El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Brasil viene atravesando una crisis cada vez más profunda por su colaboración con los partidos del régimen y en particular su integración como ala izquierda del actual Gobierno de Lula y Geraldo Alckmin. Presentamos a continuación un debate sobre la crisis del PSOL publicada por nuestros compañeros del Movimiento Revolucionario de Trabajadores, impulsores de Esquerda Diario en Brasil.
Lunes 24 de febrero 16:06
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La destitución del asesor parlamentario David Deccache desencadenó una crisis que dividió a la bancada del PSOL y provocó debates en varios sectores de la izquierda sobre el rumbo del partido. Sin embargo, más allá de este episodio específico, es fundamental reflexionar sobre la trayectoria cada vez más acelerada de adaptación del PSOL al régimen político, colaborando con los ataques neoliberales, integrando el Frente Amplio [que compone el actual Gobierno de Lula junto al neoliberal Alckmin] e incluso brindando apoyo a una figura pro-Bolsonaro, para entender las razones estructurales detrás de esta crisis.
Comienzo de la nueva crisis del PSOL
Dos hechos recientes profundizaron la crisis al interior del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Brasil que viene profundizando cada vez más su rol de ala izquierda del actual Gobierno de Frente Amplio entre Lula y el neoliberal Geraldo Alckmin.
El primero es la derrota que viene de sufrir el candidato del PSOL Guilherme Boulos, tras la millonaria campaña que desplegó, con el apoyo del PT, durante las elecciones regionales donde buscaba quedarse con la alcaldía de Sao Paulo. Su derrota electoral abrió un momento de crisis y de búsqueda de explicaciones en el PSOL.
El segundo hecho fue la reciente la discusión en torno a la destitución del secretario parlamentario del PSOL, David Deccache, que había cuestionado algunas de las políitcas de ataque y ajuste del Gobierno de Lula. Esto sacó a la superficie muchos cuestionamientos sobre la orientación del PSOL que van mucho más allá de este caso individual. Además de las acusaciones de sectores minoritarios de que la decisión fue impuesta de manera autoritaria, también surgió el debate sobre el Marco Fiscal [una política heredada del gobierno de Temer y Bolsonaro que Lula mantiene y que pone un límite al gasto fiscal, NdT] y la política económica del gobierno del que el PSOL forma parte y con el que ha colaborado. Según los defensores de Deccache, su postura crítica frente a los ataques neoliberales fue la verdadera razón de su despido.
Entre los diputados que votaron a favor de la destitución se encuentran Guilherme Boulos, Erika Hilton, Luciene Cavalcante, Ivan Valente, Henrique Vieira, Talíria Petrone, Tarcísio Motta y Célia Xakriabá. En el grupo que perdió la votación y que defendía a Deccache estaban Glauber Braga, Sâmia Bomfim, Fernanda Melchionna, Luiza Erundina y Chico Alencar. Entre ellos, Glauber Braga denunció publicamente la destitución y, en una transmisión en vivo, incluso ha cuestionado su propia permanencia en el partido.
La continuidad o no de estos diputados en el PSOL dependerá de varios factores, y la pérdida de puestos políticos y recursos para ambas alas, adscritas al aparato del partido, es de central relevancia, pues existe un debate sobre cómo el PSOL superará la cláusula de barrera antidemocrática en 2026 [una serie de requisitos de debe tener, como piso mínimo de diputados o porcentaje de votación para poder acceder al financiamiento estatal y la publicidad gratuita en radio y tv, NdT]. Sin embargo, el hecho de que existan amenazas de ruptura y cuestionamientos sobre la viabilidad del partido por parte de parlamentarios pone de relieve el alto nivel de tensión al interior del mismo, haciendo público el debate. Por ello, es fundamental examinar las transformaciones que ha experimentado el PSOL e identificar las determinaciones políticas que podrían conducir a crisis aún mayores.
El PSOL se consolida como un partido del orden
El PSOL nació en 2004 como partido de oposición a los primeros ataques del gobierno de Lula. Aquellos que se negaron a votar la Reforma de la Seguridad Social propuesta por el PT fueron expulsados y decidieron fundar un nuevo partido con bases diferentes. A pesar de sus contradicciones internas, el PSOL surgió en un contexto de descontento con las medidas neoliberales implementadas en el primer mandato de Lula.
