Las Tres Grandes empresas automotrices, General Motors, Ford y Stellantis, están tomando represalias contra la UAW, el sindicato de los trabajadores del automóvil, despidiendo a miles de sus miembros en plantas de todo el país. Para derrotar estos ataques será necesaria la autoorganización y la movilización de todos los trabajadores.
Jueves 28 de septiembre de 2023 21:22
En un claro acto de represalia contra los trabajadores del automóvil en huelga, las Tres Grandes Empresas (The Big Three) han despedido a miles de empleados desde que comenzaron las huelgas de la United Auto Workers (UAW) el 15 de septiembre.
En Ford, más de 600 trabajadores que no estaban en huelga fueron despedidos en la planta de Wayne, Michigan, apenas dos días después del inicio de las medidas de lucha. Mientras tanto, General Motors y Stellantis han despedido a un total de 3.000 trabajadores, y se esperan más despidos. Al mismo tiempo, varios proveedores de automóviles de las Tres Grandes también han despedido a una parte importante de sus propios trabajadores como represalia por la huelga de la UAW. Si la huelga continúa durante varias semanas o meses más, es muy posible que estos despidos (y el uso de mano de obra rompehuelga) aumenten exponencialmente, ya que las empresas tratan de proteger sus beneficios y dividir a los trabajadores para debilitar la huelga. Enfrentarse directamente a estos despidos y resistir debe ser una tarea central de todo el sindicato si quieren proteger sus puestos de trabajo, conseguir sus reivindicaciones y construir la solidaridad sindical.
Mientras que la UAW ha condenado los despidos, las empresas automovilísticas afirman que son un resultado inevitable de la huelga, que, al interrumpir la fabricación y la distribución en varias plantas importantes, ha dejado a muchos otros lugares de trabajo sin los materiales necesarios para continuar la producción. Sin embargo, es importante señalar que estos despidos no son sólo una respuesta empresarial al caos creado por la huelga; son, de forma bastante obvia, una herramienta explícita de represalia que las empresas automovilísticas están utilizando para castigar a la UAW y a sus miembros con el fin de romper la huelga.
Como dijo el presidente de la UAW, Shawn Fain, en respuesta a los despidos: "si las Tres Grandes deciden despedir a gente que no está en huelga, están intentando presionar a nuestros miembros para que se conformen con menos". Fain también señaló que los despidos eran innecesarios y que la empresa podía permitirse seguir pagando a los trabajadores despedidos. Con más de 20.000 millones de dólares de beneficios combinados sólo en el primer semestre de este año, sin duda podría.
Pero estos despidos no sólo consisten en exprimir a los trabajadores, sino que también forman parte de una clara estrategia de las Tres Grandes para intentar resistir los peores efectos de la huelga a costa de los propios trabajadores. General Motors, Ford y Stellantis, aunque siguen cosechando beneficios récord, están utilizando estos despidos para ahorrarse millones en salarios al tiempo que siembran el miedo y la inseguridad entre todos aquellos que aún no están en huelga, muchos de los cuales podrían ser despedidos de un momento a otro. Se trata de un claro intento no sólo de presionar a los huelguistas, como explica Fain, sino de crear divisiones dentro del sindicato y entre los distintos sectores de trabajadores: los que aún cobran, los que reciben la paga de huelga y los que van a ser despedidos.
Mientras tanto, las empresas utilizan el Estado y el derecho burgués para castigar aún más a los trabajadores, negándose a pagar el seguro de desempleo, y argumentando que los despedidos durante una huelga no tienen derecho al desempleo estatal. Esta afirmación puede resultar cierta para algunos trabajadores, gracias a la legislación antiobrera del "derecho al trabajo" en varios estados como Kansas y Michigan (que sigue siendo un estado de derecho al trabajo hasta marzo de 2024), donde se están produciendo despidos.
No es descartable que las empresas intenten hacer permanentes estos despidos como castigo adicional contra la huelga y las audaces reivindicaciones que plantea el sindicato. Por ello, es necesario que el sindicato reaccione de forma diferente a la habitual en relación a los despidos. Tienen que tratar este acto de represalia como una amenaza grave que requiere una respuesta directa, y no simplemente confiar en la ley o en los tribunales, que fallan siempre en contra de la clase trabajadora.
Aunque la estrategia de la huelga de brazos caídos ha permitido a Fain y a la UAW ganarse el apoyo de la opinión pública al tiempo que provocaba el caos en los procesos de producción de las Tres Grandes, la naturaleza verticalista de la lucha hasta ahora significa que estos trabajadores despedidos, y muchos otros, no tienen ningún poder de decisión sobre su huelga ni sobre la lucha contra los despidos.
Para garantizar que estos trabajadores sean indemnizados y recuperen sus puestos de trabajo, las bases deben exigir que la huelga incluya directamente entre sus reivindicaciones la reincorporación de todos los trabajadores despedidos en la UAW y en las industrias afines. Para luchar contra estos despidos, la UAW debería organizar reuniones en todas y cada una de las sedes locales para unir a todos los trabajadores: los que están en huelga, los que no están en huelga y los que han sido despedidos. Esto permitiría a los trabajadores (muchos de los cuales ya están organizando escuadrones de vuelo, luchando contra la dirección en la planta y negándose a trabajar horas extras) discutir juntos cómo continuar la huelga, cómo resistir a los rompehuelgas y cómo desarrollar una estrategia que pueda combatir mejor estos despidos tanto durante la huelga como después. Cada nueva oleada de despidos debe ser respondida con nuevos paros y una escalada de la huelga. Los afiliados deben asegurarse de que cualquier nuevo contrato garantice que los trabajadores despedidos sean recontratados y reciban una indemnización por los salarios perdidos.
Pero vencer a las Tres Grandes y construir un sindicato capaz de defender esas conquistas requerirá los esfuerzos colectivos, la energía creativa y el compromiso activo de todos los afiliados, no sólo de los dirigentes elegidos, el personal y los burócratas. Cada trabajador es capaz de liderar y, en última instancia, son los propios trabajadores los que están en primera línea de lucha cada día y los que mejor saben cómo organizarse para luchar contra la patronal. Por eso es tan importante la autoorganización, en forma de comités de huelga y reuniones masivas de trabajadores de base.
Una lucha autodirigida contra estos despidos no sólo crearía una mayor solidaridad entre los trabajadores dentro del sindicato, sino que ayudaría a construir el tipo de organización necesaria para llevar a cabo una huelga lo suficientemente larga como para ganar todas sus demandas, incluyendo la audaz demanda de una semana laboral de 32 horas, que podría ser una parte esencial de la lucha contra los despidos a medida que la industria hace la transición a la producción de vehículos eléctricos.
Al igual que hicieron los trabajadores de las grandes huelgas de brazos caídos de General Motors y sus comunidades y familias en 1937, los trabajadores de base del sector del automóvil, junto con los trabajadores de todo el país, tienen hoy en sus manos, reconstruir un movimiento obrero combativo.
Este artículo fue originalmente publicado en Left Voice, parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario.
Traducción: Gloria Grinberg
James Dennis Hoff
Escritor, educador y activista, Universidad de Nueva York.