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Latinoamérica. [Entrevista] Claves para entender las elecciones presidenciales en México

Entrevistamos a Pablo Oprinari, del Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas, quien escribe en La Izquierda Diario y es coordinador de Ideas de Izquierda México. Nos habla sobre las próximas elecciones que tendrán lugar en México este domingo 2 de junio.

Jueves 30 de mayo 01:04

Candidatos presidenciales de México -de izquierda a derecha-: Claudia Sheinbaum (candidata oficialista del partido Morena); Xóchitl Gálvez (candidata de la coalición de derecha); Jorge Álvarez Máynez (candidato de "Movimiento Ciudadano" -perfil centroizquierdista aliado en las últimas elecciones al partido de derecha PAN-).

Candidatos presidenciales de México -de izquierda a derecha-: Claudia Sheinbaum (candidata oficialista del partido Morena); Xóchitl Gálvez (candidata de la coalición de derecha); Jorge Álvarez Máynez (candidato de "Movimiento Ciudadano" -perfil centroizquierdista aliado en las últimas elecciones al partido de derecha PAN-).

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Una versión ligeramente modificada de esta entrevista se publicó en Left Voice, que forma parte de la Red Internacional de diarios La Izquierda Diario.

¿Cuál es el contexto de las elecciones generales en México? ¿Cuáles son los temas más importantes a nivel nacional e internacional que influirán la forma en que la gente va a votar?

Este 2 de junio en México se eligen presidente, 500 diputados y 128 senadores, además de 21.000 cargos públicos, incluyendo 9 gobernadores. Alrededor de 98 millones de personas están en condiciones de votar, aunque la participación en los comicios no es obligatoria. Estas elecciones se dan en un momento donde el gobierno nacional de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) goza de gran popularidad (con una aprobación cercana al 60%) y cuando ha conquistado una importante hegemonía. La mayoría de las encuestas pronostican que Claudia Sheinbaum, candidata oficialista, podría alcanzar una ventaja de 20 a 25 puntos sobre su contendiente, Xochitl Gálvez, que encabeza a la coalición de los partidos de la derecha (PAN, PRI y PRD), en tanto que en un tercer lugar se ubica el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, un partido que en varios aspectos tiene un perfil de centroizquierda, aunque ha reclutado políticos provenientes del PAN y del PRI, y en 2018 se alió con el panismo. Hay que mencionar también que las elecciones han estado cruzadas por la violencia, con el asesinato de más de 30 candidatos a distintos cargos en varios estados del país.

La realidad es que la oposición conservadora no logra salir de la crisis de legitimidad que arrastra desde hace años, cuando desde el gobierno aplicó los planes neoliberales, y en estos años ha perdido la mayoría de las gubernaturas del país. El gobierno presume importantes planes sociales y mejoras en las condiciones de vida de los sectores populares. Aunque hay una inflación creciente que afecta al bolsillo del pueblo trabajador, AMLO cuenta a su favor con una estabilidad macroeconómica que se beneficia del aumento del intercambio comercial con EE.UU. Además, la mayoría de las conducciones de las organizaciones obreras y populares apoyan al gobierno o mantienen una relación cordial con él. Estos factores influyen en la elección y puede esperarse el triunfo de la candidata del Morena, que aspira a obtener una holgada mayoría en el Congreso de la Unión, para facilitar el impulso de su agenda parlamentaria. En estas condiciones, la oposición apuesta a disputar algunas posiciones importantes -como la jefatura de gobierno de la Ciudad de México- y a que el oficialismo no obtenga esa mayoría calificada en el poder legislativo.

Andrés Manuel López Obrador dejará el cargo con un alto índice de aprobación, y su sucesora elegida, Claudia Sheinbaum, se perfila como ganadora. Mientras que muchos en la izquierda de México y la región ven a estas figuras como un proyecto progresista, incluso antiimperialista, tú has escrito en profundidad sobre sus rasgos capitalistas y bonapartistas, sus ataques a la clase obrera y la continua subordinación del país al imperialismo estadounidense. ¿Cuál es tu opinión sobre la realidad del papel de AMLO y su partido? ¿Qué debemos esperar de Sheinbaum?

