En esta entrevista -realizada por miembros de Révolution Permanente, integrante de la Red Internacional La Izquierda Diario- Yang Dong Min, activista de la agrupación "Marcha al Socialismo" analiza la situación política y social en el país asiático y las perspectivas de la clase obrera, la juventud y los revolucionarios.
Viernes 1ro de septiembre de 2023 21:30
Marcha al Socialismo es una organización socialista revolucionaria fundada en octubre de 2022, formada por alrededor de medio centenar de activistas, y ubicada principalmente en Seúl -la capital del país- y Ulsan -una de las ciudades más industrializadas de Corea del Sur-. Formado por trabajadores de una central eléctrica de carbón, conductores de micros de larga distancia y de autobuses, taxis, trabajadores subcontratados en la industria metalúrgica y naval, trabajadores de la salud y la educación. Marcha al Socialismo también fundó la organización estudiantil "Solidaridad Socialista de Estudiantes".
R.P.: ¿Cuál es la situación política y económica en Corea del Sur?
En Corea del Sur, la situación política está dominada por dos partidos principales: el Partido Demócrata y el partido conservador Poder para el Pueblo (PP), que juntos obtuvieron el 96,39% de los votos en las últimas elecciones celebradas en 2022. También está la el Partido Progresista -un partido nacionalista de izquierda-, el Partido de la Justicia -un partido reformista-, y el Partido de los Trabajadores -un partido anticapitalista-
La situación está marcada por una crisis política latente desde hace varios años. En 2016, tras un escándalo de corrupción, la expresidenta Park Geun-hye fue destituida. Moon Jae-In, miembro del Partido Demócrata, gana las elecciones pero rápidamente pierde popularidad durante su mandato debido a sus promesas incumplidas, incluida su promesa de aumentar el salario mínimo y regularizar a los trabajadores informales. En tiempos de crisis, la burguesía no puede hacer concesiones a los trabajadores: éste es el dilema del Partido Demócrata.
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El año pasado se eligió un nuevo presidente, Yoon Suk-Yeol, del PP. Su política se caracteriza por tres cosas. Primero, fortaleció la alianza entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur e intensificó el entrenamiento militar en Corea del Sur. En segundo lugar, ha hecho de “la guerra contra el crimen” una de sus principales preocupaciones, designando en realidad como “crimen” a las actividades sindicales. Atacó a numerosos sindicatos pidiéndoles que mostraran sus listas de afiliados y su financiación, convocó a mil trabajadores de la construcción y arrestó a 19 de ellos. Finalmente, lidera ofensivas permanentes contra las minorías.
Por ejemplo, las personas con discapacidad, que no tienen derechos en Corea del Sur, se han manifestado repetidamente en los andenes del metro para exigir ascensores y autobuses más accesibles. La Policía arrestó recientemente a varios de ellos y los expulsó violentamente del metro. Por otra parte, este año, el alcalde de Seúl, que pertenece al mismo partido que el presidente, prohibió la Marcha del Orgullo, que se celebra cada año en la plaza principal de la capital. Una decisión que muestra el verdadero rostro del régimen, a pesar de que el presidente había dicho durante la campaña electoral: “Ya no hay sexismo sistémico. Es una historia del pasado. Las mujeres tienen exactamente los mismos derechos que los hombres".
Pero el régimen sigue siendo inestable y el actual presidente perdió rápidamente puntos de popularidad, por dos razones principales: aceptó la decisión del gobierno japonés de evacuar 1,3 millones de m3 de aguas residuales de Fukushima al Océano Pacífico y trató de impulsar una reforma laboral que aumentaría la jornada máxima de trabajo a 69 horas semanales, tiempo que en realidad puede extenderse a 80 horas. Estas dos políticas hicieron que su popularidad cayera en picada.
En cuanto a la situación económica, está marcada por una alta inflación. Si bien es menos fuerte que en Europa, es muy alto en comparación con años anteriores. La economía se está desacelerando. Corea del Sur exporta muchos productos, especialmente a China, pero el volumen del comercio está disminuyendo. El salario mínimo se ha fijado muy bajo este año, por lo que el salario real ha bajado.
R.P.: ¿Cuál es el estado del movimiento obrero?
No hubo una verdadera huelga general después de la huelga general de 1996-97. Los sindicatos, debido a su burocratización, no pueden defenderse de los ataques del gobierno. La dirección del KCTU (Confederación de Sindicatos coreana. N d T.), que es pro-Corea del Norte y está vinculada al Partido Progresista, en realidad no libra una lucha contra el gobierno.
Por ejemplo, cuando el salario mínimo fue una gran preocupación este año debido a la inflación, la KCTU decidió convocar una huelga general en julio, mientras las negociaciones entre los sindicatos, las empresas y el gobierno para fijar el monto del salario mínimo se llevaron a cabo en junio. En Marcha al Socialismo insistimos en que la huelga debería realizarse en junio, de lo contrario no tendría fuerza. Y, de hecho, no fue una verdadera huelga general: fueron varios días de huelga repartidos en dos semanas y alternados entre los diferentes sectores. Los capitalistas sabían que la huelga terminaría en unos días, eso no los amenazaba.
Sin embargo, varias luchas han mostrado la militancia de la clase trabajadora surcoreana en los últimos años, en particular la huelga de los contratistas de construcción naval y la huelga de los camioneros. La huelga de los trabajadores contratistas de Daewoo Shipbuilding & Marine Engineering en junio-julio de 2022 generó un entusiasmo y una solidaridad impresionantes en otros sectores.
