Un año después del inicio de la guerra en Ucrania, una parte de la izquierda (incluyendo la anticapitalista), no ha resistido la presión política del imperialismo. Es el caso del NPA que, con una postura “crítica”, termina adoptando una posición que la sitúa objetivamente en el campo pro-OTAN.
Viernes 10 de marzo de 2023 04:24
El pasado sábado 25 de febrero organizaciones de la izquierda social, política y sindical convocaron manifestaciones en toda Francia. En París, apenas varios centenares de personas se movilizaron. Esta manifestación surgía de un sector de la “izquierda” francesa que, con un discurso más o menos envuelto en humanismo y en un supuesto “antimperialismo”, defendía una postura política favorable a la política de la OTAN y de los gobiernos imperialistas occidentales que apoyan al bando ucraniano frente a la invasión del ejercito ruso. Entre los promotores de esta convocatoria se encontraban el Partido Socialista, los Verdes, Ensemble (partido de «izquierda» radical), y también el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) de Philippe Poutou y Olivier Besancenot.
Una cobertura por izquierda a la política de la OTAN
A pesar de la fraseología pseuo-izquierdista, el comunicado del “Comité francés de la Red europea de solidaridad con Ucrania”, convocantes de la manifestación, se resume por un lado en atacar a todo aquel que se oponga a la guerra haciendo un amalgama de las distintas posturas existentes. Si bien, es cierto que existe un “campismo” pro-Putin en una franja marginal de la extrema izquierda y la izquierda radical, las posiciones de quienes se oponen a la guerra están lejos de resumirse en un apoyo directo o indirecto a la política reaccionaria de Putin.
Por otro lado, el comunicado busca legitimar el envío de armas y la escalada propuesta por la OTAN. Con argumentos bastante “originales”. Para empezar, se oponen al aumento de los presupuestos militares y la venta de armas a dictaduras para…un mejor envío de armas a Ucrania: “Combatir el aumento de los presupuestos militares y la militarización de la sociedad es necesario y va de la mano con el apoyo a la resistencia ucraniana armada y no armada. Ucrania es una gota en el océano en estos presupuestos. Exigimos que en vez de vender armas a dictaduras que Francia ayude seriamente a la resistencia ucraniana, sin aumentar sus propios gastos militares”.
Este apoyo moral y material al bando ucraniano se justifica con piruetas argumentativas y deformaciones históricas: "¿Acaso se reclamó el desarme del pueblo argelino para poner fin más rápidamente a la guerra de Argelia debido a la colonización francesa? ¿Había que evitar el armamento del pueblo vietnamita para que cesara la Guerra de Vietnam provocada por la intervención estadounidense? ¿Estaba justificado renunciar al envío de aviones y cañones a la República Española frente a Franco? ¿En nombre de la paz, hay que exigir que los pueblos kurdos y palestinos renuncien a combatir las agresiones que sufren?”.
En realidad, estos ejemplos históricos de resistencias revolucionarias y de luchas anticoloniales y antimperialistas, como veremos más tarde, no tienen nada que ver con la actual guerra en Ucrania. Sin embargo, estos discursos son completamente funcionales a la política que mantienen las potencias imperialistas de la OTAN, entre ellos Francia, en Ucrania. Más aún, la mención a las luchas contra el imperialismo y el colonialismo ofrecen una cobertura por izquierda a sus políticas. Una cobertura que a menudo se usa para desacreditar a las corrientes políticas, asociaciones y sindicatos que defienden una postura antimperialista independiente, denunciando la agresión reaccionaria de Putin pero también el imperialismo de la OTAN. Estas posiciones políticas normalmente son acusadas de “cómplices del Kremlin”, o de negar el derecho a la autodeterminación de Ucrania.
Una capitulación del NPA
En este contexto, la participación del NPA en estas manifestaciones representa una capitulación frente a esta “izquierda” proimperialista, y, en última instancia, una capitulación frente a la política de la OTAN. Una “izquierda” proimperialista que se da cuenta y les felicita públicamente. Por ejemplo, Edwy Plenel, fundador de Mediapart, que se ha convertido a lo largo de la guerra en una de las figura políticas y mediáticas de esta “izquierda” pro-OTAN, agradeció al NPA en Twitter por adoptar esta posición, adjuntando un video del NPA y afirmando: “Cuando la izquierda ve sus ideas puestas a prueba, son las minorías quienes salvan los principios. Fue el caso de la oposición al estalinismo y de la solidaridad anticolonialista. Es el caso de Ucrania con esta posición clara del NPA”.
