La diputada del Frente Para la Victoria estuvo anoche en el programa Intratables del canal América. Allí, en medio del debate sobre los cambios que hizo Cristina Fernández de Kirchner en la Secretaría de Inteligencia, saltó el tema del poder económico y operacional que adquirió en los últimos tiempos el jefe del Ejército César Milani.
Daniel Satur @saturnetroc
Jueves 18 de diciembre de 2014 10:39
Consultada por lo que opina sobre el rol de Milani en el gobierno, estando altamente involucrado en violaciones a los derechos humanos, Conti no pudo menos que ponerse el uniforme (verde oliva) kirchnerista. A costa, incluso, de caminar por una peligrosa cornisa argumentativa.
La diputada, ex secretaria de Derechos Humanos de la Alianza en 1999 y actual delfín k en el parlamento, no tuvo otra idea entonces que apelar a una nefasta explicación.
Así, sin ruborizarse ni titubear, Diana Conti reprodujo el argumento con el que en 1987 Raúl Alfonsín decretó la impunidad para miles de genocidas. Impunidad que durante casi veinte años impidió el juicio y castigo para los secuestradores y desaparecedores de personas. Justamente a la ley que promulgó, producto del pacto con los carapintadas tras el levantamiento de Semana Santa de aquel año, el presidente radical la llamó de “Obediencia debida”, con el argumento de que los militares o policías que hubieran cometido atrocidades entre 1976 y 1983 no eran culpables ya que no hacían más que cumplir órdenes de sus superiores.
Pero Conti no terminó ahí, y su habitual pedantería no alcanzó para disfrazar otra definición polémica. Otro periodista del panel aprovechó la patinada anterior y le espetó por qué para el gobierno Milani podía ser inocente por ser joven en la dictadura y otros militares no.
Para la diputada Milani y Barreiro son bien diferentes a nivel generacional. Aunque la realidad, una vez más, la desmiente. En aquellos acontecimientos de 1987 los dos militares volvieron a estar emparentados, como en 1976. El “Nabo” se había transformado en la chispa que encendió el levantamiento carapintada, al negarse a declarar en un juicio por violaciones a los derechos humanos, motivando a Aldo Rico y sus camaradas de armas a amotinarse en los cuarteles exigiendo el fin de los procesos judiciales. Y Milani era uno de los operadores que desde dentro del Ejército mantenía las conversaciones con parte del personal político de entonces para destrabar el conflicto, sobre todo con “compañeros peronistas” como Herminio Iglesias y Antonio Cafiero.
Aunque Conti sabe disimular muy bien la incomodidad que le causa tener que justificar lo injustificable, lo que dice no siempre resulta lo políticamente correcto que desearía. Y cuando de defender barbaridades a cualquier costo, no puede evitar que se le termine cayendo la careta.
Como cuando plantea que no habría que mirar el pasado de Milani ahora, “si se lo ascendió tres veces antes de ser jefe del Ejército sin que se hubiera dicho nada”.
O como cuando en junio de este año, estando al mando de una sesión en la Cámara de Diputados, le cortó el micrófono de forma intempestiva a un diputado que se aprestaba a leer un extracto del libro “¿Quién mató a Rosendo?” del desaparecido Rodolfo Walsh. Claro, el diputado era Nicolás del Caño del Frente de Izquierda y el texto censurado por Conti hacía mención a la burocracia sindical, esa casta traidora de la clase obrera tan afecta al peronismo.
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).