Sobre llovido, mojado. Una vez más, el sistema sanitario tiene que lidiar con una epidemia que recae sobre uno de los sectores más atacados por el ajuste que implementan Milei y Llaryora. Desde La Izquierda Diario, recabamos testimonios de quienes hoy sostienen en sus espaldas el funcionamiento de sector público y privado.
Jueves 4 de abril 17:25
En lo que va del año, el dengue ha registrado un aumento alarmante de casos superando la curva ya de por sí ascendente de los años anteriores. Y aunque los informes epidemiológicos daban cuenta de esta situación, el PJ provincial, en sintonía con el ajuste implementado por el gobierno de Milei arrancó el año despidiendo trabajadores de la salud y con presupuestos a la baja. La provincia de Córdoba ya supera los 25 mil casos, y se han dado a conocer datos alarmantes como más de 250 casos solamente en la Escuela Alejandro Carbó.
El sector viene sufriendo desde hace décadas las políticas de desguace del PJ hacia la salud pública. Desde la precariedad salarial, al pluriempleo, y con un gobierno que busca replicar un modelo empresarial, hablando en términos de productividad mientras los hospitales se caen cada vez más a pedazos. Así, el denominador común es el desborde de las guardias con pacientes que esperan hasta 8 horas para ser atendidos y el personal al borde del burn out permanentemente.
Los contagios crecen a la par que aumenta la especulación por los precios de los repelentes, pero lejos de implementar un plan de emergencia, descargan la responsabilidad sobre el personal sanitario. Y por si fuera poco, se espera la superposición con el comienzo de las enfermedades respiratorias propias de la temporada.
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Fernanda, médica de un dispensario dependiente de la Municipalidad de Córdoba plantea que “está todo super estallado, la gente va a las 4, 5 de la mañana a hacer cola para poder ser atendida o sacar turno, y esto se repite en todos los dispensarios. No se da abasto, porque obviamente no dejamos a nadie sin atender y falta personal, no se frena y esto es un lugar de atención primaria, primer nivel, por lo que quienes requieren mayor atención los derivamos y así se va sobrecargando el siguiente nivel de atención. Recién hace una semana empezamos a tener algo de paracetamol de nuevo y un kit de emergencia con repelentes, pero hasta entonces a la gente la mandábamos con una receta digital a buscar repelentes por donde consiguieran. Es decir, el gobierno estuvo semanas sin entregar algo tan básico como un paracetamol. En este marco, lo que necesitamos es recursos, más gente, pero esto es algo que pasa siempre. Ahora yo estoy con dengue, no sé cómo están haciendo porque quedan muy pocos sosteniendo en el dispe.”
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Ana por su parte, comenta como se vive en la parte privada, donde realiza guardias en un sanatorio privado. “Estos días estuvo totalmente colapsado, solo teníamos cinco camillas es decir no solo estaba saturado por falta de personal sino también a nivel estructural. ¡Dos médicos para doscientos pacientes y una sola enfermera para tomar los signos vitales a todos!
Y eran tantos los pacientes en sala de espera, que cuando alguno necesitaba silla de rueda o pasaba algo, no había silla para trasladar desde la sala de espera al interior de la guardia, y con cinco camillas que se usan tanto para examen físico cómo para poner sueros de solución fisiológica por lo que no había forma de avanzar con la atención. Llegamos a ver a los pacientes en sus sillas, lo que nos impedía brindar una buena atención realizando un examen como corresponde. Ni hablar de esperar a que se desocupe una cama. El nivel de desinformación entre los pacientes es enorme, no hay campañas de prevención salvo las que hacen algunos médicos pero el pedido es no ir a una guardia salvo que presentes síntomas de alarma solamente, es decir ‘no vengas porque no hay como atenderte’”.
Con el negocio de las prepagas en aumento que se hacen cada vez más imposibles de pagar, la
situación en el sector privado se agrava. Las cuotas aumentan proporcionalmente a la precarización laboral, lo que se cobra por una guardia, está lejísimos de lo que hoy se necesita para poder vivir. Las grandes farmacéuticas amasan fortunas, mientras la gente busca recetas caseras por doquier para intentar cuidarse ante la falta de repelentes. Pero esta crisis se asienta sobre problemas profundamente estructurales.
