El sábado por la noche, Irán envió varios centenares de drones y misiles contra Israel en respuesta al ataque israelí contra Damasco en el que murieron varios comandantes iraníes. Esta escalada es principalmente responsabilidad de Israel y sus aliados.
Domingo 14 de abril 16:57
El sábado por la noche, Irán lanzó una represalia sin precedentes contra Israel, disparando más de 300 proyectiles, incluidos 170 drones, 30 misiles de crucero y 120 misiles balísticos. También se dispararon cohetes, drones y misiles desde Líbano, Irak y Yemen. Tras el ataque a un edificio diplomático iraní en Damasco y la muerte de varios comandantes de la Guardia Revolucionaria, el régimen se enfrentó a un dilema: responder, y probablemente con un grado de intensidad sin precedentes, pero limitando el peligro de desencadenar una guerra total que sería devastadora para el país.
En este contexto, como han señalado numerosos expertos, el régimen optó por una respuesta graduada, llevando a cabo un ataque importante, en cuanto al número de misiles y drones lanzados, pero limitado desde el punto de vista estratégico. Al optar por no delegar su defensa como en el pasado en sus aliados libaneses, yemeníes o iraquíes, Irán rompe con su política histórica de "disuasión". Sin embargo, al lanzar su ataque desde su propio suelo, en lugar de desde posiciones más cercanas a Israel, la República Islámica se ha asegurado de que los proyectiles tarden varias horas en alcanzar su objetivo, dando tiempo a Tel Aviv y a sus aliados imperialistas para preparar una defensa.
Según los primeros informes israelíes, casi todos los disparos fueron interceptados, con el apoyo de Francia, Estados Unidos y el Reino Unido, así como de Siria y Jordania, mientras que el sistema de defensa antiaérea "Cúpula de Hierro" de Israel no se saturó. Una niña y un niño resultaron gravemente heridos por la metralla de un misil o un interceptor, según fuentes israelíes, mientras que se registraron daños menores en una base militar desde la que se habría lanzado el ataque contra el consulado iraní.
A pesar de su carácter comedido, la ofensiva iraní vuelve a poner sobre la mesa el temor a una conflagración regional en Medio Oriente. Mientras el gobierno israelí prosigue su genocidio en Gaza, sin dudar en atacar a sus vecinos junto a sus aliados imperialistas, la reacción de Israel será decisiva. En los próximos días se seguirá de cerca la situación en la frontera libanesa, que Israel hostiga sin interrupción desde el 7 de octubre. Esta "atención" será tanto más crucial cuanto que Tel Aviv podría aprovechar la ofensiva iraní para llevar a cabo el plan de invasión del Líbano que preocupa a la inteligencia estadounidense, además de intensificar sus compromisos en Irak, Yemen e incluso Irán.
En este contexto, las potencias occidentales han mostrado un fuerte apoyo a Israel, en línea con su apoyo al genocidio de Gaza, denunciando el ataque iraní mientras ignoraban la ofensiva israelí a la que era una respuesta. Un discurso que pretende enmascarar su propia responsabilidad y la de Israel en la actual escalada. Además de la destrucción de la embajada iraní en Damasco, en los últimos meses se han producido numerosos ataques estadounidenses en Yemen, Siria e Irak, así como asesinatos selectivos israelíes en Líbano y, por supuesto, decenas de miles de muertos en Gaza.
Sin embargo, desde anoche, Estados Unidos y Francia intentan evitar represalias que puedan desencadenar una conflagración regional. Al parecer, Biden dijo a Netanyahu que Estados Unidos se negaría a participar en operaciones ofensivas contra Irán y no apoyaría tales operaciones. Dado que los líderes del G7 se reunirán este domingo para "coordinar una respuesta diplomática unida a Irán", el objetivo de evitar una nueva escalada parece estar en el centro de las preocupaciones del campo imperialista, a pesar de su apoyo incondicional a Israel.
Aunque la noche del sábado puso de manifiesto los riesgos de un salto en la escalada en Medio Oriente, no se puede saber con certeza cómo continuará el conflicto. Netanyahu se enfrenta a una enorme crisis interna en la que su supervivencia política dependerá de la continuación de la guerra genocida en Gaza y de la satisfacción de las exigencias de sus socios de extrema derecha. En este contexto, sólo la lucha de los trabajadores y los pueblos de la región, en independencia del imperialismo pero también del régimen teocrático y reaccionario iraní y del llamado "eje de resistencia", puede permitir evitar la guerra y dirigir la lucha por la autodeterminación del pueblo palestino.
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