En este video, Christian Varquat, miembro de la dirección del NPA, expone la posición de su partido tras un año desde el inicio de la guerra. Una lectura que se hace de forma unilateral. Denuncian las agresiones rusas a Ucrania y el perjuicio que supone al derecho de autodeterminación ucraniano, pero se detiene ahí. Redime completamente a la OTAN de su responsabilidad, en la situación actual y por la política de cercamiento de Rusia que mantiene desde los años 90. El único momento donde se menciona este tema, es para afirmar que aquellos que denuncian la agresividad de la OTAN serían “cómplices” directos o indirectos de Putin.
Esta denuncia unilateral de la política reaccionaria de Putin en Ucrania no es “antimperialista” ni internacionalista, sino más bien trata de movilizar un discurso que se dice antiimperialista en beneficio de la política de alianza militar imperialista más fuerte del mundo: la OTAN. Este planteamiento se liga a la caracterización errónea de la guerra que mantiene el NPA, fruto de su adaptación a la hipocresía sobre el “humanismo” y la “democracia” de los países imperialistas, repitiendo de forma trágica, la postura que habían defendido anteriormente en favor de una intervención “humanitaria” del imperialismo en Libia. El NPA no ha sacado lecciones útiles de este posicionamiento desastrosos de cara a una intervención imperialista que ha tenido consecuencias terribles para toda la región.
Una comprensión totalmente errónea de la guerra en Ucrania
El conflicto en Ucrania no es comparable a la guerra en Argelia, Vietnam u otras guerras anticoloniales o antiimperialistas, ya que lo que se juega en Ucrania no es simplemente un conflicto entre Kiev y Moscú. La guerra desborda la cuestión de la autodeterminación ucraniana. Se inscribe en un contexto de transformación de la situación internacional donde las tensiones entre potencias mundiales tienden cada vez más a “solucionarse” en el terreno militar. Desde este punto de vista, la invasión lanzada por Putin hace un año constituye una respuesta reaccionaria a la política de cerco a Rusia puesta en marcha por la OTAN. Es por eso que nosotros denunciamos y nos oponemos a la política del Kremlin en Ucrania desde mucho antes del inicio de la invasión.
Por su parte, los imperialistas occidentales están aprovechando la guerra en Ucrania para debilitar a Rusia (y también a China ya que Rusia es su principal aliado) y preservar un orden mundial dominado por Estados Unidos. Dicho de otra manera, la OTAN utiliza la causa ucraniana para llevar a cabo una guerra proxy, si bien por el momento evita un enfrentamiento directo con Rusia, incluyendo el limitar las capacidades ucranianas de atacar territorio ruso. Así, los imperialismos occidentales arman a Kiev en función de estos objetivos, entrenando al ejército ucraniano, y dándole un apoyo desde las agencias de Inteligencia decisivo, imponiendo sanciones antipopulares a la población rusa, mientras se niega a enviar soldados al terreno.
De esta forma, si el bando ruso es claramente reaccionario, el “bando ucraniano” no lo es menos. El gobierno claramente tiene el objetivo de transformar Ucrania en una suerte de protectorado o “Estado-vasallo” del imperialismo occidental, lo que no tiene nada que ver con la lucha por el derecho de autodeterminación. Es por ello que la guerra que se libra actualmente en Ucrania no es de liberación nacional sino un conflicto reaccionario, un conflicto por procuración cada vez más evidente entre potencias, sin ningún bando progresista, y que se libra sobre los hombros del pueblo ucraniano.
La cuestión del envío de armas y el desafío de una política de independencia de clase
Sin embargo, incluso si se tratase de una guerra de liberación nacional, en ningún momento el NPA ha recordado la importancia de una posición de independencia de clase, más allá de vagas alusiones a la “solidaridad desde abajo”. Peor aún, respecto al envío de armas, más allá del comunicado común que hemos citado anteriormente, en un panfleto del NPA que repite básicamente el mismo texto del video que mencionábamos antes, la cuestión se expone con una ligereza increíble: “La resistencia armada y no armada ucraniana merece el apoyo de la izquierda y de los anticapitalistas del mundo, más allá de lo que podamos pensar del gobierno ucraniano, o más allá de los motivos ocultos de los gobiernos occidentales, a los que Zelensky no para de pedir ayuda militar que permita a los ucranianxs responder a los asaltos del ejercito de Putin y evitar su victoria”. ¡Como si el envío de armas no estuviese condicionado a la sumisión del gobierno ucraniano a los intereses de la OTAN! Ucrania, actualmente depende completamente militar y económicamente de las potencias imperialistas occidentales ¿Es esto la autodeterminación ucraniana para el NPA?
