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Francia: del “momento” Berger al “momento” prerrevolucionario

Juan Chingo

FRANCIA

Francia: del “momento” Berger al “momento” prerrevolucionario

Juan Chingo

Ideas de Izquierda

A propósito de la nueva situación en Francia y las tareas del movimiento obrero.

Un intento bonapartista que no pasa y amplifica y cambia el carácter de la movilización

En el marco de la profundidad de la batalla de las jubilaciones, la falta de determinación de la Intersindical y la búsqueda de un compromiso imposible con el poder había llevado al poderoso movimiento social que se despliega desde el 19 de enero a un impasse, como veníamos denunciando. El intento bonapartista de Macron, utilizando las medidas más autoritarias de la V República, no solo reaviva la movilización, sino que la amplifica y cambia el carácter de la misma. Lejos del movimiento “pacífico y responsable” del que se vanagloriaban los dirigentes sindicales, el 49.3 permite que se desplieguen todas las potencialidades de la lucha de masas hasta ahora contenidas por la Intersindical. Entramos en un “momento prerrevolucionario” que puede cambiar la relación de fuerzas entre las clases en Francia.

Un gobierno en crisis, incapacitado de gobernar

La potencialidad de la crisis política y social actual tiene que ver con el salto abierto de la crisis gubernamental en el marco de una profunda crisis de régimen a la vez que con la radicalización del movimiento de masas. El primer elemento determinante es la debilidad de Macron. Este no es solo minoritario socialmente en el país, sino que también es minoritario en la Asamblea. Charles de Courson, un legislador centrista independiente y artífice central de la moción de censura “transpartidista” a ser votada este lunes, afirma que independientemente de si la misma es aprobada o no:

Lo que es seguro es que este gobierno ya no podrá gobernar. No estoy seguro de que el presidente de la República haya medido todas las consecuencias de su decisión. El país será cada vez más ingobernable. Creo que el gobierno actual está en agonizando. Se habla de un cambio de Primer Ministro: me parece evidente, pero no resolverá el problema de fondo. Las cosas van a ir muy mal, en la Asamblea Nacional, en el Senado y en las calles.

Esto se da en el marco de la profundización de la crisis orgánica del capitalismo francés, a la que el macronismo intentaba darle un cierto respiro después de la crisis abierta y desgaste de las coaliciones político/sociales de derecha e izquierda que habían mantenido la estabilidad política de Francia en las últimas décadas. La caída a tierra de Júpiter Macron no solo debilita la figura esencial del régimen presidencialista de la V República, sino que abre una caja de Pandora a izquierda y derecha, una polarización y tensión política cada vez más difícil de resolver en el cuadro institucional, como ha puesto de manifiesto la actual crisis.

Una radicalización del conjunto del proletariado, con reivindicaciones claras y sostenida por manifestaciones y especialmente huelgas

El segundo aspecto y elemento central del “momento prerrevolucionario” es la radicalización de amplias capas del proletariado. Desde hace tres días innumerables motines se realizan en distintas partes del territorio nacional, cantidad de marchas y/o acciones de tipo espontáneas o llamadas por las uniones locales de los sindicatos frente a la radicalización de la base. En un artículo titulado “Comment l’exécutif tente d’enrayer la mécanique du chaos”, un periodista de Le Figaro preocupado dice:

"Por contagio, se golpeó mobiliario urbano y algunos vehículos”, apunta un oficial de campo que detectó en estas acciones esporádicas “mucho parecido con el modo de actuación de los Chalecos Amarillos, cuando el movimiento empezó a descontrolarse".

