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Red Internacional
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Pasado y presente. El jujeñazo de 1997: el levantamiento popular que hizo temblar al menemismo

El levantamiento popular en Jujuy contra la reforma antiderechos de Gerardo Morales y el Partido Justicialista, trae el recuerdo del llamado Jujeñazo de mayo de 1997.

Facundo Aguirre

Facundo Aguirre @facuaguirre1917

Sábado 24 de junio de 2023 10:32

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El 19 de mayo de 1997 más de 60 trabajadores desocupados de Ledesma, Libertador General San Martín, se lanzaron a las rutas levantando las consignas de “basta de miseria” y “trabajo digno ya”. En una pequeña población de 60.000 habitantes, 7.000 se encontraban sin trabajo; y el Ingenio Ledesma anunciaba nuevas tandas de despidos.

El reclamo de los desocupados era la creación de 5.000 puestos de trabajo, subsidios de 300 pesos, cobertura social para los desocupados y contra los despidos que se habían anunciado en el Ingenio de los Blaquier.

La desocupación en Jujuy ascendía al 40%, los estatales reclaman por el pago en tiempo y forma y la inmediata liquidación de los sueldos atrasados de abril porque era insoportable la costumbre del gobierno de pagar con retraso de meses. Este escenario económico es producto de la política de tierra arrasada que llevó a cabo el peronismo como vanguardia de la política neoliberal. En un artículo del año 2005 citabamos la descripción del economista Claudio Lozano de la CTA en un estudio fechado en 2001 “la magnitud de la crisis provocada por los efectos del ciclo largo de vigencia neoliberal en la Argentina, baste con señalar que este país tenía en 1975 unos 22 millones de habitantes y 2 millones de pobres, mientras que hoy con 37 millones de habitantes se cuentan 14 millones de pobres. Es decir, que de los 15 millones que explican el incremento poblacional del último cuarto de siglo, 12 millones cayeron bajo la línea de la pobreza”. El origen del movimiento piquetero, y posteriormente su extensión nacional, es una respuesta de los trabajadores desocupados a esta situación de catástrofe social.

El piquete de los desocupados de Ledesma no era un rayo en cielo sereno, en abril de aquel mismo año se habían producido los levantamientos de fogoneros de Cutral Co, conocido como el “segundo cutralcazo”. Cinco días antes del corte en Ledesma, había sido el levantamiento de los piqueteros de General Mosconi y Tartagal en Salta. En estos últimos se escuchó decir a quiénes enfrentaban la represión que “para morir muerto de hambre, mejor morir con dignidad”. La consigna común a los piqueteros del norte y el sur del país era la de “trabajo para todos ya”, obligando al gobierno menemista de entonces a tener que otorgar los planes Trabajar y a crear puestos de trabajo dentro de las petroleras para contener la protesta.

Ese lunes 19 de Mayo de 1997, en la ciudad de Libertador, se realizó una asamblea en la Avenida Presidente Perón con una gran mayoría despedidos de Ledesma. Allí se tomó la resolución de ir a cortar la Ruta 34, en el Puente de San Lorenzo, y quema de gomas por fuentes de trabajo. La respuesta del gobierno fue el envío de la Gendarmería para desalojar la ruta lo que provocó la reacción del pueblo de Ledesma que se lanzó masivamente al combate contra las fuerzas represivas apelando a las gomeras, las piedras y los machetes, fundamentalmente, como elementos de resistencia.

La represión fue ordenada por el ministro del interior de Carlos Menem, Carlos Corach y el gobernador peronista Carlos Ferraro. Luego de la primera represión, la participación popular le da al corte el carácter de una pueblada. El ejemplo de Ledesma se replica como un reguero de pólvora a lo largo de la provincia. Además de Ledesma, en San Pedro, Alto Comedero, Palpalá, Humahuaca, Perico, La Quiaca, La Mendieta, Abra Pampa, distintas localidades se van sumando. En total 8 departamentos de la provincia se suman al movimiento. Se calculan unos 22 cortes simultáneos sobre las rutas.

