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Congreso del PTR. Construir en Chile una izquierda independiente de las fuerzas del viejo régimen

Luego de abordar los nudos que atraviesan la situación nacional e internacional, el VI Congreso del Partido de Trabajadores Revolucionarios -grupo que impulsa LID en Chile- definió los principales lineamientos estratégicos para el actual período y la táctica a seguir frente a los meses que vienen.

Domingo 8 de agosto de 2021 19:14

El fin de semana pasado se realizó el VI Congreso del Partido de Trabajadores Revolucionarios, grupo que impulsa La Izquierda Diario en Chile, con participantes de Arica, Antofagasta, Valparaíso, Santiago, Rancagua y Temuco.

Allí se reafirmó la política de impulsar un Frente de la izquierda anticapitalista, así como fortalecer la apuesta de diversas candidaturas de trabajadores y trabajadoras, con un programa socialista y revolucionario, hacia la elecciones que se realizarán en noviembre.

Reproducimos un artículo con las principales reflexiones, conclusiones y resoluciones.

Partimos de la base de que la actual coyuntura está marcada por el asentamiento del desvío institucional a la rebelión popular de octubre del 2019. Éste se sostiene sobre dos pilares: una Convención Constitucional llena de trampas y sujeta a las reglas del “Acuerdo por la Paz” y un itinerario electoral cuyo centro está en las elecciones presidenciales que se realizarán en noviembre. Los partidos de los 30 años y los grandes poderes empresariales se juegan a que esta combinación les permita retomar la gobernabilidad. Al mismo tiempo que hacen campaña del terror contra los “extremos” para moderar lo más posible los márgenes del debate y la opinión pública.

Los partidos de la “renovación” como el Frente Amplio y el Partido Comunista, se suman al coro al plantear que la Convención se debe limitar a escribir una nueva Constitución y no inmiscuirse en las facultades de los poderes constituidos. Todos los demás temas debería abordarlos un próximo gobierno." ¡Hay que esperar! Confíen en nuestros convencionales y en que ganemos la presidencia". Ese fue el mensaje detrás de toda la campaña de Apruebo Dignidad.

El alcalde de la comuna de Santiago y precandidato presidencial Daniel Jadue y el Partido Comunista apostaron todas sus cartas en esa partida, y perdieron. El resultado de buscar sacar el protagonismo de las calles para llevarlo todo a la papeleta electoral, fue desarmar a miles de activistas ante la campaña de criminalización de los principales medios y fortalecer las variantes más moderadas como Gabriel Boric, precandidato por el Frente Amplio que finalmente ganó las internas.

Pero uno de los aspectos fundamentales de la reflexión de nuestro Congreso es que los árboles no nos pueden impedir ver el bosque. Hoy prima el reflujo y el desvío electoral. Sin embargo, resulta evidente que el intento de “transición pacífica” a un nuevo régimen político post rebelión está lleno de contradicciones y su final está abierto. A su vez, el crecimiento económico post pandemia depende mucho de la baja tasa de comparación del 2020, los desembolsos fiscales y los retiros de los fondos de pensiones por los trabajadores. Pese al crecimiento y el alto precio del cobre, la clase dominante no ha podido resolver el problema del desempleo que afecta a cerca de 1 millón de personas y aún así presiona para ir retirando las ayudas sociales, lo que pondría aún más al descubierto la precarización de las condiciones de vida y trabajo de millones.

Resulta difícil definir con exactitud los ritmos de la situación, cuán duradero o exitoso sea el desvío institucional y las ilusiones que aún existen en la Convención y la vía reformista. Pero lo que resulta claro, es que una izquierda revolucionaria de la clase trabajadora debe ser capaz de intervenir audazmente en el escenario político concreto que se nos presenta, incluyendo la participación en las elecciones parlamentarias, el impulso y fortalecimiento de la lucha por la libertad a las y los presos políticos y la intervención en las luchas de trabajadores y sectores populares; así como también implementar una serie de medidas de carácter estratégico que nos preparen para la inestabilidad política y social que seguramente persistirán durante los próximos años.

Una Convención sujeta al Acuerdo por la Paz

Respecto a la ubicación estratégica de nuestra organización ante el actual escenario, uno de los aspectos centrales que discutió nuestro VI Congreso es la posición frente a la Convención Constitucional. La principal conclusión es un llamado a fortalecer una izquierda de las y los trabajadores que no se subordine a la cocina ni a las reglas impuestas por el Acuerdo por la Paz.

