Publicamos a continuación un artículo de Left Voice, medio estadounidense que es parte de la Red Internacional La Izquierda Diario, sobre las sanciones contra Irán que se mantienen en medio del brote de coronavirus.
Viernes 20 de marzo de 2020 17:00
Las sanciones no son nada nuevo, pero en medio del desastre del coronavirus han desatado una crisis humanitaria dentro de naciones sancionadas como Irán. Los socialistas de EE. UU. debemos denunciar con vehemencia y exigir el levantamiento inmediato de las sanciones.
Hasta el 20 de marzo, Irán tiene casi 20.000 casos confirmados de coronavirus y 1.433 muertes —el mayor número de muertes fuera de China e Italia.
Dentro de Irán, las principales ciudades están cavando fosas comunes, y varios altos funcionarios ya han sucumbido al coronavirus, con al menos el 8 % del parlamento iraní portando la enfermedad.
"Según nuestra información, cada 10 minutos muere una persona por el coronavirus y unas 50 personas se infectan con el virus cada hora en Irán", escribió en Twitter Kianush Jahanpur, portavoz del Ministerio de Salud iraní.
Como indicador de la profunda naturaleza de la crisis, el reaccionario Gobierno iraní liberó temporalmente a 85.000 presos (aproximadamente la mitad de su población carcelaria) para ayudar a detener la propagación de COVID-19 dentro de las cárceles superpobladas y plagadas de enfermedades, y los Guardias Revolucionarios de Irán han sido traídos para asegurar que los iraníes acaten un toque de queda público que refleja una dramática escalada en los esfuerzos y una transferencia de poder de los gobernantes políticos a los militares.
Hace tan solo unos meses Irán vivía una serie de movilizaciones, que tenían lugar también en otros países como Irak y Líbano, que cuestionaban la política del régimen teocrático, ya asfixiado por las sanciones económicas estadounidenses, pero en la que muchos también exigían la salida de Estados Unidos de la región. Hoy esas imágenes parecen lejanas, en medio del terror de la pandemia, las terribles condiciones del en las que se encuentra el sistema de salud, las consecuencias de las sanciones en la economía y la militarización extrema de las calles de todo el país.
Esa militarización y los llamados al confinamiento no han frenado la epidemia que se desarrolla en un país con una infraestructura muy degradada y unas condiciones económicas nefastas. Incluso antes de la devastación causada por COVID-19, Irán había estado luchando para hacer frente a las consecuencias de las sanciones de Estados Unidos con millones de jóvenes que sufrían de desempleo, una economía nacional disminuida y una escasez de bienes básicos, en particular en el sector de la salud. Hoy en día, Irán está en una situación aún peor.
La situación en Irán se ve agravada por el hecho de que la administración Trump volvió a imponer sanciones a Irán en mayo de 2018 después de retirarse del acuerdo nuclear. Las sanciones adicionales impuestas tras el asesinato de Qasem Sulemani permitieron que la política estadounidense de "máxima presión", destinada a paralizar las finanzas del Gobierno de Irán, se afianzara plenamente.
Aunque la mayoría de los equipos de protección, como las máscaras y los desinfectantes, se producen en Irán, el acaparamiento ha provocado una escasez que es difícil de mitigar. Las sanciones de Estados Unidos han hecho prácticamente imposible que el país exporte petróleo e importe los medicamentos, el equipo médico y los alimentos que tanto necesita para luchar contra este importante brote.
"Hay una escasez extrema de estos suministros en el país, donde las existencias suelen ser bajas debido al elevado precio de las medicinas y el equipo médico, una consecuencia de las sanciones de los Estados Unidos", publicó Relief International el 29 de febrero.
24 years old Iranian nurse who died in a hospital in Gilan province of Iran due to lack of medical equipment to save the personnel from the spread of coronavirus. #Iran is alone in fighting #coronavirus pic.twitter.com/NmaKTWsz91
— Inamullah Khattak (@Khan_Inam1) March 18, 2020
“Enfermera iraní de 24 años que murió en un hospital de la provincia de Gilan, Irán, por falta de equipo médico para salvar al personal de la propagación del coronavirus. #Irán está solo en la lucha contra el coronavirus”.
