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Red Internacional
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Europa. Elección en Francia: victoria de la ultraderecha y debacle de Macron en un contexto de crisis política

Aunque el anuncio de la disolución de la Asamblea Nacional ha eclipsado en parte el análisis de los resultados de las elecciones europeas, éstos ofrecen un panorama importante de la dinámica política en el país.

Lunes 10 de junio 23:56

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A última hora de la tarde del domingo se conocieron por fin los resultados definitivos de las elecciones para el Parlamento europeo, un tanto ensombrecidas por el anuncio de disolución de la Asamblea Nacional (Parlamento) por parte del presidente Emmanuel Macron. En estas elecciones europeas de 2024, la Reunión Nacional (RN de Marine Le Pen), liderada por Jordan Bardella (31,36%), obtuvo una victoria histórica sobre la lista del bando presidencial de Valérie Hayer (14,6%). En tercer lugar, a sólo un punto del oficialismo, la lista del Partido Socialista encabezada por Raphaël Glucksmann (13,83%) se benefició de la fragmentación del antiguo agrupamiento llamado Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES). Por detrás del pelotón de cabeza, La France Insoumise (9,89%), liderada por Manon Aubry, salva la situación, al calor del auge del movimiento de solidaridad con Palestina en las últimas semanas, pero muestra un retroceso tras quedarse a las puertas de la segunda vuelta en las presidenciales hace unos años, mientras que EELV (Ecologistas) con el 5,2% sufre un duro revés tras quedar tercera en las elecciones de 2019. Las listas LR y Reconquête obtienen un 7,24% y un 5,47% respectivamente. El PCF (2,36%) no enviará ningún eurodiputado al Parlamento Europeo. En la extrema izquierda, escandalosamente boicoteada por los medios de comunicación durante toda la campaña, la lista Lutte Ouvrière, liderada por Nathalie Arthaud, y la lista NPA Révolutionnaire, liderada por Selma Labib, obtuvieron un 0,4% y un 0,1% respectivamente.

Una victoria aplastante de Reunión Nacional, que supone un paso más en el ascenso del partido de extrema derecha.

Aunque en general no es fácil sacar conclusiones definitivas de las elecciones europeas debido a sus características específicas (elecciones supranacionales, proporcionalidad a una sola vuelta, altos índices de abstención, etc.), las elecciones europeas de 2024 marcarán un antes y un después. La aplastante victoria de RN, relegando al partido de Macron a 17 puntos de distancia, es histórica. De hecho, hay que remontarse a las elecciones europeas de 1984 y a la puntuación lograda por la lista RPR-UDF de Simone Veil, que en aquella época había castigado al partido de izquierdas de Mitterrand, para observar una diferencia semejante.

Pero a diferencia de aquel periodo, en el que era la alternancia derecha-izquierda la que estructuraba el campo político, resolviendo así las tensiones institucionales y políticas, la victoria de RN el domingo se inscribe en la profunda recomposición política provocada en 2017 por el hundimiento del bipartidismo tradicional. Consagra a RN como partido líder del sistema político francés. Esta victoria representa un salto adelante en la dinámica ascendente del partido de Marine Le Pen, en un contexto de progresiva «normalización» y aggiornamento programático de este partido al servicio de un proyecto más neoliberal, desde la deuda convertida en «sagrada» hasta el abandono del «Frexit» (como se llamó a la propuesta de sacar a Francia de la Unión Europea).

Sobre todo, confirma el crecimiento constante del partido de extrema derecha desde el ascenso sorpresa de Jean-Marie Le Pen a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2002 y sus 5,5 millones de votos, seguidos por los 6,4 millones de votos de su hija en 2012, los 7,6 millones en 2017 (10,6 millones en la segunda vuelta) y, finalmente, los 8,1 millones de votos en 2022 y el 41,45% de los votos emitidos en la segunda vuelta, es decir, 13,2 millones de votos. Para estas elecciones europeas, con tasas de abstención globalmente equivalentes, el salto del 10% en la puntuación de la lista de RN (31% de los votos emitidos en 2024 frente al 21% en 2019) es considerable.

Aprovechando la nueva apariencia de respetabilidad que ha acompañado a la entrada masiva de sus diputados en la Asamblea Nacional, este salto marca a la vez una consolidación de la base social histórica del partido (obreros enfrentados a la precariedad laboral, empleados y artesanos al borde de la pauperización) y una ampliación hacia capas sociales antes reacias a votar a RN, como sectores de la juventud, profesionales e incluso altos ejecutivos y jubilados adinerados. El voto RN alcanza ahora a diferentes sectores sociales, hasta los que ganan más de 5.000 euros al mes, para los que se estima que llega al 17%. Aunque aún está por ver la magnitud de estos movimientos, el resultado histórico de RN el domingo confirma el impulso general, con un salto sin precedentes en el arraigo del partido, al que hay que añadir el resultado obtenido por Reconquista, partido fundado por el ultraderechista Éric Zemmour, que eleva el resultado de la extrema derecha a casi el 40%.

