Finlandia se convirtió este martes en el miembro número 31 de la OTAN, en el contexto de la reconstitución del bloque occidental en torno a Estados Unidos frente a un hipotético bloque chino-ruso. La debilidad rusa y las amenazas de despliegue militar ante la avanzada guerrerista y militarista europea.
Martes 4 de abril de 2023 09:53
Foto de archivo: la primera ministra finesa, Sanna Marin, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en una reunión en octubre de 2021.
Finlandia se convirtió este martes en el miembro número 31 de la OTAN. Las negociaciones, que comenzaron en mayo pasado, finalmente se concretaron tras la votación en el parlamento turco la semana pasada, lo que lo convierte en el proceso de adhesión más rápido de la historia. La membresía de un país en la OTAN está condicionada al voto unánime de sus miembros, y Turquía fue el único estado miembro que venía bloqueando la adhesión de Finlandia a la OTAN. Las quejas de Turquía estaban vinculadas al hecho de que Helsinki albergaba a miembros de los partidos kurdos del PKK, PYD e YPG o del movimiento Gülen, designados como "organizaciones terroristas" por Ankara.
El derecho de asilo bajo la bota del militarismo
El memorándum tripartito firmado entre Turquía, Suecia (el otro país que pidió el ingreso a la Alianza) y Finlandia el pasado mes de junio exige a los dos países nórdicos incrementar la lucha contra las "organizaciones terroristas" (es decir: cualquier organización kurda o vinculada al movimiento del clérigo Fethullah Gülen, señalado por Erdogan como terrorista), la expulsión de personas reclamadas para ser juzgadas en Turquía o refugiados kurdos y el fin de cualquier embargo de armas contra Turquía. Por supuesto, Finlandia y Suecia han cumplido en gran medida con los mandatos de Erdogan, a pesar de los términos bastante vagos y las modalidades no imperativas.
Este chantaje es el resultado de un equilibrio de poder que Turquía busca imponer como socio privilegiado de Estados Unidos en la región mientras obtiene concesiones de Washington, ya sea mediante la firma de un contrato para la compra de aviones de combate F-16 o el apoyo encubierto en su lucha contra el PKK.
Como es habitual, Ankara está aprovechando la guerra de Ucrania para intensificar la represión contra los kurdos. La OTAN, que ha sido muy conciliadora con las demandas de Ankara, por supuesto tuvo que ejercer una enorme presión sobre Helsinki y Estocolmo para que aceptaran rápidamente. Para el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, Turquía tiene "preocupaciones de seguridad legítimas y todos los aliados deberían tenerlas en cuenta porque son importantes para nosotros. [...] Cuando Finlandia, Suecia y Turquía cooperan en la lucha contra el terrorismo, ayudan a Turquía en su lucha contra, por ejemplo, el PKK".
Una nueva etapa de la expansión de la OTAN en Europa
La adhesión de Finlandia a la Alianza Atlántica supone una gran victoria para Turquía, que supo defender su agenda política reaccionaria, pero también para la OTAN y Estados Unidos, que consiguen reforzar su influencia en Europa. Finlandia es uno de los países cruciales -junto con Ucrania- para la expansión oriental de la OTAN, ya que tiene una frontera de 1.300 km con Rusia, altamente militarizada y cercana a zonas de primer orden estratégico para el Kremlin. La proximidad de Finlandia a San Petersburgo, la segunda ciudad más grande del país, fue la razón por la que Lenin trasladó la capital rusa a Moscú en 1918.
Además de esto, la península de Kola, en la frontera con Finlandia, es un enorme depósito de armas ruso, que incluye una gran reserva de misiles intercontinentales, y alberga el puerto de Murmansk, que alberga la Flota del Norte, la más grande del país. Que ahora Finlandia sea un miembro de la OTAN, significa que los misiles lanzados desde la península en dirección a Europa se detectarían mucho más rápido y, por lo tanto, quedarían parcialmente obsoletos. Del mismo modo, la flota rusa verá socavada su fuerza de ataque en el Mar Blanco y el Báltico. Con la probable adhesión de Suecia a la OTAN, el Mar Báltico se convertirá en un "lago de la OTAN", y su poca profundidad (55 m en promedio) significa que el Báltico se volverá intransitable para los submarinos rusos, que serán rápidamente detectados por los radares de la OTAN. .
La adhesión de Finlandia también es una ventaja porque el corredor de Suwałki, rodeado por el enclave ruso de Kaliningrado y el aliado bielorruso, y que representaba el único corredor terrestre a Rusia para las tropas de la OTAN que llegaban a Europa occidental, perderá importancia estratégica para Rusia: el cuello de botella de 85 km dará paso a 1300 km de frontera difíciles de vigilar por Moscú.
Entre amenazas de represalias y escalada militar y reaccionaria en Europa
El Kremlin, que amenazó con fuertes represalias a Helsinki y Estocolmo en caso de unirse a la OTAN, se ha contentado de momento con anunciar un refuerzo de sus capacidades militares en el Noroeste. La estrategia rusa se ha centrado en la disuasión nuclear durante varias semanas, como lo demuestra su anuncio del despliegue de ojivas nucleares tácticas en el este de Bielorrusia. El año pasado, el ex presidente Dmitry Medvedev amenazó con recrear el arsenal de armas nucleares en Kaliningrado, un arsenal que, según Vilnius, nunca se ha vaciado.
Sea como fuere, este evento es también una gran victoria para la estrategia estadounidense de remilitarizar Europa; tras el giro militarista de Alemania y Polonia, Finlandia, y probablemente pronto Suecia, tendrán que reforzar sus presupuestos militares para mantenerse en el 2% del PIB exigido por la OTAN. Países que también están lejos de ser pacifistas a pesar de su pseudoneutralidad: la empresa sueca Saab es una de las líderes en armamento en Europa, mientras que Finlandia es desde hace mucho tiempo uno de los países más militarizados de Europa: el servicio militar es obligatorio para los hombres, con un enorme ejército de reserva, y el país está armado hasta los dientes en todos los sentidos, en una estrategia de defensa total. Su artillería es la mayor de Europa, después de Rusia y Ucrania.
La integración de Finlandia también forma parte de la agenda de amenazas y competencia reaccionaria entre China y Estados Unidos. Finlandia y Suecia fueron actores clave en el desarrollo del proyecto de las Nuevas Rutas de la Seda en el norte de Europa y la ampliación de las fronteras de la OTAN podría suponer un freno para el desarrollo de estos proyectos en la región.
La entrada de Finlandia en la OTAN es, por tanto, un paso más en el intento de consolidar un bloque geopolítico y militar occidental contra el desarrollo de cualquier poder denominado “revisionista” en el orden internacional. Este es otro revés para Rusia y una consecuencia indirecta de su invasión de Ucrania. Como dijo acertadamente el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg: "El presidente Putin fue a la guerra contra Ucrania con el objetivo obvio de obtener menos OTAN... Obtiene exactamente lo contrario, obtiene más presencia de la OTAN en la parte oriental de la alianza, y obtiene dos nuevos miembros con Finlandia y Suecia".
Una verdadera demostración de debilidad para Rusia, pero sobre todo un paso más en la escalada militarista y reaccionaria que atraviesa el viejo continente y a la que el movimiento obrero debe oponerse enérgicamente, comenzando por una lucha decidida contra el rearme de sus respectivos imperialismos.