La inhumanidad de las sanciones de Trump
Hasta hace poco, el "comercio humanitario" para necesidades vitales como la medicina no se veía afectado por las sanciones. El comercio humanitario con Irán se legisló a raíz del escándalo del programa "Petróleo por alimentos" de Irak, y está consagrado en la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Mejora de las Exportaciones de 2000 (TSRA por sus siglas en inglés). Ese proyecto de ley ordena que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro permita la exportación de ciertos bienes humanitarios (alimentos, medicinas y dispositivos médicos) en los programas de sanciones jurisdiccionales, como el que se aplica en Irán.
En septiembre de 2019, el Presidente Trump le dio al Banco Central de Irán (CBI) una designación de entidad terrorista, eliminando la exención humanitaria que existía anteriormente. Esto ha creado un gran impedimento al comercio humanitario, dada la prevalencia del CBI en la economía iraní y en los mercados de divisas. Sin duda, la designación del CBI fue un intento deliberado de los Estados Unidos de estrangular las transacciones humanitarias. No podría haber llegado en peor momento.
Antes de la designación, los iraníes tenían al menos un canal, por pequeño que fuera, para cubrir parte de las necesidades básicas. Hoy en día, en medio de una crisis humanitaria, los enfermos se están quedando sin medicamentos vitales, lo que agrava el ya alarmante número de muertes en Irán.
Asimismo, las sanciones también están ejerciendo una presión adicional sobre la dañina crisis financiera dentro de Irán. Como indicador de la gravedad de la crisis económica de Irán, el país solicitó la semana pasada un préstamo de emergencia de 5.000 millones de dólares al FMI.
Fue la primera vez desde la revolución de 1979 que Irán pidió ayuda al FMI —una institución impulsada por las políticas e intereses del imperialismo estadounidense que promueve políticas de austeridad contra la clase obrera y los pobres— contradiciendo las anteriores críticas de Irán a la institución por razones ideológicas.
Militarismo estadounidense y sanciones adicionales
Parece que ni siquiera una crisis de salud global puede detener el proyecto imperialista de EE. UU. en Medio Oriente.
La semana pasada, en el cumpleaños del general iraní asesinado Qassim Suleimani, una andanada de cohetes fueron disparados hacia la base aérea de Camp Taji cerca de la capital iraquí de Bagdad. EE. UU. inmediatamente culpó de los ataques a las milicias chiítas apoyadas por Irán y al día siguiente tomó represalias lanzando ataques aéreos a cinco lugares en Irak y anunciando aún más sanciones dirigidas a nueve entidades y tres individuos "que han participado en actividades que podrían permitir el comportamiento violento del régimen iraní", según el secretario de Estado Mike Pompeo.
A pesar de la afirmación de Pompeo, las sanciones están en realidad destinadas a la industria petroquímica de Irán para empujar al país a un agujero económico aún más profundo. Es indignante, por decirlo de alguna manera, que Estados Unidos continúe con su política destructiva e inhumana de imponer sanciones y reforzar el gasto militar en lugar de poner fin a las sanciones y redirigir los fondos hacia la lucha contra una crisis de salud pública sin precedentes. Los dirigentes iraníes, iraquíes y estadounidenses quizá pueden permitirse el lujo de la violencia en medio de una pandemia que, sin una acción adecuada, ya está contribuyendo a la muerte y la destrucción que afecta de manera desproporcionada a las clases trabajadoras de esos países.
Otros países bajo sanciones también están sujetos a presiones
Cuando crisis como las pandemias asolan el mundo, en una sociedad socialista se esperaría que los países colaboraran de todas las formas posibles para mitigar la propagación y el impacto de un virus mortal en la sociedad. El capitalismo, sin embargo, impone un orden mundial diferente, uno en el que un bloque imperialista, dirigido por Estados Unidos, ataca criminalmente a países como Irán, Cuba y Venezuela.
En Venezuela, al igual que en Irán, Estados Unidos ha aumentado recientemente sus sanciones para asestar un golpe al sector salud venezolano a medida que el coronavirus se propaga en el país. En 2019, las sanciones se intensificaron para incluir un embargo de petróleo (la economía de Venezuela se basa en las exportaciones de crudo) y una prohibición de todas las transacciones con entidades estatales venezolanas. Una ronda de sanciones impuestas en agosto de 2019 ya había autorizado la imposición de sanciones secundarias a terceros que trataban con el Estado venezolano.