Como hemos planteado en innumerables ocasiones, dicho Acuerdo fue una jugada de la clase dominante para salvar al gobierno de Piñera, en un momento donde estaba en peligro de caer. Así lo han reconocido importantes personajes del establishment, analistas y políticos tradicionales. El itinerario constitucional y la propia Convención tiene una serie de enclaves que impiden su soberanía e imposibilitan tocar aspectos esenciales del régimen de los treinta años.

A un mes de la Convención, salta a la vista que pese a que ni la derecha ni la ex Concertación obtuvieron el tercio de convencionales, la Convención ha respetado celosamente las reglas del Acuerdo por la Paz y se ha mantenido lejana a las urgencias populares. La gran novedad de las elecciones a convencionales fue que la mayoría absoluta de la Convención está conformada por representantes del Frente Amplio, el Partido Comunista, La Lista del Pueblo, Pueblos Originarios y Movimientos Sociales. Un grupo importante de ellos firmó la primera declaración de la Vocería de los Pueblos, que defendía la libertad de las y los presos de la rebelión y la necesidad de que la Convención se declarase soberana. Nada de esto ha sucedido.

El Frente Amplio es el principal guardián de una Convención subordinada a los poderes constituidos, el cual se apoya con su pie derecho en los convencionales del Partido Socialista, y con su pie izquierdo en los del Partido Comunista. El FA ha llegado al extremo de regalarle cupos en la mesa directiva a la derecha pinochetista. El PC lo critica, pero no precisamente para romper con esta política y plantear un curso alternativo. Más bien todo lo contrario: para buscar una mejor posición dentro de Apruebo Dignidad luego de la derrota de Jadue. Teillier planteó que "no está en duda" el apoyo Boric y llamó a acordar lista única con el FA. De hecho, los encargados programáticos del comando de Jadue ya se sumaron al de Boric.

No sorprende el rol del Frente Amplio y el Partido Comunista. La pregunta es qué ha hecho la izquierda. La comentada declaración sobre las y los presos de la rebelión, se limitó a exigirle al Congreso y al presidente que apruebe la Ley de Indulto (mientras que Piñera ya dijo que la vetaría) y llegó al extremo de estipular expresamente que “no pretende interferir ni arrogarse competencias o atribuciones de otros órganos". Acá La Lista del Pueblo mostró su carácter, pues se negó a advertir y denunciar esta maniobra e incluso terminaron votando a favor de esa declaración. Hasta ahora se ha negado a combatir consecuentemente las reglas del Acuerdo de la Cocina que decía desconocer.

El esfuerzo de millones durante la rebelión de octubre, las y los presos, mutilados y víctimas de violaciones a los DD.HH no dejaron todo en la calle para contentarse con gestos simbólicos. No hicimos estallar Chile porque quisiéramos una democracia con frases de buena crianza. Fue para conquistar pensiones dignas, no más listas de espera en los hospitales, educación gratuita y de calidad, fin a la violencia hacia las mujeres, salarios dignos y trabajo para todas y todos. Si nos dicen que la Convención no tiene potestades para resolver estas urgencias, entonces la respuesta a las y los convencionales es clara: rompan con el Acuerdo por la Paz y declárense soberanos para discutir y deliberar sobre todo, partiendo por decretar la libertad a las y los presos de la revuelta. La existencia del Frente Amplio no es una excusa: si ellos se niegan a votar a favor del pueblo, hay que apelar a la movilización popular. Pero para que sectores de masas acudan a este llamado, decir las cosas de frente y denunciar cada y una de las maniobras del régimen resulta obligatorio.

Frente a esto, el VI Congreso votó poner en el centro el llamado a construir una izquierda de la clase trabajadora que sea completamente independiente de las fuerzas del viejo régimen y que no se subordine al Acuerdo por la Paz y a los poderes constituidos. Que exija que la convención rompa con el pacto del 15 de noviembre, parta por decretar la amnistía a todos los presos políticos por luchar y delibere sobre: NO+AFP, una ley de emergencia que prohiba los despidos, NO+SENAME (institución para menores), el derecho a la salud, vivienda y educación, el derecho al aborto y las demandas del movimiento de mujeres (luchando por evitar descargar gran parte del trabajo reproductivo en las mujeres) y LGTBIQ+, el derecho a voto a los mayores de 14 años, devolución de las tierras al pueblo mapuche otorgando derecho a la auto-determinación, la nacionalización de los recursos estratégicos bajo control de los trabajadores para resolver las demandas sociales, entre otras medidas. Es decir, exigir que se declare soberana, discuta y tome todas las medidas sin respetar ninguna limitación de los viejos poderes como pretende el Acuerdo por la Paz.

