El juicio que avanza contra empresarios que colaboraron activamente con la dictadura militar y hasta participaron de las sesiones de tortura.
Miércoles 4 de abril de 2018
Este martes prestó su declaración Luis María De Giusti, uno de los 24 obreros secuestrados y torturados en el centro de detención clandestino conocido como "El Quincho", que la empresa tenía dentro de su la planta de Pacheco, en marzo de 1976. Los ex gerentes de Ford acusados por crímenes de lesa humanidad son Pedro Müller y Héctor Francisco Sibilla. El primero era gerente de manufacturas y segundo en la escala jerárquica de la empresa. Sibilla era un teniente coronel retirado y jefe de seguridad de la planta de General Pacheco que, como denuncian los sobrevivientes en sus declaraciones, participó personalmente de las torturas. El otro acusado es el ex general Santiago Omar Riveros, jefe de Institutos Militares de Campo de Mayo, quien actualmente cumple condena por otros delitos de lesa humanidad.
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El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de San Martín es quien deberá juzgar a estos empresarios. Su presidente es el juez Diego Barroetaveña y no tiene buenos antecedentes. Como denunció La Izquierda Diario, a fines del año pasado absolvió al ex Capitán del Departamento de Inteligencia del Comando de Institutos Militares, Rafael Félix López Fader. Este último era responsable del centro clandestino "El Campito" que funcionaba en Campo de Mayo y torturaba con perros a sus víctimas.
Esta causa en la que se juzga a responsables civiles por los delitos en el marco de la última dictadura, se elevó a juicio oral hace tres años y medio. Sin embargo, el inicio se postergó dos veces y en el camino fallecieron dos de los acusados: el exgerente de relaciones laborales Guillermo Galarraga, que llegó a estar procesado por su participación primaria en estos delitos de lesa humanidad. También falleció el entonces presidente de la compañía, Nicolás Courard. El paso del tiempo que la justicia dejó correr les garantizó la impunidad.
Los grandes ausentes entre los acusados en esta causa son los burócratas del sindicato SMATA, quienes siguen impunes a pesar de haber tenido un rol fundamental entregando trabajadores, no sólo en Ford, sino también en otras empresas como Mercedes Benz. De hecho, en el auto de elevación a juicio de la causa Ford constan dos informes elaborados por SMATA del 23 de agosto de 1985 y del 13 de julio de 2004, donde hacen saber que la nómina de delegados del personal de “Ford Motors Argentina S.A.” fue puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional por el sindicato.
El secuestro de Luis De Giusti
En su declaración, De Giusti contó que tenía tan sólo 20 años cuando era delegado del comedor que Ford tenía en la planta de Pacheco. De ahí mismo, dos personas de civil se lo llevaron la noche del 24 de marzo junto con Jorge Enrique Constanzo, otro delegado del comedor, hasta "el Quincho". Allí fue torturado.
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"Nos taparon las cabezas con nuestras propias camisas, nos ataron las manos con alambres de fardos y nos golpearon. Posteriormente fui subido a un automóvil ‘Ford Falcon’ y previo a llegar a la Comisaría 1era de Tigre de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, fui sometido a dos simulacros de fusilamiento, para lo cual me apoyaron un arma larga en la cabeza y me gatillaron en dos oportunidades. Ya en dependencias de la Comisaría de Tigre, me encerraron durante cinco días en un lugar pequeño, cerrado y debajo de una escalera de material sin comer ni tomar agua junto a Constanzo". Según relata De Giusti, al cabo de cinco días lo trasladaron a la cárcel de Villa Devoto. Después de pasar por varias unidades carcelarias, fue liberado en enero de 1977.
Como han relatado otros sobrevivientes, después de ser liberado la vida fue muy difícil. Ambos siguieron con libertad vigilada hasta 1983. Desde ese momento y por más de 42 años llevan adelante la lucha por el juicio y castigo para estos empresarios genocidas.
Pedro Troiani, otro de los obreros sobrevivientes el día de su declaración relató que "el 24 de marzo de 1976 se militarizó la fábrica, había tanques, camiones del Ejército, tanquetas, helicópteros. Fue un operativo impresionante, nos pedían documentos. Ese día la guardia de Ford retuvo a Reposi y se lo entregó a los militares que lo pusieron en un camión que tenían dentro de la fábrica y esa misma noche se llevaron a otros dos delegados del comedor, Luis De Giusti y Constanzo. A medida que pasaron los días fueron desapareciendo otros compañeros y sus familiares venían a la puerta de la fábrica a preguntar por ellos”. En su relato explicó cómo personal de seguridad de la empresa junto a fuerzas del Ejército tenían el control de las puertas de ingreso y egreso de la planta. Ford proveía a los militares de vehículos, combustible y hasta les había asignado un lugar en el comedor donde comían los obreros y habían instalado catres para que duerman. “Entre 50 a 60 militares recorrían toda la planta todo el tiempo, lo hacían de uniforme y armados”, contó Troiani.
La organización y lucha de los trabajadores: el objetivo de los genocidas
El golpe fue la respuesta de los capitalistas y sus fuerzas represivas para barrer la organización que se venía gestando en el país desde el Cordobazo en 1969.
En la zona norte estaba el principal cordón industrial del país, donde miles de obreros se organizaban en sus lugares de trabajo y en las Coordinadoras Interfabriles, que disputaban el poder a la burocracia sindical (de la que el SMATA de José Rodríguez era un exponente central). Con su organización ponían en jaque a las patronales y al gobierno que intentaban imponer un plan económico brutal y subir los ya altos ritmos de trabajo para aumentar al máximo la productividad. Patronales y burocracia ansiaban barrer la organización de los trabajadores.
Como dijo De Giusti en su declaración, "nosotros queremos justicia no sólo por nosotros, si no para las nuevas generaciones para que esto no pase nunca más".
En la próxima audiencia que será el 17 de abril declarará Roberto Cantelo, otro de los 24 obreros sobrevivientes a quien detuvieron el 28 de marzo de 1976. Cantelo se desempeñó como secretario de actas de una comisión interna de la Planta de estampados de “Ford Motors Argentina SA”, durante un año y medio antes del golpe militar de 1976.
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Ford, como otras empresas responsables del genocidio, sigue impune y obteniendo enormes ganancias a costa de la explotación de sus obreros. Todos los gobiernos desde 1983 se lo han permitido. La pelea por el juicio y castigo para todos los genocidas es una tarea de primer orden de los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre.