×
×
Red Internacional
lid bot

Movimiento estudiantil. Editorial de la Juventud del PTS: Milei despertó una lucha que abre nuevos horizontes

Luego del veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, el movimiento estudiantil ha cobrado fuerza. Se han realizado más de 100 asambleas y 72 facultades han sido tomadas, extendiendo la lucha en 30 universidades a lo largo del país. Este proceso va más allá del ámbito universitario, involucrando distintos sectores en lucha y de la clase trabajadora de conjunto.

Juliana Yantorno

Juliana Yantorno @JuliYantorno

Martes 15 de octubre 18:07

Escuchá esta nota

Como veníamos advirtiendo, no hay que confundir el veto a la Ley de Financiamiento Universitario con un cierre del conflicto: el gobierno vetó, pero despertó al movimiento estudiantil, que ha venido realizando acciones a lo largo y ancho del país. Entre ayer y hoy, se llevaron a cabo más de 100 asambleas; hay 72 facultades tomadas con clases públicas en 30 universidades, ademas según el relevamiento que estamos haciendo desde la Izquierda Diario, en mas de cien facultades se están llevando adelante distintas medidas de lucha. En el transcurso de la semana continuarán habiendo asambleas y posiblemente nuevas tomas. Por abajo, en cada toma y asamblea se empiezan a preparar movilizaciones a los centros de cada ciudad.

Todavía no se puede prever dónde llevará esta gran rebelión universitaria, pero sí sabemos que ya tiene características de alcance histórico. Esta se extiende en la PBA con 26 facultades tomadas y 12 en CABA, pero abarca todo el país, desde Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Catamarca, Chubut, Jujuy, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis hasta Santa Cruz. No hay rincón del país donde esta rebelión no haya conmocionado a la comunidad educativa. La Universidad de Buenos Aires (UBA) ha sido uno de los epicentros del conflicto, con la toma histórica de facultades como Derecho, Medicina, Psicología, FADU, Exactas, Sociales y Filosofía y Letras, a las que se están sumando otras a medida que avanza la semana, más de 6 facultades de la Universidad Nacional de la Plata, así como en diversas facultades del conurbano bonaerense y el interior de la provincia de Buenos Aires como Mar del Plata, Tandil y Bahía Blanca.

Un monstruo grande que pisa fuerte

La magnitud de este conflicto es el resultado de un fenómeno estructural en la Argentina de los últimos 20 años: el crecimiento en la cantidad de universidades y en la población universitaria. Esto hace que el fenómeno que estamos atravesando sea tan federal; la universidad se extiende con sus distintas sedes de las facultades a cada rincón del país. Lo que provocó que la matrícula universitaria se duplicara pasando de 28 universidades nacionales con 600.000 estudiantes en 1990, a 61 universidades con 2 millones de estudiantes de grado y pregrado considerando sólo las estatales (hay más de 500.000 estudiantes más en universidades privadas). Esta realidad dista del mundo paralelo de Milei que planteó que “La universidad pública nacional no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos y de la clase alta y media alta, en un país donde la gran mayoría de los niños son pobres".

Realidad mata falacias: el 48% de los estudiantes de universidades públicas son pobres. Existe un profundo fenómeno de primera generación de estudiantes universitarios con familias trabajadoras (el 47,8% de los inscriptos en 2022), que tiene una extensión particular en las universidades del Gran Buenos Aires y los demás centros urbanos de todo el país. Este proceso es desigual según la zona. Según datos del propio gobierno, en la UBA hay un 39% de estudiantes que son primera generación, mientras que en universidades del conurbano bonaerense, como en José C. Paz, esta cifra asciende al 75%; en Florencio Varela, al 76%; y en Lanús, al 70%. Así se fue gestando un nuevo sujeto dentro del estudiantado, formado por estudiantes que trabajan o que provienen de familias trabajadoras, lo cual permite un lazo más directo con la clase trabajadora y sus organizaciones tradicionales (sindicatos, movimientos sociales).

