El II Congreso Nacional del Movimiento Revolucionario de Trabajadores de Brasil se reunió el 17, 18 y 19 de marzo. Participaron decenas de delegados representando a la militancia de varias ciudades como San Pablo, Rio de Janeiro, Minas Gerais, Rio Grande do Sul, Paraíba y Brasilia.
Miércoles 22 de marzo de 2017 00:47
Presidido por Marcelo Pablito (trabajador del comedor de la Universidad de San Pablo) el Congreso tuvo lugar a pocos días del paro y movilizaciones del 15 de marzo, que marcó un punto de inflexión con la entrada en escena de los trabajadores, con sus métodos de lucha, contra la reforma previsional del gobierno de Michel Temer.
El Congreso contó con la contribución internacionalista de Fredy Lizarrague, dirigente del PTS de Argentina, y Juan Valenzuela, dirigente del PTR de Chile, partidos hermanos del MRT, integrantes de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional.
Una organización fortalecida en los combates políticos y de la lucha de clases
El punto de partida del Congreso fue el informe de Marcelo Tupinambá, de la dirección del MRT y periodista de Esquerda Diário, quien fue herido en las manifestaciones contra la privatización de la empresa CEDAE, estatal de aguas y cloacas de Rio de Janeiro. Marcelo señaló el importante fortalecimiento del MRT en el escenario político nacional luego de la firme y decidida actuación revolucionaria contra el golpe institucional, sin dejar de aclarar y denunciar que fue el propio PT quien abrió espacio a la derecha al aplicar ajustes contra el pueblo trabajador e insistir en la estrategia de conciliación con los capitalistas, y que sigue actualmente con los propios golpistas.
En el último período, el MRT mantuvo una actuación decidida para confluir con los principales procesos de la juventud, como las tomas de colegios y universidades, y de los trabajadores, en las huelgas, manifestaciones, pero también en el cotidiano gris de cada lugar de trabajo. Esto se combinó a la vez con los mayores esfuerzos para expresar una voz independiente para sectores más amplios de masas, sea en la política del día a día a través de Esquerda Diário, sea en el momento de las elecciones con las candidaturas anticapitalistas del MRT en el PSOL.
A pesar de lo modestas que son las fuerzas del MRT ante los enormes desafíos que tienen por delante los trabajadores y la juventud, el Congreso constató una organización bien ubicada para confluir con lo mejor de la vanguardia obrera y juvenil que ya viene surgiendo en las luchas, en los movimientos de mujeres, de la comunidad LGBT, de negros y negras, que vienen levantándose con más fuerza luego de las movilizaciones de junio de 2013. También para dialogar con todas las organizaciones políticas que se mantienen en el campo de la independencia de clase de los trabajadores y que estén dispuestas a encarar los debates estratégicos y programáticos necesarios para dar respuesta a la nueva situación de la lucha de clases en el país y en el mundo.
Internacional: el “nuevo mundo” después de Trump
En el plano internacional, con un informe de apertura de Edison Urbano, también de la dirección del MRT y que estuvo presente en la reunión de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional realizado este mes, el Congreso debatió las grandes incertidumbres que rodean el comienzo del gobierno de Trump en Estados Unidos, a la vez que ya definió el importante cambio que representa el hecho de que un “populista de derecha” haya asumido nada menos que la Casa Blanca, o sea, el poder ejecutivo de la principal potencia imperialista.
El Congreso caracterizó, a partir de debates que involucraron al conjunto de la organización internacional, que el gobierno de Trump representa una nueva forma de bonapartismo, débil y aun no asentado, que corresponde al grado inaudito de divisiones y crisis existentes en la clase dominante estadounidense, en el seno del propio aparato estatal, incluido ahí el aparato burocrático-militar.
Cualesquiera sean las reales posibilidades y capacidades del gobierno de Trump para conseguir una respuesta, aun que de corto y mediano plazo, a la crisis económica y social en Estados Unidos (sin descartar siquiera la hipótesis de que sea sacado del gobierno anticipadamente), la clave es definir que la asunción de Trump ya señala hacia un “punto de no retorno” de la crisis de la globalización neoliberal.
En el marco del estancamiento económico que ya se arrastra desde hace casi una década luego de la explosión de la crisis en 2007-2008, y buscando dar una salida que aun no encuentra bases objetivas claras, Trump se choca con las tendencias objetivas del desarrollo capitalista de las últimas décadas, y por más o menos utópico que termine revelándose su plan, da la señal para una posible nueva era de nacionalismo económico agresivo. Esto significa mayores disputas interimperialistas en el plano comercial y geopolítico, y una escalada en la tensión con potencias regionales como China, y mayor presión sobre el mundo semicolonial, como se ve de inmediato con relación a México, pero que alcanza al conjunto de Latinoamérica, incluyendo a Brasil, y la periferia capitalista de modo general.
