La primera chispa se encendió en Nueva York en noviembre de 2012. Muchos dijeron que eran un grupo de locos: los trabajadores exigían un salario mínimo de 15 dólares (el doble del salario mínimo establecido en 7,25 dólares por hora). Pero los salarios de pobreza no son el único problema de las y los trabajadores de este sector. Los puestos de trabajo son absolutamente precarios, los horarios son rotativos, nadie tiene seguro de salud, mucho menos licencias por enfermedad o maternidad, y están prohibidos los sindicatos.
COMENTARIOS