Aunque en su accionar tiene un paralelismo con la revuelta de los Gilets Jaunes, sin llegar por el momento aún muy temprano de su desarrollo, a sus niveles de violencia y a superar a la represión policial, lo nuevo es que la misma abarca a diferentes capas del proletariado, y a diferencia del levantamiento de 2018 que se concentraba en las áreas periurbanas, se extiende a todo el territorio nacional y toca de forma central a la base de los sindicatos, incluso los más reformistas, como mostraron las acciones de los trabajadores de la CFDT de Dijon quemando una esfinge de Macron, acción repudiada por Berger. Como dice de nuevo el mismo diputado Courson:

Hoy, los sindicatos nos dicen que no están seguros de poder contener a las tropas durante mucho tiempo, como solían decir. Anoche empezamos a ver los primeros estallidos. El riesgo es que los sindicatos ya no sean capaces de encuadrar los movimientos.

Sobre todo, a diferencia de la revuelta de los Gilets Jaunes, la contestación actual levanta toda una serie de reclamos y aspiraciones, desde el rechazo a la reforma a toda una serie de cuestionamientos a las condiciones de vida y de trabajo que van al encuentro de la lógica profunda del capitalismo neoliberal. Este aspecto le da al movimiento actual un carácter potencialmente anticapitalista, a diferencia de la revuelta de los Chalecos Amarillos que, al darse esencialmente por fuera de los lugares de trabajo, no cuestionaba lo esencial de la relación salarial. Y es precisamente que la contestación se arraiga de más en más en los lugares de trabajo, con el sostenimiento de toda una serie de huelgas reconducibles en la energía, la petroquímica, los puertos, en menor medida en los trenes, especialmente la huelga de los recolectores de basura, es decir, la participación del movimiento obrero con sus principales métodos de lucha, la huelga y los piquetes, la principal diferencia del movimiento actual. Mas aún y como respuesta al 49.3, la radicalización de la huelga en la refinería de Normandía, la más grande de Francia, llevando a la paralización de las instalaciones a la vez que el surgimiento de huelgas salvajes, como la del Tecnicentro Chatillon en la SNCF (ferrocarriles) que recrea la dinámica a la huelga general de masas, cuestión que estuvo abierta después del 7 de marzo y por la política de la Intersindical no había podido concretarse.

A esta generalización de la huelga alienta la debilidad del ejecutivo. El viernes han surgido acciones en varios centros de Amazon en Francia para protestar contra la evolución de las actuales negociaciones anuales obligatorias, así como contra la reforma de las pensiones. En varias de las fábricas automotrices del grupo PSA hay una situación explosiva latente, debido a la bronca de los sectores contratados que vienen haciendo paros esporádicos de algunas horas contra la patronal que se niega a otorgarles el premio ligado a los beneficios del grupo que dio a los empleados en contrato permanente y que podrían pegar un salto los próximos días.

Y otros nuevos frentes podrían abrirse. Como dice Arnaud Benedetti, profesor asociado de la Universidad París-Sorbonne y redactor en jefe de la Revista Política y Parlamentaria:

La aceptabilidad de este 49,3 ha sufrido un golpe, como lo demuestran las manifestaciones que se congregaron en París y en muchas ciudades de provincia en cuanto se anunció. Puede ser que esta reforma de las pensiones sea una reforma regresiva por demás, al igual que la utilización del 49,3, el 49,3... El reto [...] consistirá, para el ejecutivo, en evitar que la juventud universitaria y secundaria no entre masivamente en el movimiento social. Si así fuera, estaríamos acercándonos a las orillas de una crisis mayor...

El principal obstáculo: la dirección del movimiento obrero

Frente a semejante crisis política y social, la Intersindical actúa como ultima válvula de escape del régimen de la V República en crisis. La brutalidad del Ejecutivo -y sobre todo la radicalización de la base- han obligado al conjunto de sus componentes a llamar a una nueva jornada de manifestación el jueves 23. Pero la Intersindical se cuida como de la peste de aprovechar y agravar la crisis política para derrotar al macronismo. Cuando en las calles no solo se rechaza al gobierno de Elizabeth Borne sino centralmente vuelve a surgir la demanda de “Fuera Macron”, la Intersindical se mantiene estrechamente en el campo reivindicativo, limitado a su vez a la sola cuestión del retiro de la reforma. Como lo explica claramente Marylise Léon, secretaria adjunta de la CFDT: “No queríamos movilizarnos a principios de semana, porque habríamos pisado el calendario político”. Preguntada sobre la moción de censura transpartidista que debería en efecto debatirse y votarse en el hemiciclo este lunes, respondió: “No nos posicionamos al respecto. Nuestra consigna no es hacer caer al gobierno. Nuestra consigna es el retiro de la reforma”.

