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Red Internacional
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El peso de la bancada evangélica en la política brasileña

La entrada en escena de una candidata con fuerte y asumidos vínculos con la iglesia evangélica como Marina Silva, y la presencia de un candidato menos expresivo pero imposible de ignorar, como el Pastor Everaldo, pone en primer plano la discusión sobre la influencia de las Iglesias evangélicas en la campaña electoral y en el funcionamiento del Estado brasilero.

Jueves 25 de septiembre de 2014

En el sistema electoral viciado actual, los pastores de diversas iglesias utilizan listas de prestado para lanzar sus candidaturas. Las iglesias que administran son, en general, empresas muy lucrativas y exentas de pagos de impuestos. En el Congreso, estos diputados y senadores constituyen la llamada “bancada evangélica”, que unifica sus mandatos alrededor de impedir el ejercicio de derechos elementales en nombre de supuestos “valores cristianos”, tales como el mantenimiento y ampliación de la criminalización del aborto, contra cualquier derecho civil a los LGBTT, contra la legalización de las drogas y la eutanasia. En la actualidad constituyen el 14,2% de los diputados y el 5% de los senadores. Muchos están involucrados en decenas de esquemas de corrupción entre los cuales el que recientemente ganó transcendencia fue el de Natan Donadon, condenado a trece años de prisión.

En nombre de la “gobernabilidad” sostenida sobre la base de alianzas reaccionarias y oligárquicas, todos los gobernantes, independiente de su partido y convicciones personales, se arrodillan frente a las exigencias de la bancada evangélica, demostrando claramente que hasta la Constitución que habla de un Estado laico no deja de ser papel mojado.

Dilma sigue al pie de la letra las exigencias de la bancada evangélica

El grado de influencia de la bancada evangélica es tal que el gobierno de Dilma se sometió sin dudar a su poder, lo que puede ser fácilmente constatado si recordamos la designación del Pastor Marco Feliciano al puesto del presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso. Lo que provocó innumerables protestas de la comunidad LGBTT. El Pastor pretendía utilizar ese cargo para incentivar la homofobia y el machismo presentes en el Estado, profundizando los ataques que ya existen. EL PT, intentando salvar su imagen frente a los sectores feministas y LGBTT que mantienen ilusiones en el gobierno, hizo declaraciones públicas contra el proyecto reaccionario de la “cura gay” que propuso Feliciano. Pero quien designó al Pastor en la Comisión fue el propio gobierno…

Además, recordemos el episodio en el que Dilma retrocedió frente a las protestas de los evangélicos, cuando propuso el lanzamiento del kit anti-homofobia en las escuelas, llamado por la bancada como “kit-gay”. La bancada evangélica toma como bandera para su accionar la defensa de la “libertad de expresión” y la “libertad de culto” en sus Iglesias, para instigar la homofobia entre sus fieles, perpetuando la opresión que lleva a crímenes de intolerancia como ocurrió recientemente con João Donatti. El poder de la bancada evangélica es directamente proporcional a la homofobia en Brasil, en uno de los países con mayores índices de crímenes de intolerancia contra los LGBTT.

En estas elecciones, se mantiene el poder de la bancada evangélica

Ninguno de los candidatos de los sectores dominantes escapa a las “declaraciones de amor” a los principios de los pastores. La inauguración del “Templo de Salomão” de la Iglesia Universal de Edir Macedo - que costó nada menos que 680 millones de reales – fue palco para que demostraran su inmensa influencia. Enredados en una ovillo de escándalos, que van desde fraudes fiscales hasta la exportación de tierra contaminada al campo de la Universidad de San Pablo Este (EACH), la construcción del templo es, en sí, una “demostración de poder” de Edir Macedo, quien controla su propia red de televisión, la Record, principal rival de la Globo. A la inauguración asistieron Dilma, Alckmin y Haddad para “prestigiar” a Edir Macedo.

En 2010, la ofensiva de la bancada evangelista garantizó que Dilma declarara públicamente que no hará nada por legalizar el aborto. Dicho y hecho. Millones de mujeres siguen muriendo en el país a causa de abortos clandestinos, y en estas elecciones todos los candidatos ya garantizaron que seguirán ese “mandamiento”.

En relación a la homofobia, incluso las tímidas concesiones que aparecieron en el programa de Marina Silva para ganarse al electorado LGBTT no resistieron 24 horas al pronunciamiento de uno de los “todo poderosos” de las iglesias evangélicas: bastó que Silas Malafaia se pronunciara en su Twitter para que la candidata corrigiera la “errata” de su programa, provocando la renuncia de su coordinador de campaña en estos temas.

Aécio, por su parte, asistió a un evento en el que elogió la “gran sociedad” con las iglesias en la caída de la deserción escolar en Minas y afirmó que “todo tiene solución. Si se tiene fe, humildad y se alaba permanentemente a Dios”.

La necesaria separación de la Iglesia y el Estado

Mientras el Estado continúe sometido a los dogmas oscurantistas de una u otra Iglesia, no es posible garantizar los derechos de las mujeres y LGBTT. Se está incluso a años luz de las medidas que hace más de 140 tomara la Comuna de Paris, en la que los trabajadores, instituyeron la separación entre la Iglesia y el Estado, y confiscaron las tierras de la Iglesia católica. No se trata de prohibir cualquier tipo de religión: por el contrario, hoy, en Brasil los que más pregonan la intolerancia religiosa contra las religiones afro-brasileras son justamente las Iglesias evangélicas, basadas en supuestos racistas que datan de tiempos coloniales.

Lo fundamental es que el Estado reconozca la fe como una cuestión de conciencia individual y privada, y que si las Iglesias quisieran mantenerse, que lo hagan de la contribución espontánea y voluntaria de sus fieles, sin disfrutar de beneficios y regalías como ocurre hoy, con excepción de impuestos y un enorme poder para lograr ventajas, como el día Nacional de la Marcha por Jesús, sancionado por Lula.

La necesaria separación de la Iglesia y el Estado es la base para acabar con el oscurantismo que por detrás de una máscara de fe, fomenta el odio y la intolerancia frente a los derechos civiles más elementales, como el derecho al aborto o al matrimonio igualitario.