El 22 de mayo la Gendarmería se ve obligada a retroceder y la ruta quedó bajo control de los piqueteros, obligando al gobierno a negociar. El día 25 los piqueteros celebraron el aniversario de la Revolución de Mayo con un desfile donde, encolumnados militarmente, irán pasando los combatientes de los piquetes con sus pañuelos al rostro, piedras, hondas, machetes y todos los instrumentos de resistencia con los cuales se enfrentaban a la gendarmería. Fueron cerca de 20.000 personas las acompañaron el desfile piquetero.

El gobierno provincial envió dos ministros a negociar, quienes, ante la negativa a conceder los reclamos de los desocupados, fueron rodeados por los piqueteros. Para lograr la “paz social” el gobierno se comprometió a crear 12.579 puestos de trabajo y concedió una parte del pliego de demandas de los desocupados.

Autoorganización

El Jujeñazo de 1997 dio paso a la autoorganización de asambleas populares que eran las que decidían las medidas a seguir. Las asambleas populares elegían una Comisión de Vecinos encargada de negociar con los funcionarios que debían responder ante ellas.

Las asambleas eran el germen de una forma de doble poder comunal que tenían en los piquetes sobre la ruta sus fuerzas de autodefensa. Un corresponsal de Clarín advertía sobre la existencia de una “suerte de democracia directa, a través del cual hombres y mujeres humildes cuestionaban, exigían o explicaban al gobernador Carlos Ferraro y a sus ministros, o hacían acallar con rudeza a dirigentes políticos de la oposición” (31/5).

La burocracia sindical jujeña, sobre todo la FOTIA, jugó un papel de vocero del gobierno entre los desocupados y se encargó de impedir que la lucha se extendiera al conjunto de los trabajadores de la provincia. El mismo papel jugó la burocracia sindical de la CGT, el MTA y la CTA a nivel nacional, quienes se encargaron de no tomar ninguna medida de acción en solidaridad con los desocupados que eran reprimidos en las rutas.

Para contener el desarrollo de la autoorganización y el poder de las asambleas, forman las Multisectoriales la burocracia de la FOTIA y la Iglesia, junto a las cámaras de empresarios locales que se suman al movimiento para sacar provecho del mismo y contener la lucha dentro de ciertos límites de presión hacia el gobierno. La Comisión Multisectorial de Ledesma, que negoció con el gobernador, estaba compuesta por desocupados y miembros de la Unión de Empresarios, representada por su presidente Antonio Alvarez, quien se manifestaba contra el cierre de las rutas. El papel del obispado de San Salvador va a ser fundamental para negociar la “paz social” y el fin de los piquetes y de las asambleas populares.

La subordinación de las asambleas populares a las Multisectoriales, impedía que el poder de los desocupados conquistado con el corte de ruta pudiera desplegar toda su potencialidad y dejaba al movimiento atrapado en la trampa de la conciliación de clases del empresariado, la burocracia y la Iglesia.

Ante el derrumbe del menemismo y la convertibilidad (y el temor de que se sigan desarrollando los levantamientos del interior), la oposición burguesa forma la Alianza entre la UCR y el Frepaso, que buscó desvíar el proceso de lucha detrás de la idea de un gran frente antimenemista, que culminaría con la victoria de este frente en las elecciones legislativas de 1997 y las presidenciales de 1999. Llevaba al poder al tándem Fernando De la Rua y Carlos Chacho Álvarez. Las Multisectoriales impulsadas sobre todo por la CTA, que actuaba como brazo sindical de la Alianza, van a ser base de apoyo del frente anti-menemista.

El movimiento piquetero y las puebladas

El Jujeñazo fue una de las grandes acciones de masas que dieron origen al movimiento piquetero surgido a mediados de los 90 y cerraría el bloque de puebladas provinciales durante el gobierno menemista.

