La crisis económica y social desatada por la pandemia promete un escenario de desocupación masiva. Nissan, Alcoa, Siemens, Abengoa, Airbus –entre muchas otras- ya están haciendo pagar la crisis a sus plantillas. Nacionalización de toda fábrica o empresa que cierre o despida.
Miércoles 1ro de julio de 2020 21:28
La situación de Nissan, que ha anunciado hoy un expediente que afectará a más de 2.500 trabajadores no es un hecho aislado. Hay otros conflictos importantes como el de Alcoa en Galicia, que ha despertado la solidaridad de la región frente a otra patronal que pretende cerrar después de recibir ayudas multimillonarias. Incluso está en su horizonte la cuestión de la nacionalización.
A estas dos grandes fábricas en conflicto se suman el anuncio del cierre de Siemens en Navarra, la quiebra anunciada de Abengoa, empresa española emblemática en tecnología y energía renovable y el despido de 900 trabajadores de Airbus como parte de una reestructuración de la plantilla.
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Es decir, casos de grandes empresas que cierran o hacen despidos masivos, muchas después de recibir dinero público en forma de ayudas millonarias y ERTEs.
Esto ocurre al mismo tiempo que el gobierno “progresista” del PSOE y UP está en negociaciones para llegar a un acuerdo con Ciudadanos y PP para que voten a favor del acuerdo de "reconstrucción". Toda una paradoja.
Según el propio gobierno, las estimaciones de destrucción de puestos de trabajo al finalizar el año será de casi dos millones de empleos.
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La realidad es que el proceso de destrucción de empleo y tejido productivo, producto de la crisis sanitaria que significó la pandemia, se ha acelerado a ritmos que superan con creces los de la última crisis del 2008, de la cual sus efectos sociales aún están presentes.
En esta situación, es necesario pelear por que toda empresa que cierre o despida, sea nacionalizada sin indemnización y bajo control de sus trabajadores y trabajadoras. La única manera de preservar los puestos de trabajo y poner esos recursos al servicio de las necesidades sociales. Las indemnizaciones no son más que una salida individual y una derrota colectiva.
Las centrales sindicales mayoritarias deben poner fin a su política de paz social y de aislamiento de los conflictos en curso. Hay que unificar las luchas, modificarlas y rodearlas de solidaridad para enfrentar la oleada de cierres y despidos.
Desde la izquierda política y sindical que se reclama anticapitalista y de clase, ante la amenaza de cierre y despidos masivos, el único programa efectivo para salvaguardar las maquinarias, impedir que se las lleven y proteger los puestos de trabajo, es la ocupación de las plantas por los trabajadores y trabajadoras. Y el primer paso para ello es llamar a rodearlos de solidaridad, para exigir que las plantas se nacionalicen, sin indemnización alguna y bajo control obrero.
Una serie de nacionalizaciones que además ponga por delante los intereses de los trabajadores a los negocios patronales y sus ganancias y las fábricas y los servicios a satisfacer las necesidades de las mayorías sociales.