El pasado 12 de julio, el periodista Thomas Assheuer publicó en el diario alemán Die Zeit una entrevista realizada al sociólogo y filósofo alemán Jürgen Habermas.
Miércoles 20 de julio de 2016
A sus 87 años, Jürgen Habermas, analiza las razones y los posibles escenarios que se abren en Europa a 8 años del comienzo de la crisis económica internacional y luego del Brexit, cuyo triunfo lo lleva a preguntarse cómo es posible que cuestiones identitarias primaran sobre los intereses financieros de la City londinense.
El Brexit y la cuestión nacional
En sus respuestas al periodista Thomas Aussheuer, el filósofo alemán, considera que la histórica victoria del Brexit, además de ser un síntoma de la crisis más general que atraviesa la UE, tiene razones nacionales. A su vez, que los británicos tienen una historia diferente a la del resto del continente, que poseen la conciencia política de una gran potencia, dos veces victoriosa en el siglo XX, pero hoy marcada por un contexto de declinación más general, en el que vacila adaptarse a la nueva situación cambiante. Según Habermas, Gran Bretaña cayó en una situación “incómoda” luego de unirse a la UE en 1973 por razones estrictamente económicas.
En la entrevista, sostiene que las elites políticas “desde Thatcher hasta Blair y Cameron nunca pensaron en abandonar su visión distante del corazón europeo”, y que esa ya era la visión de Churchill cuando en su famoso discurso de Zurich de 1946 veía el rol de imperio benevolente que apadrina la unidad europea, pero no es parte de ella. De hecho, Gran Bretaña, miembro del bloque europeo, nunca aceptó formar parte de la zona euro, manteniendo un grado de independencia monetaria que, otras potencias como Francia o Alemania, perdieron al unirse a la moneda común.
Esa actitud instrumental de la elite política de Gran Bretaña con la Unión Europea se expresó claramente en la campaña por el “Remain”, observa Habermas, quién señala que los defensores de mantenerse en la UE sólo esgrimían argumentos económicos. Entonces se pregunta, ¿Cómo iba a ganar una actitud pro-europea sobre la mayoría de la población si los líderes políticos creyeron durante décadas que la búsqueda de intereses nacionales bastaba para mantenerse en una comunidad supranacional de estados? Según él, la visión liberal de Gran Bretaña sobre la UE como aérea de libre comercio en expansión, pero sin una profundización de la cooperación con el bloque, es parte de la explicación del Brexit.
¿Un Brexit alemán?
Para Habermas, no sería posible. Al contrario del resultado en Gran Bretaña, considera que si se hiciera un referendum en Alemania el resultado sería distinto, porque “la integración europea todavía está en función de los intereses alemanes”. Habermas explica que “en las primeras décadas de la posguerra, sólo actuando como ‘buenos europeos’, Alemania pudo restaurar paso a paso su reputación nacional. Y contó con el apoyo de Europa para la reunificación. Retrospectivamente, Alemania fue la gran beneficiaria de la unión monetaria europea, y eso cuenta también durante la crisis del euro”.
La crisis de la UE y los populismos europeos
En los últimos años estamos presenciando, por un lado, el avance de sectores euroescépticos y populistas de ultraderecha en Europa, tanto UKIP en Gran Bretaña como el Partido Liberal en Austria, Alternativa para Alemania o Amanecer Dorado en Grecia, entre otros, y, por otro lado, una crisis de los partidos políticos tradicionales.
Al respecto Habermas plantea que “El referéndum expresa algo del estado general de crisis en la UE y sus estados miembro. El análisis apunta al mismo patrón que vimos en la elección presidencial de Austria [que deberá repetir la elección, con altas posibilidades para el ultranacionalismo, NDR] y en las recientes elecciones parlamentarias de Alemania. La participación relativamente alta sugiere que el campo populista tiene más éxito en movilizar sectores que antes se abstenían. Eso va junto con otro descubrimiento de que los más pobres y menos educados votaron más por el “leave”. La percepción del aumento de la desigualdad social y el sentimiento de impotencia, de que sus intereses ya no están representados por la política, está en el trasfondo de la movilización contra los extranjeros, por dejar Europa, el odio a Bruselas. En una vida cotidiana inestable, el sentido de pertenencia nacional es un elemento estabilizador”.