En estos lugares, las universidades se encuentran en el mismo barrio o localidad, adyacentes a las grandes concentraciones obreras. En otros momentos históricos, esta unidad territorial geográfica ha generado una base objetiva importante para las tendencias hacia la unidad obrero-estudiantil, como fue el caso en Córdoba en los años 60-70. Este contexto presenta un potencial muy significativo para pensar la actualidad. Estas nuevas universidades se suman a la lucha junto a aquellos estudiantes de las universidades más históricas y tradicionales como la UBA, la UNLP, la UNR y la UNC. Esto muestra la potencialidad de la entrada del movimiento estudiantil a escena. No se puede pensar con las viejas categorías, como si fuera un movimiento de clase media. Este fenómeno es mucho más profundo, los estudiantes son un sujeto político-social que puede cambiar la dinámica de la lucha de clases nacional e impactar en el movimiento obrero.

No sólo conmovieron a la comunidad educativa: las fábricas se llenaron de comentarios. Como las voces que nos hizo llegar un trabajador de YPF Ensenada: “Me emociono pensando que mis hijas puedan estudiar en la Universidad”; “nuestro gremio tendría que estar haciendo lo que hacen los pibes que se le están parando de mano a Milei, tendríamos que estar en la misma”.

Lo que Milei no entiende es que al despertar al movimiento estudiantil está queriendo quebrar la ilusión de otros millones que sueñan con que sus hijos vayan a la universidad pública. La defensa de la universidad es una demanda que atraviesa no sólo a la clase media, sino a la clase trabajadora y por eso mismo también puede mostrar el camino de cómo enfrentar a este gobierno. Por eso esta lucha tiene un amplísimo y masivo apoyo popular.

¡En defensa de la educación y en rechazo al plan de ajuste de Milei!

En las asambleas, los debates y las medidas de lucha se expresa un contundente repudio al veto de Milei, que ataca la educación pública y refleja el ajuste que afecta a la mayoría del pueblo trabajador.

Lo que resuena por abajo es que no se aguanta más. A las dificultades para mantener la cursada, agravadas por los tarifazos, los alquileres, el ajuste del gobierno y la falta de boleto estudiantil, se suman los recortes a las jubilaciones y los ataques a la salud pública. Esta dura realidad es vivida por las grandes mayorías y se manifiesta en las asambleas a través de las voces de estudiantes, docentes, no docentes y trabajadores de la salud que empiezan a confluir en las asambleas, clases públicas y medidas que se extienden en todo el país.

Milei quiere embellecer su postura, buscando reubicarse. Dijo “yo no voy a ceder” pero se justificó planteando que la universidad seguirá siendo pública y no arancelada, a la vez que atacó el conflicto hablando de que nuestro reclamo es “la defensa de un curro”. Los liberales se están poniendo nerviosos con un movimiento estudiantil que no esperaban, por eso reaccionaron, como hicieron en la UNQ un grupo de militantes de la Libertad Avanza, que atacaron con gas pimienta a una asamblea que debatía cómo continuar el plan de lucha. En otras universidades pidieron el micrófono en las asambleas para realizar provocaciones. La política del gobierno está en crisis y por eso los nervios de sus militantes y el giro discursivo de Milei.

El argumento que nos cansamos de escuchar a los liberales es que hay que lograr el equilibrio fiscal, y que hay que decir de donde sacaríamos la plata para el presupuesto universitario. Pero ¿a quién le preguntaron cuando decretaron por DNU destinar 100 mil millones de pesos para la SIDE? ¿Justificaron de dónde sacarían esa plata? Estos argumentos lo que buscan esconder son las prioridades del gobierno: en el Presupuesto 2025 las partidas para Educación y Cultura representan un 0,87% del PBI, Ciencia, Tecnología e Innovación un 0,22%, mientra que los Servicios para la Deuda Pública implican un 1,31% del PBI.