Las medidas anunciadas por el PJ, que implican la ampliación de horarios de atención, se hacen
sobre la base de mayor sobrecarga del personal. No se contrata, no se invierte, menos aún se piensan campañas de prevención.
Ante esto, Amelia, enfermera en CAPS (Centro de Atención Primaria dependiente de la provincia) relata que “ya veníamos padeciendo los nuevos cambios implementados por el ministerio de salud de Llaryora, exigiéndonos ser cada vez más productivos y atender sí o sí en función de cantidad de pacientes, no importa la calidad. Ahora se sumó lo que el gobierno intenta mostrar como ‘el combate contra el dengue’, pero en realidad hay muchísimas cosas que fallan. Una es la prevención. Nosotros trabajamos en los ‘barrios ciudades’ donde las cloacas desbordan, donde hay agua servida y hay agua por todas las calles principales sobre todo, pozos donde se junta el agua por la cantidad de baches en las calles, entonces eso no ayuda.”
La realidad es que este tipo de enfermedades siempre golpea más fuerte en los sectores más vulnerables, donde también está el problema del hacinamiento, la falta de acceso a viviendas dignas, agua potable, entre otros.
Amelia tuvo que trabajar todo el fin de semana largo, “donde casi por completo, todos los centros de salud de la provincia estuvieron abiertos y el 90% de lo que atendimos fue dengue, cuando en realidad todas las otras enfermedades siguen estando, pero además de eso atendemos sin insumos, no hay paracetamol o mandan poco y nada. Además, somos muy pocos los profesionales, entonces el combate contra el dengue en los centros de salud es una pantalla porque no damos abasto. Recae sobre nosotros porque ‘hay que cubrirlo’, son horas y horas y muchos casos, todos vamos más días o hacemos doble guardia.”
Otro problema en el que coinciden es que en el protocolo bajado desde el ministerio, se establece que solo se testea en casos graves, casi no se testea en adultos ni se hace seguimiento por control cuando hay dos riesgos importantes: “la cantidad de plaquetas que pueden disminuir en función del avance de la enfermedad y el riesgo de hepatopatías, enfermedades relacionadas al hígado, entonces se sigue el caso en función de si el síntoma se desarrolla o no en vez de prevenir. Literalmente esperar y ver” dice Amelia.
Por último, Sandra, trabajadora del Hospital Rawson, opina que en relación a la vacuna “hoy en el mercado en argentina solo hay un tipo de vacuna que en el mejor de los casos sale entre 60 y 85 mil pesos, son dos dosis con seis meses de diferencia para quien contrajo dengue y solo cubre dos cerotipos de dengue cuando en el país circulan cuatro. Esta vacuna que cubriría todos los cerotipos en circulación solo está en Brasil, y está claro que el dengue no es nuevo. Tampoco es nuevo que no hay inversión ni presupuesto para investigar y desarrollar vacunas para aquellas enfermedades que afectan centralmente a los más pobres.”
Mientras el Ministro de Salud Mario Russo se pavonea por los medios sugiriendo no usar bermudas cortas y remeras mangas largas, lo que está claro es que lo que hace falta es un aumento urgente de presupuesto para salud, tanto a nivel nacional como provincial. Esto debería incluir aumentos de emergencia para que ningún salario quede por debajo de la canasta familiar y el personal no tenga que hacer miles de turnos de trabajo para llegar a fin de mes. También es urgente un aumento acorde de las partidas para insumos básicos como paracetamol, repelentes, etc., esto no puede quedar librado a las necesidades del mercado y la ganancia empresarial de la multinacional Johnson & Johnson que nuclea el 80% del mercado de repelentes.
Desde el Frente de Izquierda, tanto a nivel local con Laura Vilches en el Concejo Deliberante, como a nivel nacional en el congreso, se han presentado proyectos que de ser tratados podrían aportar al abordaje de esta emergencia sanitaria.
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