Alberto Fernández publicó este domingo una columna titulada “El día 100”. Un futuro de manos vacías expuesto en la mediocridad del debate electoral de los partidos tradicionales. Proclamas empresariales y consensos frente a un hartazgo social que sigue levando.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Domingo 5 de septiembre de 2021 10:11
Sin pausa, pasaron cosas
El presidente Alberto Fernández promete “El día 100”. Una variante de “la vida que queremos”. Metáforas que siguen llenando las pantallas de televisión, discursos y páginas de diarios, a falta de resultados favorables para el pueblo trabajador. Complemento de la chatura del debate electoral de la política tradicional. Del “garche” al “porro en Palermo”. De la “Santileta” a Berni y Randazzo actuando conversaciones con sus madres. Un cuadro capusotesco protagonizado por quienes viven de privilegios en medio de padecimientos sociales y económicos de las mayorías trabajadoras.
Fernández intenta alzar su voz este domingo, publicando una columna en Infobae. Pone por escrito su mensaje, empañado del griterío banal y mediático. “Desde el 10 de diciembre de 2019 solo vivimos 99 días en un clima de normalidad sin tener en riesgo nuestras vidas. El día 100 de normalidad está llegando y a partir de entonces solo seremos nosotros lo únicos artífices de nuestro destino” finaliza. Un relato contradictorio que busca exculpar al Frente de Todos, y borrando de un plumazo el Olivos Gate. La culpa es de la herencia recibida vuelve a repetir. Y de la pandemia, como si hubiera habido una pausa en nuestras vidas. Al mismo tiempo, reivindica “un Estado presente para cuidar la vida, la educación, el trabajo y la producción de la Argentina”.
La conclusión que pretende dejar Alberto Fernández es que “debemos seguir en el mismo camino que estamos transitando para no volver a aquella senda que nos dejó endeudados y empobrecidos”. Una realidad de la que nunca nos fuimos, sino que se profundizó.
Fernández propone seguir el camino del crecimiento de la inversión empresaria y “el nivel más alto de exportaciones en los últimos ocho años”, omitiendo todos los indicadores sociales que afectan a la vida de las mayorías trabajadoras. ¿Y la pobreza? ¿La inflación y la pérdida salarial? ¿Y los empleos que no se recuperan? ¿Por qué los que se crean son de mala calidad, precarizados y sin derechos? ¿Y el ajuste a las jubilaciones que se hizo en los “99 días de normalidad” de su gestión pre pandemia? ¿Este es el camino?
Lo que queda de las palabras del presidente en materia económica y social es la propuesta de un camino que equivale a ganancias extraordinarias para las ramas más concentradas de la economía (como el agro) mientras las mayorías pierden derechos, trabajo y poder de compra. Es un aumento de la recaudación estatal que significó recortes en los programas sociales (como el IFE). Es el desalojo con represión a las familias sin techo como en Guernica, mientras promocionan la generosa construcción de 12.000 viviendas en 2021 aunque el déficit sea de 3 millones y medio como señaló Nicolás del Caño.
Es FMI. Un “rubro” donde el gobierno no escatimó en gastos, y nunca dejó de pagarles religiosamente los dólares.
No hubo pausa en nuestras vidas, sino ganadores y perdedores.
El “lado b” de la campaña electoral, es el acuerdo que se sigue cocinando a fuego lento entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio para lo que venga después de noviembre. Una “mini-Moncloa” tituló La Política Online. Citan las palabras de Sergio Massa la semana pasada en la cumbre del Council of Americas, que propuso "10 acuerdos básicos para la construcción de una Argentina para los próximos 20 años" con la oposición, donde incluyó “una matriz de endeudamiento”. El portal ratifica la iniciativa que viene promoviendo Cristina Fernández, que “apoya la idea de un acuerdo con Larreta”. Iniciativa que cuenta con el aval del presidente “puesto que le otorgarían un rumbo al país y le brindarían gobernabilidad para el resto de su mandato”. Larreta devolvió el gesto y le dijo “amigo” a Sergio Massa.
La política tradicional está pensando en el futuro. No en el tuyo, el mío o el de tu familia. Sino uno atado al “consenso del ajuste” que impone seguir pagando al FMI. Y también en el suyo propio. Como quien huele peligro y se prepara para autopreservarse por nuevas medidas impopulares para las mayorías que está pensando en tomar.
Pronóstico nublado y abriendo el paraguas
Los datos que arrojan las encuestadoras sobre las elecciones del próximo domingo, también son motivo de preocupación de la política tradicional en ese instinto de autopreservación.