Debacle del oficialismo y Macron: el bloque burgués se desmorona al imponerse la ultraderecha

La otra dinámica que se desprende de estas elecciones es la debacle del campo presidencial. A diferencia de las elecciones europeas de 2019, en las que Macron logró salvar la situación, quedando justo por detrás de RN, el oficialismo sufrió una aplastante derrota. Tras lograr el 24,91% de los votos en 2019 (a lo que hay que añadir el 2,5% de la UDI (Unión de los Demócratas e Independientes), que forma parte de la mayoría presidencial en la asamblea), el total del campo presidencial es de solo el 14,6% en 2024, aliado esta vez con la UDI, una caída de más de 10 puntos.

En 2022, Macron había podido compensar parcialmente la pérdida de apoyos de su «izquierda» aglomerando sectores que venían de la derecha. A pesar de su derechización, Macron había conseguido, encarnando al «partido del orden», mantener parcialmente un bloque burgués de derechas. En 2024, tras la crisis por las protestas contra la reforma previsional, el fiasco de la ley de inmigración y el retorno de la crisis de la deuda, Macron está perdiendo por todos lados, con el resultado de que el bloque burgués se está reduciendo brusca y espectacularmente. El presidente, que ya era una minoría social y política, es ahora rechazado masivamente en las urnas.

Mientras muchos medios de comunicación y politólogos dan crédito a la idea de que la «irrupción» de Glucksmann y el PS es el factor que explica el declive del macronismo, varios analistas, entre ellos Stefano Palombarini, economista cercano a La France Insoumise, instan a relativizar esta historia. A través de un análisis de los patrones de voto entre 2017-2019 y 2022-2024, muestra que uno de los elementos estructurantes del declive del Macron y el oficialismo proviene de un «desplazamiento del bloque burgués hacia la derecha» y, en este caso, hacia la extrema derecha: «en 2019, el 9% de los votantes de Macron en 2017 habían votado más a la derecha, ahora son el 21% en comparación con 2022: un aumento de 12 puntos, incluidos diez puntos vinculados al desplazamiento de los votantes macronistas hacia la extrema derecha (del 4% al 14%)».

Aunque la magnitud del fenómeno queda por confirmar en los análisis postelectorales, la dinámica social parece estar en marcha. En última instancia, demuestra que «la dificultad de Macron para movilizar a su campo», de la que hablan los medios de comunicación, parece derivarse en primer lugar del desplazamiento de una parte del electorado del oficialismo que ganó en 2022, y de una radicalización de sectores de las clases medias que ahora se dirigen en parte hacia la extrema derecha.

El Partido Socialista avanza a costa de otros sectores de la izquierda institucional

La otra dinámica destacable de estas elecciones europeas es la «irrupción» de Raphaël Glucksmann, candidato de la lista PS-Place Publique, que quedó en tercer lugar a muy poca distancia del oficialismo. Aunque el fenómeno mediático es real, hay que relativizar el resultado electoral. Mientras que en las elecciones europeas de 2019, las listas encabezadas por Jadot y Glucksmann obtuvieron un total combinado del 19,7% de los votos, a los que podríamos añadir al menos algunos de los votos emitidos para la lista de Hamon (3,3%), en 2024, el número total de votos emitidos para las listas socialista y verde es casi idéntico o incluso inferior (19,03%) que en 2019. Al mismo tiempo, EELV (Ecologistas), impulsada electoralmente por la campaña climática en 2019, se desplomó en 2024, con la lista de Marie Toussaint luchando por alcanzar el umbral del 5% necesario para enviar eurodiputados al Parlamento Europeo.

En otras palabras, la buena salud electoral del Partido Socialista, que se beneficia de la volatilidad de las elecciones europeas, se basa principalmente en las dificultades de EELV. Desde un punto de vista estratégico, si bien el resultado valida parcialmente la apuesta realizada por el «ala derecha» del Partido Socialista que, tras la derrota total de las elecciones presidenciales de 2022 y el interludio de la alianza «NUPES», ha conseguido que el partido exista en estas elecciones europeas como una fuerza política de dimensión nacional, persisten importantes contradicciones. No sólo las divisiones del partido siguen siendo profundas, sino que el estancamiento estratégico del PS en una situación en la que la falta de margen de maniobra para las reformas se agrava en un contexto de radicalización de la patronal hace poco probable que surja una nueva línea «socialdemócrata» en el país. Sin embargo, el primer puesto de Glucksmann en la izquierda allana el camino a posibles recomposiciones dentro de la izquierda institucional y podría ver surgir una nueva alianza aún más a la derecha.