Hasta ahora, estas últimas rondas de sanciones han tenido un gran impacto, no sólo en los miles de millones de dólares de daños a la economía venezolana, sino también en la salud de la población. En este momento, las aplastantes sanciones impuestas por la administración Trump obligan a Venezuela a gastar tres veces más en equipos de pruebas de coronavirus que los países no sancionados, dificultando gravemente la capacidad del gobierno venezolano para responder a la pandemia.
Además, las sanciones de larga duración han diezmado el sector de salud de Venezuela en los últimos cinco años, lo que ha dado lugar, en particular, a una infraestructura inadecuada y a la escasez de suministros médicos. El presidente Nicolás Maduro solicitó recientemente un préstamo de 5.000 millones de dólares al FMI para luchar contra el coronavirus. No es de extrañar que el FMI, dominado por EE.UU., rechazara la solicitud como una maniobra política —Estados Unidos y sus aliados reconocen a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela y quieren instalarlo como su líder.
Por su parte Cuba dijo que está desarrollando una vacuna que podría salvar potencialmente las vidas de millones de personas si es efectiva, sin embargo, en los últimos 12 meses, Estados Unidos ha golpeado a Cuba con las sanciones tal vez más potentes en medio siglo. Desde el año pasado, Estados Unidos ha sancionado a las empresas de transporte de petróleo que suministran petróleo a Cuba desde Venezuela —un aliado cercano de Cuba. En resumen, Cuba necesita petróleo y los sistemas de salud funcionan con petróleo barato. Con el estricto racionamiento del petróleo, los bueyes y los caballos se utilizan cada vez más para las necesidades de transporte dentro de Cuba.
Los cubanos no son ajenos a los estragos de las sanciones a manos de las naciones imperialistas. El embargo estadounidense a Cuba se introdujo en los años 60 con el objetivo explícito de "provocar el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno", según el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
En la agonía de la crisis del coronavirus, casi ha logrado sus objetivos y podría diezmar aún más las vidas de los cubanos. La escasez de productos como el jabón, que ya escaseaban, podría ahora iniciar situaciones calamitosas.
¡Fin de las sanciones de EE. UU., repudiemos la deuda, opongámonos al militarismo estadounidense!
Si siempre fue necesario poner fin a las sanciones, en medio del actual brote y de la crisis humanitaria de magnitud que está generando se vuelve urgente pelear por el fin de las sanciones económicas inhumanas y los bloqueos contra países como Irán, Venezuela y Cuba. Debido a la violencia aborrecible de las sanciones de Estados Unidos, la gente de todo el mundo se queda con recursos limitados, sin acceso adecuado a los suministros médicos y con sistemas médicos sobrecargados.
Lo que la política exterior de EE. UU. gusta en llamar una política de "máxima presión" está diseñada para infligir los mayores niveles de daño, hambre, pobreza y escasez en nombre de la "democracia" y la "libertad".
A medida que la pandemia COVID-19 aumenta su alcance en todo el mundo, los países que necesitan urgentemente ayuda de emergencia y los que más luchan con esta crisis sanitaria deberían recibir ayuda. La clase obrera de los Estados Unidos debe denunciar la guerra económica impuesta a estos países y pedir el fin inmediato de las sanciones a países como Irán para reducir al máximo las muertes y el sufrimiento.
Muchos países que ni siquiera son objeto de sanciones siguen siendo víctimas del imperialismo estadounidense. Los pobres del mundo son el blanco de los gobiernos imperialistas, especialmente en tiempos de crisis, a través de instrumentos como el FMI y el Banco Mundial. Las instituciones del capital internacional deben ser denunciadas por explotar a los países pobres a través de obligaciones de deuda exorbitantes que impiden a estas naciones invertir en la infraestructura de salud necesaria para hacer frente a una crisis de cualquier magnitud.
Por último, el militarismo de los Estados Unidos debe ser denunciado sobre la base de que sólo existe para servir a los intereses de los Estados Unidos, profundizando la incapacidad de un país para responder a esta crisis de salud. Los socialistas deberían pedir que se reoriente la ayuda militar, se cierren las bases estadounidenses y se suspendan indefinidamente las ocupaciones y los ataques militares.
Maryam Alaniz
Maryam Alaniz es miembro y editora de la sección internacional de Left Voice. Investiga los movimientos sociales como estudiante de doctorado en The New School en Nueva York.