Oscar Schaller afirmó que vio al ex jefe del Ejército durante el final de su secuestro en La Rioja. Además señaló que Sanguinetti oficiaba de censor en el diario El Independiente..
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Viernes 25 de octubre de 2019 13:30
Oscar Schaller fue el primer testigo en la quinta audiencia por la desaparición de Alberto Ledo durante 1976, donde están imputados César Milani y Esteban Sanguinetti. A través del testimonio sobre su secuestro, el de su padre Plutarco y de su madre Angèlica, Schaller trazó el rol jugado por Milani y Sanguinetti durante la última Dictadura.
Milani en un centro clandestino
Schaller no recuerda la fecha exacta de su secuestro pero si el frío del invierno riojano. Tenía 19 años cuando una patota de soldados y oficiales irrumpió en su hogar durante la madrugada. Fue secuestrado y trasladado al Batallón de Ingenieros 141.
Luego de un mes, fue sacado del calabozo en el que estuvo. “Se me acercó un hombre que tenía ropas verdes prolijas, diferenciado de los colimbas que alguna vez me llevaron al baño. Me preguntó cómo estaba, si me habían hecho algo, que pronto me iría. Yo no confíe ni que era verdad que salía, ni lo tomé en cuenta”, relató. “Y esta persona cuando fue nombrada comandante en jefe del Ejército yo la ví en los medios, y me di cuenta que era la persona que me había hablado, que se me había acercado”, dijo en referencia a Milani.
Cuatro décadas después Schaller recuerda la desconfianza que le inspiró ese episodio, tras 30 días en donde fue interrogado y torturado. “Es algo que me movilizó mucho a lo largo de los años, ¿cuál fue el sentido de ese acercamiento? Lo que sí sé es que no había confiado. Después de todo era una persona que aparentemente tenía poder en un lugar donde a mi me habían secuestrado”, cuenta.
El testimonio de Schaller desmiente a Milani quien afirmó que en el Batallón no hubo detenidos y su declaración en el inicio de este juicio: “Nunca encubrí, nunca torturé, no sé lo que es un centro clandestino de detención”. Este testimonio junto al de Alfredo Olivera muestran la participación del ex jefe del Ejército en el plan sistemático de la represión durante la Dictadura genocida.
“El que se manda una cagada va en cana”
Oscar Schaller y su padre Plutarco trabajan en el diario El Independiente, el primero como gráfico y el segundo como periodista. Demonizado por la derecha riojana, el diario fue uno de los puntos en donde se concentró la represión, con trabajadores secuestrados y detenidos-desaparecidos.
Schaller relató una reunión en el patio interno del diario, ocurrida luego de que fue liberado del cautiverio en el Batallón (mientras su padre y otros compañeros permanecían en el penal provincial). Un hombre que recorría el patio en círculos, con las manos detrás de la espalda, pronunció una arenga amenazante: “De ahora en más, el que se mande una cagada va en cana”.
“Me dijeron un apellido que no conocía, Sanguinetti. Con los años me di cuenta que ese Sanguinetti era el mismo Sanguinetti de la causa Ledo. Sabía que existían los dos pero no sabía que era él mismo”, afirmó Schaller. Sin conocer el cargo formal que tenía el capitán en la intervención del diario, se sabía que ejercía el control en el contenido y “demostró que tenía poder sobre nuestra libertad”.
Un recuerdo de Ledo
En su testimonio, Schaller también evocó a Alberto Ledo. “Éramos compañeros de lucha en el secundario. Nos cruzamos en muchas actividades que tenían que ver con la política, con la música y lo admiré. Lo admiré antes de que haya sido secuestrado porque era una persona muy solidaria y tenía ideales de justicia. Era una persona extraordinaria, se destacaba”, relató.
Luego de sortear las preguntas capciosas y en tono marcial de la defensa de Milani, y antes de que en la sala resuenen los aplausos, Schaller pronunció la última frase de su declaración: “No me anima el odio, solamente el deseo de justicia por lo que no están”.
Maximiliano Olivera
Nació en Mosconi, Salta en 1989. Militante del Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS). Miembro del comité editorial del suplemento Armas de la Crítica.