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Opinión. Israel convierte a Cisjordania en una zona de guerra

Los ataques y bombardeos más importantes en 20 años en Jenin se suman a las incursiones permanentes del Ejercito israelí y los pogromos de colonos contra la población palestina. El gobierno conservador y ultraderechista de Netanyahu anuncia la construcción de nuevos asentamientos y su coalición coquetea con la idea de una anexión total de Cisjordania.

Juan Andrés Gallardo

Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1

Martes 4 de julio de 2023 13:12

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El campo de refugiados de Jenin, en el norte de Cisjordania, es un recordatorio permanente de la brutalidad con la que Israel se abrió paso en suelo palestino mediante la expulsión de la población árabe, en lo que el historiador israelí Ilan Pappé llama lisa y llanamente una limpieza étnica. El mismo día que Israel celebra la fundación de su Estado en 1948 los palestinos recuerdan la Nakba (catástrofe) que significó la expulsión y masacre de su pueblo, que continúa hasta el día de hoy.

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Millones de palestinos tuvieron que dejar sus tierras y huir a otros países. Algunos miles se asentaron en Jenin, allí hoy viven alrededor de 20.000 palestinos hacinados en un territorio de medio kilómetro cuadrado. El campo de refugiados fue siempre un símbolo de resistencia palestina, en primer lugar a la expulsión de sus propias tierras y luego a la ocupación de Cisjordania por parte de Israel tras la guerra de los seis días en 1967.

En por esto que el campo de refugiados se ha convertido en un objetivo clave para el Estado de Israel que esta semana lanzó un brutal ataque por tierra y aire como no se veía en los últimos 20 años, desde la segunda Intifada palestina de 2000, dejando al menos 10 palestinos muertos.

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Este ataque se combina con una ofensiva generalizada hacia la Cisjordania ocupada que incluye raids permanentes de parte del Ejercito israelí sobre ciudades palestinas, donde Jenin y Nablus son las más atacadas, pogroms de parte de colonos judíos que ingresan a poblados palestinos y atacan a sus habitantes y sus viviendas y automóviles -con el visto bueno de los militares-, y el reciente anuncio de la construcción de nuevos asentamientos de colonos. Mientras que una fracción de la coalición gubernamental de Netanyahu coquetea directamente con una anexión de Cisjordania, las provocaciones del gobierno conservador y derechista se completan con los ataques a la población árabe de Jerusalén Este, también ocupada, y recurrentes bombardeos sobre la Franja de Gaza.

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La resistencia en Jenin

El campo de refugiados de Jenin fue creado en 1953. Antes de la ocupación de Cisjordania por parte de Israel en 1967, había poco más de 8.000 personas, la mayoría palestinos que fueron desplazados de sus tierras en 1948. Hoy, según la agencia de las Naciones Unidas para la población refugiada palestina (UNRWA), alberga a alrededor de 20.000.

Durante la de Segunda Intifada palestina, en abril de 2002 el Ejército israelí entró en la ciudad declarando zona militar al campamento de Jenin y cerrando sus accesos. La ocupación duró 10 días durante los que fueron asesinados decenas de palestinos.

Los residentes del campo sufren una de las tasas más altas de desempleo y pobreza de Cisjordania, que se han agravado desde que Israel revocara permisos de trabajo a sus habitantes y reforzara los controles de seguridad en el acceso a la zona, impidiendo que la población local vendiera sus productos, en su mayoría provenientes de la agricultura.

Esta situación golpea especialmente a los jóvenes, que se ven afectados por la desocupación, la deficiente infraestructura y las permanentes incursiones por parte del Ejército colonialista, mientras ven a la Autoridad Palestina como un apéndice de la ocupación israelí.

Este combo ha provocado un malestar creciente en la juventud que ha venido teniendo protagonismo en las protestas de los últimos años como en la resistencia a los ataques. En el caso de Jenin, y también en Nablus, han aparecido milicias que no necesariamente están alineadas con las organizaciones tradicionales como Hamas o la Yihad Islámica. Algunas de estas nuevas organizaciones se nuclean en la llamada Brigada de Jenin o en Lions Den (Guarida o Foso de los leones), que se han convertido en uno de los objetivos principales de los ataques del Ejercito israelí.

El surgimiento de estas organizaciones se combina con una serie de huelgas lanzadas por los palestinos en los últimos años, algunas de las cuales lograron unificar a la población de Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este y a los árabes que viven en ciudades israelíes, como no ocurría en décadas.

El elemento más novedoso en la insatisfacción de esta nueva generación de jóvenes es que no ven a la Autoridad Palestina y a Al Fatah como su dirección, sino como abiertamente colaboracionistas con el Estado de Israel, y tampoco confían en los métodos y la política impotente de Hamas desde la Franja de Gaza. Y esto se da en medio de una profunda crisis en el régimen político israelí.

La coalición de extrema derecha encabezada de Netanyahu, es el último experimento de una serie de Gobiernos caídos en desgracia, en el marco de un Parlamento cada vez más fragmentado, en los que se cuelan nuevas fuerzas conservadoras, ultraortodoxas y de extrema derecha, que empujan el conjunto de la agenda política al extremo, tanto en sus rasgos coloniales y de Estado apartheid como en su bonapartismo. La reforma judicial y las movilizaciones para frenarla son parte de las contradicciones y fricciones internas, que se suman a un desprestigio creciente a nivel internacional.

Jenin aparece así como un símbolo. Un símbolo poderoso que el Estado colonialista busca aplastar porque representa en forma concentrada tanto la tragedia fundacional como una historia de resistencia que no cesa.


Juan Andrés Gallardo

Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario

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