“Postdemocracia”, la palabra clave
Habermas también se refiere a un sentimiento que cada vez, según él, está más presente en las sociedades modernas, el de la pérdida de control de un núcleo real, y es el síntoma de una época que llama “postdemocrática”, que se evidenció con el referéndum británico. Existe un “vaciamiento de las democracias nacionales que le habían dado el derecho a los ciudadanos de co-determinar importantes condiciones de su existencia social”.
Por ejemplo, la juventud es un sector que, de acuerdo a su análisis, pareciera considerar “anacrónico” al régimen democrático. Habermas considera que el hecho de que los jóvenes entre 18 y 24 años no fueron a votar masivamente, es un indicador de que la democracia es considerada “anticuada”, por el simple hecho de que las decisiones económicas básicas de la UE no se toman democráticamente. Además, sostiene que en un contexto en el que el poder de la Unión se basa en que los intereses de cada Estado nación se bloquean mutuamente, la respuesta correcta sería la transnacionalización de la democracia. Pero, afirma, ya nadie cree en eso.
“No más visiones grandilocuentes sino soluciones prácticas”
El filósofo alemán, señala que el problema del creciente euroescepticismo y la posibilidad de nuevos referéndum en otros países de la UE, como Francia, están relacionados con problemas irresueltos, no ideológicos, sino concretos y urgentes. Dice Habermas: “los problemas urgentes no son los tratados sino la crisis del euro, la crisis de los refugiados y los problemas de seguridad. Pero incluso en estos hechos no hay acuerdo entre los 27 miembros. La crisis del euro ata a esos países por varios años, aunque de una forma asimétrica”.
Considera como un primer paso en este sentido “que Alemania abandone su resistencia a una mayor cooperación fiscal, económica y social, y que Francia esté dispuesta a renunciar a su soberanía sobre estas cuestiones”. Sin embargo, este hecho, hasta ahora sin mayores posibilidades, difícilmente ocurra de ganar las elecciones de 2017 el Frente Nacional, que ya agita un referéndum francés.
Habermas analiza críticamente el rol “hegemónico” de Alemania dentro del bloque europeo, destacando que es un líder “a regañadientes”. “Desde 2010 podemos ver como el gobierno alemán trata su mayor rol de liderazgo no querido en Europa, menos en interés general, y más en su interés nacional. Alemania es un hegemón renegado y a la vez insensible e incapaz, que, a la vez, usa e ignora la relación de fuerzas alterada en Europa. Esto provoca resentimientos, especialmente en otros países de la eurozona. Cómo se siente un español, un griego o un portugués si perdió su trabajo por los recortes decididos por el Consejo Europeo? No puede sacar al gobierno alemán con su voto”.
Es así que, para el filósofo alemán, en la medida que continúe esta estructura antidemocrática no pueden sorprender las campañas antieuropeas ni el avance de los partidos euroescépticos en todo el bloque.
¿Qué salida tiene la UE?
La UE, según Jürgen Habermas, debe recuperar la confianza y profundizar su democratización y, así, los partidos de la extrema derecha perderán peso. El Estado de bienestar y la democracia tienen un nexo interno que no puede ser garantizado en la mera unión monetaria actual por los Estados nacionales.
De esta forma concluye su reflexión sobre el estado actual de la “Unión” quién supo ser hasta hace unos pocos años, uno de los más optimistas pensadores de la reforma de la Europa del capital.
La confesión, para quién es reconocido como una de los beneméritos pensadores de la “identidad europea”, de que jamás hubiera pensado “que el populismo pudiera derrotar al capitalismo en su país de origen”, es todo un síntoma, de lo poco que queda de aquel optimismo fácil a 8 años del inicio de la crisis capitalista. Años en que el proyecto de la UE mostró más crudamente su carácter reaccionario. Una Europa que actualmente signada por la crisis de refugiados, por la acción reaccionaria de Estado Islámico y el guerrerismo imperialista en Medio Oriente, por una creciente polarización, con las variantes xenófobas de derecha, con los “neo-reformismos”, y con nuevos fenómenos de la lucha de clases como el que desarrolló en Francia contra la reforma laboral.
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