“Una semana antes de cruciales elecciones legislativas, la inmensa mayoría de los argentinos ni siquiera acepta responder las encuestas. En las mediciones telefónicas, solo un 4 o un 5 por ciento de los consultados acepta responder” dice Joaquín Morales Solá en La Nación. Otro síntoma del malestar social, que se agrega a la lista de preocupaciones por el alto porcentaje de indecisos faltando tan pocos días (estimado en 30%), el voto en blanco, la baja participación electoral o la elección de listas por fuera de la clásica polarización. “El Gobierno recibió encuestas que lo preocuparon severamente. El 80 por ciento de la sociedad (clase media, clase media baja, la clase social baja y los pobres) está en esa condición de hartazgo y desinterés. No sucedió un estallido como el de 2001, pero nadie sabe cómo se expresará ese fastidio” agrega Morales Solá.
Diego Genoud en El DiarioAr toma de referencia los datos recogidos por el consultor Federico Aurelio y dice que “Si se confirman los sondeos de Aresco, el peronismo cristinista va camino a ganar por 4 la elección en la provincia de Buenos Aires, donde hace dos años se impuso por 14”. Agrega una frase de Aurelio sobre el discurso del gobierno: “estos índices económicos que difunde el gobierno, que mejoró la industria, la construcción, la gente no los percibe. Consideran que ellos están peor económicamente y hacia adelante hay pesimismo”. Algo que se palpa en la calle, y sobre lo que Genoud marca una paradoja más: “en el cristinismo admiten que la reactivación después del derrumbe es motorizada por los sectores de clase media que tienen capacidad de ahorro y no pueden viajar al exterior: en su mayoría votantes naturales de la oposición, son ellos los que encienden la economía mientras los adherentes al peronismo encadenan tres años y medio de caída de los ingresos y sufren para llegar a fin de mes frente a una inflación que supera el 50% interanual”.
Santiago Dapelo en La Nación coincide en estos pronósticos y dice que “en la Casa Rosada anticiparon que la elección será más cerrada de lo que esperaban, pero confían en el triunfo del Frente de Todos”. Por eso varios ya están preparando sus lecturas anticipadas. Morales Solá adelanta su balance, y cree que en cualquier escenario habrá una “radicalización después de las elecciones generales de noviembre” del gobierno. Como es su costumbre, lo adjudica a Cristina Fernández, que ya “se radicalizó luego de perder las elecciones de 2009, y se radicalizó también después del arrollador triunfo en las presidenciales de 2011”. No tiene en cuenta el factor de “acuerdo nacional” que ya está promoviendo la vicepresidenta.
Otras lecturas de La Nación hacen una comparación futbolística: “si fuera un partido de fútbol, el resultado sería un 0 a 0 clavado. Un equipo perdió la magia inicial y no está jugando bien; al otro le cuesta remontar la decepción de una derrota dolorosa”, en referencia al Frente de Todos y a Juntos por el Cambio.
En el gobierno empezaron a construir su propio balance anticipado como contamos el domingo pasado: ganar aunque sea por una pequeña diferencia en la provincia de Buenos Aires, para destacar que rompen la racha de 16 años de derrotas legislativas. Este jueves se espera el acto de cierre de campaña del Frente de Todos. Como cuenta Infobae, “estarán presentes Cristina Kirchner, Sergio Massa, Máximo Kirchner, Kicillof y los principales candidatos será en el Estadio Único de La Plata”.
Genoud incorpora los dilemas post domingo electoral de la oposición de Juntos que “precisa dejar atrás las PASO para ordenarse de cara al futuro”. Especialmente Vidal, dice. Pero en el caso de la provincia de Buenos Aires se preguntan qué hará Facundo Manes “si los resultados lo amargan por demás. La unidad del día después es tan importante como las PASO y demanda una derrota digna”. En Infobae, Ricardo Carpena repasa las tensiones de Juntos, y cita una particular declaración de Manes: “El 13 vamos a estar tomando un café, sea cual sea el resultado, porque el próximo paso es ganarle al kirchnerismo en 2023”. ¿Se salteó el "paso" de las generales de noviembre?