En el plano interno de Estados Unidos, como la política externa e interna siempre son continuidad una de otra, también estamos frente a un nuevo volantazo reaccionario, contra los inmigrantes, los negros y las mujeres, pero también fuertemente antisindical y antiobrero, a pesar de la retórica electoral que arrastró a un sector de los obreros blancos desesperados.
Al mismo tiempo, esta política por parte de un gobierno elegido con 3 millones de votos menos que su rival Hillary Clinton, despierta enormes resistencias de masas, como ya vimos en las enormes movilizaciones de mujeres el día después de la posesión, y como relatan los corresponsales de Left Voice (parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario), que se manifiesta en las tendencias a la militancia política entre la juventud.
El Congreso debatió la necesidad de responder a este escenario con una campaña antiimperialista permanente, contra Trump y sus medidas reaccionarias y contra todo el imperialismo norteamericano, incluyendo al Partido Demócrata de Obama y Hillary Clinton, contraponiendo el internacionalismo proletario a las tendencias frentepopulistas burguesas y pequeñoburguesas.
Por otro lado, frente a los grandes desafíos y potencialidades que la nueva situación le plantea a los marxistas revolucionarios en todo el mundo, se debatió y aprobó la iniciativa lanzada por la FT-CI de actualizar el manifiesto por un “Movimiento por una Internacional de la Revolución Socialista – Cuarta Internacional” para dialogar con todos los nuevos sectores que se levantan a luchar contra la explotación y la opresión capitalista, y con todos los militantes y organizaciones que se reivindican trotskistas y que buscan una alternativa frente a la crisis del Secretariado Unificado mandelista (SU) y de la LIT-PSTU.
Frente a la dinámica de la situación internacional: el papel de Esquerda Diário y del grupo Pão e Rosas
El Congreso debatió la orientación para el próximo período con el informe de Diana Assunção, de la dirección del MRT, fundadora del grupo de mujeres Pão e Rosas de Brasil y militante del Sindicato de Trabajadores de la Universidad de San Pablo (Sintusp), quien fue fuertemente herida en las últimas manifestaciones de su sector.
La discusión partió de las nuevas tareas que tiene Esquerda Diário ante la nueva situación. Habiendo alcanzado los 750.000 accesos mensuales, la sección brasilera de la Red Internacional de diarios digitales -impulsada por la FT en 12 países y en 5 idiomas- ya se consolidó en Brasil como el periódico más importante a la izquierda del PT, con su perfil anticapitalista y revolucionario.
Partiendo de esta base conquistada de influencia política diaria, discutimos la importancia de que este instrumento ponga todas sus fuerzas al servicio de convencer una fracción de sus lectores de la necesidad impostergable de batallar junto con el MRT por la construcción de una organización política revolucionaria de los trabajadores, de las mujeres y de la juventud. Para eso,
reflejando la experiencia leninista de un diario como “organizador colectivo”, arraigado en las estructuras obreras y estudiantiles, el Congreso discutió la importancia de intensificar los debates con la izquierda y la lucha de tendencias entre las distintas corrientes del movimiento obrero, privilegiando las discusiones tácticas y estratégicas fundamentales del marxismo que fortalezcan la idea de que es posible una política de independencia de clase y anticapitalista,
contra las variantes neorreformistas, influenciadas por las experiencias de Syriza y de Podemos, que se limitan a la utopía de “administrar por izquierda” el capitalismo, en colaboración con la burguesía, y no de romper con el capitalismo, apoyándose en los organismos de poder creados por los trabajadores y por el pueblo oprimido. Cuanto más se prolonga la crisis capitalista y cuanto más se propagan las falsas promesas del neorreformismo, más importante es ofrecer una verdadera alternativa anticapitalista y revolucionaria, tarea a la que Esquerda Diário se lanza de cuerpo y alma.
Otro aspecto fundamental debatido fue la permanencia y avance del enorme fenómeno democrático internacional alrededor de la lucha de las mujeres. El 8 de marzo de este año, marcado por el paro internacional de mujeres, mostró una vez más la profundidad que adquirió la lucha de las mujeres en varios países. Este proceso tuvo enormes manifestaciones en países como Polonia, Argentina, Uruguay y Estados Unidos, y se hizo sentir también en Brasil.
En esta perspectiva, el Congreso debatió el papel del Manifiesto internacional de Pan y Rosas, como herramienta para debatir con cientos y miles de mujeres, para construir un movimiento de combate al machismo que se combine con la lucha intransigente contra la transfobia y el racismo, en la perspectiva de ruptura con el capitalismo, que para los revolucionarios es el presupuesto esencial para encarar todas las demandas de los sectores oprimidos.
