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[EE. UU.] Es hora de que la izquierda construya una fuerza por fuera del Partido Demócrata

Juan Cruz Ferre

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Foto: Left Voice

[EE. UU.] Es hora de que la izquierda construya una fuerza por fuera del Partido Demócrata

Juan Cruz Ferre

Ideas de Izquierda

Publicamos la traducción al castellano de este artículo aparecido originalmente en Left Voice, parte de la Red internacional de diarios que integra La Izquierda Diario para acercar al público de habla castellana el inicio de un importante debate que está planteado en la izquierda norteamericana ante la situación de ese país, la campaña de Bernie Sanders y la política del establishment del Partido Demócrata, que prefiere un nuevo triunfo de Trump en el país antes que el triunfo de Sanders en su interna. Una reflexión sobre los problemas y alternativas para la construcción de una izquierda socialista revolucionaria en EE. UU. que tiene implicancias para toda la izquierda a nivel internacional.

El retraso sin precedentes en la publicación de los resultados de las asambleas electorales de Iowa es solo la última prueba de que el Partido Demócrata está en bancarrota y no hay lugar para un proyecto socialista.

Mientras escribo estas líneas [4 de febrero, N. de T.], los resultados completos de las asambleas de Iowa no están disponibles, unas 16 horas después de que la última asamblea votara [1]. El Partido Demócrata de Iowa explicó que el retraso se debió a un "control de calidad", y más tarde señalaron los problemas con la aplicación utilizada (por primera vez este año) para transmitir los resultados. El desarrollador de la aplicación es Shadow Inc., una empresa que, según varias fuentes, recibió decenas de miles de dólares de la campaña de Pete Buttigieg en julio de 2019 por "derechos y suscripciones de software". A su vez, se descubrió que el comité ejecutivo de Shadow Inc. estaba lleno de veteranos de la campaña de Hillary Clinton de 2016.

Esta no es la primera irregularidad en estas primarias. Hace solo unos días, la encuesta de Des Moines Register/CNN/Selzer & Co –supuestamente, el parámetro indiscutible para los pronósticos de las primarias de Iowa– sospechosamente fue cancelada sin llegar a tomar estado público, aparentemente porque un encuestado planteó un problema con la forma en que se realizó la encuesta. Más tarde se informó que la encuesta mostraba a Sanders encabezando mientras que Joe Biden, el más veterano e histórico favorito del establishment partidario, se encontraba en el cuarto lugar [2].

Hace unos días, el Comité Nacional Demócrata eliminó un requisito según el cual los candidatos debían recibir financiamiento de campaña de más de un donante para poder participar, permitiendo que Michael Bloomberg participe en el próximo debate demócrata. El multimillonario y ex alcalde de la ciudad de Nueva York está llevando a cabo una campaña completamente autofinanciada, literalmente comprando su entrada en las primarias demócratas. Bloomberg y Tom Steyer (otro multimillonario que decidió postularse para la nominación demócrata) han estado entre los 5 principales donantes demócratas en las últimas 3 elecciones. Este injustificado e inexplicable cambio de las reglas para poder participar en el debate es la prueba de que los multimillonarios como Bloomberg y Steyer pueden utilizar su dinero para influir directamente en el resultado de las decisiones del partido. No puede haber un mejor ejemplo de cómo el gran capital gobierna el Partido Demócrata.

Un atisbo a lo que se viene

Las irregularidades y los conflictos de intereses en las primarias de Iowa son solo un atisbo de lo que podemos esperar del resto de las primarias. Bernie Sanders se ha convertido sin duda en un fuerte candidato a la nominación (tal vez el más fuerte, en este momento), y el establishment del partido está tratando de bloquear su victoria en las primarias. El problema es que no hay un candidato moderado que pueda consolidar todo el apoyo de los grandes donantes del partido. La mediocre actuación del otrora favorito del partido, Joe Biden, ha empujado a los grandes donantes, como Steyer y Bloomberg, a saltar a la arena electoral.