Sabemos que los capitalistas hacen de todo para enfrentar las demandas populares y para que no se discutan ni se resuelvan nuestras demandas. Para derrotar la resistencia de los grandes empresarios hace falta una gran movilización, comenzando por una llamada por los grandes sindicatos, que deben romper con la subordinación al régimen actual. En ese camino debemos organizarnos en los lugares de trabajo, de estudio y en el territorio, para comenzar a retomar el camino de la movilización que permita barrer con el Chile de los 30 años, el que impusieron los grandes capitalistas a sangre y fuego. Para luchar por estas tareas debemos fortalecer una alternativa política de la clase trabajadora, obrera y socialista y revolucionaria, para luchar por un gobierno de trabajadores. Por ello luchamos por un Frente anticapitalista de las y los trabajadores, que se proponga levantar una alternativa de independencia de clase, y luche por retomar el camino de la lucha y movilización, para terminar con el Chile de Pinochet y de los 30 años.

Por un Frente de la izquierda anticapitalista de las y los trabajadores

La lucha por una izquierda de clase trabajadora que no se subordine a las reglas del Acuerdo por la Paz y le exija a los convencionales de Apruebo Dignidad y la Vocería de los Pueblos que tomen medidas urgentes para dar respuesta a las demandas de octubre, rompiendo con las reglas del 15N (de 2019, cuando la cocina firmó el acuerdo) y, de esta forma, declarándose soberanos para discutir y deliberar sobre todo; es una ubicación política fundamental para este período. Sin que exista una fuerza política que logre amplificar esta voz, será más difícil acelerar la experiencia de sectores de masas con la Convención para no caer en las trampas o para que la inevitable defraudación de expectativas no se transforme en resignación y escepticismo.

Es por esto que el VI Congreso votó difundir y amplificar este programa de independencia de clase, aprovechando la participación en las elecciones parlamentarias y de consejeros regionales de noviembre de 2021, lo que significa potenciar el llamado a construir un “Frente de la izquierda anticapitalista de las y los trabajadores”. Esta iniciativa hoy reúne a diversas organizaciones de la izquierda anticapitalista como el Movimiento Socialista de las y los Trabajadores (MST), El Porteño, Socialismo Revolucionario, Frente Unidad y Lucha, además de dirigentes sindicales y sociales independientes, quienes han acordado con los principales lineamientos del llamado que hicimos desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios. Nos proponemos ampliarlo aún más.

El Congreso resolvió jerarquizar la disputa electoral en la región de Antofagasta, donde la Lista de Trabajadoras y trabajadores revolucionarios obtuvo importantes resultados, superando los 10.000 votos en la categoría a convencional (encabezada por Daniel Vargas), con Lester Calderón obteniendo más de 21.000 votos y superando al candidato de Chile Digno (PC-FRVS) y eligiendo a Natalia Sánchez como concejala por la comuna de Antofagasta. Lester Calderón reflejó una contra tendencia a nivel nacional, siendo uno de los pocos dirigentes sindicales que obtuvo altas votaciones, debido a su rol en la rebelión como organizador del Comité de Emergencia y Resguardo y como un luchador que hace años viene combatiendo a la burocracia sindical. Lester encabezará nuestra lista parlamentaria para movilizar el amplio voto obrero que existe en la región, con un programa socialista y revolucionario de la clase trabajadora.

A su vez, comenzaremos a preparar nuestras listas en Arica, Valparaíso, Santiago y Temuco. Nos proponemos involucrar a la mayor cantidad de trabajadoras y trabajadores, jóvenes, pobladores, con los cuales ya venimos trabajando en común en las últimas elecciones o a través de colaboraciones en La Izquierda Diario. El impulso de reuniones abiertas y comandos es una tarea inmediata, lo que incluye debates en común con el resto de las organizaciones del Frente como una forma de enriquecer el debate y la politización de quienes nos apoyan.

Nuestro objetivo al presentar un Frente como este, es que los sectores más conscientes de la clase trabajadora, como también quienes luchamos en la rebelión y no estamos dispuestos a subordinarnos a la “cocina” de los partidos de los treinta años, tengamos una representación política propia y un programa propio. Algo que no se reduce a la participación inmediata en las elecciones. De lo que se trata es de defender un programa de independencia de clase y sentar las bases para una alternativa política revolucionaria alternativa al reformismo.

