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CONURBANO BONAERENSE. Crisis económica y social: ¿qué rol pueden jugar los centros de estudiantes?

Un debate necesario entre el “sálvese quien pueda” o una salida para los trabajadores y las mayorías.

Jueves 16 de abril de 2020 00:27

Imagen: Mariano Mancuso

Frente a una crisis social, sanitaria y económica cada vez más profunda, con aumento del hambre, la pobreza, despidos y suspensiones con rebajas salariales; y cuando en el conurbano bonaerense la mayoría de nosotros somos la primera generación en llegar a la universidad y nuestras familias son trabajadoras, nos preguntamos: ¿qué rol podrían jugar los centros de estudiantes y el movimiento estudiantil?

Mientras las carencias se agravan, los empresarios movidos por la sed de ganancias, quieren imponer sus propias reglas y vienen impulsando una reforma laboral en los hechos, con la complicidad de los grandes sindicatos y el gobierno que la deja correr, mientras hace discursos demagógicos. El propio DNU de “prohibición de los despidos” habilita las suspensiones con rebajas salariales, sin contar que deja afuera a todos los trabajadores precarios e informales y para colmo no es retroactivo.

¿Cómo golpea la crisis a la juventud?

Uno de los blancos de ataque es sin duda la juventud trabajadora, que es parte de los millones que no tienen acceso a servicios elementales, sumado al estado de abandono de la salud y la educación pública, en un conurbano bonaerense gobernado por el peronismo hace décadas. En particular, para muchos de nosotros la precarización es la regla. Veamos...

Estos no son sólo datos. Es lo que viven los pibes y pibas de las casas de comidas rápidas, por ejemplo. Que comenzaron a rebelarse denunciando en las redes sociales, que hicieron llegar su voz a La Izquierda Diario o estuvieron junto a Nicolás del Caño en el Instagram Live contando en primera persona el maltrato de estas multinacionales y como se están organizando contra eso. Esos pibxs no se quieren resignar y dicen: #PandemiaSonLosEmpresarios.

Pero esos pibes, ¿dónde viven? ¿dónde estudian si es que pueden? Las universidades del conurbano bonaerense tuvieron una explosión de su matrícula en los últimos años, y tienen la particularidad de que, entre el 80 y el 90% la componemos estudiantes que somos la primera generación de nuestras familias en acceder a la educación superior. Y, a su vez, tenemos fuertes lazos con los y las trabajadoras que hoy están sufriendo los despidos o suspensiones; al mismo tiempo que, muchos de nosotros, somos parte de esa nueva juventud precaria, sin derechos laborales, que rotamos de un laburo al otro, que se revela en todo el mundo contra esta vida que nos quieren imponer y podemos ser parte de quienes enciendan esa chispa.

El gobierno quiere invisibilizarnos; y los sindicatos nos dan la espalda.

¿Y los centros de estudiantes?

Mientras hay una juventud que no está dispuesta a resignarse y naturalizar la pobreza, el peronismo que conduce los centros los mantiene inactivos y en “cuarentena”. Y desde que comenzaron las clases virtuales, se centraron en garantizar el desarrollo “normal” de las mismas, como si el país y el mundo no atravesara una crisis histórica.

Si muchos no cuentan con computadoras, viven hacinados, sus padres o ellos están desocupados y precarizados, les recortan el salario: poco les importa. Una “normalidad” virtual, que junto a los rectorados, quieren hacer pasar a toda costa, y que esconde la cultura individualista del “sálvese quien pueda” que promueven.

En medio de una pandemia, con una crisis económica social enorme, los centros de estudiantes parecen la administración de una mini empresa de apuntes (ahora digitales) y de servicios para el “bienestar estudiantil”. Son correas de transmisión de las autoridades, y son parte del mismo frente político peronista que también gobierna los municipios administrando la pobreza.

