Reseñamos y recomendamos el último libro de la historiadora Natalia Milanesio editado en el año 2021 por Siglo XXI editores.
La historiadora argentina Natalia Milanesio público recientemente su segundo libro El destape: La cultura sexual en la Argentina después de la dictadura, que como ella plantea en varias entrevistas, nació como un intento de respuesta a la escasez de trabajos académicos e historiográficos sobre la cultura sexual en la década de 1980. El libro de Milanesio trae una nueva mirada desde el campo de los estudios culturales para la transición democrática, que como bien plantea la autora es un campo poco explorado desde esta perspectiva, por la preeminencia de los estudios de corte sociológicos o de la ciencia política en la historia reciente argentina que se enfocó sobre todo en la década de 1970 y en menor medida en la década de 1980.
De esta forma, Milanesio busca dar cuenta de cuáles fueron las transformaciones, innovaciones y también las continuidades de los discursos, las representaciones sexuales y la propia noción de sexualidad en la transición democrática argentina de 1983, en donde la sexualidad capturó la imaginación social y los medios de comunicación. Para eso, toma como puntapié un concepto propio de la cultura popular de la época como lo es “el destape”, al cual va a definir como un fenómeno heterogéneo en el cual conviven tendencias más progresistas con otras conservadoras, sexistas y homofóbicas.
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Uno de los argumentos centrales que ordena el libro, es la definición del destape como la sexualización de la política, la sociedad y los medios de comunicación que se da como respuesta y reacción a la censura y a los valores promulgados previamente por la dictadura cívico militar eclesiástica, que perpetró un genocidio sobre la vanguardia obrera y popular. También la autora plantea que durante la última dictadura se buscó regimentar a los cuerpos, la sexualidad y los roles de género tradicionales, de la mano de las cúpula de la iglesia que también cumplió un rol clave en el genocidio de Estado.
Entonces, a este fenómeno socio cultural tan explosivo que tiene lugar en 1983, hay que entenderlo como consecuencia de la dinámica que tomó la cultura sexual de los ‘70 en un contexto represivo, conservador y pacato, en donde primaba la censura y la prohibición del contenido sexual, erotico y de la propia educación sexual. Otra de las características de la década previa fue la patologización y la represión a la diversidad sexual, la intimidación y el silenciamiento a los expertos en salud sexual y reproductiva. A esto se sumaba, la prohibición de la planificación familiar, reforzando un ideal de maternidad como rol central de las mujeres en el hogar tradicional heterosexual que se intentaba imponer como norma.
Hay dos decretos que fueron fundamentales para regimentar las políticas sexuales de los gobiernos tanto constitucionales como dictatoriales de este periodo, uno del año 1974 impulsado por el propio Juan Domingo Perón en su último gobierno, en donde se restringió la comercialización, venta y distribución de los productos anticonceptivos, sentando así las bases sobre las cuales se apoyaría luego la dictadura genocida para prohibir en la argentina todas las actividades relacionadas con la planificación familiar a través de un decreto en el año 1979.
Por eso, Milanesio argumenta que el destape no es solo un fenómeno mediático sino escencialmente político por el lugar que tomaron el activismo feminista, gay y lesbico, como así también de los sexólogos, expertos en salud sexual y reproductiva y educadores sexuales que pelearon de conjunto por la anulación de estos decretos y edictos policiales reaccionarios y machistas que seguían vigentes aún con el gobierno de Raul Alfonsín.
Son interesantes estos planteos de Milanesio para sacar conclusiones políticas y críticas sobre la transición democrática, frente a la cual la autora no desarrolla una posición acabada sobre el rol del gobierno radical, ateniéndose a enumerar algunos aspectos generales. Desde nuestra perspectiva, es necesario remarcar que la llamada vuelta a la democracia de la mano de Raúl Alfonsín y la UCR, no significó una ruptura total con el andamiaje legal conservador de la década previa, ya que su gobierno no tuvo grandes políticas públicas para revertir esta herencia de la dictadura en materia social, jurídica, y, sobre todo, económica al profundizar los lazos de dependencia con organismos de crédito internacionales como el FMI que derivó en la hiperinflación de 1989.
Entonces, opinamos que en términos de políticas gubernamentales observamos más continuidades que rupturas en el contexto de la transición, en donde el gobierno de Alfonsín delegó también muchos aspectos sociales en materia de género y cultura a la voluntad de distintos gobiernos municipales o directamente de organismos privados como la asociación argentina de protección familiar (AAPF), que junto con el activismo político de la izquierda y el feminismo, peleó por la anulación de los decretos de 1974 y 1979 que restringían el acceso a la anticoncepción gratuita, abriendo un debate fundamental sobre la incorporación de los derechos sexuales como parte de los derechos humanos. Con la excepción de los levantamientos a la censura mediática y de los contenidos culturales que habían sufrido una gran persecución durante la dictadura, la mayoría de las políticas públicas en este sentido fueron a pesar de la intención del gobierno radical.