Lo que entonces se está rechazando es que la crisis la paguemos los estudiantes, la ciencia, la cultura, los jubilados, los trabajadores de la salud y todo el pueblo trabajador con los tarifazos. Mientras que los empresarios y los especuladores financieros se siguen beneficiando. Lo que realmente deberían auditar no son las universidades sino la deuda ilegal e ilegítima, y anular los impuestos que favorecen a los grandes empresarios tal como lo votaron con la Ley Bases. Ese es el verdadero curro que saquea al país desde hace décadas en beneficio del capital financiero internacional y las grandes empresas que siempre se la llevan en pala.

En cada toma y en cada asamblea los estudiantes expresan el hartazgo contra este plan de ajuste de Milei. Peleamos para dar vuelta el veto del gobierno, en defensa de la educación y por aumento del presupuesto educativo y del salario de los docentes y no docentes. Pero también en cada asamblea resuenan los aplausos cada vez que se mociona en favor del apoyo a la lucha de los trabajadores de la salud del Hospital Laura Bonaparte y del Hospital Garrahan, y cada vez que se menciona la valentía de los jubilados y jubiladas que se enfrentaron a la represión de Patricia Bullrich. En las asambleas se escuchan duras críticas a la conducción cómplice de la CGT y la exigencia de paro nacional y plan de lucha hasta derrotar el plan de Milei y el FMI. Porque también sabemos que nuestra lucha puede ser punta de lanza para fortalecer al conjunto de los sectores que se están enfrentando al plan de Milei.

Así lo expresaron los testimonios de los estudiantes en las distintas asambleas: “La medida de lucha es ante la crueldad que está teniendo el gobierno no solo con estudiantes, sino con los jubilados y trabajadores”; “Nuestra necesidad por la toma es por los trabajadores no docentes y docentes de la facultad, por los estudiantes trabajadores que no tenemos ni un plato para comer en el almuerzo y esperamos a la cena para poder comer. El veto fue la gota que rebalsó el vaso”; “Nos están arrebatando la posibilidad de soñar, para muchos que la Universidad sea pública es la única posibilidad de estudiar. Es arrebatar nuestro futuro y no lo vamos a dejar así de fácil”.

Nuestra pelea no puede esperar a que se discuta el Presupuesto 2025, que se votaría recién a fin de año y donde Milei tiene el poder de vetar los artículos que no le gusten. Además, los rectores pedirán que se aumente el presupuesto universitario sin importarles que el ajuste recaiga sobre las jubilaciones o la salud y la educación públicas. ¡El aumento del presupuesto tiene que ser ya! Hace meses que la Universidad se encuentra en estado de urgencia, ya que los sueldos de los docentes no superan la línea de pobreza. Tenemos que dar una respuesta contundente ahora para no dar por perdido el 25% de los salarios y el recorte presupuestario ya impuesto. ¡No queremos docentes por debajo de la línea de pobreza! Rechazamos además el conjunto del Presupuesto 2025 presentado por el gobierno que se ajusta a lo que exige el FMI para pagar la deuda fraudulenta.

Esta fuerza la tenemos que poner nuevamente en las calles para confluir con todos los sectores en lucha. Por eso, junto a las acciones coordinadas que ya se votaron para mañana miércoles en muchas universidades, en cada asamblea planteamos la exigencia de una Tercera Marcha Nacional Educativa en Plaza de Mayo para mostrar en las calles el rechazo al veto!

Basta de esperar y confiar en el Congreso: ¡solo confiamos en el poder de los estudiantes y trabajadores!

Estas semanas vienen demostrando la fuerza que tenemos los estudiantes y los trabajadores cuando nos organizamos y tomamos acciones como las tomas con clases públicas. Así lo hicieron los trabajadores del Hospital Bonaparte, que tomaron el hospital y lograron dar vuelta el cierre que había anunciado el gobierno. Y así lo estamos haciendo en la Universidad.