En el mismo sentido, la crisis capitalista solo ha agravado la opresión sobre el pueblo negro, cuestión que ha generado resistencias mayores como el movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos, y que en Brasil se expresa con menor intensidad pero con el potencial latente para explosiones de revuelta. En este marco, se discutió dar un nuevo impulso a la organización revolucionaria del pueblo negro en Brasil contra el racismo y el capitalismo, sumando la imperiosa necesidad de redoblar la campaña por el inmediato retiro de las tropas brasileras de Haití, así como por la solidaridad con los inmigrantes y el combate por la plena igualdad de derechos laborales y civiles para los haitianos en Brasil.
Brasil: entre el golpe institucional y la posibilidad de una nueva oleada de resistencia de masas
Al calor de los primeros impactos de la jornada de paros y protestas del 15 de marzo, y dejando abiertos los distintos escenarios de continuidad o no de esa lucha de masas, pero afirmando categóricamente el impacto subjetivo que tuvo para la clase trabajadora esa importante manifestación de fuerzas, el Congreso buscó hacer un análisis más amplio de las perspectivas de la lucha de clases en Brasil.
De esta manera, los debates dieron cuenta de los grandes cambios políticos ocurridos luego de la consolidación del golpe institucional, con el fortalecimiento de la derecha burguesa en las elecciones municipales, y con la aprobación de ataques importantes como la privatización del servicio de agua en Rio de Janeiro y la enmienda constitucional que pone techo a los gastos sociales por 20 años (PEC 55). Sin embargo, se remarcó que esos avances reaccionarios no constituyen aun embates de clase decisivos que marquen un giro a derecha más estructural en la correlación de fuerzas, y tal vez aun más importante, no hay ninguna perspectiva seria de superación de la crisis de hegemonía burguesa en el país, o “crisis orgánica”, para utilizar el término tomado prestado del revolucionario italiano Antonio Gramsci.
En un sentido más amplio, eso significa que más allá de los resultados inmediatos de las batallas en curso, el escenario estratégico es de enormes dificultades para que la burguesía brasilera pueda recuperar el grado necesario de “consenso social” para gobernar sin ser amenazada por nuevas embestidas de las masas, potencialmente cada vez más radicales, abriendo espacios a izquierda y a derecha en el régimen político. Pero esa visión más de largo plazo no debe ofuscar las batallas actuales, sino todo lo contrario.
En el plano inmediato, sin embargo, la cuestión es más “pura y dura”. Está a la orden del día derrotar los ataques del gobierno golpista, profundizando la lucha contra la reforma previsional, pero abriendo los ojos de los trabajadores de que es necesario incluir en la misma lucha el combate a todos los demás ataques que el gobierno puede intentar pasar mientras están todos enfocados en la cuestión de las jubilaciones. Es el caso de los ataques a las leyes laborales, la ampliación de la tercerización, etc.
Las jornadas del 15 de marzo mostraron una enorme disposición de lucha de los trabajadores y una apoyo popular irrestricto. Sin embargo, la verdad es que las direcciones sindicales oficiales no presentan cualquier plan de continuidad de la lucha. Al contrario, algunos las vieron, como la CUT y la CTB, funcionales a sus planes electoreros alrededor de Lula, y otros como Força Sindical, a la “negociación” directa con Temer para pasar un “ataque menor”.
La posibilidad de frenar completamente la reforma previsional y con eso transformar el “Fora Temer” en realidad y abrir un nuevo escenario para que los trabajadores planteen su propia alternativa, esa posibilidad está totalmente planteada en la nueva situación.
Para eso hay que combinar dos planos distintos pero absolutamente complementarios de actuación: 1) la incansable lucha para impulsar la autoorganización de los trabajadores y de la juventud, para que nuestra lucha no quede merced de maniobras de cúpulas de las direcciones sindicales traidoras, sino al contrario, para darnos ejemplos, pequeños o grandes, de que es posible luchar y vencer; 2) la política decidida de usar cada centímetro ganado en el terreno de la lucha independiente para redoblar la exigencia a las direcciones burocráticas para que convoquen acciones unitarias para frenar la reforma previsional y el conjunto de los ataques; para que los trabajadores obliguen a sus direcciones a ir más allá de sus intenciones, y sobre todo para facilitar que se comprenda la necesidad de superarlas siempre que se ubiquen como freno a la continuidad de la movilización.
Esa perspectiva de cómo batallar para que los trabajadores pongan toda su fuerza en movimiento para derrotar esos ataques y puedan “ir por más” sigue siendo un secreto para la izquierda que reivindica la revolución socialista en Brasil. Diferentes tendencias o niegan el frente único, o asumen que las acciones hechas por la burocracia sindical son el “tope” de lo que es posible hacer sin romper la unidad. El próximo 28 de marzo, cuando los docentes de San Pablo entran en huelga sumándose a la huelga nacional, pasa a ser un día fundamental para esa batalla.
