias del movimiento de mujeres y el reconocimiento del Matrimonio Igualitario después de años de movilización en las calles, son elementos de la crisis de la hegemonía de la clase dominante, que se divide ella misma por posiciones más conservadoras o más progresivas y dentro de las cuales se abren espacios para el accionar estratégico de un programa socialista que de cuenta de todos los derechos democráticos de manera radical.

Pero también esta división incluye a los propios partidos políticos nacionales. Como todos los partidos nacionales se han orientado a administrar las políticas del neoliberalismo (las diversas posiciones del Frente Amplio a favor de la deuda externa son claros de que incluso la izquierda del régimen político es pro imperialista en su política estratégica) y como estas políticas no han beneficiado a ninguna mayoría, entonces solo han producido una mayor fragmentación de las minorías, misma que se puede apreciar de manera continua desde las elecciones del 2010, tal como señalamos meses atrás.

En ese marco de tendencia a la fragmentación, el resultado de las elecciones coloca como presidente a Rodrigo Chaves, un político que proviene del Banco Mundial, rodeado de un personal cuyo acuerdo político era muy limitado. En otras palabras, un gobierno sin partido que lo respalde. En este primer año, este gobierno sin partido ha tenido que ubicarse en el contexto internacional y nacional. El que Chaves haya entrado a segunda ronda con 16% de votos emitidos de la primera ronda y que se haya beneficiado de un voto castigo contra Figueres Olsen y Liberación, no son más que resultados posibles en el marco de la crisis de hegemonía, en el cual los dotes personalistas de Chaves lo ayudan a emerger entre la marabunta de candidatos del 2022.

Rodrigo Cháves: un neoliberalismo sin partido

En primer lugar, sobre el propio Cháves hay que señalar que su gobierno no es uno especialmente fuerte, contando con cerca de 19 bajas en su gabinete hasta la fecha. No obstante, su campaña electoral lo posicionó como un tipo de figura providencial, con un perfil de un hombre fuerte y autoritario, con un antecedente como tecnócrata del Banco Mundial y representando una supuesta ruptura con los políticos burgueses tradicionales. Este último es uno de los elementos que pueden explicar los altos índices de aprobación del presidente en sus primeros meses de gobierno, que a la fecha se mantienen con relativa estabilidad, a pesar de ser un gobierno sin un partido sólido respaldándolo.

Por otra parte está el propio desarrollo de la política del gobierno de Cháves, a quien caracterizamos como un bonapartismo o autoritarismo débil en tiempos de crisis hegemónica del proyecto neoliberal. Es decir, respecto de su agenda se presenta como un gobierno con autoridad, capaz de enfrentar incluso a sectores de la burguesía clásica como mostraron las discusiones con Grupo Nación alrededor del Parque Viva; pero sin la capacidad real de impulsar su agenda tal cual y como es presentada públicamente.

En política nacional es un gobierno con grandes intensiones de ajuste que sin embargo necesita “tantear” antes de poder hacer importantes movidas políticas, como lo demostró el caso de la negociación de los eurobonos y el cambio adoptado en el discurso político (que pasó de amenazas explícitas a la democracia a consensos con la oposición), o con el recorte histórico que pretendía al presupuesto de las universidades públicas, mismo que sin embargo terminó recibiendo recortes (como siempre) gracias a las rectorías y las federaciones estudiantiles, que no terminaron de imponerse ante Chaves después de la movilización.

Es importante señalar el tipo de oposición que ha encontrado Cháves por derecha. Frente a las maniobras con las que el presidente y su cúpula trata de salirse de los márgenes de las instituciones de la democracia burguesa en el país, la propia burguesía ha desarrollado un sistema de contención y contrapesos políticos. Como reflejo de estos contrapesos pueden señalarse las diferentes investigaciones que involucran al presidente Cháves, las comparecencias en la Asamblea Legislativa, las denuncias ante el Tribunal Supremo de Elecciones, etc.

Es importante señalar que a pesar de que la aprobación del Gobierno se mantiene relativamente estable, ya en su primer año ha enfrentado importantes movilizaciones, del movimiento de mujeres, el movimiento estudiantil; y recientemente sectores de pequeños y medianos productores agrícolas y campesinos han salido a manifestarse contra el gobierno por la decisión de incluir al país en la Alianza del Pacífico.

Rodrigo Chaves ficha imperialista

Por otro lado, en el contexto internacional, el neoliberalismo está en un momento de debilidad en América Latina, pues los gobiernos que podríamos llamar neoliberales y/o reaccionarios afrontan importantes derrotas políticas y los gobiernos de los países más importantes de América Latina (si bien mantienen en pie lo central de las políticas de sometimiento al FMI, al BM o a diversos mecanismos de deuda externa y capital financiero) como Brasil, Argentina, México o Chile no son gobiernos neoliberales. En ese sentido Chaves no puede llevar a fondo toda su política. Diferente sería si Trump o Bolsonaro estuviesen gobernando. En la región los gobiernos más claramente neoliberales son el de Lazo en Ecuador, con quien el gobierno de Chaves implementó un TLC y el gobierno golpista de Dina Boluarte en Perú, ambos ampliamente rechazados por la población en general

En este escenario, la política de los Estados Unidos consiste en enfocar sus esfuerzos en mantener una coalición política que le permita centralmente avanzar su agenda sobre la guerra en Ucrania contra Rusia, con el objetivo de debilitar a China de fondo.

