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SEGUNDA VUELTA EN BRASIL. El triunfo de la derecha en la segunda vuelta de Brasil y las tareas de la izquierda

Los grandes ganadores fueron la derecha tradicional y los partidos del mal llamado "Centrão" -conglomerado con partidos de extrema derecha, muchos de los cuales herederos de la dictadura-, además de las instituciones que apoyan al régimen del golpe institucional. Se fortalece la derecha que apoyó el golpe pero que no es abiertamente bolsonarista. Por el contrario, los candidatos apoyados por Bolsonaro salieron derrotados.

André Barbieri

André Barbieri @AcierAndy

Lunes 30 de noviembre de 2020 10:04

El alcalde de Sao Paulo, Bruno Covas, del Partido de la Social Democracia Brasileña (partido de la derecha neoliberal tradicional), ganó la reelección en la segunda vuelta de este domingo.

El alcalde de Sao Paulo, Bruno Covas, del Partido de la Social Democracia Brasileña (partido de la derecha neoliberal tradicional), ganó la reelección en la segunda vuelta de este domingo.

Como en la primera vuelta de las elecciones municipales, esta segunda vuelta mostró la continuación de la disputa entre la derecha y la extrema derecha, y en esta elección, vimos el fortalecimiento de los partidos del mal llamado "Centrão" -conglomerado con partidos de extrema derecha, muchos de los cuales son herederos de la dictadura- y las instituciones que apoyan al régimen del golpe institucional. Junto a la Suprema Corte Federal y el autoritarismo judicial, además de los principales medios de comunicación, estos representantes de lo que llamamos "bonapartismo institucional" fueron los ganadores de las elecciones. Se fortalece la derecha que apoyó el golpe pero que no es abiertamente bolsonarista. Por el contrario, los candidatos apoyados por Bolsonaro salieron derrotados.

Como símbolo principal de este triunfo de los golpistas reunidos en el bonapartismo institucional, Bruno Covas (de la derecha neoliberal tradicional, PSDB) ganó la alcaldía en San Pablo y prepara el camino para que João Doria, gobernador de São Paulo, avance en mejores condiciones en su disputa contra Jair Bolsonaro hacia las elecciones de 2022.

De las 57 ciudades en las que hubo una segunda vuelta, la configuración de los partidos que más ganaron municipios fue similar a la de la primera vuelta. El MDB (Movimiento Democrático Brasileño, la centroderecha tradicional) ganó la mayor cantidad de gobiernos municipales, 10. El PSDB (Partido Socialista Democrático de Brasil) ganó 8 gobiernos municipales, incluido el más importante del país, San Pablo. Ambos partidos habían ganado un gran número de ciudades en la 1ª ronda, pero a nivel general perdieron una gran cantidad de municipios. El PT ganó solo 4 municipios, y el PSOL quedó con una prefectura.

El MDB ganó en total 785 municipios. El PP (Partido Progresista) totalizó 684. El PSD (Partido Social Democratico) totalizó 655. El PSDB acabó sumando 521 y el DEM (Demócratas) acabó con 465 municipios. Le siguen el PL (Partido Liberal) con 344 alcaldes, PDT (Partido Democrático de Trabajadores) con 314, PSB con 252. Los Republicanos, que disputan la relación de Bolsonaro con el llamado "Centrão", terminaron con 211 alcaldes. Este último es un partido lleno de bolsonaristas, que emergió en estas elecciones superando al PSL (Partido Social Liberal, que había llevado a Bolsonaro al poder), y que se quedó con solo 90 municipios. El PT queda con 183 alcaldes y el PCdoB (Partido Comunista) 46. El PSOL termina la elección con 5 alcaldes. El bonapartismo institucional (tomando solo las cinco primeras siglas en número de prefecturas: PSDB, MDB, DEM, PSD y PP), en términos demográficos, sale de estas elecciones gobernando casi al 60% de la población nacional.

