Más allá de la efeméride con tinte comercial aprovechada por los emporios gastronómicos, un recuerdo sobre la invención del repulgue y su popularidad entre los obreros ingleses. Parte de la historia cultural de una clase hiperexplotada.
Viernes 8 de abril de 2022 10:26
Foto Cucinare
El 8 de abril se celebra el Día Mundial de la Empanada, una comida que no nació en Argentina pero que desde hace muchos tiempo ya es un clásico del país, consumido en todos lados y con variedades según regiones y provincias.
Reproducimos una nota de Marcos Santillo, publicada en La Izquierda Diario en 2016.
“El repulgue: su origen obrero”
Si bien el repulgue, tanto de las empanadas como el de tartas y pasteles, tiene un origen diverso en muchas culturas, regiones y momentos históricos, es difícil establecer (justamente por esta diversidad) donde fue que se “inventó” por primera vez. Lo cierto es que rastreando y recabando información, tanto desde la cocina española como la italiana o la turca, encontramos como un denominador común su practicidad para mantener dentro de la masa cualquier tipo de relleno conservándose durante más días sin que tuviera que consumirse del todo en el momento cocinado.
Ahora bien, lo que merece un apartado, y es quizás el origen más interesante del repulgue en estos alimentos, es el de las “Cornish pasty” inglesas que se popularizaron en los siglos XVII y XVIII en Cornwall, Inglaterra. Fue entre los obreros mineros que se comenzó a ver la utilización del repulgue en sus tartas con sus nombres o iniciales en las mismas; así, comían la mitad en el desayuno y la otra mitad en el almuerzo.
La masa con la que se hacia este repulgue era mucho más gruesa que la que conocemos de las empanadas argentinas, lo que permitía agarrarlas desde el repulgue con la mano completa y comer sin ensuciar lo que ingerían para luego deshacerse de esta parte de la masa sucia. Si, así como se lee: por la desidia patronal y las condiciones ultra precarias de higiene en las que almorzaban en el trabajo los mineros fue que estos ingeniosamente se las arreglaban para no terminar intoxicándose con sustancias como el arsénico, por ejemplo.
Como no es de extrañar, en muchos artículos se lee que fueron los obreros mismos quienes idearon esta forma de alimentarse en las minas, sin tener en cuenta que muy probablemente debemos este ingenio a las compañeras de los obreros, quienes preparaban las viandas de sus esposos. La historia es casi siempre escrita o transmitida de esta forma, y, aunque no haya precisión sobre si fueron las compañeras o los mismos obreros (debido desde ya a su popularidad repentina y masiva), lo cierto es que sería injusto y sesgado dejar de revisar esta posibilidad.
Sin embargo, hay algo que es claro, fue (también) una invención de la clase trabajadora inglesa en respuesta práctica a las humillantes e insalubres condiciones que les imponían los dueños de las minas y que utilizamos en la cotidianeidad, muchos sin saber de este curioso origen.
Es casi imprescindible recuperar la memoria histórica y cultural de una clase trabajadora que por uno u otro motivo ha sido la creadora de muchos inventos o costumbres que habitualmente vemos o utilizamos sin conocer su origen. Este es un pequeño ejemplo, en este caso, culinario.