Su objetivo así es mantener pasivo al movimiento estudiantil frente a esta crisis social y económica, manteniendo la universidad al servicio del mercado y las empresas. Siguen las mejores tradiciones de la UCD y los liberales, que impusieron desde la salida de la dictadura este modelo de centros de estudiantes de “servicios”, continuada por los radicales de la Franja Morada. Y en algunos casos van más allá, como la UNLaM donde llegan al colmo de administrar las pasantías de las empresas, ofreciendo más precarización al servicio de las ganancias de los capitalistas.

Una vez que entramos en la universidad toda su orientación nos separa de las necesidades de las grandes mayorías. Una forma de decirnos que nos resignemos y naturalicemos las enormes desigualdades a tono con el Estado y los sindicatos que están prestos a entregar los derechos de la juventud y el conjunto de los trabajadores.

Hoy los centros de estudiantes tendrían que estar al frente para que los jóvenes seamos protagonistas. Exigiendo el 100% de nuestros salarios y ningún cambio en las condiciones de trabajo; pronunciarse, y ser parte de imponer con los trabajadores, la efectiva prohibición de despidos y suspensiones; pelear por un salario de cuarentena de $30.000 para todas y todos aquellos que tengan que cumplir el aislamiento obligatorio y no tengan una licencia laboral paga, extensivo a las y los jubilados que perciban menos que esa cifra. Financiado estas necesidades elementales en base a impuestos a las grandes fortunas, denunciando los abusos patronales y poniendo en movimiento los aproximadamente 300 mil estudiantes de la universidades del conurbano (el 90% en universidades públicas) para fortalecer la lucha de los trabajadores que enfrentan los ataques y con ellos exigir a los sindicatos que se pongan a la cabeza de estas peleas y permitan la libertad de organización y la libre elección de delegados en todos los lugares de trabajo. Es decir, ser parte de levantar un programa de emergencia para que la crisis no la paguen los trabajadores y el pueblo pobre.

Tenemos que exigirle que se pongan al frente urgente de esta pelea.

Una encrucijada está planteada en las universidades: o los centros de estudiantes se transforman en centros de organización y tienen una orientación que permita y promueva la organización de la juventud precarizada para convertirnos en una fuerza social aliada de los trabajadores, sobre los que buscan descargar esta crisis; o profundizan la salida individual moldeando un estudiantado indiferente, con una universidad cada vez más elitizada y funcional a los planes empresariales, con nuestros conocimiento a su servicio y del régimen político que defiende sus intereses. Dividiendonos de esa forma de los trabajadores y fomentando al mismo tiempo la ideología de la resignación, para que aceptemos dócilmente las reglas de juego de un nuevo saqueo capitalista, reproduciendo la política e ideología que promueve el Gobierno y el Estado. Esta última es la estrategia de peronistas y radicales en todos los centros de estudiantes que dirigen en las universidades del país.

¿Cuál es nuestra tarea?

Nosotros, desde el PTS en el Frente de Izquierda, tenemos una estrategia opuesta. El hecho de que, en las universidades del conurbano bonaerense, quienes estudiamos somos parte de familias trabajadoras es un punto de apoyo y nos plantea un enorme desafío en los tiempos que corren. A diferencia del ascenso obrero de los años ´70, ante esta crisis trabajadores y estudiantes vivimos en los mismos barrios, viajamos en los mismos trenes y bondis, nos cruzamos en los lugares de trabajo. Nuestros lazos con los trabajadores y el pueblo pobre son enormes para forjar una poderosa alianza con ellos para enfrentar la crisis.

Por eso desde el centro de estudiantes de Ciencia y Tecnología de la Universidad de San Martín dirigido por la Juventud del PTS, estamos colaborando con la fábrica bajo gestión obrera Madygraf, que convirtió su producción para producir sanitizante y alcohol en Gel que está donando a hospitales de la zona norte.

Enorme ejemplo a seguir que muestra la potencialidad que pueden tener los trabajadores en unidad con el movimiento estudiantil para dar una salida favorable a la crisis.

Lo hacemos porque queremos poner en pié un movimiento estudiantil que no sea indiferente a los grandes padecimientos de las mayorías.