Efectivamente, esa es la imagen que pretende proyectar el gobierno, apoyándose en una retórica progresista y en algunas medidas sociales, laborales y democráticas que impulsó su gobierno, como el aumento al salario mínimo, la ampliación de los programas sociales o la despenalización del aborto. Sin embargo, aunque estas medidas marcan una distancia con las políticas neoliberales previas y generan simpatía en sectores de la población, tienen muchos límites. Estos límites son los de un gobierno que, aunque su lema fue “primero los pobres”, no puso en cuestión los intereses capitalistas, y a lo sumo se restringe a una especie de desarrollismo económico con mayor participación del estado. Las medidas progresistas promocionadas por su gobierno, no representan un cambio de fondo: el aumento al salario mínimo solo beneficia a una porción de la población trabajadora (alrededor del 29% del empleo formal), los planes sociales no cambian la realidad de precariedad de las grandes mayorías y terminan siendo un paliativo, otras medidas -como la mencionada despenalización del aborto-, son en realidad una conquista del movimiento de mujeres que protagonizó movilizaciones multitudinarias cada 8 de marzo, mientras que el gobierno se ha negado a la legalización, y los feminicidios continúan.

En México se mantienen altos niveles de trabajo informal, precarización salarial y laboral que es un pilar fundamental del capitalismo dependiente, sobre la cual se basan la ampliación de las ganancias empresariales, como los grandes magnates Carlos Slim y Germán Larrea, que duplicaron sus fortunas. Además, durante la pandemia, AMLO impulsó decididamente, de acuerdo a las exigencias explícitas provenientes de EE.UU. y Canadá, la muy temprana reapertura de la industria automotriz y maquiladora de exportación, bajo el criterio de que eran “esenciales” , mientras muchos trabajadores murieron de Covid en la línea de producción. Menciono algunos datos que ilustran esto: según la Encuesta Nacional de Población y Empleo, para 2023 un 55,23% de la población ocupada se encontraba todavía en condiciones de “informalidad laboral”, en tanto que la población en “pobreza laboral” (esto es, con un ingreso laboral inferior al valor monetario de la canasta alimentaria) era del 37%, y la jornada de trabajo promedio está en 52 horas semanales.

Otro aspecto ampliamente difundido son los cambios en la legislación laboral, acelerados por las exigencias del Tratado de libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) y al lobby ejercido por empresarios y organizaciones sindicales de EEUU y Canadá, para evitar la “competencia desleal” por los bajos salarios de los trabajadores mexicanos. En la reforma laboral de 2019 se define en particular la obligación de revisión de los Contratos Colectivos de Trabajo cada cuatro años, que deben someterse a la aprobación de la base trabajadora, así como la elección por voto personal, libre, directo y secreto de las conducciones sindicales, entre otras disposiciones que marcaron modificaciones muy importantes en la regulación de las relaciones laborales en el país (donde los CCT eran muchas veces acordados entre la patronal y los sindicatos charros [burocratizados, NdE] sin consultar a la base e incluso antes de la contratación de los trabajadores, y las elecciones de las autoridades sindicales eran realizadas sin la participación de los afiliados ni su voto directo). Estos cambios generaron importantes expectativas en franjas de la clase trabajadora, esperanzados en avanzar en la democratización de sus organizaciones sindicales y el mejoramiento de las condiciones laborales y salariales.

Aunque en varias fábricas importantes de México (como General Motors y otras) los trabajadores lograron rechazar los contratos colectivos pactados por las conducciones burocráticas y algunas de ellas fueron desplazadas por nuevos sindicatos que se reclaman independientes, en la mayoría de las empresas, a pesar de la propaganda del gobierno, se mantienen los viejos Contratos Colectivos y el llamado “charrismo” sindical que oprime a los trabajadores, en tanto no se logró todavía la homologación salarial con Estados Unidos y Canadá que habían prometido.

Sheinbaum ya ha anunciado que mantendrá las políticas de López Obrador y su Cuarta Transformación, como ha autodenominado AMLO a su gobierno para darle trascendencia histórica, siendo las tres primeras transformaciones la revolución de Independencia de 1810-1921, la guerra de Reforma de 1858-1861 y la revolución de 1910. Quiere también aprovechar el nearshoring, favorecido por la cercanía geográfica entre México y EEUU. Para eso están construyendo nuevos parques industriales y proyectos de infraestructura, transporte y comunicación en el sur del país. El objetivo es ofrecer mejores oportunidades de negocios para los capitalistas nativos y las transnacionales estadounidenses, eso implicará mayor explotación para las y los trabajadores mexicanos, y ya está violentando los derechos de las comunidades y pueblos originarios que pueblan en esa zona.