Puede que no sea suficiente, entonces, con que el establishment del partido vuelque su apoyo (financiero y logístico) al mejor contendiente de entre los moderados (ya sea Biden, Buttigieg o una Elizabeth Warren cada vez más moderada). Aunque se lo presenta como una falla técnica, hay fuertes indicios que sugieren que el escándalo de Iowa podría ser otra maniobra del Comité Nacional Demócrata para asegurarse de que Sanders no gane. Por supuesto, esto no es nuevo.

En 2016, el Comité Nacional Demócrata se esforzó mucho por darle la nominación a Hillary Clinton, por ejemplo dándole la ventaja de acceder a las preguntas del debate de antemano, hasta usar la carta de triunfo de los superdelegados [los delegados especiales que tienen más poder de voto, N. de R.] para aplastar la esperanza de una nominación de Sanders. Sin embargo, cuando Sanders perdió las primarias, en lugar de denunciar el carácter amañado del proceso de selección y el papel nefasto de la dirección del partido, cerró filas detrás de Clinton pidiendo a sus partidarios que la respaldaran, apuntalando la legitimidad del Partido Demócrata. Sanders ya ha indicado que hará lo mismo este año: apoyará al candidato del Partido Demócrata, sin importar quién sea.

¿Cuándo aprenderá la izquierda?

Hay una larga historia de iniciativas para "utilizar" al Partido Demócrata para llevar a cabo una transformación social en sentido progresista. Desde el escritor socialista Upton Sinclair, que se presentó como candidato a gobernador demócrata de California en 1934 (perdiendo) con una campaña para terminar la pobreza con un programa de reformas similar a lo que posteriormente fue el New Deal, pasando por el apoyo del Partido Comunista de EE. UU. a Franklin Delano Roosevelt durante el período del Frente Popular, hasta la “Coalición Arco Iris” de Jesse Jackson [referente histórico del progresismo en el partido, de los derechos civiles y de la comunidad afronorteamericana, N. de R.] en los años 80; la historia de la izquierda en EE.UU. está salpicada de intentos fallidos de transformar el Partido Demócrata en una herramienta para la clase trabajadora. Nunca ha sucedido y nunca sucederá. La izquierda socialista en los EE. UU., que en la actualidad está resurgiendo y por el momento está hegemonizada por la organización de origen socialdemócrata DSA [Democratic Socialists of America] está, sin embargo obstinadamente obsesionada en la idea de trabajar dentro del Partido Demócrata con la esperanza de conseguir que Bernie Sanders llegue a la Casa Blanca.

No hay muchas esperanzas de que Bernie Sanders denuncie al establishment del Partido Demócrata si se enfrenta a irregularidades similares en Iowa y en otros lados. A partir de 2016, Sanders se ha integrado cada vez más en el partido, impulsando reformas en el proceso de las primarias, y otra vez, prometiendo apoyar a cualquier candidato que termine siendo nominado. Esta actitud pragmática de hacer presión por una agenda más progresista, pero comprometiéndose con los demócratas del establishment cuando lo considera necesario, ha marcado su carrera política en Vermont [el estado del que fue gobernador y al que hoy representa, N. de R.] y en el Senado. Sería necio esperar que ocurra ahora algo diferente.

Incluso en el hipotético caso de que Sanders termine ganando la nominación y más tarde las elecciones generales, se enfrentará a una oposición irremontable por parte de su propio partido en el Congreso que, con o sin la ayuda de los republicanos, podría bloquear cualquier reforma importante que vaya más allá de lo que el gran capital estadounidense está dispuesto a conceder. Mientras tanto, cientos de miles de nuevos socialistas se pondrán a recaudar fondos para el Partido Demócrata, pidiendo el voto para los candidatos demócratas, y se verán inmersos en la política de hacer lobby tras bambalinas, construir acuerdos y empujar la línea un poco a la izquierda. Enredados en las complejidades de un sistema político que se destaca por su carácter antidemocrático y su inclinación hacia el statu quo, enrolados como soldados rasos en un campo de batalla electoral durante todo el año (luchando por el mal menor), la energía explosiva de una nueva generación de socialistas se desperdiciaría imperdonablemente.

