La primera ministra británica Theresa May hizo el lunes un llamado desesperado para que se vote este martes en el parlamento una propuesta de Brexit, que parece destinada al fracaso. Qué es lo que sigue.
Martes 15 de enero de 2019 08:32
Theresa May, la primera ministra británica, ha suplicado este lunes a los diputados para que apoyen el Acuerdo de Retirada alcanzado por su Gabinete con los otros 27 socios de la Unión Europea (UE). El pacto será sometido a votación este martes a última hora de la noche. El Parlamento del Reino Unido puede rechazarlo o dar su visto bueno. Se habla de una humillante derrota para May.
La jefa de gobierno ya había aplazado la votación en diciembre al no contar con una mayoría suficiente. Un mes después, y fiestas mediante, el panorama no parece haber mejorado para la mandataria quien se ha dedicado el penúltimo día de debate a lanzar una campaña de miedo. May le ha suplicado al Parlamento que revea el plan ante la amenaza de una “parálisis parlamentaria”.
El texto del Acuerdo de Retirada, de casi 600 páginas, es exactamente el mismo que se iba a votar en diciembre y tanto europeístas como euroescépticos se han posicionado en contra del pacto. En el primer grupo está el arco de partidos de la oposición (Laborista, Demócratas Liberales, Nacionalista Escocés y el Partido Verde) y la propia ala europeísta del partido de May. En el segundo: los “brexiteros” del Partido Conservador (unos 50-60 diputados) y los del Partido Democrático Unionista (DUP) norirlandés.
El punto de mayor controversia es la cuestión de una “salvaguarda” —backstop por su denominación en inglés— con Irlanda como una provisión indispensable para aprobar el Acuerdo de Retirada en caso de que Londres y Bruselas no alcancen un acuerdo comercial en el plazo previsto, diciembre de 2020.
Si May pierde esta decisiva votación debe presentar al Parlamento, en tres días, un “plan B”, lo que podría incluir un nuevo viaje a Bruselas para lograr alguna concesión.
Sin embargo, el Partido Laborista ha asegurado que prepara una moción de censura contra el Gobierno: "No es una cuestión de si lo haremos, sino de cuándo lo haremos", dijo el "número dos" de Corbyn y portavoz de Economía laborista, John McDonnell. Corbyn, mantiene esta carta en reserva en parte porque es consciente de que en estos momentos no cuenta con una mayoría de respaldo ya que el DUP ha dejado en claro que dada esta situación no apoyaría una Moción de censura.
Por su parte, Corbyn, que defiende que se convoquen unas elecciones generales anticipadas, esgrimió que como primer ministro trataría de renegociar con Bruselas un acuerdo que pudiera tener el respaldo del Parlamento. "Eso incluiría una amplia y nueva unión aduanera, una sólida relación con el mercado único y las garantías de que se mantendrá el ritmo con los derechos y los estándares de la Unión Europea", argumentó.
La derrota de May podría abrir paso a nuevas elecciones o a un segundo referendo, con un resultado diferente al del 23 de junio de 2016 seguramente. Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente: el número de partidarios del brexit de May va decreciendo entre los parlamentarios; y en la sociedad, los últimos sondeos indican una distancia de ocho puntos a favor de los europeístas. En parte es porque han entrado al registro electoral nuevos votantes jóvenes, europeístas todos ellos. Si bien entre los afiliados al Laborismo, un 80% favorece la permanencia a la Unión o la convocatoria a un segundo referendo la dirección de esta formación se ha mostrado reticente hacer una segunda consulta debido a que, en muchos de sus bastiones obreros, principalmente en las regiones norte y centro del país se favoreció la salida de la EU. No obstante, de conjunto, el voto euroescéptico provino de sectores de clase media blanca, históricos votantes conservadores.
Un futuro incierto tras una derrota que se avizora bochornosa para May.
Frontera irlandesa: punto candente
¿Por qué la frontera entre la República de Irlanda (miembro de la UE) y el Norte de Irlanda (Reino Unido) se ha convertido en el aspecto más contencioso del acuerdo?
Una vez que el Reino Unido deje la UE, el borde norirlandés se convertirá en la frontera entre el Reino Unido y la UE por lo que deberían entrar en vigor las políticas comerciales sobre control aduanero correspondientes. Esto significaría la instalación de una frontera dura, algo que nadie quiere, entre otros motivos porque la frontera abierta entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda es uno de los resultados del proceso de paz del Viernes Santo, de 1998.
La “salvaguarda” en relación con la frontera norirlandesa es una disposición que busca asegurar que no se vuelva a instaurar una frontera dura entre los territorios de Irlanda e Irlanda del Norte. Establece que Irlanda del Norte seguirá las reglas de la UE en el caso de que el Reino Unido y la UE no alcancen una nueva relación comercial. Pero esta propuesta no satisface a todos. El partido más grande norirlandés, el Partido Democrático Unionista, de cuyos 10 diputados Theresa May depende para tener mayoría parlamentaria, y que hizo campaña por salir de la UE se opone a esta medida ya que establece una frontera entre el Norte de Irlanda y el resto del Reino Unido.
La primera ministra no puede darse el lujo de incomodar al partido que la sostiene en el poder por lo que propone una especie de acuerdo aduanero temporario para todo el Reino Unido y la UE. Sin embargo, los socios europeos no están convencidos de la propuesta de May. Y a los “brexiteros” les resulta difícil de aceptar ya que insisten en que Gran Bretaña debe salir de todo tipo de unión aduanera para procurar acuerdos de libre comercio en el resto del mundo.