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[EE. UU.] Sindicalismo desde abajo: lecciones de la victoria en Amazon

Tatiana Cozzarelli

James Dennis Hoff

EE. UU.
Foto: Luigi-Morris

[EE. UU.] Sindicalismo desde abajo: lecciones de la victoria en Amazon

Tatiana Cozzarelli

James Dennis Hoff

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“Queremos dar las gracias a Jeff Bezos por ir al espacio, porque mientras él estaba allí arriba, nosotros estábamos afiliando trabajadores” - Chris Smalls

Los trabajadores de Amazon en Staten Island derrotaron a una de las corporaciones más ricas y antisindicales del mundo. Su victoria representa un rechazo a la estrategia fallida de la burocracia sindical y muestra el poder de la organización real de las bases.

La del Sindicato de Trabajadores de Amazon en Staten Island, Nueva York, es una verdadera historia de David y Goliat: un grupo de trabajadores se enfrentó a la segunda persona más rica del mundo, y ganó.

Amazon, el segundo mayor empleador de Estados Unidos y la tercera empresa más grande del mundo, ha obtenido beneficios récord a costa de sus más de 1,5 millones de empleados, muchos de los cuales trabajan en condiciones inseguras y de explotación en depósitos donde son tratados como máquinas humanas. En 2021, Amazon obtuvo la asombrosa cifra de 33.600 millones de dólares de ganancias, pero sigue pagando a sus trabajadores de depósito una media inferior al salario digno necesario para satisfacer las necesidades básicas. Mientras tanto, la empresa gastó más de 4,3 millones de dólares solo el año pasado en abogados antisindicales en un intento de acabar con los esfuerzos de organización en los depósitos de todo el país, incluyendo Bessemer, Alabama, y Staten Island. Al fin y al cabo, las demandas que puede plantear un sindicato, como el fin de las horas extras forzadas y mayor salario, perjudicarían significativamente las ganancias obtenidas a costa de trabajadores hiperexplotados.

A pesar de estos esfuerzos, el Sindicato de Trabajadores de Amazon (ALU) persistió, y con una campaña de organización de base, un par de abogados que ayudaron ad honorem y un presupuesto para operar de poco más de 100.000 dólares, recaudados principalmente de los trabajadores y de sectores de la comunidad que apoyan la causa, consiguió establecerse como el primer sindicato en una planta de Amazon en Estados Unidos. Los organizadores del ALU dieron por tierra con las reglas de la organización sindical tradicional, verticalista. Su campaña dirigida por los trabajadores no solo derrotó a Bezos, sino que también dio una lección a los sindicatos burocráticos, osificados y con cuantiosos fondos y recursos.

¿Cómo pudo ocurrir todo esto?

A finales de marzo de 2020, en medio de la pandemia de coronavirus, Chris Smalls (ahora presidente del ALU) y Derrick Palmer contribuyeron a organizar una huelga de más de 50 trabajadores en el almacén JFK8 de Amazon en Staten Island, exigiendo mayores medidas de protección contra el covid. La empresa no solo se negó a estas demandas básicas, sino que aprovechó la oportunidad para enviar un mensaje a sus empleados despidiendo a Smalls por –el colmo de los colmos– "atentar contra las prácticas de distanciamiento social y cuarentena", a pesar de que nunca había dado positivo del virus.

En lugar de rendirse, Smalls, Palmer y otros trabajadores continuaron la lucha por sus derechos formando un sindicato.

Según los memorandos filtrados, que se hicieron públicos en abril de 2020, los ejecutivos de la empresa, incluido el director general Jeff Bezos, comenzaron a discutir cómo derrotar los esfuerzos de organización de los jóvenes desprestigiando a Smalls. En un lenguaje con tintes racistas, el director jurídico de la empresa lo describió como alguien que no es "ni inteligente ni capaz de articular un pensamiento", y planteaba que Amazon podría ganar fácilmente una batalla de relaciones públicas destacando el papel dirigente de Smalls. Pero claramente subestimaron a su oponente y la capacidad de organización de sus trabajadores.