No compartimos la visión de que el “PSOL original” tenía un proyecto revolucionario que se fue desvirtuando con el tiempo. Desde su fundación, el partido fue concebido para albergar tendencias reformistas y concepciones ajenas a una transformación radical de la sociedad, aunque hubo corrientes y organizaciones que, al menos en el discurso, defendieron la perspectiva revolucionaria. Su proyecto era precisamente unir a reformistas y revolucionarios con un supuesto objetivo común, la defensa de un vago socialismo “democrático”. Sin embargo, esto ocurría en un momento en que incluso ese proyecto de “partido amplio” se oponía a las medidas neoliberales del gobierno del primer gobierno de Lula. Ahora, por el contrario, el PSOL con su dirección mayoritaria avala las medidas neoliberales del tercer gobierno de Lula en un proceso acelerado hacia su consolidación como partido del orden.
Esta transformación, que se detallará a lo largo de este texto, apunta a un escenario en el que el PSOL, además de ser un partido de gobierno, está cada vez más integrado a las instituciones del régimen político en su conjunto. Por eso decimos que se está consolidando como un partido del orden, cumpliendo un papel, como ala izquierda, de preservar el orden burgués. Este proceso explica en gran medida las crisis internas que se han ido intensificando y que podrían conducir a cambios aún más profundos.
La transformación de un partido, y del PSOL en particular, no puede quedar marcada por un único acontecimiento. Sin embargo, hay momentos de transformaciones cualitativas que marcan una nueva etapa. En el caso de la crisis actual, el ingreso del PSOL al gobierno del Frente Amplio, no sólo ocupando un cargo ministerial, sino también formando la base del gobierno en el Congreso, fue un punto de división, con consecuencias de diversa índole.
No fue un cambio abrupto, sino el resultado de varios momentos previos que apuntaban en esa dirección. Anteriormente, la candidatura de Marcelo Freixo a la alcaldía de Río de Janeiro, trabajando con sectores de derecha y formulando un discurso y un programa para la gestión capitalista de la ciudad, fue un ejemplo de ese camino. Al final, Freixo migró al PSB de Alckmin y, tras su derrota en las elecciones de 2022, en las que tenía a César Maia como vicepresidente, se trasladó nuevamente, esta vez al PT, para ocupar el cargo de presidente de Embratur.
La acuerdo de coalición que hicieron con el partido Rede de Marina Silva, que significó la fusión del estatuto y del programa del PSOL con un partido burgués que apoyó el golpe institucional de 2016, ayudó a aprobar ataques, como la Reforma de la Previsión Social en São Paulo que contó con votos de la Rede, fue otro ejemplo - este, defendido por sectores de la minoría que hoy se presenta como a la izquierda de la mayoría, como el Movimiento de Izquierda Socialista (MES por sus siglas en portugués) de Sâmia Bomfim y Fernanda Melchionna.
Así, actualmente, el PSOL forma parte de un gobierno formado por partidos como el PSD, Republicanos, Unión Brasil y MDB, que fueron y siguen siendo un refugio para políticos de derecha e incluso partidarios de Bolsonaro, lo que acelera su proceso de transformación en un partido de orden. En la práctica, su ubicación implica asumir compromisos y atacar directamente los derechos sociales.
Aunque sus diputados no votaron a favor del Marco Fiscal, es significativo que el PSOL mantuvo su apoyo irrestricto al Frente Amplio incluso ante un ataque de esta magnitud. En ese momento, no era necesario conocer la denuncia actual de Deccache para saber que un ala del PSOL defendía apoyar esta medida. Su vacilación era manifiesta. En una declaración pública, el PSOL se mostró dispuesto a "debatir las nuevas reglas fiscales enviadas por el gobierno al Congreso Nacional" y centró sus críticas en la versión final del proyecto, buscando, en la medida de lo posible, eximir al gobierno de ese ataque y separar el nuevo techo de gastos del ministro de Finanzas del PT, Fernando Haddad, de la medida implementada por Temer unos años antes, cuando en realidad tienen el mismo principio. Todo para defender al gobierno del que forma parte.
