Según los resultados del Centro de Investigaciones Sociológicas de España, el derechista Partido Popular (PP) subió en intención y está a 3 puntos del PSOE, Vox baja casi dos puntos, pero es bien visto el gobierno de coalición del PP y Vox en Castilla y León. Una amenaza reaccionaria beneficiada por el curso belicista y social-liberal del gobierno de PSOE y Unidas Podemos.
Viernes 15 de abril de 2022 20:27
García Gallardo (VOX) -vice- y Fernández Mañueco (PP) -presidente- de Castilla y León
La tendencia al alza del bloque de la derecha y la extrema derecha se consolida según el barómetro de la encuesta elaborada entre el 1° y el 9 de abril.
El PP sube 3,4% en intención de voto hasta situarse a 3 puntos del PSOE con un 27,2%. Vox bajaría 1,9 puntos respecto a la medición de marzo, quedándose en un 14,4%. La posibilidad de que el gobierno de coalición entre ambas formaciones, de derecha y extrema derecha, en Castilla y León sea el anticipo de lo que pueda pasar en las próximas generales gana terreno.
El PP parece así beneficiarse del efecto “renovación” vendido por el conjunto del sistema mediático tras la elección de Alberto Núñez Feijoó como nuevo presidente. Para eso tuvieron que contener las aspiraciones nacionales de Isabel Díaz Ayuso -presidenta de la Comunidad de Madrid-.
Feijoó se ha estrenado con una táctica que podríamos denominar como envolvente. Por un lado fortaleciendo sus lazos con la extrema derecha con la integración de Vox en el gobierno de Alfonso Fernández Mañueco (presidente de Castilla y León) y la asunción de sus propuestas en materia antifeminista, de políticas contra la memoria histórica y criminalización de la inmigración. Por el otro tendiendo la mano al PSOE para llegar a acuerdos de Estado en política exterior, rearme y los sacrificios bélicos a imponer a la clase trabajadora.
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Las fuerzas que componen el gobierno central de coalición mantienen el paulatino desgaste. El PSOE pierde 1,2 puntos quedándose en el 30,3% y conservando la primera posición, y Unidas Podemos en el 10,7%, 1,1 puntos menos que en marzo.
El curso social-liberal y guerrersista del gobierno de Pedro Sánchez demuestra ser el mejor apoyo desde la “izquierda” reformista y el progresismo neoliberal al ascenso de una corriente reaccionaria. Recientemente en Francia vimos esta reacción pasar a segunda vuelta.
En las últimas semanas el gobierno de PSOE y Unidas Podemos se ha puesto a la cabeza de la participación del Estado español en la escalada belicista y de rearme del imperialismo europeo, vendió al pueblo saharaui a cambio de políticas de extranjería en alianza con la dictadura marroquí e impuso moderación salarial frente a una inflación que roza el 10%, mientras se aprobaban nuevos paquetes de rescate por valor de 16 mil millones de euros para las empresas.
Las políticas de derecha, más si las aplica un gobierno autoproclamado de “izquierdas”, siguen siendo la mejor receta para que el malestar social sea capitalizado por fenómenos reaccionarios que se están convirtiendo en una amenaza cada vez más real.
Unidas Podemos intenta marcar distancias discursivas con este curso. Con la mano izquierda, rechaza de palabra los posibles acuerdos con el PP, el guerrerismo y pide aumentos salariales y más recursos para políticas sociales. Con la mano derecha, que es con la que son parte del gobierno, hace suyo el rescate de los 16 mil millones que el PP pretende apoyar, acata el envío de armas, los planes de rearme y la política exterior de Sánchez y vendió como “los más sociales de la historia” los Presupuestos que incluían una subida de los salarios públicos de tan solo el 2% o el aumento del salario mínimo a un paupérrimo 2,5%.
Este nivel de cinismo de Unidas Podemos y sus ministros y ministras cae por su propio peso. Pablo Iglesias vende en su podcast de "La Base" que el rumbo del PSOE abre las puertas a un futuro gobierno de la derecha y la extrema derecha, y escurre el bulto de que su partido siendo parte del ejecutivo de coalición cubre por izquierda el despliegue de la alfombra roja para que Abascal, líder de Vox sea el próximo vicepresidente en un eventual gobierno de coalición con el PP
La inquietud que genera esta posibilidad entre miles de trabajadores, jóvenes, mujeres y migrantes es enorme y comprensible. La amenaza de la reacción es tan real como utópico depositar esperanzas en que ésta va a ser contenida o frenada por el social-liberalismo imperialista del PSOE o por un Unidas Podemos que ha asumido que no hay otro horizonte posible que ser el ala izquierda del gobierno de turno de la OTAN y el IBEX35.
Enfrentar el ascenso de la derecha y la extrema derecha de la mano de quienes le abren camino es simplemente atar de pies y manos a las fuerzas sociales capaces de pararles los pies. Se necesita con urgencia fortalecer la capacidad de movilización y organización de la clase trabajadora y la juventud, y esto solo es posible si se hace de forma independiente al gobierno “progresista” y sus partidos, y enfrentando justamente a este gobierno y sus políticas de derecha.
Toca exigir a las direcciones sindicales que rompan con su complicidad con el gobierno y en particular con la ministra de Trabajo, y se pongan a la cabeza de un plan de movilizaciones contra los sacrificios bélicos y para detener la escalada del imperialismo español. Que peleen por la indexación automática del IPC en los salarios, la nacionalización de todas las empresas estratégicas y la oposición a los planes de rearme y participación indirecta en la guerra de Ucrania.
Al mismo tiempo, la bancarrota de Unidas Podemos, que han pasado de impugnar el régimen a apuntalarlo, y ahora a ser la antesala de una posible redefinición del mismo en clave aún más reaccionaria, plantea la necesidad de poner en pie otra izquierda, en clave anticapitalista, de independencia de clase y, sobre todo ahora, dispuesta a pelear contra nuestro propio imperialismo y el horizonte de barbarie al que nos conduce el capitalismo.