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Cuando los trabajadores exigieron un aumento del 30%, la dirección patronal intentó romper la huelga enviando trabajadores regulares que utilizaron la fuerza física. Los trabajadores regulares fueron muy violentos e incluso llegaron a atacar físicamente a los huelguistas en su línea de piquete, incluso arrojándoles un extintor de incendios. En ese momento, Los trabajadores regulares, actuando como esquiroles, desafiaron a la dirección del KCTU y exigieron que arrestaran a los huelguistas, amenazando con abandonar la central sindical si no lo hacían. La dirección del KCTU no retuvo a los trabajadores regulares y, debido a la presión ejercida sobre ellos, los huelguistas cancelaron la huelga después de obtener sólo un aumento del 4%. Hoy en día, los ex huelguistas se enfrentan a deudas exorbitantes, ya que la dirección de Daewoo les ha pedido que paguen daños y perjuicios debido a la huelga, cuyo importe se estima en 47 mil millones de wones (más de 35 mil millones de dólares).
La huelga de los subcontratistas de los astilleros se produjo justo después de la de los camioneros, que comenzaron su huelga en junio de 2022 para exigir una prórroga de las garantías del salario mínimo establecidas en 2020. La huelga, que finalizó y se reanudó en noviembre, fue masiva y de alcance nacional, con cifras que llegan a 25.000 huelguistas y 11.000 conductores que participan en manifestaciones. Los huelguistas recorrieron el país, bloqueando importantes instalaciones industriales y puertos marítimos, y recibieron el apoyo de conductores no sindicalizados que también se declararon en huelga. Se llevaron a cabo mítines y manifestaciones de apoyo y el gobierno intentó utilizar las requisiciones para romper la huelga. En ese momento, los camioneros de las confederaciones públicas, en conjunto con otros sectores como ferrocarriles y hospitales, comenzaron a preparar acciones conjuntas, planteándose la posibilidad de combinar la huelga de camioneros con otros sectores movilizados. Pero estos sectores detuvieron la huelga -gracias a sus direcciones sindicales- porque tenían negociaciones específicas con los empresarios y como resultado, la huelga de los conductores quedó aislada. Finalmente, después de quince días de huelga, los camioneros perdieron.
El papel de la burocracia sindical fue central en la derrota: fue ella la que firmó los acuerdos para los sectores públicos y fue ella la que suspendió la huelga de los camioneros con la esperanza de que el Partido Demócrata los ayudaría durante su congreso, lo que evidentemente no pasó. La huelga terminó después de que el Partido Demócrata decidiera no apoyar a los huelguistas. Por nuestra parte, hemos hecho todo lo posible para transmitir la solidaridad que se ha expresado en todo el país con los camioneros. Su huelga generó tanto entusiasmo que trabajadores de otros sectores les decían: "Ustedes son nuestra esperanza en la lucha contra el gobierno". Pero tras la derrota de la huelga de conductores, muchos sectores se desmoralizaron y este año no se produjeron nuevas luchas importantes del movimiento obrero. Se cumplen las condiciones objetivas pero no las subjetivas.
Además, la clase obrera está dividida entre trabajadores regulares e irregulares: los trabajadores regulares tienen sindicatos fuertes y condiciones de trabajo estables, pero sólo luchan por sus reivindicaciones. Por otro lado, los trabajadores irregulares, es decir, los que son autónomos, trabajan en la subcontratación o son trabajadores temporales, y que representan alrededor del 80% de los trabajadores, no están sindicalizados y los que lo están, están aislados, como los trabajadores de la subcontratación naval. Los sectores estratégicos emplean a trabajadores fijos, pero están muy controlados por la burocracia sindical y atrapados en su corporativismo. A menudo estallan luchas en sectores ocupados por trabajadores irregulares, y hace cuatro años se creó una red que agrupa a trabajadores de los sectores de la metalurgia, las obras públicas, el transporte, la limpieza de hoteles, la universidad, los hospitales y los aeropuertos.
R.P.: ¿Cuál es el estado del movimiento estudiantil?
En las décadas de 1980 y 1990 hubo un fuerte movimiento estudiantil, entre los que destacaban corrientes nacionalistas y pro-Corea del Norte. Luego, el gobierno atacó a todo el movimiento estudiantil y lo aplastó, lo que resultó en una profunda desmoralización y lentitud del movimiento estudiantil durante unos treinta años. Actualmente, el movimiento estudiantil es muy débil y pequeño. Aparte de las corrientes pro-Corea del Norte, en la universidad hay muy pocas fuerzas políticas, ya que todas están colapsadas. Además, ha habido importantes ofensivas de la burguesía contra ciertas tendencias políticas, como el marxismo, y contra corrientes feministas después de la nueva ola feminista de 2016. En Marcha al Socialismo luchamos por defender las ideas marxistas y el movimiento feminista en la universidad.
R.P.: ¿Cuál es la situación de la izquierda de Corea del Sur y cuáles son las perspectivas para los revolucionarios?
Nuestra organización es la fusión de tres corrientes, dos de las cuales provienen del Partido Revolucionario, un partido centrista que se escindió en diciembre de 2021, y una proviene de una organización revolucionaria independiente. También existe el equivalente del SWP inglés, pero no está muy establecido en la clase trabajadora.
El desafío central para la clase trabajadora en Corea del Sur es ahora lograr superar la división entre los diferentes sectores. Por lo que a nosotros respecta, estamos profundamente involucrados en la red de trabajadores irregulares y estamos tratando de desarrollarla. Además, defendemos el carácter hegemónico de la clase trabajadora. Por ejemplo, hemos lanzado una red de trabajadores de la energía que exigen una transición ecológica justa, defienden la alianza del movimiento sindical con el movimiento ambientalista y un movimiento ambientalista liderado por la clase trabajadora. Por último, después de apoyar el año pasado a los trabajadores de limpieza de las universidades y organizar manifestaciones de varios cientos de personas.