Como si no fuera suficiente, el PSOL fue más allá. Votó a favor de una medida que ataca directamente los derechos sociales, recortando beneficios a las personas mayores y a las personas con discapacidad. Esta decisión representó el retiro del BPC [jubilación mínima que estaba garantizada a los jubilados] a 670 mil personas en situación de extrema pobreza. Su voto contó con el apoyo de los partidos de derecha y de la extrema derecha bolsonarista, destacando aún más la naturaleza de este ataque, que contó con el aval de la mayoría de los parlamentarios del PSOL.
Al comprometerse con esta medida, comenzó a participar activamente en un ataque directo a los derechos de los trabajadores. Esto representa una grave transgresión de la línea de clase, que debe ser repudiada por todos aquellos que defienden a la clase trabajadora y a la población pobre. No es un detalle que el PSOL no haya convocado ninguna movilización ni tomado ninguna medida contraria a los grandes recortes de gastos promovidos por Haddad y Lula. Se prevén recortes de gastos por nada menos que R$ 72 mil millones hasta 2026 para complacer a los banqueros y al gran capital financiero. El partido, cuando se unió al gobierno Lula-Alckmin, nunca se propuso organizar ninguna medida decisiva contra el Marco Fiscal, incluso frente a las huelgas de servicios públicos que, en la práctica, enfrentaron los resultados de esa política.
Con esto, el voto del BPC simboliza la postura del PSOL en relación al gran empresariado, pues el Marco Fiscal necesita ser preservado por el gobierno para mantener alianzas con amplios sectores burgueses. Si bien el PSOL no lo votó oficialmente en la Cámara, hizo todo lo posible para preservarlo. En la misma línea, la mayoría del partido votó en contra de la amnistía de la deuda de Rio Grande do Sul ante la mayor catástrofe ambiental de la historia del país. Y vale recordar que la votación del BPC ocurrió en medio de la elección para alcalde de la capital paulista y contó con el voto de Guilherme Boulos para su aprobación.
Fue un mensaje fuerte el que Boulos quiso dar a las elites de São Paulo, articulado con un programa que pretendía gobernar con grandes empresarios. En su equipo figuraban un coronel de la Policía Militar y una golpista como Marta Suplicy, coordinadora de la reforma laboral de Temer, quien hasta hace unos meses era secretaria de Ricardo Nunes. Su alianza incluía al PMB de Weintraub.
Incluso haciendo guiños al discurso emprendedor del derechista Marçal, incluyendo elementos de su programa, la millonaria campaña de Boulos repitió su actuación de las elecciones anteriores, representando una importante derrota electoral y política para el PSOL. Una elección que fue un “símbolo” para el PSOL a nivel nacional, que mostró hasta dónde pretende llegar este partido para ganar posiciones en el régimen político y que, al mismo tiempo, dejó claro que no es fácil conseguirlas en un régimen tan derechista.
El PSOL junto al Frente Amplio contra docentes e indígenas
La integración del PSOL al gobierno del Frente Amplio también repercute en nuevos e importantes procesos de lucha. Recientemente, vimos la fuerza de la movilización unificada de profesores, quilombolas e indígenas contra varios ataques del gobierno de Helder Barbalho en Pará, que intentó imponer, entre otras medidas, la sustitución de un programa de enseñanza presencial para indígenas por un formato de educación a distancia. Este ataque fue organizado por Rossieli Soares, secretario de Educación del estado y figura clave en la Reforma de la Enseñanza Media durante el gobierno de Temer.
Mediante una lucha fuerte y radicalizada, que incluyó la ocupación de la Secretaría de Educación en Belém, los manifestantes lograron una victoria significativa: obligaron al gobierno a firmar un compromiso para derogar la ley que cambió las carreras y extinguió el programa de educación para pueblos originarios.
Además, enfrentaron intentos del Ministerio de Pueblos Indígenas del gobierno Lula-Alckmin, a través de la ministra Sonia Guajajara y parlamentarios del PSOL, de negociar sus derechos y adherir a la propuesta rebajada del gobierno estadual. En otras palabras, en la práctica, el PSOL actuó para desmovilizar una gran lucha, sirviendo como auxiliar del gobierno de Helder Barbalho y del secretario de Educación, Rossieli Soares.