Smalls y los trabajadores del depósito empezaron su campaña como tantos otros movimientos de la clase trabajadora: poniendo una mesa y hablando regularmente con sus compañeros, tanto dentro como fuera del lugar de trabajo. Y desde los bajos salarios iniciales hasta las insoportables condiciones de trabajo, había muchas quejas en torno a las que organizarse. Brima Sylla, trabajadora del depósito de JFK8, dijo:

Lo único que les importa es cómo pueden utilizar y controlar tu tiempo mientras estás en esa planta. Es inhumano; para ser sinceros, es realmente como si fuera el trabajo esclavo de las plantaciones.

En Motherboard salió publicada una nota sobre una trabajadora del depósito de Amazon en el JFK8 que duerme en su coche y se ducha en el gimnasio Planet Fitness porque no tiene el dinero para pagar un alquiler en Nueva York.

El incipiente sindicato se apoyó en la bronca de los trabajadores de Amazon producto de estas condiciones laborales, y a medida que su número crecía, la mesa se convirtió en una tienda de campaña, y los organizadores empezaron a llevar café, comida y otros refrescos para sus compañeros. Los trabajadores de Amazon son diversos: vienen de toda la zona, incluso de toda la ciudad de Nueva York y Nueva Jersey, y de varias generaciones. Hay muchos inmigrantes, algunos de los cuales no hablan inglés. Así que el sindicato de Amazon tenía el reto de unir a esta fuerza de trabajo tan diversa por un objetivo común. Una organizadora, Angelika Maldonado, dijo en Jacobin que llevar comida africana a la tienda atrajo a más trabajadores africanos. Sylla, originario de Liberia, también organizó grupos de WhatsApp para los numerosos inmigrantes africanos con el fin de que se involucraran más en el esfuerzo de sindicalización. Las filas de los trabajadores-organizadores crecieron, y reclutaron aún más organizadores, formaron grupos de estudio, distribuyeron remeras con distintivos del sindicato para usarlas en el depósito, y comenzaron a recolectar las fichas de afiliación necesarias para llevar a votación la decisión de formar un sindicato.

Prescindiendo de la estrategia sindical tradicional, el ALU ha sido un sindicato abierto y público desde el principio; sus organizadores hablaban en el depósito y tenían una carpa instalada en el exterior. En lugar de esperar a convencer a todos los trabajadores antes de formalizar el plebiscito por la formación del sindicato (una tarea de Sísifo en un lugar de trabajo en el que la rotación de personal es tan elevada y la patronal persigue deliberadamente a los organizadores), presentaron sus fichas en cuanto lograron el mínimo necesario. Y después de muchas quejas por parte de Amazon, consiguieron certificar la suficiente cantidad de firmas para que la NLRB (el Ministerio de Trabajo) no tuviera más remedio que convocar a elecciones.

Estos esfuerzos fueron resistidos por Amazon en todo momento. Como en las instalaciones de Bessemer, bombardearon a los trabajadores con panfletos y mensajes de texto antisindicales y reuniones obligatorias para persuadirlos de que votaran en contra de formar un sindicato. En todo el país, Amazon gasta millones en actividades antisindicales. De hecho, la empresa llegó a contratar a la famosa agencia de detectives antisindical Pinkerton (la misma organización que ha asesinado y aterrorizado a generaciones de trabajadores estadounidenses) para espiar los esfuerzos de organización en el depósito.

