A propósito de un nuevo aniversario de la muerte de Francisco Franco, un repaso por la historia del caudillo cuya dictadura asoló al Estado Español durante 40 años.
Meke Paradela @mekepa
Martes 20 de noviembre de 2018 11:42
(Foto: AFP)
En las primeras décadas del siglo pasado, surgieron distintos acontecimientos mundiales como producto de un alto desarrollo capitalista que dio lugar a una nueva forma, el imperialismo, que en palabras de Lenin implicaba un período de crisis, guerras y revoluciones. Sin esta concepción no pueden pensarse los ascensos obreros que se dieron en Alemania y en España por ejemplo, en donde posteriormente se instauraron dictaduras de corte fascista, con Hitler en el primer caso y con Francisco Franco, alias el caudillo o el Generalísimo, en el segundo.
La dictadura franquista abarcó un período de varias décadas que finalizó con la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975. Para entonces, ya se estaba planificando desde hacía poco tiempo, cuando comenzó su deterioro físico, un traspaso de mando acorde a sus deseos, cumplidos al asumir el poder la monarquía ante el descontento de aliados y opositores al régimen. En ese momento comenzó la denominada Transición, que culminó con la primera convocatoria a elecciones tras la guerra civil, es decir luego de 40 años.
Las ambiciones de Cerillito
Franco nace a fines del siglo XIX en una familia de tradición militar y desde su infancia fue muy apegado a su madre, una mujer conservadora, muy religiosa y devota de los usos y costumbres de la burguesía local, todos rasgos que su hijo predilecto vería magnificados en sí mismo en el futuro. Por su aspecto delgado, enfermizo, y al medir un metro y medio, fue blanco de burlas en su niñez mediante los apodos de Cerillito o Franquito.
A los 14 años emprendió una carrera militar en la que ascendió de forma vertiginosa tras haber pasado una década en África, período en donde tuvo una pausa de 3 años en los que se suscitó en la Península la huelga general de 1917, a tono con los cambios mundiales de la época. Franco dirigió la represión en Asturias, uno de los lugares de mayor conflictividad debido a la tenacidad de los mineros. Posteriormente retornaría al continente al mando de la Legión Española, una fuerza de choque que practicó el ensañamiento, la decapitación de prisioneros y la exhibición de sus cabezas cortadas como trofeos. Varios acontecimientos más provocaron que el futuro caudillo se granjeara una gran popularidad entre la burguesía española y un prestigio dentro del Ejército, llegando al grado de General con tan solo 33 años.
Como sustitución de la monarquía de Alfonso XIII, y a pesar de los intentos de golpe que la rodearon, en 1931 se instauró la Segunda República (que se distingue de la Primera de 1873 a 1874), que tuvo dos etapas: en sus primeros dos años gobernó una coalición presidida por Manuel Azaña, cuya intención fue llevar a cabo ciertas reformas que esencialmente resultaron simples maquillajes para la época. Con el objetivo de reducir gastos, se cerró la Academia Militar de Zaragoza, de la que Franco era su director, dejándolo con una disponibilidad forzosa durante varios meses. Ante los rumores de golpe de Estado que lo involucraban, fue vigilado permanentemente por tres policías, ya que en palabras de Azaña, “Franco es el único al que hay que temer”.
La segunda etapa de la República, de 1933 a 1935, constituyó un retroceso de los ínfimos avances del primer período con el triunfo electoral del Partido Republicano Radical, de Alejandro Leroux, quien era apoyado a su vez por la derecha católica personificada en la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), en donde el hecho político y social más relevante fue la Revolución de Asturias. Como no podía ser menos, con semejante currículum militar, Cerillito se había convertido para entonces ya en el general más valorado por la derecha y fue el elegido para coordinar la represión en Asturias: se convocaron 18.000 soldados que se plegaron a otras unidades para producir una represión descomunal como los mineros asturianos nunca habían visto antes, con un saldo de 3.000 muertos. Le concedieron la Gran Cruz del Mérito Militar y nombrado comandante en jefe de las tropas de Marruecos, pero ante el cambio de situación política y con un nuevo ministro de Guerra, Franco regresó a España con el cargo de Jefe del Estado Mayor Central del Ejército.
Con la llegada al poder del Frente Popular, los intentos golpistas que siempre tuvo la República cobraron una fuerza y valores concretos mediante planes conspirativos en los que siempre estuvo involucrado Franco. La situación social era cada vez más crítica mediante la acción de la Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, partido creado por el dictador Primo de Rivera, que se dedicaba a instaurar un clima de terror y que engrosó día a día sus filas, al mismo tiempo en que los partidos de izquierda cada vez ganaban más adeptos. Los rumores de golpismo ya eran casi certezas que fueron desdeñadas o subestimadas por el Frente Popular, gobierno que estaba ya debilitado, hasta que el 17 de julio de 1936, desde Tetuán (África), lanzó un discursocon el que inauguró el golpe de Estado, mensaje que culminó con la siguiente pregunta: “¿Es que se puede consentir un día más el vergonzoso espectáculo que estamos dando al mundo? ¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria, con proceder cobarde y traidor, entregándola sin lucha y sin resistencia?
