La huelga de enfermeros y transportistas de mercancías peligrosas han obligado al Gobierno a intervenir dos veces en dos meses. Dos huelgas que se dan en el marco de meses de alta conflictividad sindical en el país vecino.
Carlos Muro @muro_87
Martes 23 de abril de 2019 19:40
Distintas huelgas y luchas de trabajadores han hecho temblar al Gobierno portugués en los últimos meses con intensas movilizaciones en lo que llevamos de año.
Han sido ya dos veces que el gobierno luso ha tenido que recurrir a la reaccionaria ley de “requisición civil” para tratar de paralizar las huelgas. Una ley que no se aplicaba desde hace 43 años. La primera vez fue en febrero, cuando 600 enfermeros de quirófano convocaron huelga tratando de hacer “el mayor perjuicio institucional y el menor del paciente”. La huelga fue convocada por el sindicato de enfermería ASPE, fundado recientemente en 2017.
La segunda vez ha sido este mes de abril con 600 transportistas de mercancías peligrosas, que pusieron el país patas arriba hasta este pasado jueves, cuando se desconvocó la huelga. En todo el país se podían ver colas interminables para repostar y aeropuertos sin reservas. El Sindicato Nacional de Conductores de Mercancías Peligrosas (SNMMP), creado hace tan solo cinco meses, ha conseguido poner nervioso al gobierno.
Sus reivindicaciones son la creación de una categoría profesional especial y una mejora salarial, que como mínimo sea un aumento del doble del salario mínimo. Según el sindicato, sus camioneros cobran 630 euros y el salario mínimo actual es de 600.
Como declaraba el primer día de protesta Pedro Pardal Henriques, vicepresidente del sindicato los conductores de mercancías peligrosas, están exigiendo las condiciones que existían hace dos décadas, un salario equivalente a “dos salarios mínimos”.
“Estos conductores deben tener una formación especial. Tienen que tener una certificación ADR para manipular mercancías peligrosas, pero la categoría profesional que se reconoce es sólo la del transporte de mercancías pesadas. En vista de su especificidad y del riesgo al que están sometidos, la primera exigencia importante es el reconocimiento de la categoría de conductor de mercancías peligrosas y, a continuación, el número de horas de trabajo que realizan, que es excesivo, así como la cuestión de los salarios. Exigimos lo que existía hace 20 años: dos salarios mínimos, que nos parecen justos”, ha declarado Henriques.
La aparente recuperación de la economía portuguesa, que tanto ha sido reivindicada por sectores de la izquierda reformista en el Estado español, no se ha trasladado a los trabajadores y trabajadoras. El salario medio portugués sigue siendo una de los más bajos de Europa, que apenas ha crecido después de estos años de recortes salariales y sociales.
El supuesto “gobierno progresista luso”, que se ha tirado en contra de las importantes huelgas de los últimos meses, contrasta con el discurso exitista de António Costa. Un ejecutivo que cuenta con el apoyo de Partido Comunista de Portugal (PCP) y el Bloco de Esquerda, y que ni siquiera ha derogado la reforma laboral y el resto de mediadas antipopulares que aprobó el anterior Gobierno.
Lejos del discurso de optimismo y mejora económica del Gobierno, la aparente recuperación sólo ha beneficiado a los empresarios y las grandes fortunas, pero no a la clase trabajadora que comienza a presentar batalla contra la impostura del “socialista” Costa y sus socios del PCP y el Bloco de Esquerda.
Carlos Muro
Nació en la Zaragoza en 1987. Es estudiante de Historia en la UNIZAR. Escribe en Izquierda Diario y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.