[Desde Nueva York] En este artículo escrito especialmente para Ideas de Izquierda, Daniel Alfonso y Jimena Vergara –integrantes de Left Voice y de la Red Internacional La Izquierda Diario– ofrecen un panorama de la situación política en Estados Unidos, la emergencia de nuevos fenómenos de lucha social y lucha de clases y las tareas de la izquierda.
El 2 de mayo, el sitio Político filtró un leak con el borrador de un documento del Juez Alito que será discutido en la Corte Suprema hacia el mes de julio, echando atrás Roe vs. Wade, el precedente legal que a nivel federal prohíbe a los estados criminalizar el aborto, en un ataque histórico sobre los derechos reproductivos en Estados Unidos.
Los contornos de una situación dinámica
Esta filtración se da en el contexto de la crisis política del gobierno de Joe Biden, que no ha podido pasar ninguna de sus iniciativas en el congreso después de los planes de estímulo e infraestructura post pandemia y no ha podido recuperar los índices de aprobación del 2021, ni siquiera con su política frente a la guerra en Ucrania que cuenta con el consenso bipartidista y la pasividad general de las masas.
La situación de conjunto es muy dinámica. La sinergia entre la agenda internacional del régimen concentrada en Ucrania y el rearme de la OTAN por un lado y la convulsividad política y social doméstica por otro, plantean la posibilidad de un verano caliente.
Hacia las elecciones intermedias de noviembre, ambos partidos ya están haciendo cálculos políticos. El Partido Demócrata, que tuvo un pobre desempeño en las elecciones locales y estatales del 2021, teme perder la débil mayoría con la que cuenta en las dos cámaras. Las intermedias también serán una prueba decisiva para el trumpismo que espera demostrarle al Partido Republicano, que Trump sigue siendo su figura más prominente hacia las presidenciales del 2024 apoyando a los candidatos republicanos que públicamente cuestionan el resultado de la elección del 2020.
El desarrollo de un movimiento de masas por el derecho al aborto depende en gran medida de que estas sobrepasen la contención demócrata como al principio del Black Lives Matter (BLM), y que el Partido Demócrata evalúe qué es menos costoso políticamente, si movilizar o permanecer pasivos con el riesgo de ser castigados en las urnas este año.
Es un cálculo difícil, entre otros motivos porque los sectores tradicionalmente proaborto que se movilizan se encuentran en las grandes ciudades, históricamente gobernadas por el Partido Demócrata y donde las leyes estatales no se verán afectadas en lo inmediato por echar abajo el fallo Roe. vs. Wade. Por ahora movilizar a esta base social no parece que vaya a redituar necesariamente en votos en los estados más comprometidos para los demócratas o los llamados “estados rojos”. Sin muchas sorpresas, el discurso del gobierno es que hay que esperar a noviembre y elegir políticos proaborto en las intermedias.
En última instancia, una de las orientaciones estratégicas de Biden una vez cooptado el BLM era pasivizar el descontento con una combinación de concesiones al movimiento de masas, mucha retórica y la intervención estatal para reanimar la economía, restablecer las cadenas de distribución y contener la inflación. Este plan es el que hoy está en cuestión.
Otra vez, la lucha de clases
Si bien la lucha de clases venía siendo el elemento más retardatario de la situación en general pero con luchas estatales o locales importantes de sectores del movimiento obrero como los maestros de Minneapolis y rabia que se viene acumulando desde Striketober (como se conoce a la ola de huelgas de octubre de 2021) y la Gran Renuncia, la clase obrera irrumpió en la crisis política con el triunfo del Amazon Labor Union (ALU) en Staten Island y la marea de sindicalización en Starbucks. Lo más novedoso es quizá que esta nueva actividad en la clase obrera se combina con altos índices de aprobación entre la población hacia los sindicatos y todos los derechos elementales de la clase. Esta combinación es inédita desde que se impuso neoliberalismo.
No es casual que el movimiento obrero haya pateado la mesa en Amazon, la corporación que duplicó sus ganancias durante la pandemia y el símbolo más nefasto de la avaricia capitalista y los súper ricos con Jeff Bezos a la cabeza. De ahí que Chris Smalls haya popularizado aún más el slogan “eat the rich” (“cómete a los ricos”) que escribió en la chaqueta que llevaba en el mitin a las afueras de Staten Island previo a la votación del sindicato en la segunda bodega. Ni que decir del efecto moral que tuvo haberle impuesto al gigante de la logística un sindicato organizado por activistas y trabajadores de base que en un principio no tenían prensa, ni contaban con el apoyo de las burocracias tradicionales, ni con la ayuda del ala progresista demócrata.