En la tradición revolucionaria, ha habido siempre tácticas audaces que han sido defendidas a lo largo de guerras anticoloniales, entre ellas la aceptación eventual de armamento ofrecido por potenciales imperialistas rivales al enemigo colonial. Pero para marxistas revolucionarios como Trotsky o Lenin siempre hay que poner por delante, en todo caso, una condición central para el proletariado: la total independencia de clase de cara a la dirección nacional burguesa, y más aún de cara a las potencias imperialistas. Si en la propaganda del NPA, las referencias a la independencia de clase son vagas, desaparecen completamente en las “convocatorias unitarias” que el NPA firma, no dudando en participar en acciones comunes con organizaciones que defienden abiertamente una orientación pro-OTAN.
Por nuestra parte, continuamos considerando que la única salida progresista para esta guerra solo puede venir de la mano de la clase obrera, movilizada de manera completamente independiente de Putin, y del gobierno de Zelensky, de los oligarcas ucranianos y los imperialistas de la OTAN. Esto significa que para que Ucrania obtenga su autodeterminación nacional será a través de la revolución proletaria y socialista, que plantee la creación de una Ucrania socialista y verdaderamente independiente. En el marco de un capitalismo semicolonial, es impensable que Ucrania pueda ser realmente independiente de Rusia o del imperialismo occidental.
Esta tarea no puede descansar tan solo en los hombros de la clase obrera ucraniana. Sus primeros aliados son las y los obreros rusos. Es por ello que debemos apoyar las movilizaciones de los trabajadores y de la juventud, aliados con las minorías oprimidas, en Rusia contra la guerra reaccionaria de Putin y su gobierno pero también contra las consecuencias económicas aquí. En Ucrania, esta unidad internacionalista y de clase solo se podrá hacer, a pesar de la terrible situación de una población bombardeada a diario, si la clase obrera y los sectores populares rompen con el gobierno de Zelensky, con los partidos nacionalistas reaccionarios y con los “amigos” imperialistas. Toda tentativa de una verdadera autoorganización, independiente y de clase, deberá ser apoyada y promovida.
En los países occidentales, empezando por Francia, el movimiento obrero, al mismo tiempo que denuncie la agresión rusa, debe adoptar una posición de total independencia frente a los planes del imperialismo. Contrariamente a los reagrupamientos de esta “izquierda” proimperialista, existe la urgencia de comenzar a reagrupar las fuerzas que se oponen a la guerra y que denuncian tanto al Kremlin como a la OTAN desde un punto de vista de clase. Esta posición es incompatible con aquellos que promueven el pacifismo diplomático. La diplomacia imperialista tiene el mismo objetivo que el belicismo imperialista: beneficiar al imperialismo o imperialismo mejor situados.
En el caso ucraniano, es impactante ver como desde 2014 la diplomacia por arriba y los acuerdos de Minsk no han logrado evitar el inicio de una guerra reaccionaria. Pero nuestra postura es también incompatible con los sectores que consideran que la oposición de Rusia y de China al orden mundial estadounidense convierten a esto países en “potencias antiimperialistas”. Este supuesto “mundo multipolar” que algunos defienden sería también un mundo reaccionario de explotación y opresión, quizás mejor repartido entre potencias rivales, que no dudarán en solucionar sus conflictos con guerras.
Para la clase obrera europea y del mundo entero, se trata de evitar que se desencadenen otras guerras por parte de las potencias mundiales encerradas en una competencia reaccionaria. En este sentido, hablar de una salida obrera independiente no consiste solo en plantear cual sería el camino para el fin de la guerra, sino evitar que la guerra pueda volver a producirse, buscando reforzar la correlación de fuerzas en favor de los trabajadores frente a los capitalista. Esto significa transformar el movimiento antiguerra en algo que vaya más allá, que abra el camino a poner fin al capitalismo, a la competencia reaccionaria entre Estados, la guerra y la destrucción de la vida. Tristemente, el NPA se ha encerrado en una lógica “posibilista” y oportunista que lo lleva a ir a remolque de políticas reaccionarias.