Con la enorme fuerza social que somos los miles que estudiamos en el conurbano, los centros de estudiantes podría potenciar la organización de los jóvenes precarizados, los sectores más superexplotados entre los trabajadores, muchos de ellos estudiantes universitarios, para pelear contra la precarización laboral.

Podríamos poner en pie observatorios sociales para ayudar a difundir y hacer visibles las denuncias por despidos y rebajas salariales de los trabajadores de la zona. Además de pelear porque se hagan públicos todos los recursos con los que cuentan las universidades y que estén al servicio de frenar la pandemia, y sus enormes consecuencias económicas que quieren descargar sobre nosotros. Decidiendo democráticamente lo que es necesario producir e investigar, recolectando datos e información de las condiciones de seguridad e higiene de los trabajadores y las poblaciones en situación de riesgo y elaborar en común planes para abordarlos, priorizando la vida y la salud de los mismos y no la ganancia, junto a investigadores, estudiantes y docentes, en consulta y colaboración con organizaciones de trabajadores como gremios docentes, de la salud, y otros, llamados hoy “esenciales”.

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Podríamos actuar en común con sindicatos docentes como el SUTEBA Matanza o distintos sindicatos recuperados por la izquierda en la provincia, donde nuestras compañeras organizan desde las escuelas la solidaridad con las familias, la entrega de alimentos, al mismo tiempo que denuncian que los bolsones de Kicillof no alcanzan, que no es prioridad la negociación de la deuda, que los pibes tienen hambre. No tenemos ninguna confianza en el ejército o los gendarmes que el Gobierno busca legitimar con la entrega de alimentos en los municipios, cuando conocemos muy bien los casos de gatillo fácil y represión a los sectores populares, y que los preparan para cuando la crisis estalle.

Llevan adelante una cuarentena con el conurbano blindado para evitar “estallidos”, mientras naturalizan la pobreza. ¿Será eso lo que llevó a Alberto Fernández, sin ningún tapujo, a decir que prefiere un 10% más de pobreza que 100 mil muertos por coronavirus? ¿Estas son las opciones posibles? Para ellos si, porque prefieren nuevos millones de pobres en argentina, que tocar los intereses de un puñado de capitalistas. Empezando porque en medio de la pandemia, pagaron 250 millones de dólares en deuda externa a los especuladores. Pero la tarea es justamente, atacar los intereses capitalistas y que la crisis la paguen ellos. Solamente los resultados de la lucha determinarán si esta vez la crisis la pagan los capitalistas y no el pueblo trabajador.

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Por eso necesitamos desarrollar la autoorganización de los estudiantes y recuperar los centros de estudiantes, para que podamos discutir democráticamente y organizarnos de forma independiente de los rectorados, municipios y los gobiernos de turno. Luchamos por poner en pié un movimiento estudiantil que no sea indiferente a los grandes padecimientos de las mayorías. Sabemos que en momentos convulsivos de la historia el movimiento estudiantil se divide, ya que no es homogéneo y expresa también en su seno las clases sociales y su intereses contrapuestos (por su carácter policlasista).

Por esa razón, necesitamos fortalecer corrientes políticas de izquierda, que junto a los estudiantes que no se resignan al “sálvese quien pueda”, impulse la autoorganización y levanten esta perspectiva, retomando las mejores tradiciones históricas de unidad con los trabajadores y el pueblo. Porque la única forma de darle salida a la crisis es en unidad con la clase trabajadora, los esenciales, la que produce todas las riquezas, y que ya se empieza a levantar contra las grandes privaciones a la que la quieren someter.

Organicémonos desde hoy para exigir que los centros de estudiantes que jueguen un rol activo en esta crisis. Estas peleas nos permitirán dar pasos en forjar un movimiento estudiantil que una su destino a los trabajadores, que son la clase que puede dar una salida a esta crisis generada por la irracionalidad capitalista, que abracen una perspectiva anticapitalista, socialista y revolucionaria para que esta vez podamos triunfar.

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