Pero las reuniones obligatorias resultaron contraproducentes: los trabajadores denunciaron las mentiras de Amazon, lo que les permitió relacionarse con otros trabajadores y contrarrestar los esfuerzos de la patronal por dividirlos. Otra estrategia antisindical de Amazon que resultó contraproducente fue la detención en febrero de Smalls y otros dos trabajadores del depósito que habían acudido a dejar comida para los empleados. Inmediatamente, incluso los trabajadores que estaban en contra de formar un sindicato se indignaron. Brett Daniels, un trabajador del almacén JFK8, explicó que un gerente que era antisindical y pretendía impedir que los trabajadores juntaran firmas durante el almuerzo terminó sumándose al esfuerzo de sindicalización después de los arrestos. "No vamos a permitir que eso ocurra", dijo el gerente.
Está claro que el liderazgo de Smalls y Palmer desempeñó un papel fundamental en el éxito del sindicato. Pero los más de 100 trabajadores-organizadores del almacén que arriesgaron sus puestos de trabajo hablando en reuniones se juntaron con otros trabajadores uno a uno, armaron grupos de WhatsApp y elaboraron estrategias para incorporar más trabajadores, y también fueron fundamentales para la victoria.

Una bofetada a la burocracia sindical

Según John Logan, profesor de estudios laborales en la Universidad Estatal de San Francisco:

Amazon es la empresa más importante de la economía mundial y es la empresa antisindical más temible en cuanto a su riqueza, sofisticación y sus esfuerzos por mantener a los sindicatos fuera. La ALU también parece ser un revés para toda la doctrina organizativa convencional. Lo hicieron sin tener detrás un gran sindicato ni organizadores experimentados.

Nosotros vamos más lejos: la victoria sindical en el JFK8 es en realidad una bofetada a las direcciones burocráticas de los sindicatos nacionales. Desde hace años, los grandes sindicatos, incluidos el RWDSU y el SEIU, han fracasado sistemáticamente en sus esfuerzos por organizar nuevas capas de trabajadores precarios, a pesar de los millones de dólares que han gastado.

Consideremos, por ejemplo, los intentos hasta ahora fallidos del RWDSU de organizar el almacén de Amazon en Bessemer, Alabama. En lugar de poner en pie una campaña dirigida por la propia base de la planta, el RWDSU ha adoptado un enfoque verticalista que se basa en gran medida en apoyarse en el Partido Demócrata y el staff de la cúpula sindical en vez de echar mano a organizadores de base. Cuando Left Voice viajó a Bessemer para informar sobre los esfuerzos de organización allí, asistimos a un evento con Bernie Sanders donde había menos de 15 trabajadores presentes. Había gente con carteles pro-sindicato fuera del depósito, pero entre ellos no había ni un solo trabajador.

Sin embargo, este método de organización no es una casualidad o un error táctico. En la actual época de crisis imperialista, los sindicatos y sus dirigentes se han convertido en herramientas del capitalismo. Los líderes sindicales –cuyos intereses materiales son fundamentalmente diferentes de los de los trabajadores a los que representan– han abandonado en gran medida cualquier militancia real. En su lugar, han trabajado para convertir a los sindicatos en un apéndice electoral del Partido Demócrata con la esperanza de obtener algunas migajas que caigan de la mesa del capital. De esta manera, trabajan para mantener a los trabajadores pasivos diciéndoles que su poder está en las urnas, votando por sus enemigos de clase, en lugar de ir a la lucha. Este servilismo al Partido Demócrata es una de las razones por las que los sindicatos en Estados Unidos fueron aplastados por la ofensiva neoliberal bipartidista, y el motivo por el cual las tasas de sindicalización, a pesar del creciente apoyo a los sindicatos, han seguido disminuyendo durante décadas.

Esto no significa, sin embargo, que los trabajadores no necesiten o deban rechazar a los grandes sindicatos como el RWDSU. Necesitamos grandes organizaciones de trabajadores, incluidos los sindicatos. Pero para sacar el máximo provecho de esas organizaciones, los trabajadores de base tienen que luchar para arrebatar el control de las mismas a los burócratas. Los trabajadores deben luchar y derrotar a las direcciones sindicales existentes para controlar sus sindicatos democráticamente, utilizándolos como herramientas para la lucha de clases contra la patronal y el Estado.

