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Red Internacional
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Tierra para vivir. Guernica: cuando defender la “propiedad” es defender a los grandes especuladores

"La igualdad consiste en que la Ley es la misma para todos, sea protegiendo, sea castigando". Pero algunos son más iguales que otros frente al derecho a la Propiedad. Para el desalojo que preparan en Guernica, no importa que no existan dueños legítimos, basta con que existan dueños en general.

Jueves 15 de octubre de 2020 17:29

Se calcula que se han tomado más de 4.300 hectáreas en la provincia de Buenos Aires.

¿Qué es lo que se ha tomado?

Son terrenos desocupados hace años que en muchos casos, como es Guernica o Los Hornos, quienes reclaman ser auténticos propietarios no tienen escrituras ni títulos. Terrenos baldíos que se han transformado en basurales, sobre los que familias con niños han improvisado amparo a la intemperie con palos y bolsas plásticas, como la toma en Solano u otras en La Matanza. Y hasta casas que el Gobierno dejó a medio construir, como la de Los Ceibos: barrio abandonado en el año 2014. La metáfora del olvido no es sólo macrista.

Al traslado organizado a estos predios de miles de personas que en la crisis y pandemia se han quedado sin trabajo y sin dinero; a la recuperación de estos terrenos en manos de amplios sectores del pueblo que los necesitan para palear la crueldad de la intemperie; al derecho del sector más desposeído del pueblo trabajador a tener su vivienda, a construir su Ciudad: la Justicia, la política burguesa y sus medios de comunicación le han llamado usurpación. Y resguardados tras el escudo de hierro del código penal, soltaron las riendas de las policías con sus bolsillos recientemente recompensados, para que aterroricen, prendan fuego, pasen topadora, peguen y disparen.

Así desalojaron en Rafael Castillo y en Los Hornos. Así se preparan para avanzar sobre las 2500 familias de Guernica. Axel Kicillof lo confirmó: El juez, el fiscal, el sistema judicial, resolvió que tenga que haber un desalojo. La Policía de la provincia, las fuerzas de seguridad son auxiliares de la Justicia. El que resuelve las condiciones de desalojo es el juez. Y es una resolución judicial. Nosotros no podemos, si la voluntad del juez es contraria, hacer otra cosa que esa.

¿Qué propiedad defienden?

No defienden la propiedad de aquellos que pudieron mantener un laburo y un ingreso el tiempo suficiente para ahorrar o pagar una hipoteca, o de aquellos que heredaron y continuaron el esfuerzo de sus familias. En Guernica, la Justicia y el Gobierno preparan una represión a pedido de grandes empresas inmobiliarias con proyectos de barrios cerrados que no tienen una sola escritura o título, es decir que de palabra se reclaman propietarias.

No importa si pueden acreditarlo o no. La propiedad que se está defendiendo con la violencia organizada del Estado es la propiedad privada, la propiedad de la clase social que es dueña de los negocios capitalistas y es dueña también de nuestro tiempo de trabajo. Un trabajo con el que ellos se enriquecen y nosotros a penas llegamos a pagar nuestro alquiler.

Estas son las reglas de su Democracia. Estos son los derechos que defienden

La declaración de los derechos humanos y del ciudadano, que dio marco a las democracias capitalistas en las que hasta el día de hoy estamos sumergidos, proclama como derechos imprescriptibles: la Igualdad, la Libertad, la Seguridad y la Propiedad.

La igualdad consiste en que la Ley es la misma para todos, sea protegiendo, sea castigando . Pero algunos son más iguales que otros frente al derecho a la Propiedad. Para el desalojo que preparan en Guernica, no importa que no existan dueños legítimos, basta con que existan dueños en general. Dueños de empresas inmobiliarias que adeudan millones en impuestos y cargas sociales. Parece que el derecho sobre el territorio no puede ser para quienes nada tienen más que su voluntad de trabajo, si no para quienes hacen de la propiedad un negocio.

La libertad consiste en poder hacer todo lo que no perjudique a otro . Pero algunos son más libres de hacer y otros son más libres de salir perjudicados. En Guernica son 2500 familias que se ayudan entre sí, tejieron lazos de solidaridad para parcelar un pedacito de tierra para cada una, para bancar las ollas y desde el barro levantar el proyecto colectivo de una Ciudad, con sus calles, hospitales y escuelas.

