Es una recurrente pregunta entre ronda de compañeros de trabajo. Como algo tan natural, cuentan sus vidas como quién se explota más, quién hace más esfuerzo, como los miles de peripecias de conseguir y andar a las corridas entre 2 o 3 trabajos, en changas, para poder sostener a su familia, casi con motivo de “orgullo”.
Sábado 6 de mayo de 2017
Recuerdo esos días donde a algunos compañeros le caían lágrimas de sacrificio que se mezclaban con el sudor que le caía de la frente, entre el silencio de las extenuantes jornadas de trabajo, sentir el suplicio “no doy más”. Y el compañero que te alienta, “hace el último esfuerzo, pensa que lo estás haciendo por tus hijos”.
O aquella pregunta que aún retumba en mi cabeza, cuando tu hijo dice, “¿Papá cuando vas a descansar?”. Y sentís que el trabajo se lleva tu vida.
Es que en provincias como éstas, en donde hay pocos que lo tienen todo y muchos que nunca tuvieron nada, la desigualdad extrema se ha acuñado casi culturalmente, es una cultura impuesta por los explotadores.
Se ven familias completas, con sus niños, volteando cañas, algo tan común en el azúcar y el tabaco, como la pobreza y el abuso de los empresarios terratenientes.
El Gobierno de Jujuy ha llegado a reconocer el 43% de pobreza; los problemas estructurales como el acceso a la vivienda y a un trabajo estable, son todavía una deuda histórica, donde los salarios promedios son menos que la media nacional de $8000. Ya hablar de salarios a nivel de la canasta familiar y tener más tiempo para descansar, estudiar, el ocio, el esparcimiento y dedicarlo a nuestras familias, parece un sueño… sueños que nos robaron.
Desde el peronismo “de la casa al trabajo” hasta los sindicalistas “de negociar mejor la venta de tu fuerza de trabajo” pasando por la infame Iglesia, refuerzan la aceptación de lo posible de la miseria y de la injusticia, del mayor sacrificio posible, la salida individual.
No solo acaban con nuestras vidas, sino que quiebran tu dignidad, doblegan tu espíritu, para despojarte de tu alma y transformarte en una insensible extensión de la máquina.
Para algunos parece utópico plantear la reducción de la jornada laboral a 6 horas 5 días a la semana, -como si no habría significado lo mismo cuando los Mártires de Chicago pedían las 8hs- para otros significaría una esperanza, un grito de libertad.
Lejos de una promesa de campaña, es una consigna de lucha para la movilización de los trabajadores.
A nadie se le puede ocurrir que este gobierno y los capitalistas lo puedan llevar a cabo, solo los trabajadores con una gran rebelión que cuestione todo. Para terminar con la desocupación, trabajando todos y trabajando menos, y ganando lo que cuesta la canasta familiar.
Una pelea por la liberación de los esclavos modernos, los asalariados.