El Frente de Izquierda está dando otro mensaje de lo que está en juego en esta elección, con la mirada puesta en apuntalar los padecimientos sociales de las mayorías, y transformar la decepción en construir otra alternativa. Myriam Bregman lo expresó en la entrevista en Filo News con Julio Leiva “hay una máquina que te dicen quédate en tu casa, no le hagas el juego a la derecha. Pero el juego a la derecha se lo hace la pasividad”. Nicolás del Caño complementó que "La clase trabajadora y los sectores populares tienen que involucrarse en política. ¡No podemos dejar en manos de los políticos de siempre la resolución de los problemas, hay que castigar a quienes nos trajeron a esta situación de enorme pobreza, precarización, desempleo y jubilaciones de hambre!”. Las palabras de los candidatos del Frente de Izquierda se validan en una trayectoria y en hechos: siempre estar del mismo lado, donde hay que estar con las causas populares en las calles y el congreso. Volvieron a demostrarlo acompañando una nueva jornada de protestas junto a trabajadores de distintos sectores que están peleando. Este miércoles convocan un acto de cierre de campaña frente al Congreso.
La campaña de los empresarios
Mauricio Macri lanzó un sincericidio: “aca para ganar plata, hay que evadir impuestos”. Dicho por alguien que tiene tradición familiar en hacerlo, y colaboró en la fuga y evasión mientras fue presidente. Una práctica común del poder económico más concentrado. Pero en la Unión Industrial Argentina (UIA) y en la Asociación Empresaria Argentina (AEA) no estilan reconocerlo. Prefieren el estilo tradicional con discursos y declaraciones exigiendo más beneficios impositivos. Esta vez, aprovecharon el “día de la industria” para repetir sus demandas. Como enumera Mario Wainfeld en Página 12: “Acuerdo pronto con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Poner coto al crecimiento del empleo público. Basta de “planes”, ese lugar común que empobrece discusiones y diagnósticos. Y, desde luego, disminuir la presión impositiva una de las causas que impide el desarrollo nacional”. Y completa con un diagnóstico certero: “los grandes capitalistas autóctonos están acostumbrados a que el Estado les saque las papas del fuego en épocas de incendio”. Pasó con la estatización de las deudas privadas, pasa con las privatizadas.
Pasa también con el festival de subsidios a los empresarios. Como contó Alejandro Bercovich en Bae, la cuenta de subsidios a la energía “subió del 1,1% del PBI en 2019 al 2% del PBI este año según los cálculos del especialista Nicolás Arceo, antiguo referente sectorial de Kicillof”. Con la supervisión del FMI que el gobierno da por hecho, están evaluando recortar algo de subsidios en el Presupuesto 2022 que presentará Guzmán después de las PASO. Una medida que no está pensada para afectar sus ganancias ni revertir esa herencia neoliberal de las privatizaciones. Sino para que se traslade al pueblo trabajador con aumento de tarifas. Bercovich aclara que “según publicó el portal Econojournal, las tarifas de gas y electricidad deberían aumentar un 45% promedio a comienzos del año próximo y las naftas un 15% entre diciembre de 2021 y enero de 2022” como “contrapartida”.
Sabemos que el poder económico reclama reforma laboral y que se le reduzcan impuestos. En este terreno el gobierno viene siendo bastante concesivo, como contamos el domingo pasado: desde el Frente de Todos ya pusieron en marcha rebajas impositivas para la economía del conocimiento e impulsa otras para la agroindustria, el sector automotor e incluso el de hidrocarburos. Es claro con las bajas retenciones a los agroexportadores aún con cosechas récord. O con el famoso “caso Toyota”. Después de la fake news de que no conseguían jóvenes con secundario completo, el gobierno les ofreció rebajas impositivas.
En el Frente de Todos tienen su propio “team empresario”. Tal como describe Diego Genoud “algunos como Marcelo Mindlin se muestran con Axel Kicillof en campaña y otros como José Luis Manzano desembarcan con el fracking en Vaca Muerta a través de la compañía Phoenix Global Resources”. No es casual la relación de su propio “team” con el extractivismo: Esteban Mercatante desarrolla sobre este debate en Ideas de Izquierda, donde no hay grieta. Por su parte, Marcelo Mindlin (dueño de Pampa Energía) pasó de ser denunciado por el oficialismo como uno de los amigos de Macri, a ser considerado “un empresario modelo”. Si es cierto que los grandes capitalistas autóctonos buscan un refugio en el Estado como dice Wainfeld, el gobierno que esté libre de pecado de responderles positivamente, que tire la primera piedra.
Otro contraste con la política que promueve el Frente de Izquierda, una lista conformada con candidatos que son trabajadoras y trabajadores, de las aulas, fábricas, campos y hospitales de todo el país como relata Lucho Aguilar. La expresión de la apuesta por una fuerza social y política que sea alternativa.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.