Para LFI de Jean Luc Mélenchon, con la lista encabezada por Manon Aubry mejoró su resultado en 2 puntos con respecto a las elecciones europeas de 2019. En un escrutinio en general desfavorable, el movimiento parece haber capitalizado en la recta final la renovada movilización por Palestina entre los jóvenes. Mientras que LFI ha mantenido una posición clara de denuncia del genocidio en Gaza, a pesar del endurecimiento del régimen, algunos sectores de la juventud urbana se han movilizado y han expresado su solidaridad con Palestina a través de la papeleta electoral de LFI. Sin embargo, esta movilización sigue siendo relativa si la comparamos con el impulso generado por la campaña presidencial de Jean Luc Mélenchon en 2022, sobre todo en los barrios populares.

Sobre todo, si se mira el conjunto, este resultado electoral marca un freno al impulso post-presidencial de 2022, que Mélenchon había intentado extender a las elecciones legislativas por medio del NUPES. Una alianza con la izquierda social-liberal que, en última instancia, habrá servido para insuflar nueva vida a un Partido Socialista prácticamente descerebrado tras el 1,7% de Hidalgo en 2022, actuando como trampolín para el PS de Glucksmann-Hollande.

El avance de la extrema derecha y la profundización de la crisis de Macron: es urgente preparar una respuesta

A pesar de la abstención, que sigue siendo significativa, el terreno electoral sigue siendo una refracción parcial y distorsionada de las dinámicas sociales y políticas. Si bien los resultados electorales de este domingo ilustran grandes tendencias (el ascenso de la extrema derecha en un contexto de «normalización», la crisis del débil bonapartismo de Macron), también son la cristalización del cambio de la situación internacional, ilustrada en el contexto europeo por la exacerbación de las tendencias militaristas vinculadas a la guerra de Ucrania, las crecientes dificultades de la UE para hacer frente a la guerra comercial y las consecuencias del genocidio de Gaza, que ha abierto una situación reaccionaria, especialmente en Francia.

En Francia, esta situación es indisociable de la derrota de la batalla contra la reforma de las jubilaciones, durante la cual las direcciones sindicales, al no buscar construir una huelga general, no supieron capitalizar la crisis política y de legitimidad que la movilización de masas había abierto para derrotar a Macron y hacerlo retroceder. En el mismo sentido, las ofensivas reaccionarias de los últimos meses, incluyendo la adopción de una ley de inmigración históricamente brutal y una serie de campañas reaccionarias que allanaron el camino para la victoria del ultraderechista Reunión Nacional el domingo, han sido posibles gracias a la continua política conciliadora de las direcciones sindicales y su negativa a organizar la ira contra el alto costo de la vida o la inflación.

Sólo dentro de este marco general pueden analizarse los resultados electorales del domingo. En este contexto, si bien marcan un salto en el atrincheramiento de la RN y allanan el camino a Marine Le Pen en las presidenciales de 2027, este resultado no es inevitable y dependerá en última instancia de la respuesta que se dé en el terreno de la lucha de clases en las próximas semanas, meses y años.

En un momento en que el presidente Macron está jugando con fuego más que nunca al decidir disolver la Asamblea Nacional (Parlamento) y abrir un bulevar a la extrema derecha, el movimiento obrero necesita urgentemente preparar el contraataque. En 2023, la batalla contra la reforma de las pensiones mostró la fuerza del movimiento obrero y su capacidad para unirse en el terreno de la lucha de clases a pesar del fortalecimiento de las ideas racistas y xenófobas y las divisiones que las acompañan. En 2024, el resurgimiento del movimiento de solidaridad con Gaza en las últimas semanas, a pesar de la oleada represiva y la criminalización del apoyo a Palestina, mostró una vez más el camino urgente que tenemos que tomar para enfrentarnos al gobierno y a la extrema derecha.

Sólo construyendo una alianza entre el movimiento obrero y todos los sectores oprimidos mediante luchas comunes y el desarrollo de marcos de autoorganización podremos construir fuerzas de base capaces de oponerse al régimen y hacer retroceder la apisonadora del gobierno y la extrema derecha. Es una perspectiva que vamos a tener que defender en la calle, y en las próximas elecciones parlamentarias, buscando la unidad de quienes defienden esa lógica de independencia de clase, sin hacernos ilusiones sobre las perspectivas electorales.