El destape incompleto
El proceso político cultural y social asociado al destape significó un quiebre en los años 80 por todo lo expuesto anteriormente, ya que se empiezan a cuestionar muchos de los mandatos patriarcales, como así también del tabú que se encontraba alrededor de la sexualidad que pasó en este contexto del debate privado al público a través de los medios masivos de comunicación y los propios consumos culturales de las y los argentinos.
Para evidenciar esto, Milanesio hace un repaso exhaustivo por distintos tipos de fuentes documentales de la época que dan cuenta de la heterogeneidad del fenómeno del destape que llevó a una sexualización de la prensa, las revistas femeninas y juveniles, las telenovelas, los programas de televisión el cine, las publicidades de televisión, junto con la popularización del porno, las terapias sexuales y los libros con contenido erotico y de educación sexual que fueron los más vendidos de la década.
Uno de los ejemplos más interesantes que da cuenta de este revuelvo es una entrevista a Doña Petrona en la década del 80, en la cual la famosa cocinera argentina de avanzada edad termina hablando de recetas afrodisíacas a propósito de las preguntas del entrevistador. Evidenciando como el sexo se colaba en los distintos ámbitos del debate público incluso en espacios donde años atrás hubiese sido impesado que se trataran estos temas.
A su vez, Milanesio también plantea que existe un destape incompleto por las falencias y las propias contradicciones que tiene este fenómeno. Ya que como parte de este proceso el activismo logró el reconocimiento de la mujer como sujeto sexual, lo cual habilitó debates sobre el placer femenino más allá de la reproducción y de los roles de género tradicionalmente impuestos a las mujeres, pero al mismo tiempo el destape a nivel mediático también está aparejado con una hipersexualización y objetivación del cuerpo de las mujeres para la mirada masculina. Un ejemplo emblemático de este aspecto retrógrado es el boom de las películas y series de Olmedo y Porcel que basan su humor en chistes machistas y homofóbicos, mientras se hacen primeros planos de los cuerpos con poca ropa de las famosas modelos y actrices que fueron icónicas y tapa de revista en los años 80.
De esta forma, a través de los medios de comunicación y de los consumos culturales masivos se siguieron reforzando los roles de género ya establecidos, como así también los ideales de belleza inalcanzables para las mayorías populares que no tiene ni el tiempo ni el dinero para llegar a esos estándares estereotipados. Como parte de las contradicciones del destape, la autora también plantea que hay un destape incompleto para la homosexualidad y diversidad sexual que no va a entrar al mismo ritmo en este proceso de mediatización y visibilización en los consumos culturales, que en los 80 siguen teniendo una fuerte impronta homofóbica.
A modo de conclusión: la tarea de completar este destape
Los principales actores que se animaron a cuestionar estas contradicciones latentes con la apertura democrática fueron los activismos feministas, gays, lésbicos y de la diversidad, que junto a las organizaciones de izquierda se fortalecieron aunque sea a un nivel de vanguardia a partir del 83. Estos sectores dieron una pelea casi en soledad por su reconocimiento como sujetos de derecho, ya que a excepción de los partidos de izquierda prácticamente no había un apoyo a sus luchas por parte de los demás partidos políticos de la época.
En ese sentido, retomamos lo que destaca Milanesio sobre personalidades claves de este proceso como Carlos Jauregui e Ilse Fuskova en la fundación de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) en 1984, y como en sus figuras se representaron luchas colectivas que excedieron los personalismos y le dieron voz a sujetxs antes invisibilizadxs.
Podemos llegar a la conclusión de que el activismo político y los movimientos feministas desafiaron la triada maternidad, feminidad y patria que intentó imponer la dictadura genocida, y como parte de eso, pelearon por el derecho a ser persona impulsada por la CHA para gays, lesbianas, trans y travestis. Además se encargaron de llevar adelante campañas públicas por educación sexual en las escuelas y por los derechos sexuales y reproductivos sentando las bases para que en el 2020 conquistáramos el derecho al aborto legal seguro y gratuito en Argentina luego de décadas de pelearlo en las calles.
Si bien estas peleas no estuvieron exentas de debates y tensiones, que exceden al objetivo de esta reseña, vale la pena destacar que todas estas luchas se dieron en clara confrontación con los sectores reaccionarios y conservadores que aún hoy en día se encuentran en las jerarquías eclesiásticas y en los partidos políticos tradicionales como vimos en los últimos debates parlamentarios de 2018 y 2020.
Por eso, creo que este libro aporta para pensar un contexto bisagra del activismo feminista de nuestro país si se lo toma para analizar las continuidades y rupturas de las últimas décadas. Para desde allí sacar conclusiones sobre nuestros aliados y enemigos en nuestras luchas del presente, ya que a modo personal creo que esa es la única forma de terminar de completar el destape en sus aspectos más progresivos, llevando hasta el final la pelea por otro tipo de sociedad en donde la opresión y explotación no sean la norma.
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