El callejón sin salida del Partido Demócrata

Aunque a los demócratas les gusta presentarse como amigos de los trabajadores, no lo son. Hacen promesas a los trabajadores de impulsar leyes a su favor, pero constantemente no cumplen ni siquiera estas escasas promesas. En el caso de la ALU, la maquinaria electoral de los demócratas fue utilizada en realidad contra el sindicato. Según CNBC, Amazon contrató a un influyente encuestador demócrata para luchar contra la campaña sindical de Staten Island.

Incluso los progresistas de la ciudad de Nueva York, como Alexandria Ocasio-Cortez, que fue elegida por una nueva generación de votantes pro sindicatos, pro obreros y en contra de las opresiones, no fueron a apoyar al ALU. Como dijo Smalls, AOC tenía previsto visitar a los trabajadores de Staten Island en apoyo de su sindicato, pero terminó cancelando el evento y no hizo ningún otro intento por visitarlos. Para peor, no utilizó su posición como figura pública para pedir a otros trabajadores y a la comunidad que les brindaran su apoyo.

En un intercambio de Twitter con uno de sus críticos, AOC argumentó que tenía una superposición de actividades en su agenda y que el depósito no estaba en su distrito. A continuación, recibió una serie de respuestas de los trabajadores, incluido Smalls, que explicó que AOC no solo ha salido asiduamente de su distrito para hacer campaña por candidatos demócratas como Nina Turner, sino que muchos de sus votantes trabajan realmente en el depósito JFK8. Por supuesto, AOC no puede estar en todas partes a la vez, pero su incapacidad para darle prioridad lo que se ha convertido en uno de los eventos más importantes del movimiento obrero en años, mientras se hace un tiempo para asistir a la Gala de la Ópera Metropolitana con un vestido de 10.000 dólares con una inscripción que dice “impuestos a los ricos”, demuestra que es una política carrerista más.

La verdad es que AOC y la maquinaria del Partido Demócrata no quieren quedar pegados a un grupo de trabajadores con posturas radicales. La falta de apoyo al ALU contrasta con todo el apoyo del Partido Demócrata al esfuerzo de sindicalización de Bessemer, en el que la RWDSU puso fotos de Stacey Abrams en sus pancartas pro-sindicales.

Desde la victoria del ALU ha habido, como era de esperar, una avalancha de apoyo al sindicato, incluso por parte de Joe Biden, pero este apoyo no es más que una cortina de humo para tapar los ataques de Biden a los trabajadores de todo el país. El nuevo presupuesto de Biden, por ejemplo, incluye más fondos para el ejército, la policía y la guardia fronteriza, y se aleja de las ya escasas promesas sociales de su campaña. El apoyo de los demócratas a Amazon debe ser visto como lo que realmente es: un intento de apropiarse del poder de los trabajadores y dirigirlo hacia el callejón sin salida de su partido.

Un nuevo momento para los trabajadores

Sin embargo, el éxito del ALU no debe verse como algo que surgió de la nada. Como todos los acontecimientos históricos, se trató de algo más que unos pocos individuos valientes con una estrategia audaz. El ALU se formó tras un período de excepcionales crisis y lucha de clases marcadas por la pandemia, y por los levantamientos de masas contra la violencia policial en 2020, acontecimientos que han ayudado a radicalizar a toda una nueva generación de trabajadores. La pandemia y los levantamientos de Black Lives Matter moldearon profundamente a toda la clase trabajadora, como se puso de manifiesto en la ola de huelgas y acciones obreras del pasado octubre (#Striketober), cuando los trabajadores de todo el país exigieron mejores condiciones laborales. Mineros, trabajadores de la sanidad, madereros y trabajadores de las orquestas sinfónicas entraron en huelga. Fue una rebelión de los trabajadores "esenciales" que arriesgaron sus vidas y mantuvieron la economía en funcionamiento durante las cuarentenas de la pandemia.