A pesar del papel de AMLO en la promoción de los intereses capitalistas y la subordinación al imperialismo, todavía se enfrenta a una fuerte oposición de la derecha en México y sectores de la burguesía imperialista. Hemos visto una guerra mediática contra su proyecto por parte de algunas publicaciones burguesas de EE.UU. Esta oposición se suma a las ilusiones de algunos en la izquierda de que una defensa del proyecto de AMLO es una posición antiimperialista necesaria. ¿Cómo podemos entender esta oposición y plantear una fuerte perspectiva antiimperialista independiente del proyecto de AMLO?

Creo que lo fundamental a tener en cuenta es que, aunque AMLO sostiene una retórica que resalta la soberanía y la independencia de México, y que ha tenido algunos gestos de política exterior que se han distanciado de la Casa Blanca (como cuando otorgó el asilo a Evo Morales después del golpe de estado en Bolivia), las políticas económicas, migratorias y de seguridad están alineadas con los requerimientos del gobierno estadounidense. Y estas áreas son las centrales en este momento para Washington.

En el terreno migratorio, aceptó las exigencias, primero de Donald Trump y luego de Joe Biden: la Guardia Nacional actúa como la border patrol al interior de México, desde la frontera con Guatemala hasta el Río Bravo, contra los hermanos migrantes centroamericanos, caribeños y sudamericanos. Se han consumado crímenes de lesa humanidad, como el criminal incendio de la estación migratoria en Ciudad Juárez, que terminó con la muerte de 40 migrantes guatemaltecos.

Más allá de los dichos de AMLO de que su estrategia era “abrazos, no balazos”, lo que vemos en México es que la militarización del país, exigida desde hace años por la Casa Blanca como parte de su “guerra contra las drogas” se ha profundizado bajo su gobierno, y se le ha dado mayor poder económico y político a las Fuerzas Armadas. Esto busca en realidad amedrentar y ejercer un “control social” sobre la población, y por eso es que durante los últimos 20 años se han producido cientos de miles de muertos y desaparecidos.
Como ya decía antes, el gobierno de López Obrador no solo ha actuado de acuerdo a las necesidades de las empresas estadounidenses y canadienses bajo el TMEC, manteniendo el saqueo de los bienes comunes naturales que ejerce la industria extractiva, sino que busca ampliar esto con los nuevos proyectos de inversión en los estados del sur del país, al calor del nearshoring.

Aunque el gobierno ha tenido roces con empresarios de Estados Unidos y con el gobierno de Biden (por ejemplo en torno a la reforma energética, que definió una mayor participación del estado mexicano) y si bien es cierto que es criticado, como mencionas, por la derecha y medios de comunicación sensibles al discurso progresista, bajo su administración se mantuvo la subordinación económica de México, se siguieron los dictados yanquis en migración y militarización. Además, la integración productiva y comercial, que tantos beneficios ha traído al capital imperialista estadounidense planea ampliarse.

Evidentemente, una postura antiimperialista está lejos de lo que sostiene López Obrador y el Morena, así como de la oposición conservadora en México. Por eso se requiere luchar por el No Pago de la deuda externa, tanto en México como en toda América Latina, donde representa una parte muy importante de la llamada deuda pública. Junto a esto, nacionalizar sin pago el conjunto de los recursos energéticos en manos del capital imperialista, así como terminar con las concesiones a las trasnacionales, que saquean los bienes comunes naturales. Hay que poner un alto a la militarización del país y la política migratoria mandatada por la Casa Blanca, y terminar con los pactos que atan a México a los dictados de Washington, esto, en el camino de enfrentar la opresión imperialista sobre México y el conjunto de América Latina.

AMLO y la actual candidata presidencial, Claudia Shainbaum, gozan de un gran apoyo popular. ¿Cuáles crees que son las causas profundas de este apoyo? ¿Cuál es el estado de las luchas obreras, campesinas y juveniles en México y que perspectiva levanta el MTS ante esta situación y las elecciones?

Como mencionaba antes, hay que considerar la existencia de medidas laborales y sociales que, aunque claramente insuficientes, fueron vistas como algo distinto a la ofensiva que enfrentaron las y los trabajadores durante los sexenios anteriores. Pero también hay que considerar el papel de las burocracias que lideran las organizaciones obreras y populares, que pasivizaron en gran medida al movimiento de masas y ahora muchos de estos dirigentes apoyan en estas elecciones a Claudia Sheinbaum, integran sus listas electorales y han profundizado la subordinación política de sus organizaciones al gobierno. Durante todo el sexenio hubo, muy a pesar de estos dirigentes, distintas luchas de resistencia en sectores de la clase obrera, así como movilizaciones de la juventud y una intervención muy destacada del movimiento de mujeres, que fue uno de los principales antagonistas del gobierno.

