Esta nota relata como una milicia en Polonia resistió durante 62 días y se levantó contra el poderoso ejército alemán, que terminó arrasándola, mientras los polacos esperaban la ayuda soviética (a sólo un kilómetro) o aliada, que nunca llegó.
Martes 1ro de agosto de 2023
Cuando Alemania ocupó Polonia, el 1 de septiembre de 1939, dio inicio a la Segunda Guerra Mundial. Al principio hubo una primavera en la relación entre ambos países. Pero a medida que pasaba el tiempo los nazis tenían más ambiciones sobre Polonia. Las cosas empeoraron porque la política de ocupación alemana no difería demasiado de lo que hacían en otros países europeos bajo su dominio: persecución, deportaciones y muerte a intelectuales, opositores políticos, religiosos y civiles en general.
La ocupación alemana en Polonia fue brutal. Los nazis consideraban a los polacos seres inferiores racialmente. Cuando Polonia fue derrotada por Alemania en el terreno militar, comenzó una campaña de terror en el país. La policía alemana persiguió a la élite intelectual polaca. Miles de personas fueron expulsadas de sus casas y obligadas a trabajar en campos de concentración, incluso a niños y niñas.
En mayo de 1940, las autoridades alemanas lanzaron AB-Aktion, un plan para eliminar a la intelectualidad polaca y su liderazgo institucional. Asesinaron a líderes polacos con gran rapidez, para meter miedo a la población y disuadir la resistencia. Los nazis fusilaron a miles de docentes, curas e intelectuales en matanzas masivas o enviando a esas personas a campos de concentración en Auschwitz y Stuthof. También, a otros campos de concentración en Alemania donde polacos no judíos constituían la mayoría hasta marzo de 1942.
Para finales de 1943 el curso de la guerra había cambiado. Los nazis se encontraban en retirada, sobrepasados por el poder del ejército soviético. Polacos y polacas en la resistencia clandestina, leales al gobierno anti-comunista en el exilio, no tenían mucha confianza en los rusos. Esto, a pesar de la propaganda soviética que difundía mensajes sobre los deseos de Moscú para que Polonia tuviese un Estado fuerte, independiente y de los polacos.
En 1943 se descubrió que miles de oficiales polacos fueron asesinados por las fuerzas soviéticas en la Masacre de Katyn. El hecho dañó de forma irreparable las relaciones entre la Unión Soviética y el gobierno polaco constitucional, exiliado en Londres desde 1939.
Fosas comunes de la masacre de Katyn
Poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, entre abril y mayo de 1940, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) –la policía secreta soviética dirigida por Lavrenti Beria– había llevado a cabo una serie de asesinatos en masa de oficiales del ejército, policías, intelectuales y otros civiles polacos.
A partir de una propuesta oficial de Beria, fechada el 5 de marzo de 1940, Iósif Stalin y otros cuatro miembros del Politburó soviético aprobaron lo que el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia y otros sectores denuncian como un genocidio.
El Ejército Rojo liberaba los países ocupados por Alemania. Quedaba claro para los polacos que Stalin no permitiría que se restableciera el gobierno democrático en su país. Preocupado por esta situación, el gobierno polaco en el exilio ordenó a los generales del Armia Krajowa, el ejército de resistencia polaco, que intentaran liberar Polonia antes de que los soviéticos lo hicieran. Era obvio que este ejército no contaba con suficientes recursos, pero pensaban expulsar a los alemanes por un tiempo suficiente para que los aliados liberaran Polonia.
Los polacos tenían sus razones para sospechar. El Levantamiento de Varsovia comenzó el 1 de agosto de 1944. El Ejército Rojo estaba a decenas de kilómetros de la capital. Su llegada a Varsovia estaba programada para el 16 de septiembre. Sólo debía cruzar el río Vístula para liberarla, pero no lo hizo. La mayoría de los historiadores concluyen que Stalin prefería el fracaso de la sublevación, para gobernar Polonia con mayor facilidad durante los años de la Guerra Fría. Los soviéticos, por su parte, argumentaron que no avanzaron por problemas de abastecimiento, ya que sus líneas de suministros estaban sobreextendidas desde la Operación Bagration.
Los alemanes estaban al tanto de lo que ocurriría. Una mujer polaca informó a los nazis de los planes clandestinos y las tropas empezaron a movilizarse para el alzamiento, aunque no contaban con ningún plan para enfrentarlo. El levantamiento tuvo inconvenientes desde el inicio, ya que si bien el centro de la ciudad y la ciudad vieja fueron liberados con éxito, en Wola las tropas polacas sufrieron grandes bajas.
Cuando comenzó la revuelta los alemanes amenazaron a la población polaca con claras advertencias de lo que ocurriría si ofrecían resistencia. En los días previos al levantamiento, se escuchaban en todas las calles de Varsovia las amenazas ante cualquier acción en contra de los designios nazis en la ciudad.