Las fuerzas del bonapartismo institucional (Centrão, MDB, PSDB) disputaron 48 elecciones en esta segunda vuelta. Ganaron 43, es decir, el 88,5% les pertenece. Esta derecha emerge fortalecida para avanzar en su agenda de ajuste, un programa de ataques a los trabajadores que unifica, pese a sus diferencias, a Doria y Bolsonaro, todo el Centrão, los militares, el autoritarismo judicial y la gran prensa golpista. Esto, a la luz de que la burguesía lleva meses a la espera de realizar aún más ajustes, con los ataques más duros y antipopulares esperando que pasen las elecciones.

Rodrigo Maia, presidente del Congreso exigió que el Gobierno de Bolsonaro retome la agenda de reformas tras las elecciones: "Esperamos desde hoy propuestas para organizar las cuentas públicas".

Del lado de Bolsonaro y del PT, en distintas proporciones, ambos están debilitados. Sin embargo, Bolsonaro y Lula siguen siendo las figuras centrales hacia las presidenciales de 2022 (en el caso de Lula, si recupera sus derechos políticos destituidos por el autoritarismo judicial).

Los candidatos de Bolsonaro en las capitales fueron en su mayoría derrotados, lo que siguió la tendencia de la primera vuelta. En las cuatro capitales con candidatos bolsonaristas, sólo ganó el Delegado Pazolini (Republicanos), en Vitória (ES). Recordamos que en la primera vuelta, de los 45 candidatos a concejal que Bolsonaro apoyó en varias ciudades, 33 no resultaron electos; también apoyó a 13 candidatos a la alcaldía, y solo dos ganaron. En resumen, es un mal resultado que deja a Bolsonaro más vulnerable a aceptar las condiciones del Centrão.

Aunque sea indirecto, es una derrota para el presidente, aunque el bolsonarismo está presente en muchas de las siglas que más ganaron.

El PT terminó con 183 municipios, frente a los 254 de 2016. A pesar de competir en 15 ciudades en la segunda vuelta, el PT solo ganó en cuatro, Juiz de Fora (MG), Contagem (MG), Mauá (SP) y Diadema (SP). Perdió en Recife y Vitória, lo que significa que el PT no ha ganado en ninguna de las 26 capitales del país. La derrota en Recife es particularmente dura, ya que las proyecciones mostraban a Marília Arraes con grandes posibilidades de ganar el PSB de João Campos. Es una derrota para la política del PT, que en la primera vuelta involucró todo tipo de alianzas con líderes de derecha y golpistas (incluidas 140 coaliciones con el PSL), como ocurrió en Recife o en ciudades como São Gonçalo y Contagem (donde el PT estaba con el MDB). El PCdoB también fue derrotado, incluso con el gobernador Flávio Dino en Maranhão: fue derrotado con Manuela D’Ávila en Porto Alegre, y terminó con 46 alcaldías, frente a 81 de 2016. Como el PT, estaba en coaliciones con derechistas y estafadores de todo tipo.

Esta política de conciliación con los partidos más repugnantes del régimen, es una réplica de los años en que PT y PCdoB compartían la administración del Estado capitalista, y fueron absolutamente incapaces de ofrecer respuesta alguna al avance de la derecha. Las burocracias sindicales lideradas por el PT y el PCdoB (CUT y CTB), que buscan contener la resistencia extraparlamentaria de los trabajadores a la lista de ataques de la derecha, colaboran con estos resultados políticos.

El PSOL terminó con 5 alcaldes, siendo el más destacado Edmilson Rodrigues, en Belém (PA), que venció por estrecho margen al candidato de Bolsonaro, Eguchi.
En la capital paulista, Guilherme Boulos fue derrotado por el derechista Bruno Covas. Tanto en San Pablo (de la 2a vuelta) como en Belém (de la 1a vuelta), el PSOL optó por construir un frente amplio con partidos burgueses y golpistas (como Rede, PSB y PDT), que como venimos discutiendo en Esquerda Diario, sobre todo respecto a la candidatura de Boulos, es algo que va en contra de la lucha a la derecha golpista del PSDB, por no hablar del bolsonarismo. Los guiños de Boulos a la comunidad empresarial y la prensa dominante significaron un abandono en la tarea de combatir todo el régimen institucional golpista con una política de independencia de clase.