El jefe del Estado provincial, Axel Kicillof, con su Cuervo al hombro, les responde que “no se resuelve el problema de la falta de vivienda yendo contra la propiedad o el derecho de otros”. Así es que entre “iguales”, el derecho más espeso vuelve a ser el de las empresas privadas a hacer negocios.

Si dejamos que conteste el joven Marx, podremos entender esta contradicción: El derecho humano a la libertad no se basa en la vinculación entre los hombres sino, al contrario, en su aislamiento (…) La aplicación práctica del derecho humano de la libertad es el derecho humano de la propiedad privada. Es por esto que esa Libertad y ese derecho proclamado, no aplica para quienes nada tienen y de forma colectiva, con esfuerzos mancomunados, buscan habitar una tierra deshabitada. La Libertad que defiende el Estado, es la del egoísta interés de los grupos privados, nuevamente, sin importar que puedan acreditar su legitimidad.

El presidente Alberto Fernández dijo el domingo en una entrevista con Verbitsky que una noche hablando con Cristina y con Néstor discutieron, en esencia ¿qué es la política? Y Cristina contestó que “en toda sociedad hay una disputa de intereses y lo que tenemos que tener claro es qué intereses representamos nosotros”.

El desalojo ha quedado nuevamente en suspenso, pero la amenaza de represión sigue vigente y el ministro de Seguridad, Sergio Berni, prepara un inmenso operativo policial. Las familias continúan en estado alerta, preparándose para resistir lo que se viene, porque no tienen otro lugar donde ir. Un enorme arco democrático de organizaciones y personalidades de derechos humanos, artistas y organizaciones sociales vienen acompañando el reclamo de tierra para vivir. Aunque el presidente declaró que la toma de tierras en Guernica “no es un delito” y que “la respuesta no es que hay que ir con un policía y con un juez a sacarlos a palazos de ahí”, el poder ejecutivo se posiciona una vez más por los intereses de grupos privados, con la tensión de la amenaza represiva.

Los costos políticos de la represión ya tienen su nombre y apellido. No así los inexistentes títulos de propiedad. En medio de una crisis económica que se reclama más feroz que la del 2002 y se perfila más aguda que la de los años ’30, defender los intereses de las mayorías populares está en las propias manos del pueblo trabajador y de las organizaciones de su clase.

El derecho del pueblo a organizar la lucha por sus derechos

Fernández decía en la misma entrevista: Si el capitalismo es el mecanismo de desarrollo económico de una sociedad. Lo que tiene es que darle a todos oportunidades de crecer y desarrollarse. Y crecer y desarrollarse es mejorar los términos de igualdad y de distribución que actualmente existen.

El derecho a la vivienda, el reparto de la tierra y una reforma urbana en beneficio de las grandes mayorías cada día más golpeadas por la pobreza, los bajos salarios y la precarización, son necesidades humanas y derechos democráticos que el Estado capitalista no parece estar dispuesta a garantizar.

Quizás estas promesas igualitaristas del presidente, que quiere mostrarse como la conducción política de una mediación "equitativa" entre los intereses privados y las necesidades de las mayorías, se comprenda mejor como vana ilusión cuando bajándole el tono a su discurso Fernández aclara: "esto es como una demanda judicial, uno pide 10 para conseguir 2".

En el camino, esos 8 que se pierden en la negociación, son las necesidades de la clase trabajadora, que parten de la más elemental supervivencia. Una verdadera igualdad que garantice estos derechos humanos básicos para las mayorías, va de la mano del derecho del pueblo a desarrollar y organizar una lucha clara y abierta por resguardar sus intereses, frente al interés individual de la sagrada propiedad capitalista que tiene al Estado como su más celoso guardián.

Es por esto que sólo la movilización revolucionaria de millones puede abrir el camino a una ruptura radical con éste orden social y liberar la creatividad colectiva de las masas, para invertir las prioridades, reorientando los esfuerzos y los recursos en beneficio de los intereses de la mayoría de la sociedad. Sólo un Gobierno de los trabajadores, en ruptura con el capitalismo y sus Estados, podrá realizar hasta el final todos los derechos postergados y negados por el orden social de la propiedad privada.