¡Eso, no! Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla”.
Ese año fue nombrado “Generalísimo” de los ejércitos.
La heroica lucha y resistencia del pueblo español
El golpe de Estado dio lugar a la Guerra Civil, que dejó a una Península dividida en dos partes, la que apoyaba a la República y la que cayó en manos de los militares sublevados. Ante esta situación, el gobierno de José Giral decidió tardíamente en armar al pueblo, que detentó el poder real mediante los cientos de comités que se armaron: constituyeron organismos de poder obrero que incautaron e innovaron el campo, la industria y las funciones del Estado con la finalidad de la distribución de los bienes y la continuidad de las luchas. Múltiples sectores quedaron en manos de ellos, que se encargaron no solo de abastecer sino de garantizar la seguridad, las comunicaciones, el transporte y la sanidad mediante la toma de lugares estratégicos para su coordinación. El pueblo no solo defendió la República sino que la sobrepasó, haciéndose cargo de sí mismo mediante sus propias organizaciones a pesar de los límites de sus direcciones. Los comités centrales fueron el de Milicias Antifascistas de Cataluña, el Ejecutivo Popular de Valencia, el Regional de Defensa de Aragón, el de Salud Pública de Málaga, el de Guerra de Gijón, el Popular de Sama de Langreo, el Consejo de la Cerdeña y el Antifascista de Ibiza.
Sin embargo, Franco no estaba solo. Contó con la inestimable ayuda de Alemania y de Italia para proporcionarle 20 aviones de transporte y 6 de caza que transportaron entre julio y octubre 270 toneladas de material y más de 13.000 soldados provenientes del Ejército de África. Ante esta situación, Giral pidió ayuda al gobierno francés, que ni bien accedió al pedido se encontró presionado por la derecha de aquel país e ideó junto con el apoyo de Gran Bretaña un Comité de No Intervención extranjera en España, que tuvo el apoyo de 27 países para “evitar” un conflicto mayor, aislando al pueblo español y dejándole el camino abierto a Franco. De cualquier manera, para sus países aliados no dejó de ser una ficción ya que tanto Alemania, Italia y Portugal siguieron prestándole una ayuda inestimable.
La dictadura franquista se basó en algunos pilares específicos, que fueron el anticomunismo, ante el demonio rojo bolchevique (del cual solamente había residuos en aquel entonces con Stalin atornillado al poder, que al mismo tiempo brindaba falsas esperanzas a los miles de comunistas que deseaban su intervención efectiva), el antiliberalismo ante cualquier atisbo de democracia (el único partido pasó a ser el oficial, la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista), y la imposición nacionalista española contra las distintas expresiones regionalistas que son propias de España, con costumbres y culturas propias que fueron duramente censuradas bajo el régimen.
La Transición
Las décadas posteriores se enmarcaron en una mayor apertura económica internacional, al mismo tiempo en que comenzaron a manifestarse síntomas de descontento social y económico mediante la huelga de tranvías de Barcelona y huelgas mineras, como no podía ser de otra manera, en Asturias. Durante la década del 60, si bien a nivel económico se dio una bonanza particular, creció la militancia obrera organizada que usaba una plataforma sindical para salir a la calle con reivindicaciones propias, al mismo tiempo que la juventud empezó a mostrarse con sus demandas mediante las universidades.
Las movilizaciones obreras y estudiantiles continuaron en años posteriores, con divisiones que también se dieron dentro del propio franquismo, y el rol cada vez más activo de la organización terrorista ETA. Estas circunstancias llevaron a varios remodelamientos del gobierno, que a la vez veían incrementados los sentimientos antifascistas del pueblo español. Franco se iba perfilando más como un jefe de Estado que jefe de Gobierno, comenzando a delegar algunas responsabilidades, al mismo tiempo que los síntomas de Parkinson empeoraban. Su última aparición pública fue, de hecho, como respuesta ante la oleada de protestas locales e internacionales por el fusilamiento de 5 personas. Quince países europeos retiraron a sus embajadores y se generaron protestas y ataques a las embajadas españolas en muchos países europeos.
Luego de múltiples problemas de salud, el 20 de noviembre de 1975 el caudillo murió. Fue enterrado en el Valle de los Caídos y a su sepelio solamente concurrieron tres jefes de Estado, Rainiero de Mónaco, Hussein I de Jordania y la infaltable presencia latinoamericana con el reciente dictador chileno, Augusto Pinochet. El traspaso de mando se dio tal y como se esperaba, asumiendo el poder el príncipe Juan Carlos a través de una transición pactada.
Hasta el día de hoy, los innumerables crímenes de la guerra civil española y de la dictadura franquista, así como también los múltiples casos de desaparecidos, fusilados, niños secuestrados, víctimas de trabajo esclavo, presos políticos, torturados, exiliados y perseguidos siguen sin ser considerados como de lesa humanidad.
Meke Paradela
Nació en Capital Federal en 1985.