Y los trabajadores conocen las enormes ganancias que han obtenido los especuladores de la pandemia. La riqueza de los multimillonarios estadounidenses, por ejemplo, aumentó un 70 % durante la pandemia, pasando de 3 a 5 billones de dólares. Mientras tanto, el aumento de la inflación y las interrupciones de la cadena de suministro han hecho que la clase trabajadora sea cada vez más consciente de la desigualdad en el corazón del sistema capitalista, así como del poder que poseen para interrumpir esa cadena. Pero a medida que el gobierno de Biden aumenta los fondos para el ejército, la policía y la guardia de frontera, a la vez que se retiran incluso las escasas promesas de gasto social, los trabajadores se enfrentan a una difícil batalla.
Y son sobre todo los trabajadores jóvenes los que están en primera línea. El Washington Post dice:

Muchos dirigentes del movimiento tienen poco más de 20 años; se los conoce como “Generación U”, (por Union, sindicato en inglés). La aprobación de la necesidad de que haya sindicatos es la más alta desde 1965, con un índice del 6 8% –que se eleva al 77 % entre las personas de entre 18 y 34 años–, según una reciente encuesta de Gallup.

Estos son los jóvenes –millennials y zoomers– que buscan sindicalizar las tiendas de Starbucks en todo el país, que han sindicalizado a Condé Nast, y a los trabajadores de tecnología en Alphabet y el New York Times y más en los últimos meses.

Esta generación ha vivido dos recesiones económicas, de esas que ocurren “una vez en la vida”, una pandemia mundial y el movimiento de masas de BLM. Esta generación también está del lado del activismo queer, de los negros y de otros oprimidos por el sistema, y eso se está expresando en el movimiento obrero. Los trabajadores de Jezebel entraron en huelga por los derechos de las personas transexuales, los profesores de Minneapolis entraron en huelga exigiendo que se nombren y se permita seguir ejerciendo a profesores BIPOC (sigla de “Negros, indígenas y personas de color”), y los trabajadores de Disney fueron a la huelga contra el proyecto de ley "Don’t Say Gay".

Mientras algunos renuncian a sus puestos de trabajo en la tendencia conocida como The Great Resignation, otros van a la huelga. Y estamos asistiendo a un fenómeno insurgente de sindicalismo desde la base, de trabajadores de base, como Smalls, y de trabajadores de Starbucks que se organizan y exigen tener un sindicato. De ahí surgirán nuevos líderes y nuevos desafíos de las bases al sindicalismo tradicional verticalista.

De cara al futuro

Una lucha inmediata para el sindicato será la de conseguir una buena primera negociación paritaria. El ALU afirma que tiene previsto luchar por un salario mínimo de 30 dólares, dos descansos pagos de 30 minutos, más tiempo libre remunerado y el fin de las horas extras obligatorias. El ALU espera empezar a negociar la paritaria en mayo.

Sin duda, Amazon tratará de castigar a los trabajadores por sindicalizarse tratando de que se anule el voto y negociando la peor paritaria posible. El camino a seguir aquí para el ALU es utilizar la misma estrategia que les sirvió para ganar el sindicato.

En contraste con la lógica sindical de las empresas que dice que se puede conseguir un buen contrato de trabajo a través de negociaciones tras bambalinas o con abogados, la victoria del ALU demuestra que la organización de los trabajadores de base es clave. Una buena primera paritaria no es algo que se va a conseguir con un puñado de abogados en las negociaciones, sino con la fuerza de todos los trabajadores, listos para ir a la huelga si es necesario.

Además, la tremenda avalancha de apoyo al sindicato de Amazon puede utilizarse también para relacionarse con otros trabajadores fuera del depósito. Los trabajadores deben apoyarse mutuamente en la lucha colectiva.

