Según las autoridades europeas medios difundidos por agentes extranjeros “representan una amenaza contra la democracia”. La Unión pone en marcha un “régimen de sanciones contra la desinformación”.
Lunes 14 de marzo de 2022 18:43
Para Josep Borrell, Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y la Unión Europea (UE) “si la información es mala y está contaminada por la mentira, los ciudadanos no pueden tener cabal conocimiento de la realidad y su juicio político estará sesgado”. Esta es la justificación por la cual la UE va a comenzar a lanzar una nueva política restrictiva de sanciones a medios de comunicación que procedan de actores “que intentan manipular el entorno informativo para dañarnos”. De esta forma, pretende vetar medios rusos como Russia Today y Sputnik, junto con otras fuentes de información que apoyen la postura favorable al Kremlin y contraria al gobierno ucraniano de Zelensky, a la política externa de la UE y a la OTAN.
Las medidas para abogar por la censura ya comenzaron a darse hace unos días de la mano de empresas estadounidenses como Youtube o Twitter, que dieron el pistoletazo de salida a una caza de brujas en pro de encontrar medios "prorrusos" que etiquetar en el mejor de los casos, o censurar y eliminar en el peor. La justificación de estas nuevas medidas de la UE se basa en la injerencia de actores como Rusia en la opinión pública de los ciudadanos de la Unión, junto con los enlaces que estos medios supuestamente cuentan con partidos de la extrema derecha, siendo por tanto estos una “amenaza para la democracia”.
El motivo para tomar estas decisiones, sin embargo, no tiene nada que ver con una defensa a ultranza de la democracia contra la amenaza ferviente de la extrema derecha. Es contradictorio hacer tal afirmación mientras se blanquea el gobierno de ucraniano, que abiertamente ha prohibido a partidos de izquierda y encarcelado a los dirigentes de organizaciones como las Juventudes Comunistas Leninista, al igual que ha mostrado vínculos directos con grupos paramilitares neonazis que campan a sus anchas por territorio ucraniano y que han cometido atrocidades como el asesinato de 46 sindicalistas en Odessa en 2014 con el ataque a la Casa de los Sindicatos.
Para la UE, el alineamiento para la defensa de sus intereses y de la OTAN debe extenderse a todos los ámbitos, donde establecer límites a la libertad de información contra el gobierno ruso forma parte junto con las sanciones económicas contra el pueblo ruso y el envío de armas de todo un conglomerado de acciones para hacerlo posible. Putin, por su parte, establece una censura similar contra medios extranjeros favorables a la UE y la OTAN, así como a disidentes políticos y la oposición a su gobierno.
Esta serie de medidas, pese a condenar abiertamente la invasión rusa a Ucrania y al régimen de Putin, sientan un peligroso precedente de censura a la libertad de información, tanto en el Estado español como en los países de la UE y a nivel internacional. Esta ola de autoritarismo está recorriendo, por lo tanto, Rusia y Europa.
Represión, detenciones, peticiones de cárcel para periodistas, censura de medios o exclusión por nacionalidad u opinión, he aquí la lista de medias bonapartistas que, de momento, avanzan sin freno por la Rusia de Putin y la UE de los imperialismo “democráticos”. Lo hacen con el beneplácito o el silencio de la mayor parte de los grandes medios de comunicación de cada bando y, en el caso de Europa, de buena parte del “progresismo” y la izquierda reformista”.
Si el argumento para la restricción masiva de medios, informes, relatos y opiniones es la postura con uno de los actores de un conflicto, esta misma excusa puede ser usada para atacar sin miramientos a otros actores que puedan desafiar los intereses de la OTAN, como puede exponer la opinión contra un jefe de estado, como se dio en el caso del rapero Pablo Hasel; la denuncia de las agresiones a un pueblo que está siendo atacado por países que pertenecen o tienen relaciones con la misma, como es el caso de Israel al pueblo palestino; o en caso de una revuelta o huelga de trabajadores en contra de los intereses estatales.
Todo ello puede estar sometido a la censura poniendo en valor los supuestos “valores democráticos” en juego de los estados de la UE y la OTAN a favor de cualquiera de sus intereses, así como a cualquier postura política que enfrente y condene a cualquiera de estas y sus acciones.
La libertad de prensa no debería ser una moneda de cambio utilizada para encubrir los intereses reaccionarios de los gobiernos y las potencias capitalistas.