Tanto Amazon como Starbucks expresan la emergencia aún incipiente pero significativa de un sindicalismo de base ligado al sanderismo, que está compuesto por la juventud precarizada multiétnica, antirracista y antiopresión, y de un nuevo activismo juvenil politizado que ve en los sindicatos una vía para mejorar sus condiciones de vida o está organizado en la izquierda y tiene pasión por organizar a la clase obrera. De algún modo, esta juventud en la clase obrera y los movimientos sociales de los últimos años está comenzando a identificar la lucha contra la explotación y la opresión como una sola, producto de la experiencia durante la pandemia y el BLM, reconstituyendo orgullo de clase y odio a los patrones.
Después del golpe de efecto que fue ganar el ALU en la bodega JFK 8, la bodega de enfrente perdió la votación ante el No contundentemente (360 votos por el sí contra 680 votos por el no), gracias a la intensificación de las prácticas antisindicales, por un lado, y a que esta vez la organización de base fue mucho más débil y la política de presión a la administración demócrata, que culminó en una visita a la Casa Blanca el 4 de mayo –en la que Biden no se comprometió en nada– prevaleció.
El triunfo del ALU también golpeó a la burocracia tradicional que se viene reubicando al calor de una mayor agitación en las bases sindicalizadas y ahora en la generación U (precarios). Concretamente se viene fortaleciendo el ala izquierda representada por Sarah Nelson del sindicato de azafatas que ambiciona la dirección de la AFL-CIO y en cierta medida por la nueva dirección de los teamsters que después de muchos años de “sindicalismo amarillo” viene girando a izquierda. Uno de los méritos del ALU fue haberle impuesto a este sector de la burocracia un mitin en frente único a las afueras de la bodega.
Los siguientes meses son decisivos para el Amazon Labor Union que tendrá que negociar su primer contrato con la patronal. Esta no puede permitir que los trabajadores le impongan un salario de 30 dólares la hora como está exigiendo el sindicato. La lucha del ALU amenaza el “modelo de negocios” del gigante de la logística toda vez que su estructura de distribución de mercancías se asienta sobre la superexplotación de miles de trabajadores que trabajan al ritmo de los robots. Para los capitalistas, el mayor riesgo es que la lucha del ALU inspire a otros sectores y eleve las expectativas de toda la clase obrera. Por ello la patronal ya está respondiendo con despidos y represalias contra los sindicalistas. La batalla en Amazon es una batalla para toda la clase obrera.
La disputa por el fallo Roe. vs. Wade se superpone a estos nuevos desarrollos en el movimiento obrero y reabre la crisis orgánica que permanecía latente mostrando las contradicciones más profundas que tiene el régimen bipartidista en Estados Unidos. Por un lado, volvió a mostrar descarnadamente la polarización política y social y la ubicación de las distintas alas del régimen. La agenda republicana y de la ultra derecha hacia las elecciones intermedias se basa en una fuerte ofensiva sobre los derechos reproductivos, los derechos trans y los derechos al voto, expresada en una serie de leyes ultra reaccionarias como “the anti gay bill” o las leyes contra la llamada “ideología de raza” que ya pasaron en varios “estados rojos” de mayoría republicana y prohíben la enseñanza sobre el racismo y la esclavitud en las escuelas de educación básica.
Hasta el momento el espectro del trumpismo y su base social –Trump se mantiene con índices de aprobación que empatan con los de Biden– es un fenómeno dinámico y con posibilidades electorales hacia las elecciones intermedias. Aunque la aplastante mayoría del Partido Republicano es antiaborto, el que gana políticamente liquidando Roe vs. Wade es Trump. En última instancia esto sería el resultado de haber impuesto a dos jueces durante su mandato dejando una Corte más a la derecha de la que recibió cuando empezó su período presidencial.
Por su parte el gobierno y el Partido Demócrata están en aprietos. No estaba en la agenda de Biden tener que lidiar con un movimiento de masas por derechos reproductivos en la calle y hasta ahora, los demócratas están llamando a movilizar de manera limitada claramente para contener. Sin embargo, de no movilizar y actuar pasivamente, el Partido Demócrata está en riesgo de perder las elecciones intermedias ya que su base social tradicional es pro choice (por el derecho a decidir), y hay bastante insatisfacción con el hecho de que Roe vs. Wade no fue codificada (hecha ley federal) durante 50 años, cuando en varias ocasiones los demócratas tenían la mayoría en las dos cámaras. La codificación de Roe vs. Wade además, fue promesa de campaña de Biden junto a la Pro Act. La clase media blanca y educada no quiere que sus hijos e hijas carezcan del derecho elemental a decidir.