La experiencia en el depósito de Amazon de Staten Island ha puesto en tela de juicio el modelo sindical típico, y es solo el principio. Ahora, a medida que los trabajadores avanzan hacia su primera negociación, deben luchar por negociaciones abiertas, en las que todos los trabajadores puedan asistir, y utilizar las asambleas de base para discutir los próximos pasos en la lucha. Sobre todo, deben estar dispuestos a luchar y a hacer huelga.

Un baluarte para la clase obrera

El ALU ya está siendo contactado no solo por más de un centenar de otras plantas de Amazon, sino también por otros trabajadores de Starbucks y Walmart, y por los camioneros y otros. Tiene el potencial de convertirse en un bastión para la clase trabajadora y desempeñar un papel aún mayor en la profundización del impulso a la sindicalización. Incluyendo el objetivo de tener un contrato para el conjunto de los empleados de Staten Island que incluya a otros sectores de trabajadores de Amazon, como por ejemplo los conductores.

También hay que preguntarse qué tipo de relación establecerá el ALU con otros sindicatos. ¿Puede el ALU ser una herramienta para romper el inmovilismo de los "sindicatos empresariales" verticalistas y llamar a la acción y a la lucha de clases? ¿Puede el ALU exigir a todos los demás sindicatos que pongan sus inmensos recursos al servicio de la movilización en las calles para luchar por un buen contrato para los trabajadores de Amazon o para otros sectores de trabajadores en la ciudad de Nueva York?

Además, es esencial que el ALU mantenga la independencia política de los partidos capitalistas. Está claro que los demócratas están del lado de antisindical, no de los pro sindicato. Pero casi todos los sindicatos dan dinero y movilizan a sus miembros para que hagan campaña por el Partido Demócrata. La independencia política de los partidos capitalistas es una cuestión de vida o muerte para este nuevo sindicato. Hasta ahora ha quedado claro que el poder de los trabajadores de Amazon reside en su organización en el lugar de trabajo, reforzada por el apoyo de la "Generación U". Aunque muchos demócratas se han acercado al nuevo sindicato y quieren cooptar esta tendencia, los trabajadores deben recordar que ese partido es el "cementerio de los movimientos sociales".

Pero ser independiente de los demócratas no significa abstenerse de la política, sino que significa organizarse contra los ataques de los demócratas y los republicanos, no solo contra los trabajadores de Amazon, sino contra todos los trabajadores y los oprimidos. Significa utilizar el sindicato como una herramienta para luchar realmente por los trabajadores de Amazon y sus comunidades, por los derechos de los inmigrantes, los trabajadores negros, los trabajadores LGBTQ+, y más.

El potencial del ALU

El ALU es quizás el ejemplo más claro de un sindicalismo de base emergente, con Chris Smalls, Derrick Palmer y otros como líderes orgánicos de ese movimiento. Y los capitalistas tienen mucho que temer, ya que el ALU ahora ha sido contactado por trabajadores de más de 100 plantas de Amazon interesados en formar su propio sindicato.

Pero el futuro del ALU y de este fenómeno en general está muy abierto. Si múltiples centros de trabajo de Amazon se sindicalizan y exigen salarios más altos, aumentarán las aspiraciones de toda la clase trabajadora estadounidense. Si muchos depósitos de Amazon no solo se sindicalizan, sino que también desempeñan un papel en la lucha de clases, el potencial es enorme. Los trabajadores de la industria de la logística tienen una influencia enorme y puede hacerle perder a los capitalistas millones de dólares si paran la producción.

Los organizadores del ALU y los trabajadores de JFK8 han sentado un nuevo jalón en la larga y difícil batalla entre el trabajo y el capital en Estados Unidos. Es tarea de todos los trabajadores aprovechar ahora esta oportunidad para conquistar terreno y construir un nuevo poder para los trabajadores de todo el mundo.

Artículo publicado originalmente en Left Voice.

Traducción: Guillermo Iturbide


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Tatiana Cozzarelli

Docente, actualmente estudia Educación Urbana en la CUNY.

James Dennis Hoff

Escritor, educador y activista, Universidad de Nueva York.