Militante de la Industrial Workers of the World (IWW). Trovador, agitaba sus ideas con poesía. Fue fusilado, acusado de un crimen sin pruebas, el 19 de noviembre de 1915.
Pablo Minini @MininiPablo
Viernes 19 de noviembre de 2021 12:07
En 1925 el poeta Alfred Hayes escribió:
La otra noche soñé que veía a Joe Hill,
vivo como vos y yo.
Dije "pero Joe, hace diez años que moriste"
"Yo nunca morí", dijo él.
"La policía te mató, Joe, ellos te dispararon, Joe", dije yo.
"Hacen falta más que armas para matar a un hombre"
"Y yo no morí"
Parado ahí grande como la vida
y sonriendo con sus ojos
Dijo Joe "Lo que se olvidaron de matar
siguió organizándose".
Desde San Diego a Maine,
en cada mina y cada molino,
donde los trabajadores pelean por sus derechos
ahí se encuentra Joe Hill
El fantasma que recorría los sueños y las letras del poeta era el de Joel Emmanuel Hägglund, que nació el 7 de octubre de 1879, en Gävle, Suecia. Hijo de un obrero ferroviario que murió aplastado por una formación de tren. Hijo de una madre, obrera tejedora, que nunca pudo superar el dolor de aquella muerte y, a su vez, murió joven. Hermano de otros cinco varones que vivían en una casa obrera y llena de música. Tanta música que el pequeño Joel aprendió a cantar y tocar guitarra, bajo, armónica, piano, violín y órgano. Fue fusilado por la policía el 19 de noviembre de 1915.
Dejó la escuela a los doce años para entrar a trabajar en las minas de hierro y cal hasta que, muerta su madre, decidió emigrar. El 28 de octubre de 1902 llegó a Estados Unidos y cambió su nombre por el de Joseph Hillstrom y recorrió todo el país en busca de trabajos viajando en trenes de carga.
La IWW
Trabajó de limpieza en Nueva York, de aserradero y albañil en California y de estibador en Portland. Ahí fue, en 1907, cuando conoció unos militantes de la IWW que fueron al puerto a pedir solidaridad con la huelga de trabajadores de aserraderos. Joel no lo dudó, se hizo wobblie, como se conocía a los miembros de la IWW, y se unió a los trabajadores en lucha hasta el último de sus días.
Aclaremos que en ese momento existían en EEUU la American Federation of Labor, AFL, conciliadora y pro patronal, y la Industrial Workers of the World, IWW, más combativa y que albergaba a inmigrantes, negros y mujeres trabajadoras. Para la IWW no había posibilidad de conciliación entre el trabajo y el capital. Además, contribuyó a concientizar a la clase trabajadora, mediante agitación y propaganda con su prensa, panfletos y campañas. Y ese era el don más fuerte de Joe Hill: agitar y trovar.
La perra anarquista
En 1908 la Northern Pacific se quedaba con el dinero de las extras y sus trabajadoras y trabajadores comenzaron una huelga. La empresa no los dejaba hablar en lugares públicos y ellos iniciaron la campaña por el Derecho a Hablar. La más entusiasta era Elizabeth Gurley Flynn, que terminó presa y a quien los diarios llamaban "la perra anarquista". Joel, que no sólo sabía hablar, sino cantar y escribir, compuso The Rebel Girl:
Es la chica rebelde!
Para la clase obrera es una piedra preciosa.
Da fuerza, coraje, orgullo y alegría
a todos los combatientes
Ya han peleado mujeres, pero necesitamos más en la IWW
Porque es grandioso pelear por la libertad
junto a la chica rebelde.
Joe Hill hizo varios pedidos formales ante la IWW para que aceptaran mujeres, Elizabeth entre ellas, "porque las mujeres son el doble de explotadas que nosotros. Sin las ellas, la lucha es incompleta."
Cuando Joe ya estaba preso mantuvo correspondencia y recibió la visita de Elizabeth. Ella escribió que él "encendía el fuego de la revuelta en los espíritus más rotos y apuraba el deseo por una vida plena en el más humillado de los esclavos. Él puso en palabras el ansia de libertad del marino, del obrero textil, del leñador".
El trovador influencer
Joan Baez, Ziggy Marley, Bob Dylan, The Dubliners, The Clash, System of a Down, Tom Morello de Rage Against the Machine: todas y todos elles han reconocido su influencia poética y musical.
"Un libro es bueno, pero pocas veces se lee más de una vez, mientras que una canción se aprende de memoria y se repite continuamente", decía Joe. Pero no era una actitud facilista: el movimiento obrero de esos años era una torre de Babel de miles de inmigrantes y decenas de idiomas diferentes: las canciones sencillas eran la forma de hacer agitación que a Joe le parecía más adecuada.
La ejecución
Ser la voz cantante de la agitación lo puso en la mira de toda la burguesía de Estados Unidos: Joe Hill no podía conseguir trabajo de ningún tipo, ni siquiera limpiando escupideras públicas, el primer trabajo que tuvo en el país.
El 10 de enero de 1914 un carnicero y su hijo fueron asesinados en Salt Lake City. El atacante también recibió un balazo. Casualmente, Joe Hill fue esa misma noche al hospital con una herida de bala. En total entraron cinco hombres heridos de bala esa misma noche al hospital, pero la policía acusó a Hill del asesinato del carnicero y su hijo.
¿Pruebas? Ninguna. Hill declaró que la herida fue producida por una pelea con el marido de una mujer con la que él tenía una relación. Pero se negó a dar el nombre de esa mujer o de su marido.
No valieron manifestaciones ni huelgas: lo condenaron a muerte.
El último poema que le hizo llegar a sus compañeros fue Mi última voluntad:
Mi voluntad es fácil de decidir:
no dejo nada para repartir.
Mis parientes no necesitan quejarse y gemir.
‘El musgo no se aferra a un canto rodante’ (moss does not cling to rolling stone)
¿Mi cuerpo? ¡Ah! Si pudiera elegir
lo reduciría a cenizas,
y dejaría soplar las felices brisas
para que las llevaran a donde germinan las flores.
Quizá entonces las flores que se marchitan
volverían a la vida y brotarían de nuevo.
Éste es mi último y postrer deseo:
Buena suerte a todos”
Fue fusilado el 19 de noviembre de 1915.
Su última palabra, frente al pelotón de fusilamiento fue: ¡Fuego!