La otra crisis institucional en curso afecta directamente a la Corte Suprema, una de las instituciones más prestigiadas del régimen político que viene perdiendo legitimidad desde la era trumpista y la designacion de Kavanaugh, rutilante representante de los provida en Estados Unidos y acusado de violación.
La política del Sanderismo hasta ahora, fue plantear que el fallo Roe vs. Wade sea codificado y llevarlo al piso del Senado hace unos días a sabiendas de que no iba a pasar producto de la técnica de obstrucción parlamentaria del filibuster (filibustero).
Los socialistas y la emergencia de un movimiento por derechos reproductivos en Estados Unidos
Desde la medianoche del día que el documento de Alito se filtró, en decenas de ciudades, cientos y miles de activistas salieron a las calles. La presión era tan grande en redes sociales que la Womens’ March tuvo que convocar con el objetivo de hacer acciones simbólicas y limar todo aspecto de combatividad. Left Voice asistió a la movilización de Nueva York, que contó con 3 mil asistentes. El mitin fue un acto electoral pro demócrata, lo que generó insatisfacción en los asistentes, en especial la juventud. Las organizaciones socialistas presentes, Left Voice, Socialist Alternative y colectivos pro derechos reproductivos logramos convertir el mitin en una marcha combativa en la que nos siguió la juventud en un cortejo de mil personas hasta Washington Square, que tuvo gran repercusión en los medios.
En Detroit, Left Voice junto a Detroit Will Breathe y organizaciones comunitarias organizamos una marcha independiente el sábado 8 de mayo, a la que asistieron más de mil personas.
Desde nuestro sitio web y en nuestros centros de trabajo los miembros de Left Voice estamos agitando y discutiendo con decenas de jóvenes que es necesario partir defender lo conquistado –“We won’t go back”– es decir que no podemos permitir que echen atrás el fallo Roe. vs. Wade, pero que tenemos que ir por más. Estamos comenzando a luchar con los métodos de la lucha de clases en las calles y desde los centros de trabajo y escuelas agitando por Aborto Legal y Gratuito Ya, ¡Que sea ley! Una ley federal que garantice el aborto legal, seguro y gratuito on demand y de fácil acceso para las personas en todos los estados, sin ninguna restricción al estilo de la Enmienda Hyde que impida el acceso al aborto a las personas de bajos ingresos.
Estamos agitando para impulsar un movimiento de masas independiente y en las calles por el derecho al aborto, tomando como ejemplo Argentina, Irlanda y Colombia que nos mostraron que podemos ganar. La única manera de avanzar es organizarnos en nuestros lugares de trabajo, escuelas, universidades y comunidades y tomar las calles, organizar paros y huelgas. Los demócratas solo estafaron a la juventud, las mujeres, los activistas LGTBI que votaron por ellos y nos querrán llevar a las urnas una vez más, así que nuestro movimiento tiene que ser independiente, en las calles y organizado por comités de base en todos los lugares de trabajo, pero también en las escuelas, universidades y comunidades.
En ese espíritu el sábado 13 de mayo organizamos la primera acción convocada por “CUNY for abortion rights” en Brooklyn College –CUNY es la universidad pública de Nueva York, que cuenta con 400 mil estudiantes, maestros y trabajadores–. “Cuny for abortion rights” es el primer comité de base formado por estudiantes y trabajadores, y que pretendemos extender a todos los campus.
La tarea del momento es ligar la ola de sindicalización que sacude a la juventud precaria con la lucha por los derechos reproductivos que está en el corazón de la llamada Generación U. Los sindicatos que ya existen, así como los que se están formando en el frescor de la lucha, deben luchar por el derecho al aborto. Los trabajadores de Starbucks y Amazon están mostrando el camino a seguir luchando contra los jefes multimillonarios y sindicalizando sus lugares de trabajo. Como dice el sindicato de Starbucks: “Todos necesitamos sindicatos para luchar por nuestros derechos como trabajadores, pero también por todos los derechos que necesitamos como personas oprimidas”.
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