La Lista del Pueblo no sólo ha sido incapaz de elevarse como una voz independiente al Acuerdo por la Paz, sino que hoy vive una crisis interna producto de una seguidilla de renuncias. Al levantar un programa socialdemócrata tímidamente anti neoliberal -igual o más limitado que el Jadue o Boric-, están mucho más expuestos a quedar entrampados a las maniobras del régimen. No es casual entonces que ahora discutan presentar como candidato presidencial a Cristian Cuevas, quien fue históricamente parte de la burocracia sindical minera, fue militante de la ex Concertación, llamó a votar por Frei, militó en el PC y fue parte del Frente Amplio e incluso tuvo un cargo en el gobierno de Michelle Bachelet como agregado laboral en España. De hecho hace tan sólo unos meses atrás estaba apoyando a los candidatos de Apruebo Dignidad en la elección de convencionales.

Frente a esto, nuestro llamado a grupos como el Movimiento Internacional de Trabajadores (MIT) en el cual milita la constituyente María Rivera, es a dejar de cubrir por izquierda esta crisis. Las responsabilidades parlamentarias que han asumido no pueden ser nunca una excusa para eludir un acuerdo programático. No se puede estar “muy ocupados” para defender un programa de independencia de clase. Un llamado similar le hacemos a las y los compañeros de Trabajadoras y Trabajadores al Poder, que han levantado la precandidatura de Gloria Pinto y han pasado, lamentablemente, del anti electoralismo más vulgar al electoralismo más febril. Los llamamos fraternalmente a evitar esta deriva, abrir una discusión programática y dar pasos para acordar una intervención común en la lucha de clases y en el terreno político.

La importancia de las comisiones de base y coordinadoras en el actual momento

En el VI Congreso del Partido de Trabajadores Revolucionarios se expresaron decenas de delegados que representan la militancia de cientos de compañeros y compañeras a nivel nacional, quienes reflejaron las múltiples iniciativas de intervención en procesos de lucha y el protagonismo que tiene nuestra militancia en el impulso de instancias de coordinación y organización amplia en lugares de trabajo y territorios. La discusión y lucha político-programática que desarrollamos más arriba tiene por objetivo buscar entablar un buen debate con todas y todos quienes tienen aún expectativas en organizaciones como La Lista del Pueblo, pero que están abiertos a debatir qué izquierda construir. Es por esto que el impulso de instancias comunes con el activismo y los sectores politizados de la clase trabajadora y el pueblo resulta fundamental.

Del Congreso se desprende con claridad que hemos jugado un rol activo en el impulso de la campaña por la libertad de las y los presos políticos, participando de organizaciones de familiares de presos, organizando actividades solidarias, ayudando con la difusión y movilizándonos permanentemente por esta causa. Alrededor de esta pelea, como también a partir de la intervención en luchas de trabajadores como la protagonizada por las y los funcionarios del Hospital Barros Luco, hemos buscando ser parte y levantar comités de base, coordinadoras territoriales y asambleas, aspecto que ha estado al centro de nuestra actividad militante. En diversas ciudades del país y diversas comunas de Santiago, impulsamos estas instancias y participamos de las asambleas territoriales.

La búsqueda de construir instituciones de coordinación y auto-organización de carácter permanente (buscando que los sindicatos jueguen un rol activo y articulador), es una tarea estratégica para nosotros. De lo que se trata, es de preparar las condiciones para que en momentos de mayor lucha de clases o ascenso sea más fácil impulsar verdaderas instancias de auto organización e imponer el frente único a las direcciones sindicales y de las organizaciones sociales.

Sin embargo, en una coyuntura de baja lucha de clases, los comités, coordinadoras y asambleas territoriales que aún persisten tienen el riesgo de quedar aisladas. Las direcciones sindicales y sociales juegan un rol clave en ese aislamiento, al no convocar acciones contundentes, por ejemplo, por la libertad de las y los presos políticos. Es por esto que junto a fortalecer estas instancias, el Congreso resolvió abrir una discusión en cada espacio de coordinación para buscar que cada demanda (no sólo la libertad de las y los presos y fin a la impunidad, sino que también, por ejemplo las luchas de los trabajadores de la salud), dirigirlas como exigencias a la Convención, a la vez que potenciamos un llamado a las direcciones sindicales y sociales del movimiento de masas para el impulso de un plan de lucha y movilizaciones para conquistarlas.