En 2000/2001 asistimos a nuevos levantamientos piqueteros en las provincias, fundamentalmente en General Mosconi y Tartagal, que cimentaron la rebelión del 2001 junto a una serie de paros generales que tienen como protagonista central al movimiento obrero.

El movimiento piquetero, por su parte, fue una representación política y social de los sectores desempleados que se pusieron en marcha ante la gravedad de la crisis capitalista. Fue la respuesta, que en el terreno de la lucha de clases y de la organización social, dio un sector de la clase trabajadora -expulsada de la fuerza de trabajo- ante el enorme crecimiento de la pobreza y del desempleo masivo; que tiñó el mapa social de la Argentina durante el gobierno peronista de Menem.

Las puebladas destacaron elementos de guerra civil en los “márgenes” del país, entendido esto como “una etapa determinada de la lucha de clases cuando ésta, al romper los márgenes de la legalidad, llega a situarse en el plano del enfrentamiento público y, en cierta medida físico de las fuerzas en oposición” (León Trotsky). En estos levantamientos provinciales, los desocupados retomaban el corte de ruta y el piquete dándole un nuevo contenido y utilidad. Se trataba de defender el corte -que impedía el traslado de las mercancías- con los piquetes.

Las puebladas sólo tuvieron un carácter local sin lograr trascender más allá de las comunidades implicadas. Sus demandas, que ponían en el centro la cuestión del trabajo, no eran directamente políticas. Carecieron de coordinación y proyección nacional. No lograron extenderse a las grandes ciudades, centralmente por responsabilidad de la burocracia sindical que dividió al movimiento obrero ocupado de los trabajadores desocupados, pero también por la debilidad de los estallidos espontáneos en los márgenes del país. En Jujuy, por la extensión provincial que alcanzó el levantamiento, se combina la pueblada con los "azos".

Luego del estallido del 2001, y sobre todo a partir del gobierno kirchnerista, los dirigentes mayoritarios del movimiento piquetero fueron cooptados o subsumidos a una política de gestión clientelar de planes de trabajo y cooperativas, dando origen a una burocracia de los movimientos sociales integrada al Estado.

Pasado y presente

El Jujeñazo de 1997 respondió a la crisis del neoliberalismo que había producido una miseria generalizada por su política de entrega del país y destrucción de los derechos laborales. La clave es la cuestión del trabajo.

El actual levantamiento popular en Jujuy, si bien reconoce elementos estructurales similares como la pobreza y el ajuste del FMI, tiene otros motores que lo distinguen y le dan un carácter más político y generalizado, ya que en el mismo confluyen una huelga docente de masas con la lucha de los pueblos originarios en defensa del territorio contra el saqueo del litio. La lucha contra la reforma antiderechos de Morales y el PJ sintetiza el conjunto de las demandas. Si la diferencia fundamental entre una pueblada y los "azos" está en el carácter político y de clase del levantamiento, podemos definir la situación actual como un segundo Jujeñazo.

Sin embargo, la potencia del levantamiento popular, al igual que en el 97 marca un antes y un después en la escena nacional. La irrupción del “subsuelo sublevado” de la provincia (parafraseando a Raúl Scalabrini Ortíz), su autoorganización y su firmeza combatiente cambiaron las coordenadas de la política. Porque muestra cómo enfrentar a la derecha y el ajuste. El papel del Frente de Izquierda, de Alejandro Vilca, de Natalia Morales y el conjunto de los convencionales y legisladores de la izquierda, fue clave para desenmascarar la maniobra de la Constituyente trucha del gobernador y darle norte al movimiento.

El hilo rojo de la historia dice presente, repitiendo los combates en las rutas, no como una remembranza telúrica, sino como una fuerza que relampaguea en el instante de peligro.


Facundo Aguirre

Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.

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