No es la primera vez que el PSOL actúa contra un proceso de la lucha de clases. Por un lado, en los ayuntamientos de ganó y gobernó, reprimiendo huelgas y luchas. El caso de Belém, con Edmílson Rodrigues, que fue contra la tendencia nacional y no fue reelegido alcalde en las últimas elecciones, fue un símbolo de ello. Utilizó a la policía contra jóvenes que enfrentaban aumentos de tarifas y trabajadores municipales, contra quienes implementó una reforma previsional. Su alcaldía acabó abriendo camino a la derecha, sin que Edmílson llegara siquiera a la segunda vuelta. Clécio, en Macapá, también había reprimido una huelga de profesores. Más recientemente, la rectoría de la Universidad Estadual de Río de Janeiro que está en manos del PSOL, junto con el PT, desplegó las tropas de choque de la Policía Militar racista para reprimir violentamente a los estudiantes que luchaban por una beca para permanecer en la universidad.
Por otro lado, en varios sindicatos, como en de docentes de Sao Paulo (Apeoesp), el mayor sindicato de América Latina, el PSOL ha formado coaliciones con la burocracia sindical y ha actuado para contener las luchas.
¿Combate a la extrema derecha?
Ahora, otro tema clave en las disputas y la crisis dentro del PSOL es la actuación del propio gobierno Lula, que comenzó a mostrar los primeros signos de agotamiento.
La esperada tendencia a la baja en la aprobación del gobierno de Lula fue confirmada por la encuesta de DataFolha publicada el 14 de febrero. Entre los diversos factores que pueden explicar este escenario, uno de ellos es la falta de una sensación de mejora en la vida de la población. Para ser reelegido para su tercer mandato, Lula se basó en la idea de que podía generar mejoras sociales. Sin embargo, el aumento de los precios de los alimentos tiene un fuerte impacto en esta percepción, contribuyendo a la fuerte caída de la aprobación entre los más pobres. Además, el debate nacional sobre el fin de la escala 6x1 [que abrió el debate sobre la duración de la jornada laboral, NdT] y el repudio masivo a la violencia policial demuestran un creciente descontento entre amplios sectores de la población que ya no soportan jornadas laborales extenuantes y la brutalidad estatal.
El PSOL, a su vez, se rindió al proyecto de Lula, alimentando la ilusión de que elegirlo era la forma de combatir a la extrema derecha. Sin embargo, la crisis que rodea a PIX [una ola de fake news sobre supuestos impuestos que se iban a cobrar sobre las transacciones en la popular aplicación digital de pagos PIX, NdT] ha demostrado que la extrema derecha todavía es capaz de causar impactos significativos, y ahora, con la elección de Trump, puede sentirse más fuerte para ganar más espacio. Al incorporar a su gobierno a partidos y figuras que formaron parte de la base de Bolsonaro y que continúan declarándose bolsonaristas, el gobierno del Frente Amplio y su política de conciliación fortalece y mantiene a estos sectores, que, ante la crisis de aprobación del gobierno, se posicionan en la expectativa de volver al mando del Ejecutivo. Una política que sirve a los intereses del capital financiero termina, tarde o temprano, revitalizando esos mismos sectores.
Esto demuestra que la estrategia de derrotar al bolsonarismo y a la extrema derecha por la vía electoral, con el PT al frente, acaba alimentando ilusiones en un gobierno que, con sus políticas, lo está fortaleciendo. Aun así, el PSOL sigue formulando la “lucha contra la extrema derecha” (salvo la que está presente en el gobierno del que forma parte) en términos estrictamente electorales. En una resolución de la dirección nacional ante el fortalecimiento de la extrema derecha en el mundo, dice que “la primera tarea del PSOL es apoyar iniciativas en el terreno electoral”. Llama también la atención el entusiasmo con que todas las alas del PSOL acogen el autoritarismo judicial en el país, el mismo que, siempre vale la pena recordarlo, actuó a favor del golpe institucional y vota frecuentemente ataques contra los trabajadores.
Aún así, aquellos que justifican todo con el lema de “enfrentar a la extrema derecha” votaron precisamente por una figura pro-Bolsonaro en la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro (Alerj). Rodrigo Bacellar, de União Brasil, fue elegido por unanimidad presidente de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, con los votos de la bancada del PSOL. En una nota, buscando justificarse, el PSOL argumenta basándose en la “defensa de la democracia” en ALERJ y la negociación de posiciones. Ante esta situación, sectores del campo mayoritario y minoritario se unieron para elegir a un bolsonarista. El MES, principal corriente del sector minoritario, también votó por Bacellar a través de su diputado, el profesor Josemar Carvalho.
