El Poder Judicial dio el beneficio a Juan Alberto Carbone, Elio Delgado y Cristian Torrejón. El debate sobre las responsabilidades de los músicos en el recital donde murieron 194 jóvenes se reaviva.
Alan Gerónimo @Gero_chamorro
Viernes 21 de julio de 2017
Hace ya un año que la Corte Suprema de Justicia dejó firme el fallo de la Cámara Federal de Casación Penal confirmando las condenas para todos los músicos de Callejeros.
En las últimas horas el Poder Judicial benefició a tres integrantes de la banda (que dentro de la cárcel había realizado talleres) con la libertad condicional y prisión domiciliaria, tras cumplir la mitad de la condena.
El primero en dejar la cárcel fue Maximiliano Djerfy, quien cumple su condena en su casa tras obtener la prisión domiciliaria el 18 de marzo.
Luego saldrían el saxofonista Juan Alberto Carbone, quien obtuvo el mismo beneficio y ahora está en su casa con salidas permitidas. A mediados de junio fue el turno del guitarrista Elio Delgado, que salió de la cárcel de Ezeiza con libertad condicional, tras cumplir la mitad de la pena. Y el lunes abandonó el mismo penal Cristian “Diosito” Torrejón y quedó en libertad condicional.
Todos ellos estaban condenados a cinco años de prisión por el incendio registrado en Cromañón, el 30 de diciembre de 2004, y se les concedieron los beneficios porque ya habían estado presos entre diciembre de 2012 y agosto de 2014 y desde abril de 2016 hasta este mes, es decir casi tres años.
Sólo quedan privados de su libertad dos integrantes: Patricio Fontanet, condenado a siete años de prisión y Eduardo Vázquez, que además de ser condenado por la causa de Cromañon está condenado a prisión perpetua por el femicidio de Wanda Taddei.
Beneficios para la libertad condicional y prisión domiciliaria
Dos de los alicientes para que los tres integrantes obtengan el beneficio de la libertad condicional y la prisión domiciliaria fueron que asistieron a talleres dentro de las unidades penitenciarias y que cumplieron, en uno de sus casos, más de la mitad de la condena.
Es probable que a partir de esta noticia se hable en varias empresas periodísticas de “la puerta giratoria”, de que “cualquiera sale a la calle” y demás clichés. Pero que el árbol no tape el bosque. Los beneficios que recibieron estaban constituidos en el Código Procesal Penal y refrendados en diversos tratados internacionales incluidos en la Constitución Nacional.
La puerta giratoria dentro de las cárceles no existe. En este diario ya se dio cuenta de las estadísticas que indican que sólo salen 700 presos por año de las unidades penitenciarias mientras ingresan muchísimos más.
Pero hay que decir también que esos beneficios, con la última reforma de la ley 24.660 (de ejecusión de la pena) prácticamente ya no existen y las condiciones infrahumanas de la cárcel son mucho peor. Esa modificación fue votada por casi todos los bloques de la Cámara de Diputados y de Senadores. Sólo el Frente de Izquierda y un puñado de legisladores de otros partidos votaron en contra.
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Una minoría de las personas privadas de su libertad dentro de la cárcel puede estudiar, aprender un oficio o ser estudiantes universitarios. En este caso, las tazas de reincidencia en el “delito” de las personas que asistieron a las primarias, secundaria y universidades (además de los talleres) corresponden a un 3 %.
Culpables y “culpables”
Como se reflejó en La Izquierda Diario, las aguas se dividieron con respecto a la responsabilidad de la banda “Callejeros” con respecto a la responsabilidad que les competía a ellos dentro de la organización del recital donde fallecieron 194 jóvenes. Hay quienes sostienen que eran ellos mismos los que ingresaban las bengalas, que tuvieron a cargo la seguridad del boliche que cerró las salidas de emergencia, metieron más gente de la permitida, que podrían haberlo evitado si paraban el show. Del otro lado, que son víctimas y sobrevivientes como todos los demás pibes, que ellos perdieron a familiares en ese recital, que simplemente son músicos, que no son quienes habilitan los boliches.
Aunque Callejeros se hizo de abajo, con letras contestatarias, sus integrantes terminaron transando con los empresarios de la noche y la música para venderse más y mejor, en eso son responsables. Porque el arte, en sus diferentes gustos y estilos, ha dado brillantes creaciones que conmovieron generaciones enteras, pero no escapan a la realidad material, a su tiempo, aunque tampoco son su mero reflejo.
Los músicos, que sueñan con la difícil y hermosa posibilidad de vivir de su creatividad y sus producciones bajo el capitalismo, tropiezan cuando terminan eligiendo vivir para ganar dinero, a cualquier precio. El arte y sus creadores, pueden elegir otro camino, de transformación social anticapitalista.
Pero mientras se da esta discusión de si beneficio sí o beneficio no, lo que ocurre desnuda al sistema, muestra la cruda realidad. Los máximos responsables de la sed de ganancias a costa de 194 vidas, por tener un poco más lleno los bolsillos, están en libertad y hasta son amparados por el kirchnerismo cuando después de la masacre, Aníbal Ibarra, quien fuera jefe de Gobierno de Buenos Aires en el momento de la masacre, fue candidato a legislador enrolado con el kirchnerismo.
Los integrantes de Callejeros serán o no la punta del ovillo según la mirada que se le dé. Pero detrás de ese ovillo hay una maraña de corrupción estatal, policial y política que nunca estuvo sentada en los banquillos de los acusados.