Frente Único obrero para resistir a los ataques, autoorganización para vencer
Desde las pequeñas “fortalezas” que desarrollamos, en particular en las luchas en la Universidad de San Pablo (USP), en el subte, en docentes y en la juventud universitaria y secundaria, pero también en la confluencia con la línea de frente de trabajadores de CEDAE, el servicio estadual de agua de Rio de Janeiro, entre otros sectores,
el Congreso resolvió impulsar encuentros regionales en las próximas semanas, llamando a toda la vanguardia de trabajadores, jóvenes, mujeres, negros y negras a debatir sobre “Cómo luchar contra las reformas y para que los capitalistas paguen por la crisis”, para profundizar en la estrategia para la lucha concreta contra los ataques de Temer, pero también sobre cómo construir una alternativa política de los trabajadores en la actual situación.
También combinar esa política con el fortalecimiento de las agrupaciones que impulsamos en el movimiento obrero y en la juventud. Queremos que la agrupación obrera Nossa Classe organice a cientos de trabajadores desde sus lugares de trabajo, en un movimiento nacional clasista y antiburocrático, para que sean los capitalistas y los patrones los que paguen la crisis. Además, fortalecer la construcción de la agrupación juvenil Faísca a nivel nacional, como una juventud anticapitalista, revolucionaria y proobrera, que pueda organizar la juventud que despertó a la lucha y a la política ocupando sus escuelas y universidades, luchando contra los ataques del gobierno golpista de Temer, como la reforma de la enseñanza secundaria y del sistema previsional. También la juventud que hoy sufre con el aumento de la precarización del trabajo y el desempleo.
En este marco, se aprobó también renovar el pedido de ingreso al PSOL, para que sea evaluado por el partido ante la nueva coyuntura y los desafíos de la izquierda brasilera, buscando contribuir ahí a que un sector de aquellos que buscan una alternativa a la izquierda del PT encuentren una práctica y un programa anticapitalista y revolucionario.
Para eso el Congreso aprobó el envío de una carta a la Dirección Nacional del PSOL, dialogando con la resolución del Ejecutivo Nacional del PSOL de diciembre de 2016, en la que se afirma entre otras cosas, que “Los acontecimientos políticos y económicos recientes y los aciertos de los posicionamientos partidarios acreditaron al PSOL como un importante polo para la necesaria reorganización de la izquierda brasilera en el denominado pospetismo en el gobierno nacional”, y que el PSOL “debe ser un puerto generoso para todos los segmentos dispuestos a reconstruir en el día a día de las luchas y en las elecciones un proyecto de izquierda, radicalmente democrático y con independencia de clase”.
Vemos esta propuesta como una continuidad necesaria de la batalla por una política revolucionaria para enfrentar no solo los ataques del gobierno golpista, sino también para ofrecer una alternativa de independencia de clase contra el proyecto de regreso de Lula en 2018, y para que los capitalistas paguen la crisis.
Consideramos que la dirección mayoritaria del PSOL, a pesar de haberse posicionado correctamente contra el golpe y llamar a la lucha contra los ataques del gobierno de Temer, se equivoca al no denunciar el papel de bloqueo de la lucha de clases ejercido por la burocracia sindical petista, al no exigir que adopte un plan de acción serio frente a los actuales ataques, y no impulsar una fuerza democrática y autoorganizada desde las bases para ayudar a que los trabajadores superen a las direcciones conciliadoras.
O sea, no se trata de construir una mera alternativa electoral a Lula, por fuera de la lucha de clases, sino de actuar ahora, en la lucha de clases concreta, para desarrollar al máximo la lucha de masas contra la reforma previsional y los ataques de Temer, buscando darle un sentido radical y revolucionario.
En este sentido y frente al escenario de que las jornadas del 15 de marzo abran una nueva coyuntura que, si es capaz de superar el control de las burocracias sindicales y políticas y se desarrolla en nuevas acciones superiores, plantee la posibilidad de tirar abajo el gobierno de Temer por la acción de las masas, se discutió la importancia de rechazar el programa de “elecciones directas” o “elecciones generales”, que son consignas que se ubican de forma más o menos directa al servicio del proyecto Lula 2018, y contraponerle la lucha independiente por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, impuesta por la fuerza de la movilización.
Esta política, que afirma una posición de clase independiente de los trabajadores contra las variantes burguesas, se inscribe en la perspectiva estratégica de la revolución obrera y socialista, en Brasil y en escala internacional, para la cual el MRT se prepara a través de distintas batallas políticas y de la lucha de clases.