Desde el MRT (Movimiento Revolucionario de los Trabajadores), tuvimos candidaturas en São Paulo, Contagem (MG) y Porto Alegre (RS), y luchamos desde el principio por una política de independencia de clase y un plan de lucha para enfrentar este régimen golpista. El resultado político de estas elecciones llevará al régimen institucional golpista a buscar intensificar los ataques. No es el momento de “calcular coaliciones” y “frentes amplios” para 2022, una política que es hermana de aquella que acepta quedarse de brazos cruzados cuando es necesario unir fuerzas para resistir estos ataques. Así lo propone un arco de analistas, desde Breno Altman hasta Reinaldo Azevedo, una política que se ajusta a los límites impuestos por el bonapartismo institucional. La política llevada a cabo en las elecciones es importante cuando está al servicio de impulsar la lucha de clases extraparlamentaria, con independencia de clases. No podemos seguir creyendo que los estafadores son “buenos en algunos lugares y malos en otros”, como han propuesto ciertas corrientes (la “amplitud” alcanzó la altura de apoyar al DEM en Río de Janeiro). Debemos fortalecer nuestras convicciones de que solo podremos enfrentar los ataques y a los golpistas con la fuerza de nuestra movilización, sin seguir el camino de buscar ocupar espacios a la izquierda dentro de este régimen golpista, ni buscar gestionarlo en alianza con golpistas y empresarios.

Los trabajadores necesitan organizar su defensa contra estos ataques, sin desvincular estas batallas de la necesidad de combatir todo el régimen golpista institucional. Se trata de atacar por regla general no solo a Bolsonaro y su vice, el militar Mourão, sino a todas las instituciones de este marco golpista de los poderes instituidos (Corte Suprema, Congreso Nacional, etc.) que nos trajeron a esta situación, estando a la vanguardia de la defensa de todos los derechos democráticos y problemas sociales de la clase trabajadora y los pobres, que son pisoteados a diario.

La dinámica de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, impuesta por la lucha, es parte de los mayores enfrentamientos entre los intereses de las clases, que demanda la autoorganización y autodefensa de los trabajadores frente a los poderes fácticos del Estado capitalista, lo que permite vincular la defensa de los derechos democráticos de las masas a la lógica transicional de la revolución permanente, que asocia indivisiblemente esta política a la perspectiva de un gobierno obrero que rompa con el capitalismo.

Tal política implica atacar el latifundio y abolir la gran propiedad terrateniente, abolir la Ley de Responsabilidad Fiscal y dejar de pagar la deuda pública fraudulenta, como parte de expulsar el sometimiento al imperialismo, eliminar todos los privilegios económicos de jueces y políticos, haciendo que estos sean electos y revocables y reciben el mismo salario promedio que un trabajador, entre otros temas, como la revocación de las privatizaciones y terminar con los ataques a los servicios públicos.

Ahora mismo se necesita el más amplio frente único obrero, con los sindicatos liderados por la CUT y CTB dejando de lado la tregua con el gobierno, para organizar una resistencia real a todos los ataques y reformas en curso. De esta manera, en el MRT, como siempre, estaremos al frente de la lucha contra cada ataque, en la defensa de todos los derechos democráticos. De importancia estratégica, en el fragor de estas batallas, es la necesidad de reagrupar la vanguardia basada en un programa y estrategia socialista, para superar al PT de izquierda (y también los fracasos de los partidos amplios) y dar pasos en la construcción de un verdadero partido revolucionario en Brasil.


                    

André Barbieri

Nacido en 1988. Licenciado en Ciencia Política (Unicamp), actualmente cursa una maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Federal de Río Grande el Norte. Integrante del Movimiento de Trabajadores Revolucionario de Brasil, escribe sobre problemas de política internacional y teoría marxista.

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