El 27 de septiembre se celebra el Día del Derecho a Jugar en la ciudad y no faltó el oportunismo del Gobierno y sus funcionarios para sacarse fotos con los pibes y pibas que asisten a las juegotecas de la Ciudad de Buenos Aires.
Jueves 28 de septiembre de 2017 09:32
Estos personajes como la Directora de Niñez y Adolescencia Gabriela Francinelli ( quien ya era funcionaria de este gobierno cuando reprimieron a los niños y niñas de la murga Los Auténticos Reyes del Ritmo) se llenan la boca hablando de los derechos de los niños pero son los principales responsables de la precariedad que pesa sobre ellos. Garantizar un espacio de juego implica varias cuestiones, cómo desarrollar atmósfera lúdica cuando los edificios donde funcionan los distintos dispositivos que tienen como beneficiarios a los pibes y pibas más vulnerables tienen techos que se caen de humedad, juegotecas donde llueve lo mismo adentro que afuera del espacio, hogares sin gas, entre otros problemas.
Por otro lado, están los aspectos subjetivos, ahí estamos los trabajadores de los dispositivos generando juego más allá de los obstáculos, poniendo el cuerpo en juego para garantizar en el día a día el derecho de esos niños que otros usan para la foto. La línea pro de achicar y precarizar los dispositivos del Estado encargados de garantizar estos derechos pega también a los trabajadores de las juegotecas y distintos programas, quienes sufren condiciones laborales pésimas, con pocos trabajadores para las tareas que existen, con sueldos precarios que hacen que debamos tener más de un trabajo, y con contratos basuras, entre otros muchos desdenes.
Los funcionarios Pro hablan de los derechos de los pibes pero los hospitales y centros de salud están colapsados, quieren implementar una brutal reforma educativa para los jóvenes de los secundarios, con un presupuesto que es el más bajo de la historia. Sin vacante en las escuelas primarias, dejando a centenares de niños sin la posibilidad de asistir a una escuela pública.
El cinismo no tiene límites, para el Gobierno hablar de ciertos temas como la desaparición forzada de Santiago Maldonado es usar a los niños políticamente, pero sacarse fotos para campañas con ellos para sumar puntitos en las elecciones es parte del circo de la alegría.