Empezar desde el principio

“La historia de todas las sociedades que existieron hasta ahora es la historia de la lucha de clases” (Marx y Engels, Manifiesto Comunista)

La principal fuente de conflicto es, y siempre ha sido, la división de la sociedad en clases: la clase obrera es explotada mientras que los capitalistas cosechan los beneficios de nuestro trabajo. Nada define nuestras experiencias de vida, condiciones de vida e intereses tan fuertemente como la clase social a la que pertenecemos. Un partido dominado por una poderosa capa de capitalistas que lo financian y están encaramados en sus puestos de dirección siempre buscará garantizar los beneficios capitalistas. Es por eso que los trabajadores necesitamos nuestra propia herramienta política para avanzar en nuestros intereses.

Aferrándonos a las lecciones fundamentales del movimiento socialista desde Marx y Engels hasta estos días, el primer paso para crear un proyecto socialista viable en los EE. UU. es reconocer al Partido Demócrata como un enemigo de la clase obrera e invertir todas nuestras energías en la construcción de una herramienta política independiente de la clase trabajadora. La insistencia del DSA en trabajar dentro del Partido Demócrata para más tarde, en algún momento del futuro, romper con él para formar una nueva organización, es la receta perfecta para una lenta disolución en el poderoso aparato del partido. Los enormes esfuerzos que el DSA ha puesto en la elección de los candidatos progresistas del Partido Demócrata simplemente destaca una tendencia hacia una colaboración cada vez más estrecha, en lugar de un camino de ruptura con la institución del régimen estadounidense. Tal orientación solo debilita la capacidad del DSA de luchar contra el establishment del Partido Demócrata en caso de que el Comité Nacional de este último intente hacer fraude otra vez en las primarias, o si la mayoría del partido se opone a la implementación de una de las promesas de Sanders de un programa de salud para todos; un escenario totalmente esperable. Como ya planteé en otro artículo, una ruptura revolucionaria con las instituciones del régimen capitalista será inevitable si queremos construir una nueva sociedad, sin clases, que ya no se base en la explotación de la mayoría por unos pocos ricos. El escándalo de las asambleas electorales de Iowa es solo la última prueba de que el Partido Demócrata está en bancarrota, dominado por el capital, y nunca será el vehículo para concretar un proyecto socialista.

Publicado originalmente en Left Voice: It’s Time for the Left to Build a Force Outside the Democratic Party

Traducción: Guillermo Iturbide


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NOTAS AL PIE

[1En EE. UU. los dos partidos eligen su candidato presidencial mediante una serie de elecciones primarias en las regionales partidarias de cada estado. Los candidatos no son elegidos en forma directa según la proporción de votos (lo que se llama el “voto popular”) sino en forma indirecta, votándose en realidad delegados que representan a cada candidato de la interna, que a su vez eligen al ganador. Este sistema es similar al que rige para las elecciones generales de EE. UU.: mediante una arquitectura electoral que deliberadamente tiende a sobrerrepresentar mediante los delegados a los distritos generalmente menos poblados y más conservadores, puede ocurrir que un candidato gane en el voto popular pero termine perdiendo por obtener menos delegados, algo que ha ocurrido varias veces (por ejemplo, Trump, quien ganó las últimas elecciones generales de 2016, en realidad perdió en el voto popular frente a Hillary Clinton) y que por lo general va en detrimento de los candidatos considerados más “progresistas”. La elección interna de la organización de Iowa es la primera de todo el cronograma electoral del Partido Demócrata. En el caso de las elecciones en el Partido Demócrata de Iowa, el 3 de febrero pasado, el conteo de los votos se “suspendió” durante tres días, hasta que, finalmente, Bernie Sanders se impuso en el voto popular por 48.826 votos, superando por muy escaso margen al candidato renovador del establishment demócrata, Pete Buttigieg, que sacó 43.195 votos; sin embargo, por la forma indirecta y antidemócratica de votación, el ganador terminó siendo Buttigieg ya que consiguió 13 delegados, contra 12 de Sanders.

[2Efectivamente, ese fue el resultado final de las primarias de Iowa teniendo en cuenta el “voto popular”, N. de R.
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Juan Cruz Ferre

Editor de Left Voice y columnista en La Izquierda Diario. Médico, actualmente vive en Estados Unidos y cursa Sociología en la City University of New York.