Pero tenemos que dar un debate con las agrupaciones y conducciones peronistas, que dependiendo sus cálculos electorales se encargan de buscar frenar más o menos la lucha. Este debate en el terreno de la acción, de que en ninguna facultad están a la cabeza de desarrollar un plan de lucha a la altura, de que en muchas otras no llaman a asambleas, de que en facultades votaron en contra de las tomas o de que no han participado de la movilización el día que se votó el rechazo al veto de la Ley de Financiamiento Universitario, es una discusión política.

En el marco de la ola de tomas que se estaban produciendo a lo largo del país, Máximo Kirchner, dirigente de La Cámpora, apoyó las distintas movilizaciones y llamó a construir “la solidaridad” entre los sectores pero a su vez dijo que: “El veto es una facultad constitucional del señor presidente y si no pudimos rechazar los vetos, es porque aún no tenemos la cantidad de diputados y diputadas que nos permitan hacerlo. Un objetivo para el 2025 a lo largo y ancho de la patria es construir una fuerza electoral para que cuando el presidente vete tengamos las manos necesarias para frenarlo. No hay otra manera de hacerlo”. La política que están teniendo las conducciones de los centros que se referencian en ese espacio político se condice así con la línea que tiene el peronismo a nivel nacional: la estrategia electoral de esperar a las elecciones de 2025.

Para nosotros ya quedó demostrado en los últimos meses que no podemos tener ninguna confianza en el Congreso. En ese nido de ratas es donde Milei viene pudiendo pasar su vetos, con el apoyo del PRO y de diputados radicales, peronistas y de los partidos provinciales. Tenemos que sacar una gran conclusión: ¡ninguna confianza en el Congreso!

Tampoco confiamos en las autoridades universitarias que luego de la gran movilización del 2 de octubre tuvieron la política de esperar, vaciando la calle y también depositando la confianza en el Congreso.

Nos cansamos de este gobierno, pero también nos cansamos de los diputados de todos los colores, que se venden por dos pesos. Nos cansamos de los centros que desmovilizan y no organizan la lucha.

A lo que queremos apuntar es a lo nuevo: a la rebelión universitaria, al movimiento estudiantil que retoma las viejas tradiciones de asamblea y tomas, y que viene mostrando en las calles una gran fuerza para enfrentar este gobierno. Lo nuevo es la organización desde abajo, en asambleas y comisiones en cada facultad. En el contexto actual de movilización estudiantil, la autoorganización se ha convertido en una herramienta fundamental para darle más fuerza al movimiento, y es un aspecto que apostamos a desarrollar con todo. Las tomas de edificios, acompañadas de clases públicas y actividades, no solo visibilizan nuestras demandas, sino que también buscan acercar al conjunto de la comunidad a la lucha en curso. En varias facultades, incluso, se han conformado comisiones para organizar distintos aspectos de la lucha y se llevan adelante ollas populares con los barrios, generando una unidad sólida y más amplia.

El proceso que estamos viviendo es el más profundo y agudo de los últimos 20 años en las Universidades. Este avance se refleja en la creación también de espacios como las Asambleas Interfacultades e Interclaustros, que integran a estudiantes, docentes y no docentes en la construcción de un plan de lucha desde abajo. Estas instancias tienen que funcionar de forma democrática, en base a los mandatos de las asambleas y cuidando que se puedan expresar los compañeros y compañeras independientes que están siendo nuevos protagonistas de la lucha.

Mientras que el peronismo apunta a la unidad con las autoridades y con los diputados, para nosotros la verdadera unidad para derrotar el plan de Milei es con los trabajadores y jubilados. Como dijo Myriam Bregman: “En nuestro país hay más de dos millones de estudiantes universitarios. Si se unieran con los jubilados, con los trabajadores de la salud y otros sectores que están siendo atacados, su fuerza sería arrolladora. Imparable”.

Eso es lo que tanto temen los liberales, y ese es el camino a lo que queremos apuntar desde nuestras agrupaciones.


Juliana Yantorno

Socióloga UNLP, becaria doctoral Conicet

X Instagram