Desde el 7 de octubre, casi 3.900 palestinos han sido encerrados detrás de los muros de una prisión israelí. Un arma de guerra, utilizada para apoyar el poder colonial israelí y aterrorizar a la población palestina.
Viernes 22 de marzo 10:54
Desde hace casi seis meses, no paran de crecer los ataques genocidas perpetrados por el Estado de Israel. Alrededor de 32.000 palestinos han muerto a causa de los bombardeos israelíes, la mayoría de ellos son niños y niñas, mujeres y ancianos.
Los ataques buscan también humillar a la población de la Franja de Gaza con un castigo colectivo y una limpieza étnica que incluye cientos de miles de desplazados, bombardeos a infraestructura civil, escuelas y hospitales, y en las últimas semanas la masacre sobre palestinos y palestinas que esperaban por ayuda humanitaria y comida en medio de una hambruna generalizada y sin precedentes. Lo que los especialistas definieron como la mayor hambruna en el mundo desde la segunda guerra mundial.
Prisiones israelíes, un infierno para los palestinos
Pero las herramientas coloniales del Estado de Israel sobre el pueblo palestino no se terminan en los bombardeos sobre gaza o en las persecuciones, asesinatos y desplazamientos en Cisjordania. Israel cuenta con otra arma para hacer reinar su terror sobre la población palestina y buscar sembrar miedo ante la resistencia al genocidio y la colonización: se trata del encarcelamiento, la tortura y la humillación.
Desde el 7 de octubre, casi 3.900 palestinos han sido arrestados y recluidos en prisiones israelíes, sumando un total de 9.100 prisioneros sumando los que ya se encontraban recluidos desde antes. Entre ellos se encuentran mujeres y niños, a veces de tan solo 12 años.
Una cifra récord, de la que ya alertó hasta la ONU, calificando de “abuso sistemático” el trato reservado a los palestinos en las cárceles, la realidad va mucho más allá, ya que Israel aplica una auténtica política de horror. Los testimonios provienen en su mayoría de ex prisioneros palestinos traumatizados por las torturas: jaulas al aire libre, esposas, vendas en los ojos las 24 horas del día, violencia sexual, violaciones, privación de alimentos, palizas pero también descargas eléctricas, ataques de perros, quemaduras de cigarrillos.
En los últimos meses las prisiones israelíes entraron en “estado de emergencia” y las privaciones de derechos y la violencia han aumentado. Los presos palestinos ya no tienen derecho a ver a sus abogados, no hay salas de visitas y las requisas sorpresa son cada vez más frecuentes. "Todos los días nos despertaban alrededor de medianoche y empezaban poniéndonos en fila antes de soltarnos perros con bozales. Luego nos llevaron al patio y nos obligaron a arrodillarnos sin movernos. No nos permitían hablar, nuestras comidas se limitaban a un trozo de pan", testifica Bassem para el diario francés Le Figaro.
Los pocos testimonios que se pueden obtener son sólo una muestra de todos los horrores de estas cárceles, donde se aplican castigos tanto a adultos como a niños.
Desde luego estos métodos no son nuevos y constituyen parte de la política colonial de Israel. Más de 3.558 presos se encuentran en detención administrativa. Esto significa que el ejército israelí puede detenerlos indefinidamente, sin cargos ni juicio. Una verdadera arma política para intentar contrarrestar todas las formas de resistencia. Desde el año 2000, más de 12.000 niños han sido detenidos por arrojar piedras para defenderse de los tanques.
Actualmente está prevista una intervención terrestre en Rafah. Esta ciudad del sur alberga a más de un millón de personas desplazadas en campos en ruinas. El mundo está siendo testigo de una masacre planificada, un genocidio en curso, una limpieza étnica y una hambruna sin precedentes en el último medio siglo. Esta política se lleva adelante con el visto bueno de las potencias imperialistas, empezando por Estados Unidos, pero también por Europa que le proveen armas y apoyo, y solo anuncian de palabra la necesidad de una pausa humanitaria en los ataques. Estas intervenciones genocidas prometen una aceleración del número de muertes, hambrunas y encarcelamientos de los habitantes de Gaza, y también de Cisjordania.