Un insurgente se entrega a los nazis saliendo de una alcantarilla
Con armas insuficientes, la resistencia anhelaba frenar el avance nazi por unos días hasta que llegaran las fuerzas aliadas. Cuando la rebelión empezó, la resistencia polaca se comunicaba con el mundo exterior a través de la radio. Pero a pesar de los pedidos de ayuda, las tropas soviéticas desplegadas en los alrededores otra vez no respondieron. La pesada artillería alemana destruyó la ciudad. Las tropas nazis tomaron venganza contra la población civil. La revuelta que duró dos meses fue derrotada por los alemanes. Más de 200.000 polacos murieron.
Al perder la iniciativa, polacos y polacas adoptaron una actitud defensiva y comenzaron a construir barricadas a lo largo de toda la ciudad. El 4 de agosto fue el día en el que el Ejército Territorial ocupó la mayor cantidad de territorio durante el alzamiento. Ese mismo día comenzaron a llegar soldados alemanes al mando del SS-Obergruppenführer (general de ejército) Erich von dem Bach-Zelewski, que presionaron para hacer contacto con las tropas aisladas de los alemanes. El 5 de agosto la insurgencia ocupó las ruinas del gueto judío.
Prisioneros judíos liberados del campo de concentración durante el levantamiento
Ese mismo día, por orden de Hitler de convertir la ciudad en un lago de sangre, el SS-Gruppenführer (teniente general) Heinz Reinefarth reunió a unos 40.000 civiles y los ejecutó. El hecho se recuerda como la Matanza de Wola. La acción era parte de la estrategia de ejecutar a todo polaco capturado, para bajar la moral combatiente y lograr una rendición prematura. La aplicación de esta política logró lo contrario.
Quienes integraban la resistencia entendieron el destino que les esperaba tras la captura: la ejecución. Esto aumentó su voluntad de luchar.
La Matanza de Wola
Llegaron más tanques alemanes a la zona, con civiles polacos adheridos como escudos humanos. Después de dos días de intensos combates, los alemanes lograron cortar el distrito de Wola en dos y llegaron a la Plaza Bankowy.
Entre el 9 y el 18 de agosto hubo fuertes batallas entre alemanes y polacos alrededor de la ciudad vieja y cerca de la plaza Bankowy. Los alemanes siguieron la misma estrategia que en la invasión de Polonia años atrás, con bombardeo de hospitales de la Cruz Roja y el asesinato de médicos y enfermeras incluídos. Para fines de agosto quienes defendían la ciudad vieja fueron vencidos. El 2 de septiembre 5.300 hombres y mujeres huyeron por las cloacas, un importante medio de comunicación de la insurgencia.
Varsovia al final del levantamiento
El 10 de septiembre, las tropas soviéticas alcanzaron la margen oriental del Vístula y capturaron los suburbios al este de Varsovia. Emisarios del Ejército Territorial polaco se juntaron con los comandantes soviéticos y les propusieron la formación de un regimiento de fuerzas mixtas. Sin embargo, agentes de la NKVD arrestaron inmediatamente a los emisarios y las conversaciones finalizaron abruptamente.
Soldados del Ejército Rojo conversan con los nazis
Los polacos entendieron que no podían esperar apoyo exterior. Continuaron la lucha con la esperanza de que la resistencia obligara a los alemanes a disminuir la dureza de las condiciones de rendición.
La población huye de Varsovia después de la derrota
El rol de la juventud en la resistencia
Cuando los nazis se apoderaron del territorio polaco asesinaron y enviaron a campos de concentración a personas, confiscaron sus propiedades y clausuraron todas las instituciones culturales del país. La prohibición del movimiento Scout fue el detonante para que mucha juventud pasara de inmediato a la resistencia.
Por un lado estaban los zawisza cuya edad rondaba entre los 13 y 15 años. Los mayores, entre 15 y 17 años se unían a los Batallones Escolares. Los mayores de 18 años formaban parte de los Grupos Tormenta, como soldados combatientes del Ejército Nacional de Polonia. Todos juntos eran conocidos como los Rangos Grises. Hacían todo bajo un absoluto secreto. Muchas veces ni sus familiares sabían qué hacían.
Al principio las acciones de la resistencia juvenil eran de amedrentamiento. Hacían llamadas amenazadoras a miembros de la comunidad alemana en Varsovia, organizaban visitas de directores de funerarias a sus casas o rompían las ventanas con piedras y luego salían corriendo.
Jóvenes de la resistencia
Sólo un pequeño grupo de estudiantes se atrevía a participar en estas actividades. En su mejor momento, los Rangos Grises llegaron a tener 17.000 miembros en toda Polonia.
Se calcula que los alemanes mataron a por lo menos 1,9 millones de polacos no judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Además, los alemanes asesinaron a por lo menos 3 millones de ciudadanos judíos de Polonia.