Esta votación es una imagen más de su consolidación como partido del orden y demuestra que, buscando mostrarse más viable ante la burguesía y negociar su posición en el régimen, es imposible librar cualquier lucha seria contra la extrema derecha.
Sin embargo, la elección de Boulos demostró que, incluso con el PSOL moviéndose cada vez más hacia la derecha, no es fácil para la burguesía considerarlo una alternativa. Esto es parte de la crisis. Más que eso, permanecer vinculado y asociado con un gobierno que enfrenta una pronunciada caída en sus índices de aprobación también afectará al PSOL.
Así, la mayor crisis del PSOL en su historia está atravesada por decisiones recientes que suponen un salto en el proceso de consolidación del PSOL como partido del orden: 1- colaborar con el ajuste fiscal del gobierno; 2- oponerse a la lucha de clases a favor del Frente Amplio; 3- legitimar la figura de Bolsonaro a cambio de cargos (ALERJ). Al mismo tiempo, la división en el seno del Parlamento no se debe realmente a una disputa sobre proyectos.
En su forma de expresar la crisis, Glauber Braga señaló la cuestión de “si el PSOL se ha agotado como herramienta para los socialistas”. No sólo decimos que sí, sino que esto ocurrió hace mucho tiempo. Continuar con el PSOL ya no podría ser aceptado por quienes se dicen socialistas ante decisiones como el Marco Fiscal y otros ataques como el del BPC, o incluso la decisión de formar parte del gobierno desde un ministerio. Esto, sin olvidar sus alianzas con partidos burgueses en muchas elecciones y ahora en la coalición con el partido Rede y con campañas electorales con un programa cada vez más derechista, como la de Boulos en 2024.
Ciertamente, la raíz del problema es aún más profunda y se remonta al hecho de que ninguna corriente de las que conforman el ala izquierda del PSOL critica en su raíz el proyecto de partido amplio que se construyó, que ya tiene más de 20 años y fue una oportunidad perdida del proceso de rupturas con el PT más importante por izquierda. Incluso esta izquierda reivindica el “PSOL de sus orígenes”, cuando en su ADN ya tenía las bases de lo que ocurre ahora. Pero, más que eso, esta izquierda fue parte de varias de las decisiones que llevaron al PSOL a su política actual, fueron parte del “desvío” del “PSOL de sus orígenes”, ya que sus figuras han apoyado al Poder Judicial [y su bonapartismo golpista], votaron por el acuerdo con Rede, fueron parte de la campaña de Boulos y votaron por el bolsonarista Rodrigo Bacellar en Río de Janeiro.
La evolución de ese proyecto de partido amplio se traduce hoy en terminar siendo un brazo del PT, en la presentación programática de los problemas a la manera del PT, hasta el punto de que no sorprende la posibilidad de incluir al PSOL en un acuerdo directo con este partido. Proyectos de partidos amplios han fracasado en todo el mundo (más recientemente, neorreformistas como Syriza y Podemos, pero también organizaciones que venían de la tradición trotskista como el NPA francés), y la situación del PSOL es una confirmación de este hecho con su integración auxiliar como protección del régimen político que aplica ajustes y ataques contra los trabajadores.
Frente a esto, el verdadero desafío para quienes se dicen socialistas revolucionarios es contribuir a la tarea histórica de la clase obrera brasileña de superar al PT por izquierda, algo que también pasará con el mismo PSOL, en un mundo cada vez más convulsionado por crisis, guerras y también por procesos de lucha de clases, como hemos visto en las últimas décadas. Para ello, son esenciales los debates que nos permitan superar la situación actual en la que los socialistas estamos divididos en partidos minoritarios y unificar a la clase trabajadora en la lucha de clases basada en la autoorganización. Ésta es también una tarea internacional, un ámbito en el que también se ha demostrado que las alternativas neorreformistas siempre acaban adaptándose al orden burgués. Nuestra batalla como Fracción Trotskista en 14 países es construir una alternativa mundial revolucionaria. Esta es la única apuesta capaz de dar una respuesta fundamental a las reivindicaciones de la clase trabajadora y de los pueblos pobres y oprimidos.