Más recientemente, el magisterio democrático organizado en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que en los años anteriores protagonizó luchas en diversos estados del país, realizó el 15 de abril una jornada de lucha nacional, y el 15 de mayo iniciaron un paro indefinido (el cual ha mostrado más fuerza en estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas), que incluye movilizaciones, bloqueos y un plantón en el Zócalo de la Ciudad de México, exigiendo aumento salarial del 100% y otras reivindicaciones, y ha declarado su independencia respecto al gobierno y la oposición de derecha.

Recientemente vimos también acciones del movimiento estudiantil en solidaridad con el pueblo palestino. En la principal universidad del país (la UNAM) se instaló un campamento, que contó con la solidaridad activa de los académicos. Y en otras universidades estatales se han dado acciones y movimientos de solidaridad. Sale a la luz una nueva agitación en el sector educativo, entre trabajadores, profesores y estudiantes, con distintas demandas.
Ante eso es fundamental rodear de solidaridad estas luchas, difundirlas, avanzar en coordinarlas y en unificar las demandas. Hay que exigirle a las centrales sindicales y sindicatos del país, que apoyen activamente la lucha de la CNTE, para que no esté aislada, para que su lucha triunfe y que todos los trabajadores del país estén en mejores condiciones para pelear por sus demandas.

Ante las elecciones, nosotros hemos planteado que ninguna de las candidaturas con registro representa los intereses de los trabajadores, el movimiento de mujeres y la juventud, y llamamos a no votar por ninguno de estos partidos. Creemos que es necesario desarrollar una postura de independencia de clase, y por eso es que impulsamos el Bloque de Izquierda Independiente y Anticapitalista, al cual se han sumado otras organizaciones políticas, sindicales y sociales, que sostiene una postura independiente ante las elecciones y los partidos patronales. El MTS impulsa esta participación en la lucha de clases y en el escenario electoral, a la par que sostenemos, y ponemos nuestras fuerzas para ello, la perspectiva de construir una alternativa socialista y revolucionaria de la clase trabajadora y los demás sectores oprimidos y explotados.

Dada la creciente importancia de la relación México-Estados Unidos, en la que México está increíblemente subordinado, ¿qué papel pueden desempeñar la clase obrera y la izquierda estadounidenses en la construcción de una fuerte unidad socialista y antiimperialista con nuestros hermanos de clase en México?

Es muy importante lo que preguntas. Existe una tradición de larga data de colaboración internacionalista entre las y los trabajadores de ambos lados de la fronteras y sus organizaciones políticas y sindicales, que se remonta a los años anteriores a la Revolución Mexicana con los “wobblies” del International Workers of World, la relación con el Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magon, y luego de ello en los primeros años de la Internacional Comunista y la Oposición de Izquierda liderada por Trotsky, donde los dirigentes del Socialist Workers Party se solidarizaron con la lucha del pueblo mexicano y las expropiaciones petroleras y ferrocarrileras de 1938.

Ya en décadas más recientes, se expresó también en los lazos tejidos a través de la frontera en solidaridad con los migrantes, por distintas organizaciones de la comunidad latina.
Dicho esto, considero que la clase obrera estadounidense -compuesta cada vez más por trabajadores afroamericanos y latinos- así como la izquierda socialista, puede jugar un papel fundamental en esta tarea que planteas. Pero sólo si empieza a levantar las banderas del antiimperialismo, denunciando en primer lugar la opresión que ejerce la Casa Blanca, el partido demócrata y republicano, sobre los países y los pueblos de América Latina y la xenofobia y el racismo que buscan poner en el centro la ultraderecha y la clase dominante.

Esto implica denunciar el saqueo de los bienes comunes naturales y a la misma deuda externa que sangra y encadena a las naciones latinoamericanas. Enfrentar la explotación de las clases obreras al sur del Río Bravo, así como las políticas militarizadoras y de persecución a los migrantes, levantando en primer lugar la lucha por la apertura de las fronteras y plenos derechos sociales y políticos para las y los migrantes. También los estudiantes estadounidenses, que vienen jugando un rol muy progresivo en solidaridad con el pueblo palestino, tienen un lugar destacado en esto. A partir de ese posicionamiento es que se puede forjar una poderosa unidad internacional y antiimperialista entre el proletariado multiétnico y la juventud estadounidense, y la clase obrera y el pueblo mexicano y de toda América Latina y el Caribe.