Esta combinación de hechos ha colocado al gobierno de Cháves como una punta de lanza de la agenda imperialista en Centroamérica, en el contexto del debilitamiento del neoliberalismo en la región. A la fecha, ya el Gobierno ha recibido visitas de importantes miembros del personal político del imperialismo, con sujetos como Laura Richardson, comandante del Comando Sur, quienes en última instancia apuntan a la profundización de las relaciones de dependencia con el capital imperialista y que garantizan el saqueo de los recursos naturales de la región.

Por su parte, el presidente Cháves no ha tenido atrasos en reflejar su rol como socio menor del imperialismo, apuntando por un lado a una profundización de las relaciones diplomáticas y comerciales con el Estado Sionista, en un momento en donde la violencia contra el pueblo palestino recrudece y anunciando la aprobación de un TLC con el gobierno de Ecuador, el cual lleva algunos años enfrentando constantes protestas sociales por la inflación, los recortes a la educación y la salud públicas y otras consecuencias de la crisis económica agravada por la intervención del FMI.

Los retos de la crisis orgánica

Desde el punto de vista teórico, la crisis orgánica incluye la debilidad relativa de la clase trabajadora y otras clases subalternas, lo cual marca un muy importante reto para la izquierda.

Estamos frente a un panorama particular, con una débil burguesía nacional, dependiente de un imperialismo en crisis enfocado en mantener su dominio y enfrentar a Rusia en Ucrania y más estrategicamente a China. Panorama que se combina con una clase trabajadora que ha demostrado una importante capacidad de movilización contra la política neoliberal desde el Combo del ICE en 2000, pasando por el TLC en 2007, el Plan Fiscal en 2018 y un largo proceso de luchas sindicales de menor peso político.

El reto que enfrentamos es el de la autoorganización de la clase trabajadora, la recuperación de la confianza en sus métodos y el fortalecimiento de la perspectiva de la independencia de clase para enfrentar este gobierno débil, representante de una burguesía débil y de un imperialismo decadente, con las tácticas de la revolución socialista.

Un programa para enfrentar el ajuste: luchar para ganar

En esta situación proponemos desde OSR para la discusión y la acción los siguientes elementos de programa político para preparar la lucha contra el ajuste económico y los ataques del Gobierno. Estas consignas deben ser completadas para conseguir un programa político que represente todos los intereses de la clase trabajadora.

• Contra la aplicación de la Ley de Empleo Público, que es un ataque directo al salario de miles de familias trabajadoras que viene preparándose desde el 2018 como parte de al agenda del FMI y que entra en vigencia este año. Hacemos un llamado a sindicatos, partidos de izquierda, organizaciones de mujeres y al activismo independiente a confluir en un gran Encuentro Nacional de Trabajadores para combatir La Ley del Empleo Público y el ajuste económico. La clase trabajadora no debe pagar una crisis económica que no generó ¡Qué la crisis la paguen los ricos! Más en general estamos por tirar abajo toda las leyes que se han aprobado desde 2018 contra el derecho a huelga, la regla fiscal, etc.

• Para combatir el desempleo: reducción de la jornada laboral a seis horas y reparto de las horas de trabajo entre ocupados y desocupados sin afectar el salario. Basta de esclavitud laboral, terminemos con todas las formas de trabajo precario. Por la escala móvil de salarios, por un salario al nivel de la canasta familiar.

• Por el retiro definitivo de la política de endeudamiento con el FMI que promulga el Gobierno. Fuera el FMI de Costa Rica y de toda Centroamérica. La deuda externa no es solo imposible de pagar e ilegítima sino que es sobre todo un mecanismo de control sobre trabajadores y el pueblo pobre por parte del capital financiero y los político y empresarios locales ¡Que esos recursos se utilicen en las necesidades más sentidas del pueblo trabajador!

• No al diálogo con el Gobierno, es necesario defender los intereses de las familias trabajadoras con métodos de lucha independientes y movilizaciones callejeras combativas.

• Por una reforma agraria que le dé tierra a los campesinos sin tierra. Por la expropiación en favor de los campesinos en todos aquellos conflictos contra propietarios que han abandonado la tierra.

Además, desde OSR creemos que es necesario plantear una importante discusión en la izquierda costarricense. Coincidimos en la necesidad de construir sindicatos democráticos, este carácter solamente lo puede garantizar plenamente una organización comunista y revolucionaria, que se gane paso a paso la legitimidad para convertirse en las direcciones sindicales. Los sindicatos deben ser herramientas para la lucha por el poder de la clase trabajadora, por ello las consignas que se levanten en ellos no deben ser puramente gremiales y/o democráticas. Por ello llamamos a la construcción de espacios conjuntos de militancia de las organizaciones de izquierda para apuntar en la dirección señalada.

La rebelión contra la reforma de pensiones en Francia, en donde una vanguardia obrera, blindada con la solidaridad de aliados como el movimiento estudiantil y el de mujeres, ha logrado instalar una discusión profunda que tiene planteado desbordar los límites de las burocracias sindicales demostrando la capacidad de lucha de la clase trabajadora.