En igual sentido se expresaron dirigentes de la CGT en los programas de televisión de estos días. Esta negativa a la politización de la lucha, cuando esta planteado pasar a la contraofensiva contra el gobierno Borne y la presidencia de Macron y todas sus contrarreformas, es el principal obstáculo con que se choca el avance del movimiento. Más que nunca la consigna de “Macron, dimisión” y de “abrogación de la Constitución de la V República” están al orden del día, a la vez que avanzamos una salida democrática radical a la putrefacción de las instituciones autoritarias de esta república burguesa, que vaya facilitando la lucha por un gobierno de las propias masas proletarias.

Sin riesgo a equivocarnos podemos afirmar que el principal obstáculo para que el “momento” prerrevolucionario se transforme en una situación abiertamente prerrevolucionaria, o más aun revolucionaria, es la dirección conservadora e institucional del movimiento obrero.

Por la coordinación de los sectores en huelga y en lucha: ¡construyamos comités de acción por la huelga general!

Superar esta contradicción, avanzar hacia un polo alternativo de dirección del movimiento obrero que fortalezca las huelgas y las coordine, le dé perspectivas y determinación para ganar, es el principal paso que hay que dar para que la situación pegue un salto revolucionario, generalizando la huelga y avanzando hacia la huelga general.

El salto en la radicalización de la lucha encuentra aún al movimiento de masas en ausencia de verdaderos organismos de autoorganización, cuestión que se explica en gran parte por el hecho que eran los calendarios y decisiones por arriba de la Intersindical los que moldeaban al movimiento. De más en más, si el movimiento adquiere una dinámica autónoma e independiente, esta dinámica por arriba va a jugar un rol menos preponderante, como demostraron las acciones espontáneas de la base a partir del jueves.

Si esta situación sigue profundizándose, las huelgas, las manifestaciones, los combates callejeros, los motines, serán cada vez más inevitables. Desde Révolution Permanente sostenemos y apoyamos todos estos movimientos, pero al mismo tiempo luchamos por unificarlos y darles una fuerza mayor. Este es el sentido de la formación de la Red por la Huelga General que empieza a tener un cierto eco en la vanguardia, como demostró el acto exitoso en la Bolsa de Trabajo de París el lunes 13 de marzo, antes de que la situación pegara un salto. En la próxima reunión de esta Red, el próximo martes 21, vamos a luchar para que esta red de activistas y huelguistas de algunos de los principales focos de la lucha actual proponga crear y generalizar comités de acción por la huelga general, abiertos a todos los activistas y corrientes del movimiento obrero que estén por impulsar y concretizar esta perspectiva.

Desde Révolution Permanente decimos alto y fuerte: no hay forma siquiera de avanzar hacia una verdadera huelga general sin una representación democrática, organizada y disciplinada de los sectores en lucha, mucho menos dar una alternativa revolucionaria frente a la política timorata y de conciliación de clases de la Intersindical. Este es el desafío para los próximos días.


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Juan Chingo

Integrante del Comité de Redacción de Révolution Permanente (Francia) y de la Revista Estrategia Internacional. Autor de múltiples artículos y ensayos sobre problemas de economía internacional, geopolítica y luchas sociales desde la teoría marxista. Es coautor junto con Emmanuel Barot del ensayo La clase obrera en Francia: mitos y realidades. Por una cartografía objetiva y subjetiva de las fuerzas proletarias contemporáneas (2014) y autor del libro Gilets jaunes. Le soulèvement (Communard e.s, 2019).